Llevas mucha razón, aunque en parte es comprensible, me explico:
Tenemos una moneda fuerte, viajes tirados de precio y para ir de turista con un inglés "medio" te puedes hacer entender. Por lo que cambiar de aires de vez en cuando no viene mal, puedes probar gastronomía nueva y tienes más posibilidades de amar. Posiblemente a un santanderino le sea más fácil ir a Roma o a Budapest que a Sevilla o Valencia a pasar unos días, por lo que es, en parte, entendible. Yo he viajado "bastante" y no es algo que me guste por las incomodidades que ello supone, pero ese tipo de casos los entiendo perfectamente. El problema que veo es lo que apuntas, que hace falta irse a un sitio exotiquísimo para poner fotos en el instagram, que no digo que Kuala Lumpur o Baku sean antiestéticas, pero jorobar... tiene delito no haber visitado Toledo o Granada y haberte ido al trastero del mundo sin saber siquiera cuál es la religión predominante, la gastronomía típica o en qué situación histórica se encontraba el sitio hace un par de siglos.
Lo que ocurre, y nadie quiere reconocerlo, es que el principal motor de los viajes es nuestro principio más básico, el "prestigio social", que conduce en último término al sesso. Si a una persona le ofrecieran la posibilidad de ir a hacer turismo a Nueva Zelanda sin posibilidad de tomar ninguna foto y de demostrar que estuvo allí, ¿qué necesidad tendría de meterse 15 horas de avión y dejarse los ahorros de un mes?
Lo que ocurre es que vivimos en una sociedad en la que para tener éxito social, e insisto, el éxito social como búsqueda de apareamiento en términos de cálidad o cantidad, es necesario ser una persona "interesante" y para ello hay que hacer cosas poco comunes que nos diferencien del resto. Viajar es un buen ejemplo, pero los tatuajes y los deportes de riesgo también están a la orden del día. Si al conocer a una piba le dices que tu vida se basa en el trabajo y en tomar cervezas con los amigos, pues... dejas un poco que desear. De la misma manera que si vais a Polonia a buscar una polaca y os encontráis con una que ha visitado medio mundo y otra que no ha salido de su aldea, seamos sinceros.
Gracias a Dios en España el amaviajismo no ha llegado a ciertos extremos. En otros países está a la orden del día tirar de crédito para pagar viajes a sitios "exóticos", aquí lo que se lleva es pedirle dinero a papá y mamá para hacer viajes que ellos no pudieron hacer.
Tenemos una moneda fuerte, viajes tirados de precio y para ir de turista con un inglés "medio" te puedes hacer entender. Por lo que cambiar de aires de vez en cuando no viene mal, puedes probar gastronomía nueva y tienes más posibilidades de amar. Posiblemente a un santanderino le sea más fácil ir a Roma o a Budapest que a Sevilla o Valencia a pasar unos días, por lo que es, en parte, entendible. Yo he viajado "bastante" y no es algo que me guste por las incomodidades que ello supone, pero ese tipo de casos los entiendo perfectamente. El problema que veo es lo que apuntas, que hace falta irse a un sitio exotiquísimo para poner fotos en el instagram, que no digo que Kuala Lumpur o Baku sean antiestéticas, pero jorobar... tiene delito no haber visitado Toledo o Granada y haberte ido al trastero del mundo sin saber siquiera cuál es la religión predominante, la gastronomía típica o en qué situación histórica se encontraba el sitio hace un par de siglos.
Lo que ocurre, y nadie quiere reconocerlo, es que el principal motor de los viajes es nuestro principio más básico, el "prestigio social", que conduce en último término al sesso. Si a una persona le ofrecieran la posibilidad de ir a hacer turismo a Nueva Zelanda sin posibilidad de tomar ninguna foto y de demostrar que estuvo allí, ¿qué necesidad tendría de meterse 15 horas de avión y dejarse los ahorros de un mes?
Lo que ocurre es que vivimos en una sociedad en la que para tener éxito social, e insisto, el éxito social como búsqueda de apareamiento en términos de cálidad o cantidad, es necesario ser una persona "interesante" y para ello hay que hacer cosas poco comunes que nos diferencien del resto. Viajar es un buen ejemplo, pero los tatuajes y los deportes de riesgo también están a la orden del día. Si al conocer a una piba le dices que tu vida se basa en el trabajo y en tomar cervezas con los amigos, pues... dejas un poco que desear. De la misma manera que si vais a Polonia a buscar una polaca y os encontráis con una que ha visitado medio mundo y otra que no ha salido de su aldea, seamos sinceros.
Gracias a Dios en España el amaviajismo no ha llegado a ciertos extremos. En otros países está a la orden del día tirar de crédito para pagar viajes a sitios "exóticos", aquí lo que se lleva es pedirle dinero a papá y mamá para hacer viajes que ellos no pudieron hacer.