tmoliterno
Madmaxista
- Desde
- 17 Oct 2013
- Mensajes
- 4.013
- Reputación
- 13.622
Se ha hablado varias veces en el foro de que las “paguitas” a determinados colectivos cumplen con la función de evitar el estallido social e incluso una posible Guerra Civil. Gracias al subsidio de turno, determinada gente tiene algo que llevarse a la boca, así como sus necesidades básicas cubiertas. Alguien que no reciba nada y pase hambre puede echarse a la calle y cometer cualquier barbaridad. Y si fueran millones de personas las que pasan hambre, ahí puede llegar el estallido social.
En ese sentido, los que trabajamos vemos cómo mes tras mes nos detraen de la nómina un considerable porcentaje que va destinado, entre otras cosas, a financiar esas ayuditas a fondo perdido, sin olvidarnos de todo tipo de gastos tales como una macroestructura político-burocrática, obras faraónicas, autopistas que no llevan a ninguna parte, viviendas gratuitas para ‘colectivos en riesgo de exclusión’, observatorios que realizan imprescindibles estudios de jenaro… y algún que otro colegio y hospital.
Estamos tan acostumbrados a que nos peguen ese mordisco en la nómina que lo aceptamos ya con resignación, como si fuera algo normal. De cierto modo se puede pensar que gracias a esa cantidad que nos sustraen estamos comprando paz social, por lo que con esa especie de “impuesto revolucionario” podemos sentirnos medianamente tranquilos sabiendo por ejemplo que no vendrá una horda de salvajes a asaltar nuestra casa y rebanarnos el cuello.
Ahora bien: sabiendo que, entre los que nacen y los que llegan de fuera, cada vez es mayor el número de improductivos, de subsidiados y menor el número de productivos, de trabajadores, de gente que realmente tira del carro: ¿no puede llegar un momento en el que las ínclitas paguitas lejos de evitar un enfrentamiento armado, lo provoquen?
En un mundo cada vez más globalizado, es cada vez más fácil irse a trabajar al extranjero. Y un trabajador nacional puede ir sintiendo que su trabajo va cada vez menos destinado a cubrir sus propias necesidades, y cada vez más destinado a cubrir las necesidades de los que ni trabajan ni quieren trabajar, porque viven de p.m. de las ayudas. Así las cosas, bajo este supuesto, si se generalizara el fenómeno, el país se vaciaría de talento y de gente productiva y sólo quedarían los que consumen. Y si no queda NADIE para producir lo que los paguiteros consumen, ¿de qué vivirían esos paguiteros? No les quedaría otra que robarse unos a otros, con lo que el estallido social sería mucho peor que en el caso de retirar todas las paguitas, o todas salvo las que sean realmente imprescindibles.
En algún municipio ya ha sucedido este MadMax.
En ese sentido, los que trabajamos vemos cómo mes tras mes nos detraen de la nómina un considerable porcentaje que va destinado, entre otras cosas, a financiar esas ayuditas a fondo perdido, sin olvidarnos de todo tipo de gastos tales como una macroestructura político-burocrática, obras faraónicas, autopistas que no llevan a ninguna parte, viviendas gratuitas para ‘colectivos en riesgo de exclusión’, observatorios que realizan imprescindibles estudios de jenaro… y algún que otro colegio y hospital.
Estamos tan acostumbrados a que nos peguen ese mordisco en la nómina que lo aceptamos ya con resignación, como si fuera algo normal. De cierto modo se puede pensar que gracias a esa cantidad que nos sustraen estamos comprando paz social, por lo que con esa especie de “impuesto revolucionario” podemos sentirnos medianamente tranquilos sabiendo por ejemplo que no vendrá una horda de salvajes a asaltar nuestra casa y rebanarnos el cuello.
Ahora bien: sabiendo que, entre los que nacen y los que llegan de fuera, cada vez es mayor el número de improductivos, de subsidiados y menor el número de productivos, de trabajadores, de gente que realmente tira del carro: ¿no puede llegar un momento en el que las ínclitas paguitas lejos de evitar un enfrentamiento armado, lo provoquen?
En un mundo cada vez más globalizado, es cada vez más fácil irse a trabajar al extranjero. Y un trabajador nacional puede ir sintiendo que su trabajo va cada vez menos destinado a cubrir sus propias necesidades, y cada vez más destinado a cubrir las necesidades de los que ni trabajan ni quieren trabajar, porque viven de p.m. de las ayudas. Así las cosas, bajo este supuesto, si se generalizara el fenómeno, el país se vaciaría de talento y de gente productiva y sólo quedarían los que consumen. Y si no queda NADIE para producir lo que los paguiteros consumen, ¿de qué vivirían esos paguiteros? No les quedaría otra que robarse unos a otros, con lo que el estallido social sería mucho peor que en el caso de retirar todas las paguitas, o todas salvo las que sean realmente imprescindibles.
En algún municipio ya ha sucedido este MadMax.