Hasta que no he leído este hilo no había caído en la cuenta de que se había abierto un hilo referente a la manifestación del 23 de diciembre. Como ya se ha dicho varias veces, a veces es imposible seguir toda la información que se escribe.
En mi opinión, este tipo de acciones, como las manifestaciones, me parecen útiles para demostrar el descontento de la sociedad o parte de ella sobre lo que considera un problema.
Soy de los que creen que los poderes políticos son recepetivos, en cierta manera, a los mensajes que se transmiten con estas acciones. Bien es verdad que no suponen una solución automática, pero creo que sí suponen un aldabonazo para fijar la atención de aquellos que en teoría deberían ocuparse de establecer medidas para empezar a resolverlos. Cuestión aparte ese si los destinatarios del mensaje consideran que la reivindicación es justificada o si realmente pueden o les interesa hacer algo.
En el caso del problema general de la vivienda, es evidente que sólo una parte de la sociedad lo ve como un problema de primer plano. Esto, que ya es un punto en contra, se agrava cuando otros sectores con influencia en la sociedad no lo ven como tal, sino como una coyuntura de la que se obtiene provecho. Estos sectores no se sumarán a ningún proyecto que luche por cambiar las cosas.
Otros sectores, creo que mayoritarios, tampoco perciben el problema como tal, ya que la subida de precios de la vivienda les sugiere el espejismo de la riqueza inmediata.
Frente a esta situación global, las manifestaciones que se vienen convocando tienen grán mérito (más aún quienes les dedican su tiempo), pero creo que a día de hoy aún no han superado las dificultades a las que me he referido: situar la gravedad del problema en su dimensión correcta para un amplio sector de la sociedad.
Algunas razones son evidentes para explicar que no se haya conseguido este ojetivo: falta de medios y recursos para realizar acciones organizadas y consistentes y que consigan cambiar las percepciones
Sin embargo, creo (es una reflexión muy personal y con ánimo constructivo) que existe además otro factor fundamental que no se está cuidando y que realimenta todo los anterior: el mensaje o discurso.
No se está lanzando un mensaje que consiga que el problema sea percibido como tal por otros sectores. Creo que apenas se está emitiendo señales que consigar despertar simpatías (o reflexión, que quizás es más efectivo) en otros ámbitos. Esto se agrava si en los mensajes que convocan a las manifestaciones o en acciones previas no se cuida el contenido ni el estilo (hay ejemplos por todos conocidos)
Otro factor que a estas alturas no veo adecuado es cómo se gestiona la realización de las manifestaciones. Ya se han convocado varias acciones basadas en múltiples manifestaciones por diversas ciudades y se sabe su resultado.
Dado que los potenciales asistentes, a día de hoy, son los que ya se conoce, para crear impacto creo que debería cambiarse la estrategia. Supongo que alguien habrá valorado la posibilidad de convocar una única manifestación a nivel nacional para concentrar asistentes. Creo que conocemos múltiples ejemplos de grupos de la sociedad que han seguido esta estrategia para crear una imagen más poderosa en sus reivindicaciones.
Por otro lado, habiendo recibido varias veces la convocatoria sigo preguntándome ¿quién las convoca? ¿tienen los permisos oportunos para su realización?Son preguntas que si no tienen respuesta hacen que la gente no se sume a ellas.
En fin, perdón por la extensión, pero únicamente quería compartir algunas reflexiones sobre el tema, siempre con ánimo conctructivo, como he dicho antes.