El problema es que si realmente se proponen que comamos eso lo conseguirán, igual que lo han conseguido con la banderilla, el el bichito pass, el coche eléctrico y demás cosas.
La fórmula es sencilla y siempre la misma: Imponer a los países limitación en la producción de carne por tema ecológico y tal. Eso hace que el precio de la carne se dispare. A ese precio se le suma una buena cantidad de impuestos similares a los del tabaco y la gasolina y ¡voilá! ya tienes a la gente comiendo gusanos, carne sintética o lo que se tercie. Unos pocos intentarán resistirse un tiempo, pero ¿cuanto tiempo podrán aguantar pagando el kilo de pollo a 30 euros o de cerdo a 60?
Yo ya me he hecho a la idea de que estamos en un planeta-guandoca, y con los presos, que somos nosotros, hacen lo que quieran, y por supuesto nos alimentarán de la forma que les haga ganar más dinero. Aunque empiezo a sospechar que ya no se trata solo de un tema de dinero, si no de provocar el máximo sufrimiento y humillación.