Mateo77
Laico católico
- Desde
- 16 Ago 2016
- Mensajes
- 3.319
- Reputación
- 7.916
Fuente: piedrasquegritan.org - La espada de San Miguel arcángel desde la carta de Judas
El arcángel San Miguel aparece mencionado en la Biblia en varios pasajes. Según vemos en Apocalipsis 12,7-9 es el encargado de expulsar al dragón del Cielo. Su nombre en hebreo, Mikael, se puede traducir por “quién como Dios?”. Las tres partes que componen su nombre ya aparecen en el texto hebreo de Génesis 3,11, el pasaje del reproche que Dios le hace a Adán cuando le encuentra escondido. En cambio, en Daniel 10,12 vemos cómo Miguel ayuda al ángel enviado a Daniel. Este ángel le dice “No temas, Daniel, porque desde el primer día en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y precisamente debido a tus palabras he venido yo”. Vemos el doble filo de la espada de Miguel: reproche para quien se aleja de Dios y protección para quien, por el contrario, le busca verdaderamente. En ambos casos es un instrumento en manos de Dios.
Ya en el Nuevo Testamento, San Miguel arcángel aparece en la carta de Judas. En esta se trata acerca de la purificación de la Iglesia, un tema de actualidad. En Judas 1,11 se mencionan tres tipos de conductas desviadas:
* los que “se han ido por el camino de Caín”
* los que “por un salario se han abandonado al descarrío de Balaam”
* los que “han perecido en la rebelión de Coré”
El camino de Caín es el de desentenderse del hermano débil. El descarrío de Balaam es tratado en Números 31,16, y parece ser el mismo mal de Salomón. Mediante las relaciones con “mujeres extranjeras” entra la idolatría en el pueblo de Dios. Esto es revelador a la luz de la nueva antropología feminista que tantas veces confronta la enseñanza de la Iglesia, y también hace referencia al proceder de Salomón (incluyendo el oro percibido, 666 talentos). El propio nombre de Balaam parece hacer referencia a alguien que no es del propio pueblo, y dada su condición de profeta, a alguien que trae doctrinas extrañas. La rebelión de Coré es tratada en Números 16, un movimiento popular que protesta contra la autoridad de Moisés y Aarón con el argumento de la relación directa de cada individuo con Dios. De nuevo un tema de actualidad. Se podría argumentar que tras Cristo se han producido muchos desarrollos en el plan redentor de Dios, pero se nos advierte contra estas cosas en el Nuevo Testamento, y en cualquier caso el juicio ante la disputa corresponde a Dios.
Judas 1,3 llama al combate en defensa de la fe y da instrucciones para ello. Con respecto a la dimensión horizontal, la de la relación entre criaturas, las instrucciones son tres:
* A unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos;
* a otros, tratad de salvarlos arrancándolos del fuego;
* y a otros mostradles misericordia con cautela, odiando incluso la túnica manchada por su carne.
Para esto hay que edificarse sobre la “santísima fe”, “orando en el Espíritu Santo”, manteniéndose “en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”.
Con respecto a la dimensión vertical, la que vincula al ser humano ya sea con el Cielo o con el infierno, se nos señala precisamente al arcángel Miguel como ejemplo. La serpiente entra a través de la dimensión horizontal y pugna por abatir nuestro rostro (Génesis 4,6) volviéndolo hacia el infierno. Es decir, intenta conseguir que caigamos en pecado y por temor nos escondamos de Dios entre las tinieblas (Génesis 3,10). La carta de Judas nos muestra cómo lucha San Miguel contra el maligno: sencillamente no entra en su juego. No es una lucha horizontal donde una criatura mide sus fuerzas contra otra. San Miguel divide claramente lo que es de Dios de lo que compete a la criatura. La tentación es siempre que la criatura pretenda convertirse en un “dios”, violentando de este modo la correcta relación con el Dios único. El modo de convertirse en dios es decidir qué es bueno y qué es malo de manera divergente a la voluntad de Dios. Una vez consigue la serpiente que llamemos bien al mal o mal al bien, ha conseguido su propósito de alterar nuestra percepción (Génesis 3,6), abatir nuestro rostro, llevándonos a una incorrecta caracterización de Dios. Se desmorona la relación con Él porque se transforma al Dios vivo en un idolo muerto. Aunque esto ocurra solamente de manera parcial ya se ha entregado una porción de los propios dones al gobierno del maligno, porque en la medida en que llamemos dios a algo que no lo es estamos llamando dios a aquel que pretende (inútilmente) serlo.
Eva entra en el juego de la serpiente al responder a su pregunta maliciosa, y cae asi en la trampa. Sus fuerzas no alcanzan para superar la astucia de la serpiente. Como nos enseña Judas 1,9, San Miguel defiende a Moisés negando que el juicio sobre su persona corresponda a criatura alguna (substrayendolo asi del poder de Satanás). San Miguel no intenta discutir sobre si Moisés ha de ser condenado o no. Se centra sencillamente en que el juicio corresponde a Dios. De este modo se preservaría la dimensión vertical/espiritual, nuestra relación con Dios. Dios seguiría siendo Dios sobre nosotros, nada de nosotros estaría bajo el poder del diablo. Al no entrar en el juego del mal, el fuego del infierno no encuentra nada que devorar. La zarza entre las llamas no se consume porque todo lo que hay en ella es de Dios. La segunda carta de Pedro, con fragmentos paralelos a esta carta de Judas, no menciona explícitamente a San Miguel pero sí presenta el mismo proceder (2Pe 2,10-11) de los ángeles fieles a Dios.
Zacarías 3,1-5, aborda también este tema, igualmente en un contexto de purificación. El ángel desarma la acusación de Satanás recuperando para Dios el papel de juez, y tras esto purifica a Josué cambiando sus vestiduras sucias por unas limpias. Este cambio de vestidura ya lo vemos en la escena del juicio de Génesis 3: Adán y Eva se vistieron de tinieblas para ocultar su desnudez, y Dios, tras condenar a la serpiente, les proporciona una vestidura nueva. En Zacarías el plan de redención de la humanidad está más avanzada y además de la ropa limpia se proporciona una tiara para gobernar bajo las condiciones estipuladas seguidamente.
El avance definitivo se ve en el combate de Jesús contra el diablo en el desierto. Ya no se trata simplemente de preservar la dimensión vertical en cada individuo, o de gobernar lo propio como en Zacarías. sino que mediante su Hijo encarnado Dios entra en el combate horizontal para arrebatar al ser humano del dominio del mal. Ya no es una posición meramente defensiva sino una salida para conquistar. Esto por supuesto compete al Espíritu Santo, está fuera del alcance del ser humano. Esta reflexión se centra en lo que sí podemos hacer con nuestra libertad y nuestras fuerzas, que es reconocer cuándo el combate nos supera y refugiarnos en Dios. Tomar la espada de San Miguel.
Aun manteniendo la esperanza de que el cambio en que estamos inmersos sea gradual y poco traumático, en vista de los acontecimientos de estos primeros días de Octubre pienso que es posible que hayamos entrado de lleno en una etapa de combate espiritual. Desconozco qué consecuencias materiales podría tener, pero sí pienso que tras la tribulación amanecerá un mundo renovado. Ya no hay vuelta atrás, no vamos a volver a “la vieja normalidad”. Se ha presentado ante el juicio de Dios la cosecha de esta época de claroscuros, y queda esperar el veredicto. San Miguel, a la cabeza del ejército celestial, entra en juego para defender a la Iglesia (aunque solo fuera un pequeño resto fiel). Si Apocalipsis 12,7-17 es un modelo, el dragón, tras ser derribado, desata una persecución material sobre los miembros de la Iglesia (todo esto ya está contenido en la condena a la serpiente de Génesis 3,14-15). Tanto la carta de Judas como Apocalipsis 12,13-16 nos muestra el camino para vencer al maligno: permanecer bajo el amparo de Dios. Pienso que también se nos advierte (simbólicamente) en este sentido en las diversas profecías sobre los tres días de oscuridad: mantener las puertas y ventanas cerradas sin hacer caso de las artimañas que use la serpiente para intentar entrar. Génesis 4,7 nos advierte de esto de manera genérica, el rechazo al pecado. En este texto se reflexiona sobre lo particular de una etapa de purificación, que involucra la justicia divina y por tanto cuestiona especialmente el juicio humano.
Las tentaciones son muchas, pero pienso que en general en el actual signo de los tiempos se hace hincapié en el juicio personal abierto a doctrinas extrañas y la falta de misericordia para con el hermano, en la confianza puesta en el número (dimensión horizontal) en demérito de Dios, en la perspectiva exclusivamente materialista (junto al ídolo del dinero como solución primera para los problemas) y finalmente se presenta la rebelión como medio legítimo para alcanzar un bien deseado (combatiendo el fuego con más fuego, blanqueando el camino seguido por los ángeles caídos). Es decir, todo lo que ya indica la carta de Judas.
El cine (y ahora las series de tv) combina la facilidad para transmitir un mensaje masivamente con la intención literaria. Supera la pretensión de objetividad de la prensa o la radio, y el relativo elitismo propio de las novelas (que difícilmente han llegado a las masas por una razón u otra). Ha sido empleado ampliamente para difundir una nueva mitología que llegados a este punto facilita la acción del mal por estar ampliamente representada en el imaginario colectivo de la humanidad. La tentación puede llegar a ser sutil, pero el camino es sencillo: pedir discernimiento a Dios y ayuda en cuanto se detecte algún peligro. El refugio es el inmaculado corazón de María, que en todo busca la voluntad de Dios. Tenemos también el Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia, los sacramentos y la adoración eucarística mientras estén disponibles, y la penitencia (por ejemplo mediante el ayuno) tantas veces reclamada por la Virgen. Y por supuesto resulta conveniente alejarse de los contenidos audiovisuales (en estos últimos años ya abiertamente satánicos en demasiadas ocasiones) por ser un vector constante de ataque.
El arcángel San Miguel aparece mencionado en la Biblia en varios pasajes. Según vemos en Apocalipsis 12,7-9 es el encargado de expulsar al dragón del Cielo. Su nombre en hebreo, Mikael, se puede traducir por “quién como Dios?”. Las tres partes que componen su nombre ya aparecen en el texto hebreo de Génesis 3,11, el pasaje del reproche que Dios le hace a Adán cuando le encuentra escondido. En cambio, en Daniel 10,12 vemos cómo Miguel ayuda al ángel enviado a Daniel. Este ángel le dice “No temas, Daniel, porque desde el primer día en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y precisamente debido a tus palabras he venido yo”. Vemos el doble filo de la espada de Miguel: reproche para quien se aleja de Dios y protección para quien, por el contrario, le busca verdaderamente. En ambos casos es un instrumento en manos de Dios.
Ya en el Nuevo Testamento, San Miguel arcángel aparece en la carta de Judas. En esta se trata acerca de la purificación de la Iglesia, un tema de actualidad. En Judas 1,11 se mencionan tres tipos de conductas desviadas:
* los que “se han ido por el camino de Caín”
* los que “por un salario se han abandonado al descarrío de Balaam”
* los que “han perecido en la rebelión de Coré”
El camino de Caín es el de desentenderse del hermano débil. El descarrío de Balaam es tratado en Números 31,16, y parece ser el mismo mal de Salomón. Mediante las relaciones con “mujeres extranjeras” entra la idolatría en el pueblo de Dios. Esto es revelador a la luz de la nueva antropología feminista que tantas veces confronta la enseñanza de la Iglesia, y también hace referencia al proceder de Salomón (incluyendo el oro percibido, 666 talentos). El propio nombre de Balaam parece hacer referencia a alguien que no es del propio pueblo, y dada su condición de profeta, a alguien que trae doctrinas extrañas. La rebelión de Coré es tratada en Números 16, un movimiento popular que protesta contra la autoridad de Moisés y Aarón con el argumento de la relación directa de cada individuo con Dios. De nuevo un tema de actualidad. Se podría argumentar que tras Cristo se han producido muchos desarrollos en el plan redentor de Dios, pero se nos advierte contra estas cosas en el Nuevo Testamento, y en cualquier caso el juicio ante la disputa corresponde a Dios.
Judas 1,3 llama al combate en defensa de la fe y da instrucciones para ello. Con respecto a la dimensión horizontal, la de la relación entre criaturas, las instrucciones son tres:
* A unos, a los que vacilan, tratad de convencerlos;
* a otros, tratad de salvarlos arrancándolos del fuego;
* y a otros mostradles misericordia con cautela, odiando incluso la túnica manchada por su carne.
Para esto hay que edificarse sobre la “santísima fe”, “orando en el Espíritu Santo”, manteniéndose “en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”.
Con respecto a la dimensión vertical, la que vincula al ser humano ya sea con el Cielo o con el infierno, se nos señala precisamente al arcángel Miguel como ejemplo. La serpiente entra a través de la dimensión horizontal y pugna por abatir nuestro rostro (Génesis 4,6) volviéndolo hacia el infierno. Es decir, intenta conseguir que caigamos en pecado y por temor nos escondamos de Dios entre las tinieblas (Génesis 3,10). La carta de Judas nos muestra cómo lucha San Miguel contra el maligno: sencillamente no entra en su juego. No es una lucha horizontal donde una criatura mide sus fuerzas contra otra. San Miguel divide claramente lo que es de Dios de lo que compete a la criatura. La tentación es siempre que la criatura pretenda convertirse en un “dios”, violentando de este modo la correcta relación con el Dios único. El modo de convertirse en dios es decidir qué es bueno y qué es malo de manera divergente a la voluntad de Dios. Una vez consigue la serpiente que llamemos bien al mal o mal al bien, ha conseguido su propósito de alterar nuestra percepción (Génesis 3,6), abatir nuestro rostro, llevándonos a una incorrecta caracterización de Dios. Se desmorona la relación con Él porque se transforma al Dios vivo en un idolo muerto. Aunque esto ocurra solamente de manera parcial ya se ha entregado una porción de los propios dones al gobierno del maligno, porque en la medida en que llamemos dios a algo que no lo es estamos llamando dios a aquel que pretende (inútilmente) serlo.
Eva entra en el juego de la serpiente al responder a su pregunta maliciosa, y cae asi en la trampa. Sus fuerzas no alcanzan para superar la astucia de la serpiente. Como nos enseña Judas 1,9, San Miguel defiende a Moisés negando que el juicio sobre su persona corresponda a criatura alguna (substrayendolo asi del poder de Satanás). San Miguel no intenta discutir sobre si Moisés ha de ser condenado o no. Se centra sencillamente en que el juicio corresponde a Dios. De este modo se preservaría la dimensión vertical/espiritual, nuestra relación con Dios. Dios seguiría siendo Dios sobre nosotros, nada de nosotros estaría bajo el poder del diablo. Al no entrar en el juego del mal, el fuego del infierno no encuentra nada que devorar. La zarza entre las llamas no se consume porque todo lo que hay en ella es de Dios. La segunda carta de Pedro, con fragmentos paralelos a esta carta de Judas, no menciona explícitamente a San Miguel pero sí presenta el mismo proceder (2Pe 2,10-11) de los ángeles fieles a Dios.
Zacarías 3,1-5, aborda también este tema, igualmente en un contexto de purificación. El ángel desarma la acusación de Satanás recuperando para Dios el papel de juez, y tras esto purifica a Josué cambiando sus vestiduras sucias por unas limpias. Este cambio de vestidura ya lo vemos en la escena del juicio de Génesis 3: Adán y Eva se vistieron de tinieblas para ocultar su desnudez, y Dios, tras condenar a la serpiente, les proporciona una vestidura nueva. En Zacarías el plan de redención de la humanidad está más avanzada y además de la ropa limpia se proporciona una tiara para gobernar bajo las condiciones estipuladas seguidamente.
El avance definitivo se ve en el combate de Jesús contra el diablo en el desierto. Ya no se trata simplemente de preservar la dimensión vertical en cada individuo, o de gobernar lo propio como en Zacarías. sino que mediante su Hijo encarnado Dios entra en el combate horizontal para arrebatar al ser humano del dominio del mal. Ya no es una posición meramente defensiva sino una salida para conquistar. Esto por supuesto compete al Espíritu Santo, está fuera del alcance del ser humano. Esta reflexión se centra en lo que sí podemos hacer con nuestra libertad y nuestras fuerzas, que es reconocer cuándo el combate nos supera y refugiarnos en Dios. Tomar la espada de San Miguel.
Aun manteniendo la esperanza de que el cambio en que estamos inmersos sea gradual y poco traumático, en vista de los acontecimientos de estos primeros días de Octubre pienso que es posible que hayamos entrado de lleno en una etapa de combate espiritual. Desconozco qué consecuencias materiales podría tener, pero sí pienso que tras la tribulación amanecerá un mundo renovado. Ya no hay vuelta atrás, no vamos a volver a “la vieja normalidad”. Se ha presentado ante el juicio de Dios la cosecha de esta época de claroscuros, y queda esperar el veredicto. San Miguel, a la cabeza del ejército celestial, entra en juego para defender a la Iglesia (aunque solo fuera un pequeño resto fiel). Si Apocalipsis 12,7-17 es un modelo, el dragón, tras ser derribado, desata una persecución material sobre los miembros de la Iglesia (todo esto ya está contenido en la condena a la serpiente de Génesis 3,14-15). Tanto la carta de Judas como Apocalipsis 12,13-16 nos muestra el camino para vencer al maligno: permanecer bajo el amparo de Dios. Pienso que también se nos advierte (simbólicamente) en este sentido en las diversas profecías sobre los tres días de oscuridad: mantener las puertas y ventanas cerradas sin hacer caso de las artimañas que use la serpiente para intentar entrar. Génesis 4,7 nos advierte de esto de manera genérica, el rechazo al pecado. En este texto se reflexiona sobre lo particular de una etapa de purificación, que involucra la justicia divina y por tanto cuestiona especialmente el juicio humano.
Las tentaciones son muchas, pero pienso que en general en el actual signo de los tiempos se hace hincapié en el juicio personal abierto a doctrinas extrañas y la falta de misericordia para con el hermano, en la confianza puesta en el número (dimensión horizontal) en demérito de Dios, en la perspectiva exclusivamente materialista (junto al ídolo del dinero como solución primera para los problemas) y finalmente se presenta la rebelión como medio legítimo para alcanzar un bien deseado (combatiendo el fuego con más fuego, blanqueando el camino seguido por los ángeles caídos). Es decir, todo lo que ya indica la carta de Judas.
El cine (y ahora las series de tv) combina la facilidad para transmitir un mensaje masivamente con la intención literaria. Supera la pretensión de objetividad de la prensa o la radio, y el relativo elitismo propio de las novelas (que difícilmente han llegado a las masas por una razón u otra). Ha sido empleado ampliamente para difundir una nueva mitología que llegados a este punto facilita la acción del mal por estar ampliamente representada en el imaginario colectivo de la humanidad. La tentación puede llegar a ser sutil, pero el camino es sencillo: pedir discernimiento a Dios y ayuda en cuanto se detecte algún peligro. El refugio es el inmaculado corazón de María, que en todo busca la voluntad de Dios. Tenemos también el Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia, los sacramentos y la adoración eucarística mientras estén disponibles, y la penitencia (por ejemplo mediante el ayuno) tantas veces reclamada por la Virgen. Y por supuesto resulta conveniente alejarse de los contenidos audiovisuales (en estos últimos años ya abiertamente satánicos en demasiadas ocasiones) por ser un vector constante de ataque.
Última edición: