Juliane Kopcke: la chica que sobrevivió a una caida de 3000 m

Gorroto

Madmaxista
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Juliane Koepcke (Lima, Perú, 10 de octubre de 1954) es una zoóloga y bibliotecaria peruano-alemana, única superviviente del accidente del Vuelo 508 de LANSA, ocurrido el 24 de diciembre de 1971. Nació en Lima, el 10 de octubre de 1954, hija del biólogo Hans-Wilhelm Koepcke y la ornitolóloga alemana Maria Koepcke.1 En 1971, ya se encontraba cursando el último año de la escuela media y pensaba estudiar zoología o biología.
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Accidente del vuelo 508 de LANSA
LANSA_Lockheed_L-188A_Electra.png


El 24 de diciembre de 1971, Juliane y su progenitora Maria se dirigieron al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez en Lima, Perú, y fueron parte de las 92 personas que abordaron un cuatrimotor Lockheed 188 Electra bautizado como Mateo Pumacahua, correspondiente al vuelo 508 de LANSA con destino a la ciudad de Pucallpa, donde su padre, que allí trabajaba, las esperaba para celebrar Navidad.

Cuando sobrevolaban la selva del Amazonas, se formó una tormenta, con fuertes vientos y lluvia. La voz de una azafata fue la que le salvó la vida a Juliane:2

Señores pasajeros, les informamos que la zona de turbulencias que estamos atravesando se debe a una importante tormenta sobre la selva Amazónica. Abróchense los cinturones.
En el momento en el que las sacudidas fueron más violentas, los equipajes de mano salieron de sus cubículos, el avión descendió 4000 metros y el piloto buscaba aire más denso para poder realizar un aterrizaje de emergencia, Juliane lo describió de la siguiente manera:2

Yo fijaba la vista en el motor derecho como recurso virtual a mi falta de apoyo físico. La fría humedad de la mano de mi progenitora delataba su consabido sufrimiento. En ese punto, el viaje se tornó en la aventura de mi vida cuando una inmensa y cegadora luz atravesó la hélice que yo contemplaba. El avión se escoró rápidamente y comenzó a caer picado gobernado ahora únicamente por la fuerza de la gravedad
A las 12:36 un rayo golpeó al avión cuando estaba a unos 3000 metros de altura, y explotó.

Supervivencia

Juliane-Koepcke.jpg


Juliane salió despedida del avión, asida por su cinturón al asiento, y cayó sobre las copas de los árboles, cuyas ramas y la densa vegetación amortiguaron el impacto hasta el suelo. Estuvo inconsciente unas 3 horas, y cuando despertó la mañana siguiente, se encontraba en tierra, debajo de su butaca, y rodeada de la más densa selva. El hecho de haber caído con su butaca, y que ésta cayese sobre la espesa vegetación le salvó la vida.

Juliane miró a su alrededor y junto a ella había solo cuerpos y restos del avión.2
Me desperté sentada en el mismo asiento, como iniciando otro viaje pero, esta vez, al infierno. Había tres cuerpos desmembrados a mi alrededor, creía que se trataba de una pesadilla y me volví a dormir por unos instantes. Cuando creí volver en mí me atraganté de realidad. Cuerpos inertes colgaban de los árboles, hierros, asientos, ropas y maletas desparramadas por la selva, humo, mucho humo y crepitar de combustiones desperdigadas hasta donde la espesura de la jungla dejaba distinguir.
Increíblemente, Juliane Köpcke tenía solo heridas mínimas: su brazo tenía un corte, tenía una herida en su hombro, tenía un ojo jovenlandesado y una clavícula rota.2

Juliane pasó los siguientes dos días tratando de buscar ayuda, pero lo único que halló fueron los restos calcinados del aparato y los cadáveres de otros pasajeros.

Juliane decidió aferrarse a la vida y sobrevivir a toda costa. Recordando los consejos de su padre, quien le enseñó nociones de cómo orientarse en un lugar desconocido, Juliane empezó a seguir el curso de un arroyo, con la esperanza de que éste la condujera hasta ríos más caudalosos, en donde podría habitar gente. Debido a que el río era cálido, pudo calentarse y no morir de frío, además de que el agua era potable. En algunos tramos tuvo que nadar, porque presentaba cierta profundidad. Los cocodrilos de la zona no le atacaron. Aunque observó algunas frutas en los árboles, no se las comió porque sabía que eran venenosas.

Fueron días aciagos, en los que debió hacer frente a un calor insoportable, a las picaduras de los mosquitos, y al peligro de que se le apareciera un animal salvaje. Juliane no sabía que se encontraba a más de 600 km de cualquier centro habitado, en plena Amazonía peruana.

Tras diez días de caminata por la jungla, finalmente llegó a un río navegable y caminó por manglares y la orilla hasta dar con una canoa a motor y una choza, que servía de refugio para cazadores. No quiso robar la canoa, por lo que esperó varias horas hasta que los propietarios llegaran de vuelta. Entretanto, y dado que su cuerpo se había emparasitado con larvas de moscas, se roció con combustible para intentar limpiar la herida.

A la mañana siguiente, los cazadores, que eventualmente transitaban por dicho lugar, la encontraron en el refugio. La llevaron hasta su aldea, donde le dieron comida y le curaron las heridas más graves. Al día siguiente, Juliane fue llevada en canoa durante diez horas de viaje hasta el pueblo de Tournavista, donde le trasladaron en avión hasta Pucalpa para ser internada en el hospital. Allí, se reunió con su padre, en un emotivo reencuentro.

Las indicaciones de Juliane Köpcke ayudaron a dar con los restos del avión —se encontró la parte delantera casi intacta— y constatar que si bien sobrevivieron 13 pasajeros, entre los cuales se encontraba el piloto del avión, que quedó muy malherido tras la caída, estos no vencieron a la selva y fallecieron en diversas circunstancias.
 
Última edición:
Lo normal hubiera sido quedarse cerca del avión y esperar el rescate en vez de lanzarse a la aventura en mitad de la selva, ahora bien, si no lograron localizar el avión hasta que la niña pudo indicarles por donde estaba, pues habrá que pensar, ¡menuda cosa de rescatistas!.
 
Lo normal hubiera sido quedarse cerca del avión y esperar el rescate en vez de lanzarse a la aventura en mitad de la selva, ahora bien, si no lograron localizar el avión hasta que la niña pudo indicarles por donde estaba, pues habrá que pensar, ¡menuda cosa de rescatistas!.
1971 y el Amazonas .

No se que esperabas .
 
Lo normal hubiera sido quedarse cerca del avión y esperar el rescate en vez de lanzarse a la aventura en mitad de la selva, ahora bien, si no lograron localizar el avión hasta que la niña pudo indicarles por donde estaba, pues habrá que pensar, ¡menuda cosa de rescatistas!.
Hubiera muerto seguro igual que el resto de pasajeros que sobrevivieron inicialmente al accidente.
 
Lo normal hubiera sido quedarse cerca del avión y esperar el rescate en vez de lanzarse a la aventura en mitad de la selva, ahora bien, si no lograron localizar el avión hasta que la niña pudo indicarles por donde estaba, pues habrá que pensar, ¡menuda cosa de rescatistas!.
Espera que ahora viene @eL PERRO a darte lo tuyo.

Y voy a estar de acuerdo con él, estaban en mitad del puñetero amazonas, y si crees que es fácil encontrar ahí un avión estrellado es que no entiendes el tamaño que tiene esa selva. Había bien tiempo, estaba en general en buen estado, estaba sola y aquí sí que había un riachuelo por el que guiarse.
 
Buena historia de superación, no la conocía. Curioso que de 14 supervivientes solo pudiese salvar su vida una cría. Supongo que el factor suerte habrá tenido también mucho que ver.
 
1971 y el Amazonas .

No se que esperabas .

Dos años antes habiámos llegado a la Luna!! 6 veces!! roto2

¿Cuántas veces hemos llegado a la Luna?


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El director de cine Werner Herzog estuvo a punto de tomar ese avión, mientras buscaba exteriores para el rodaje de Aguirre o la cólera de dios.

En 1998 Herzog hizo un altamente recomendable documental sobre el tema, Wings of Hope, en el que Koepcke vuelve al escenario del crimen, curiosea entre los restos del Electra, rememora su periplo por la selva, y se cachondea de la ridícula peli italiana de 1974 sobre su ordalía.

Ovarios de acero Krupp.

 
El Récord Guinness lo tiene una azafata serbia que sobrevivió a una caída desde 10.000 metros de altura.


Cierto, pero cayó digamos con los restos del avión, en su interior, no en caida libre volando amarrada a un asiento roto2

Lei que tardo tres minutos en caer y que perdia y recobraba la conciencia a intervalos, tiene que ser horrible. Salieron despedidos muchos mas pasajeros, pero curiosamente la unica que cayo con el asiento fue ella. Tb es cuestion de suerte caer en una postura que no te mate directamente al contactar con las ramas, porque supongo que si caes de cara quedas volatilizado al instante. Debio quedar enganchada en ramas durante la caida y se poso en tierra de manera muy suave, era tal la desesperación que como cuenta se quedo directamente dormida.

Los que quedaron dentro del avión pues imaginaos. El avión estaba a 8000 metros de altitud cuando se vio en medio de la tormenta y ya recibio daños importantes. El piloto fue descendiendo y ya sabian que se iban a estrellar. A 3000 metros de altitud aprox un rayo hizo explotar y partirse el avión en dos, salieron despedidos muchos pasajeros, como la chica de la historia. Se comenta que perdieron la conciencia todos, incluidos los pilotos, y que la recobraron instantes despues para asistir a los terribles minutos de agonia durante la caida. Aun así sobrevivieron 13 incluido un piloto. Tb debio ser terrible estar herido, medio descuartizado y morir en medio de la selva a saber de que manera horrible, devorado por animales, de sed, de hambre, de hipotermia.
 
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