Traspasada y socializada la deuda bancaria, ahora a los endeudados del país de irás y no volverás les quisieron hacer pagar esa deuda odiosa devolviéndolos, a base de recortes y hurtos, al nivel de vida de hacía 100 años. Alemandria y la quinta columna habían ganado a la postre la guerra. Y esta vez no habría final feliz de cuento, ni Plan Marshall para reconstruir el país devolviéndole su estatus anterior a la estafa financiera y salvando a sus habitantes que, por el contrario, inauguraron una nueva época de neocolonial subdesarrollo con la colaboración de las élites locales.
Para no crear alarma social y mientras iban asimilando el nuevo orden se les iban suministrando informes interesados y cifras manipuladas agridulces junto con dosis de resignación salpicadas de impostadas euforias de cartón piedra a cuenta de supuestos crecimientos económicos que siempre eran para los años por venir. Menudo porvenir.
Cuando quisieron darse cuenta, a la vuelta de una década de bombardeo informativo sesgado, estaban mas cocidos y con menos defensas que la famosa rana que se cociera a fuego lento en un caldero. Para entonces ya no fue necesario que les dijeran la verdad.