Un judío, al que se ha llamado "padre de la cibernética", Norbert Wiener, escribió un libro titulado "God, Golem and Company" ("Dios, el Golem y Compañía"). Insinúa que el hombre fue un
robot de Dios que se volvió contra su creador y lo aniquiló. Igual pasaría con los hombres, destruidos al final por sus máquinas.
El sueño judío de la fabricación de un
Golem tiene ya milenios. En Praga, en tiempos del Emperador alquimista, Rodolfo de Habsburgo, un rabino pervierte la alquimia, utilizando el símbolo de la Resurrección del Arquetipo. El mal se ha producido con el pensamiento racionalista y la dirección puramente materialista que se le imprimiera a la ciencia, desde antes de Copérnico. Aún utilizando el impulso creador del ario, el control viene a quedar en manos del judío. Sus máquinas intentarán reemplazar los automatismos corporales, haciéndonos creer que son puros procesos mecánicos, de "ingeniería biológica y química", cuando en verdad han estado controlados por Dioses Atómicos, así como la "mecánica celeste" la mantienen en función los Dioses
Aiones, esclavizados hoy por el Demiurgo.
La fabricación del GOLEM