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Madmaxista
El bajo perfil y la fiera española
Pablo Sebastián
No es de extrañar que el Rey de jovenlandia, aprovechando todos los problemas que sufre España y especialmente el catalán, haya enviado sus provocadores a jalear la independencia de Ceuta y Melilla, que es lo que solía hacer su padre Hassan II -lo hizo con el Sahara con Franco moribundo- para tapar problemas internos, como los que tiene Mohamed VI con su “primavera árabe”, la corrupción y su gobierno islamista que veremos como acaba.
Lo que anuncia que a Mariano Rajoy le tienen tomada la medida de su debilidad proverbial dentro y fuera de España, Cristina Kichner, Evo Morales, Hugo Chávez, Mohamed VI, Artur Mas y pronto Iñigo Urkullu. Y dentro de unos meses Esperanza Aguirre desde el interior del PP tras huir de Madrid como antes huyó de Bombay y del Congreso del PP de 2008, dejando a los suyos en la estacada y para no tener que tomar decisiones difíciles dejando a Rajoy a fuego lento. A ver si ¡por fin! ella se alza con el liderazgo del PP como “zapadora” (“pico y pala”) de la derecha radical, que de liberal.
Estamos en el limbo, un extraño vacío de poder por parte de los primeros gobernantes y dirigentes -PSOE incluido- de la nación, todos perdidos en el paraíso de la perplejidad y amparados por el discurso de la “prudencia” para no despertar a “la fiera” española como escribe Cebrián en El País, completando el discurso de los escapistas de la responsabilidad y de la realidad. O simplemente como adaptación del argumento fatalista de: Rajoy es lo que hay y “con esos bueyes hay que arar”, mientras la nación española se bate en retirada, con el regazo entre las piernas.
En Madrid impera el llamado “bajo perfil” -o aquello de “el mejor desprecio es no hacer aprecio”. En suma paños calientes de Rajoy y de Rubalcaba (agobiado por la crisis del PSC), mientras el Rey sestea, “bloguea” o “twittea” por Internet, ante los desafíos secesionistas de Artur Mas, en su condición de presidente de la Generalitat y por tanto de máximo representante del Estado en Cataluña. Y así va pasando impunemente el tiempo con cierta dosis de indignidad nacional y desamparo de los ciudadanos españoles, en especial los que viven en Cataluña, y pronto los que están en el País Vasco, ante la cercanía de la próxima escalada del nacionalismo rampante vasco (PNV y Bildu), tras los comicios del 21 de octubre.
Los españoles de bien, que sufren la crisis, están soportando a un Gobierno errático e incompetente -que no sabe que hacer con los bancos, las autonomías, los rescates europeos, el paro etc.- y han visto a Mas pavonearse en el Ruedo Ibérico con algo que nadie se atreve a desmentir en Madrid, sus tres mentiras: la Historia de la Cataluña independiente (que nunca existió); el déficit catalán en la relación económica con el resto del Estado (lo que es falso y favorable a Cataluña); y “el millón y medio de manifestantes” independentistas de la Diada (apenas llegaron al medio millón). Actuando Mas, en la frontera de la ley al enviar a sus consejeros a la manifestación; anunciar la puesta en marcha de normativas de Estado; y amenazar, a través de su portavoz, con la posibilidad de que el parlamento catalán declare la independencia de Cataluña.
Parlamento que esta semana hará una proclama secesionista, a título de ensayo general y con vista a unos comicios anticipados, ante las narices del “prudente” Rajoy, quien no cesa de ofrecer a Mas mejoras fiscales de poca monta y diálogo infinito: “por mi no va a quedar”, dice el “fantasma” de la Moncloa, ante las miradas atónitas de los primeros gobernantes de la UE que se preguntan por donde va estallar España: si por la deuda, las autonomías en quiebra, la banca, Cataluña, el País Vasco o Ceuta y Melilla.
Rajoy y el Gobierno del PP no se atreven a parar en seco los pies a Mas y a la Generalitat -los que para colmo están pidiendo el rescate financiero de Cataluña al Estado español. Ni tampoco se las tienen tiesas con al poder financiero y empresarial catalán, que avala y financia los partidos independentistas y a sus altavoces de los medios de comunicación con los fondos que los “próceres” de Cataluña recaudan de los bolsillo de los españoles, en el resto del territorio español.
O sea, que cornudos y apaleados con nuestro propio dinero (el del Estado y los consumidores y ahorradores de toda España), por los gobernantes y gerifaltes económicos de Cataluña. Los que ahora se emocionan cantando “Els Segadors” y no respetan España ni la Constitución. Aunque la derecha catalana y nacionalista ni canta ni se emociona ante el incumplimiento de la ley -que garantiza sus negocios- o la violación de las normas más elementales de la democracia, las libertades y los Derechos Humanos. Por ejemplo, para defender a las familias españolas de Cataluña para que sus hijos estudien y trabajen disfrutando de la lengua castellana, la universal y oficial del Estado español. Algo que el Gobierno de Mas -como los de Pujol, Maragall y Montilla- prohibió sin que nadie, desde la Moncloa (Aznar, Zapatero o Rajoy), le obligara a rectificar.
Mohamed VI debería tentarse la chilaba -como Mas la barretina- antes de jugar con la integridad territorial de España y rondar las verjas de Ceuta y Melilla. Pero el monarca alauita ha visto perder pie al Rey Juan Carlos -su primo- y dudar a Rajoy ante Cataluña, y al ministro de Defensa, Morenés, decir que no tiene dinero para la gasolina del desfile nacional del 12 de Octubre de las Fuerzas “Desarmadas” españolas, y eso excita lo ánimos de conquista del jovenlandés de Rabat, necesitado de echar carnaza a los islamistas de su primavera particular. O sea, al perro español “todo son pulgas” y encima ha de tener mucho cuidado para no despertar la fiera del patriotismo español (sic).
¿Qué hacer y con quién? esa es la cuestión. Quizás la situación requiera otro liderazgo nacional y otro Gobierno -en Atenas y en Roma así se hizo- de base más amplia, como una gran coalición PP-PSOE, presidida por alguien con liderazgo y sin renuncia a la dignidad nacional, porque alguien habrá en este país. Y mientras tanto a esperar sentados bajo el árbol de la paciencia infinita y el bajo perfil con riesgo de que la solución al problema de España llegue demasiado tarde, si los adversarios y los acreedores, que tienen prisa, desbordan el marco constitucional o nos provocan la quiebra nacional. Lo que en las actuales circunstancias nadie debe descartar.
Pablo Sebastián
No es de extrañar que el Rey de jovenlandia, aprovechando todos los problemas que sufre España y especialmente el catalán, haya enviado sus provocadores a jalear la independencia de Ceuta y Melilla, que es lo que solía hacer su padre Hassan II -lo hizo con el Sahara con Franco moribundo- para tapar problemas internos, como los que tiene Mohamed VI con su “primavera árabe”, la corrupción y su gobierno islamista que veremos como acaba.
Lo que anuncia que a Mariano Rajoy le tienen tomada la medida de su debilidad proverbial dentro y fuera de España, Cristina Kichner, Evo Morales, Hugo Chávez, Mohamed VI, Artur Mas y pronto Iñigo Urkullu. Y dentro de unos meses Esperanza Aguirre desde el interior del PP tras huir de Madrid como antes huyó de Bombay y del Congreso del PP de 2008, dejando a los suyos en la estacada y para no tener que tomar decisiones difíciles dejando a Rajoy a fuego lento. A ver si ¡por fin! ella se alza con el liderazgo del PP como “zapadora” (“pico y pala”) de la derecha radical, que de liberal.
Estamos en el limbo, un extraño vacío de poder por parte de los primeros gobernantes y dirigentes -PSOE incluido- de la nación, todos perdidos en el paraíso de la perplejidad y amparados por el discurso de la “prudencia” para no despertar a “la fiera” española como escribe Cebrián en El País, completando el discurso de los escapistas de la responsabilidad y de la realidad. O simplemente como adaptación del argumento fatalista de: Rajoy es lo que hay y “con esos bueyes hay que arar”, mientras la nación española se bate en retirada, con el regazo entre las piernas.
En Madrid impera el llamado “bajo perfil” -o aquello de “el mejor desprecio es no hacer aprecio”. En suma paños calientes de Rajoy y de Rubalcaba (agobiado por la crisis del PSC), mientras el Rey sestea, “bloguea” o “twittea” por Internet, ante los desafíos secesionistas de Artur Mas, en su condición de presidente de la Generalitat y por tanto de máximo representante del Estado en Cataluña. Y así va pasando impunemente el tiempo con cierta dosis de indignidad nacional y desamparo de los ciudadanos españoles, en especial los que viven en Cataluña, y pronto los que están en el País Vasco, ante la cercanía de la próxima escalada del nacionalismo rampante vasco (PNV y Bildu), tras los comicios del 21 de octubre.
Los españoles de bien, que sufren la crisis, están soportando a un Gobierno errático e incompetente -que no sabe que hacer con los bancos, las autonomías, los rescates europeos, el paro etc.- y han visto a Mas pavonearse en el Ruedo Ibérico con algo que nadie se atreve a desmentir en Madrid, sus tres mentiras: la Historia de la Cataluña independiente (que nunca existió); el déficit catalán en la relación económica con el resto del Estado (lo que es falso y favorable a Cataluña); y “el millón y medio de manifestantes” independentistas de la Diada (apenas llegaron al medio millón). Actuando Mas, en la frontera de la ley al enviar a sus consejeros a la manifestación; anunciar la puesta en marcha de normativas de Estado; y amenazar, a través de su portavoz, con la posibilidad de que el parlamento catalán declare la independencia de Cataluña.
Parlamento que esta semana hará una proclama secesionista, a título de ensayo general y con vista a unos comicios anticipados, ante las narices del “prudente” Rajoy, quien no cesa de ofrecer a Mas mejoras fiscales de poca monta y diálogo infinito: “por mi no va a quedar”, dice el “fantasma” de la Moncloa, ante las miradas atónitas de los primeros gobernantes de la UE que se preguntan por donde va estallar España: si por la deuda, las autonomías en quiebra, la banca, Cataluña, el País Vasco o Ceuta y Melilla.
Rajoy y el Gobierno del PP no se atreven a parar en seco los pies a Mas y a la Generalitat -los que para colmo están pidiendo el rescate financiero de Cataluña al Estado español. Ni tampoco se las tienen tiesas con al poder financiero y empresarial catalán, que avala y financia los partidos independentistas y a sus altavoces de los medios de comunicación con los fondos que los “próceres” de Cataluña recaudan de los bolsillo de los españoles, en el resto del territorio español.
O sea, que cornudos y apaleados con nuestro propio dinero (el del Estado y los consumidores y ahorradores de toda España), por los gobernantes y gerifaltes económicos de Cataluña. Los que ahora se emocionan cantando “Els Segadors” y no respetan España ni la Constitución. Aunque la derecha catalana y nacionalista ni canta ni se emociona ante el incumplimiento de la ley -que garantiza sus negocios- o la violación de las normas más elementales de la democracia, las libertades y los Derechos Humanos. Por ejemplo, para defender a las familias españolas de Cataluña para que sus hijos estudien y trabajen disfrutando de la lengua castellana, la universal y oficial del Estado español. Algo que el Gobierno de Mas -como los de Pujol, Maragall y Montilla- prohibió sin que nadie, desde la Moncloa (Aznar, Zapatero o Rajoy), le obligara a rectificar.
Mohamed VI debería tentarse la chilaba -como Mas la barretina- antes de jugar con la integridad territorial de España y rondar las verjas de Ceuta y Melilla. Pero el monarca alauita ha visto perder pie al Rey Juan Carlos -su primo- y dudar a Rajoy ante Cataluña, y al ministro de Defensa, Morenés, decir que no tiene dinero para la gasolina del desfile nacional del 12 de Octubre de las Fuerzas “Desarmadas” españolas, y eso excita lo ánimos de conquista del jovenlandés de Rabat, necesitado de echar carnaza a los islamistas de su primavera particular. O sea, al perro español “todo son pulgas” y encima ha de tener mucho cuidado para no despertar la fiera del patriotismo español (sic).
¿Qué hacer y con quién? esa es la cuestión. Quizás la situación requiera otro liderazgo nacional y otro Gobierno -en Atenas y en Roma así se hizo- de base más amplia, como una gran coalición PP-PSOE, presidida por alguien con liderazgo y sin renuncia a la dignidad nacional, porque alguien habrá en este país. Y mientras tanto a esperar sentados bajo el árbol de la paciencia infinita y el bajo perfil con riesgo de que la solución al problema de España llegue demasiado tarde, si los adversarios y los acreedores, que tienen prisa, desbordan el marco constitucional o nos provocan la quiebra nacional. Lo que en las actuales circunstancias nadie debe descartar.