Aunque sueñen en o con ello, no son los imperios aparentes los que se ven como dueños del mundo sino otras fuerzas que "alguien" definió como antítesis complementarias. Solo existe un binomio perfecto que maride oro y teología y no son ni la cristiana ni la fiel a la religión del amora ni otras de distinta raíz. Esta guerra, como otras, es un reajuste de inercias que inopinadamente parecían cobra vida y voluntad propias.