Pues a la comunidad internacional no le ha hecho ninguna gracia el asunto del Mármara Azul, no. Turquía anda especialmente mosca, por aquello de que el barquito de ayuda humanitaria que el ejército israelí abordó de mala manera, a horas intempestivas y disparando a dar de baja de la suscripción de la vida, era suyo. Y lo de que lo asaltaran en aguas de nadie, pasándose por su glande despellejado las leyes internacionales, mosquea al resto de países. Y con razón.
Israel, por su parte, insiste en que su ejército actuó en defensa propia. Lógico: ellos se descolgaron sobre la cubierta desde sus helicópteros, tan tranquilamente, y los de a bordo, en vez de llevarles leche con galletas, los reciben con «palos, cuchillos y tirachinas». ¿A qué vino ese recibimiento hostil, eh? ¿Qué clase de flotilla solidaria era esa, que no atiende a un soldado exhausto que llega a esas horas de la noche? ¡Otra prueba de que a Israel le tenéis manía, hipócritas!
Se conoce que Netanyahu ha cancelado hoy su encuentro con Obama en Washington, del mismo disgusto. Y es que ahora acusan a Israel de una matanza, cuando los pobres soldados no hicieron más que defenderse, ellos también, con lo que tenían más a mano. Que casualmente eran armas automáticas, vale; ¡jorobar, eran soldados, no iban a llevar longanizas colgadas del cinto! ¡Siempre todos contra el judío, ¿eh?!
Y el caso es que es cierto: o estás con Israel, o contra Israel. O lames el trastero kosher de sus líderes fascistas y aplaudes su muy ética gestión del conflicto palestino, o eres un palestino más: el enemigo. ¿No os gustan sus métodos? Sois el enemigo. ¿Se solivianta la ONU? La ONU es el enemigo. Qué agotador es abrirse camino a tiros hasta los solidarios que por fin comprenderán tu inocencia e histórico dolor.