El Peseta
Madmaxista
a Caosfera
Dom, 2013-03-10 23:09
La apoteosis del pagafantas
En Tenerife un rumor hace que centenares de personas acudan a los cajeros pensando que "Caja Canarias está regalando dinero"
El Código Penal español establece penas de entre 6 y 18 meses de guandoca para delitos de hurto en grado de tentativa
Han visto la misma escena en decenas de películas. Luca Garibaldi, soldado de la mafia, cicatriz medianera en el rostro, tipo turbio allí donde los haya y cabronazo de a este déjalo correr, entra en el dormitorio del testigo protegido. Apunta al bulto bajo las sábanas y dispara cuatro o cinco veces. Pero al levantar las sábanas solo encuentra cojines. ¡Vaffanculo, es una trampa! El héroe, escondido tras la puerta, aprovecha su desconcierto para darle a Luca la del pulpo. La justicia ha triunfado de nuevo. La policía aparece dos minutos después para esposar a Luca y llevárselo a comisaría.
Lo que no suele verse en la película es lo que ocurre luego. Luca es acusado por el fiscal del Estado de un delito de asesinato en grado de tentativa. El hecho de que Luca no haya asesinado en realidad a nadie no le exculpa del delito: él creía a pies juntillas estar asesinando a alguien. Su intención era exactamente la de dar de baja de la suscripción de la vida y no otra. Los disparos eran reales
Ahora cambiemos de escenario. Centenares de tinerfeños se hacen eco de un rumor que corre por la isla. Caja Canarias está regalando dinero. Un rumor ciertamente creíble, vive dios. Aunque, de hecho, no es que lo esté regalando. Más bien se ha dejado abierta la puerta de la caja fuerte. A causa de un error informático, ninguna de las transacciones que se hacen en sus cajeros automáticos queda registrada en la cuenta del cliente. En apenas unos minutos se forman largas colas frente a los cajeros. Medio Santa Cruz de Tenerife se apresura a sacar tanto dinero como puede de sus cuentas antes de que los técnicos de Caja Canarias solventen el error informático.
Las colas llegan a ser en algunos cajeros de hasta 30 personas. Es el caso de las del barrio de Ofra. Cuando el dinero disponible en los cajeros se agota, la gente se dirige en procesión a otras sucursales donde quizá aún se disponga de líquido. Algunos de los afortunados se ofrecen incluso a hablar para la prensa. "He sacado 500 euros y no sale reflejado en mi cuenta, están regalando dinero. Me puse otra vez a la cola porque quiero sacar otros 500". "Aquí ya no se puede sacar más dinero, ya se lo llevaron todo". "Hay que aprovechar que el banco regala para llevarnos todo lo que se pueda". "Parece una fiesta, todo el mundo ha sacado unos euros". "Hasta yo saqué 600 euros que no tengo".
Al día siguiente se aclara el misterio: debido al proceso de fusión de Caja Canarias y La Caixa, las transacciones realizadas durante unas pocas horas no quedaban registradas en las cuentas de los clientes. Una vez actualizados los sistemas informáticos, esas transacciones aparecerán correctamente anotadas. De hecho, ambos bancos habían avisado hacía días a todos sus clientes de que eso era exactamente lo que iba a ocurrir.
Dejemos de lado el hecho de que el banco se va a forrar a base de cobrarles descubiertos y comisiones a los tinerfeños. Dejemos de lado el hecho de que muchos de ellos debieron de gastarse durante el fin de semana un dinero que no tenían y que van a tener que devolver hasta el último céntimo, en muchos casos incrementado en un 10, un 15 o un 20% dependiendo de lo que tarden en devolverlo. Dejemos de lado el hecho de que individuos presuntamente alfabetizados por el sistema educativo público español son capaces de creer que un banco regala dinero o que una transacción realizada en 2013 en un cajero automático vigilado por videocámara puede no dejar rastro alguno. Como si los bancos fueran tan estúpidos como para no prever hipotéticos apagones eléctricos, cortes de línea telefónica, bichito informáticos y demás contratiempos. "¡Eh, se nos ha caído internet! ¡Hasta que no vuelva la línea no van a quedar registradas las transacciones en nuestros cajeros! ¡Oh, no! ¡¡¡Estamos arruinados!!!"
Es obvio que un banco no regala dinero
El tema es que esta buena gente ha cometido un delito de hurto en grado de tentativa castigado por el Código Penal español con una pena de entre seis y 18 meses de guandoca. Porque aunque ellos desconocían que la víctima no estaba entre las sábanas, su intención era la de dar de baja de la suscripción de la vida. Y ejecutaron conscientemente todas las acciones necesarias para dar de baja de la suscripción de la vida. De hecho, no hay absolutamente ninguna diferencia entre sacar 500 euros de un cajero automático creyendo que la operación no va a quedar registrada y meter la mano por la ventanilla del cajero de carne y hueso cuando este está despistado para robarle los 500 euros que tiene sobre la mesa. ¿O es que queda alguien en este planeta que cree que los criminales se libran de la guandoca alegando que pensaban que no los iban a pillar?
Lo interesante es que muchos tinerfeños, sin ser licenciados en derecho, intuyen perfectamente que lo que han hecho es delito. De ahí que utilicen el eufemismo "regalar" cuando es obvio que un banco no regala dinero.
Aquí tienen el artículo 234 del Código Penal español (Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre):
"El que, con ánimo de lucro, tomare las cosas muebles ajenas sin la voluntad de su dueño será castigado, como reo de hurto, con la pena de prisión de seis a dieciocho meses si la cuantía de lo sustraído excede de 400 euros".
Y aquí tienen el artículo 16.1, que define la tentativa de delito:
"Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del delito directamente por hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente deberían producir el resultado, y sin embargo este no se produce por causas independientes de la voluntad del autor".
El hecho de que los tinerfeños no hayan conseguido su objetivo por razones ajenas a su voluntad solo atenúa su delito en uno o dos grados, dependiendo de la benevolencia del juez. Por si fuera poco, todos ellos han quedado perfectamente retratados en los registros del banco. Algunos incluso se han vanagloriado de su gesta en la prensa. Para la policía, va a ser como pescar en un barril. Las dos horas de cola que los tinerfeños se comieron el viernes por la noche frente a los cajeros se las van a comer multiplicadas por diez en los jugados de Tenerife esperando a que les llegue su turno frente al juez.
Ah, pero que no se asuste Tenerife: el banco no va a denunciar a ninguno de sus clientes. Se limitará a sacarles la sangre a base de intereses de demora y demás. ¿Quién no querría tener un buen puñado de ingenuos como estos como clientes? Ya lo dijo el humanista escocés George Buchanan: "Un simple y su dinero se separan pronto".
Ingenuidad y ética de los tinerfeños
La cosa, eso sí, da para un par de reflexiones. La primera es que en tiempo de guerra o en caso de catástrofe natural a lo de esta gente se le llama pillaje. En España el pillaje se castiga con una pena de entre cuatro y seis años de guandoca. Como pueden ver, una pena muy superior a la del hurto convencional. Otros códigos penales no son tan benevolentes. El pillaje se considera en general un delito especialmente repulsivo y por eso no es raro encontrar ejemplos históricos en los que se ha castigado con la ejecución en el acto y sin necesidad de juicio previo del saqueador pillado in fraganti. Y si no me creen cuando hablo de lo "especialmente repulsivo" del delito de pillaje solo tienen que echarle un vistazo a los comentarios de los lectores publicados en los principales diarios españoles. Las reacciones oscilan entre dos extremos: el ardor de estomago por la tentativa de hurto o el cachondeo por la ingenuidad de los tinerfeños.
La segunda reflexión hace referencia al peculiar concepto de la ética que han demostrado tener algunos españoles. Obviamente, y por si hacían falta más pruebas, en España los políticos son como son porque los ciudadanos son lo que son: salteadores de caminos con un Sony Xperia en el bolsillo. En España, el que no roba es porque no puede. Hacen falta narices para quejarte de los políticos cuando después eres capaz de comerte dos horas de cola para robarle 500 euros a tu propio banco.
Pero yo me resisto a creer que todos los españoles somos iguales. Y me resisto a creer que es lo mismo robar el dinero a tus vecinos que defraudar a Hacienda. Y vuelvo al ejemplo del fontanero del que hablaba en un artículo anterior. El fontanero que defrauda el IVA está intentando que SU dinero ganado con SU trabajo no escape de SU bolsillo. SU dinero. SU trabajo. SU bolsillo.
Pero los tinerfeños que el viernes por la noche se dirigieron a los cajeros de Caja Canarias estaban robando el dinero del resto de tinerfeños que les acompañaban en la cola. Lo cual es probablemente una de las cosas más estúpidas que puedo imaginarme: una cola de timadores de todo a 100 esperando para robarse mutuamente 500 euros los unos a los otros. "Yo os robo 500 euros a vosotros y vosotros me robáis 500 euros a mí". Y todo ello con educación, sin saltarse el turno, esperando a que el de delante te robe en tus propios morros tu dinero mientras le ves la cara a decenas de tipos que están ahí esperando porque quieren meterte la mano en la cartera con una sonrisa en la boca que dice "en esta cola somos todos simples y tú también". ¿El timador timado? Más bien la apoteosis del pagafantas.
Si España no existiera habría que inventarla.
La apoteosis del pagafantas | ZoomNews.es
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Dom, 2013-03-10 23:09
La apoteosis del pagafantas
En Tenerife un rumor hace que centenares de personas acudan a los cajeros pensando que "Caja Canarias está regalando dinero"
El Código Penal español establece penas de entre 6 y 18 meses de guandoca para delitos de hurto en grado de tentativa
Han visto la misma escena en decenas de películas. Luca Garibaldi, soldado de la mafia, cicatriz medianera en el rostro, tipo turbio allí donde los haya y cabronazo de a este déjalo correr, entra en el dormitorio del testigo protegido. Apunta al bulto bajo las sábanas y dispara cuatro o cinco veces. Pero al levantar las sábanas solo encuentra cojines. ¡Vaffanculo, es una trampa! El héroe, escondido tras la puerta, aprovecha su desconcierto para darle a Luca la del pulpo. La justicia ha triunfado de nuevo. La policía aparece dos minutos después para esposar a Luca y llevárselo a comisaría.
Lo que no suele verse en la película es lo que ocurre luego. Luca es acusado por el fiscal del Estado de un delito de asesinato en grado de tentativa. El hecho de que Luca no haya asesinado en realidad a nadie no le exculpa del delito: él creía a pies juntillas estar asesinando a alguien. Su intención era exactamente la de dar de baja de la suscripción de la vida y no otra. Los disparos eran reales
Ahora cambiemos de escenario. Centenares de tinerfeños se hacen eco de un rumor que corre por la isla. Caja Canarias está regalando dinero. Un rumor ciertamente creíble, vive dios. Aunque, de hecho, no es que lo esté regalando. Más bien se ha dejado abierta la puerta de la caja fuerte. A causa de un error informático, ninguna de las transacciones que se hacen en sus cajeros automáticos queda registrada en la cuenta del cliente. En apenas unos minutos se forman largas colas frente a los cajeros. Medio Santa Cruz de Tenerife se apresura a sacar tanto dinero como puede de sus cuentas antes de que los técnicos de Caja Canarias solventen el error informático.
Las colas llegan a ser en algunos cajeros de hasta 30 personas. Es el caso de las del barrio de Ofra. Cuando el dinero disponible en los cajeros se agota, la gente se dirige en procesión a otras sucursales donde quizá aún se disponga de líquido. Algunos de los afortunados se ofrecen incluso a hablar para la prensa. "He sacado 500 euros y no sale reflejado en mi cuenta, están regalando dinero. Me puse otra vez a la cola porque quiero sacar otros 500". "Aquí ya no se puede sacar más dinero, ya se lo llevaron todo". "Hay que aprovechar que el banco regala para llevarnos todo lo que se pueda". "Parece una fiesta, todo el mundo ha sacado unos euros". "Hasta yo saqué 600 euros que no tengo".
Al día siguiente se aclara el misterio: debido al proceso de fusión de Caja Canarias y La Caixa, las transacciones realizadas durante unas pocas horas no quedaban registradas en las cuentas de los clientes. Una vez actualizados los sistemas informáticos, esas transacciones aparecerán correctamente anotadas. De hecho, ambos bancos habían avisado hacía días a todos sus clientes de que eso era exactamente lo que iba a ocurrir.
Dejemos de lado el hecho de que el banco se va a forrar a base de cobrarles descubiertos y comisiones a los tinerfeños. Dejemos de lado el hecho de que muchos de ellos debieron de gastarse durante el fin de semana un dinero que no tenían y que van a tener que devolver hasta el último céntimo, en muchos casos incrementado en un 10, un 15 o un 20% dependiendo de lo que tarden en devolverlo. Dejemos de lado el hecho de que individuos presuntamente alfabetizados por el sistema educativo público español son capaces de creer que un banco regala dinero o que una transacción realizada en 2013 en un cajero automático vigilado por videocámara puede no dejar rastro alguno. Como si los bancos fueran tan estúpidos como para no prever hipotéticos apagones eléctricos, cortes de línea telefónica, bichito informáticos y demás contratiempos. "¡Eh, se nos ha caído internet! ¡Hasta que no vuelva la línea no van a quedar registradas las transacciones en nuestros cajeros! ¡Oh, no! ¡¡¡Estamos arruinados!!!"
Es obvio que un banco no regala dinero
El tema es que esta buena gente ha cometido un delito de hurto en grado de tentativa castigado por el Código Penal español con una pena de entre seis y 18 meses de guandoca. Porque aunque ellos desconocían que la víctima no estaba entre las sábanas, su intención era la de dar de baja de la suscripción de la vida. Y ejecutaron conscientemente todas las acciones necesarias para dar de baja de la suscripción de la vida. De hecho, no hay absolutamente ninguna diferencia entre sacar 500 euros de un cajero automático creyendo que la operación no va a quedar registrada y meter la mano por la ventanilla del cajero de carne y hueso cuando este está despistado para robarle los 500 euros que tiene sobre la mesa. ¿O es que queda alguien en este planeta que cree que los criminales se libran de la guandoca alegando que pensaban que no los iban a pillar?
Lo interesante es que muchos tinerfeños, sin ser licenciados en derecho, intuyen perfectamente que lo que han hecho es delito. De ahí que utilicen el eufemismo "regalar" cuando es obvio que un banco no regala dinero.
Aquí tienen el artículo 234 del Código Penal español (Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre):
"El que, con ánimo de lucro, tomare las cosas muebles ajenas sin la voluntad de su dueño será castigado, como reo de hurto, con la pena de prisión de seis a dieciocho meses si la cuantía de lo sustraído excede de 400 euros".
Y aquí tienen el artículo 16.1, que define la tentativa de delito:
"Hay tentativa cuando el sujeto da principio a la ejecución del delito directamente por hechos exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente deberían producir el resultado, y sin embargo este no se produce por causas independientes de la voluntad del autor".
El hecho de que los tinerfeños no hayan conseguido su objetivo por razones ajenas a su voluntad solo atenúa su delito en uno o dos grados, dependiendo de la benevolencia del juez. Por si fuera poco, todos ellos han quedado perfectamente retratados en los registros del banco. Algunos incluso se han vanagloriado de su gesta en la prensa. Para la policía, va a ser como pescar en un barril. Las dos horas de cola que los tinerfeños se comieron el viernes por la noche frente a los cajeros se las van a comer multiplicadas por diez en los jugados de Tenerife esperando a que les llegue su turno frente al juez.
Ah, pero que no se asuste Tenerife: el banco no va a denunciar a ninguno de sus clientes. Se limitará a sacarles la sangre a base de intereses de demora y demás. ¿Quién no querría tener un buen puñado de ingenuos como estos como clientes? Ya lo dijo el humanista escocés George Buchanan: "Un simple y su dinero se separan pronto".
Ingenuidad y ética de los tinerfeños
La cosa, eso sí, da para un par de reflexiones. La primera es que en tiempo de guerra o en caso de catástrofe natural a lo de esta gente se le llama pillaje. En España el pillaje se castiga con una pena de entre cuatro y seis años de guandoca. Como pueden ver, una pena muy superior a la del hurto convencional. Otros códigos penales no son tan benevolentes. El pillaje se considera en general un delito especialmente repulsivo y por eso no es raro encontrar ejemplos históricos en los que se ha castigado con la ejecución en el acto y sin necesidad de juicio previo del saqueador pillado in fraganti. Y si no me creen cuando hablo de lo "especialmente repulsivo" del delito de pillaje solo tienen que echarle un vistazo a los comentarios de los lectores publicados en los principales diarios españoles. Las reacciones oscilan entre dos extremos: el ardor de estomago por la tentativa de hurto o el cachondeo por la ingenuidad de los tinerfeños.
La segunda reflexión hace referencia al peculiar concepto de la ética que han demostrado tener algunos españoles. Obviamente, y por si hacían falta más pruebas, en España los políticos son como son porque los ciudadanos son lo que son: salteadores de caminos con un Sony Xperia en el bolsillo. En España, el que no roba es porque no puede. Hacen falta narices para quejarte de los políticos cuando después eres capaz de comerte dos horas de cola para robarle 500 euros a tu propio banco.
Pero yo me resisto a creer que todos los españoles somos iguales. Y me resisto a creer que es lo mismo robar el dinero a tus vecinos que defraudar a Hacienda. Y vuelvo al ejemplo del fontanero del que hablaba en un artículo anterior. El fontanero que defrauda el IVA está intentando que SU dinero ganado con SU trabajo no escape de SU bolsillo. SU dinero. SU trabajo. SU bolsillo.
Pero los tinerfeños que el viernes por la noche se dirigieron a los cajeros de Caja Canarias estaban robando el dinero del resto de tinerfeños que les acompañaban en la cola. Lo cual es probablemente una de las cosas más estúpidas que puedo imaginarme: una cola de timadores de todo a 100 esperando para robarse mutuamente 500 euros los unos a los otros. "Yo os robo 500 euros a vosotros y vosotros me robáis 500 euros a mí". Y todo ello con educación, sin saltarse el turno, esperando a que el de delante te robe en tus propios morros tu dinero mientras le ves la cara a decenas de tipos que están ahí esperando porque quieren meterte la mano en la cartera con una sonrisa en la boca que dice "en esta cola somos todos simples y tú también". ¿El timador timado? Más bien la apoteosis del pagafantas.
Si España no existiera habría que inventarla.
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