Inocentes muertos en la Guerra Civil.

34BM

Madmaxista
Desde
12 Ago 2009
Mensajes
1.690
Reputación
1.420
Lugar
Zulo céntrico y pagado.
Originalmente publicado en Guerra Civil Española y II República. Foro, documentación, fotos, enlaces. Madrid Que Bien Resiste. :: Ver tema - Un desertor en jovenlandesata de Tajuña, 17 Brigada Mixta.



A las diez y cuarto de la noche del 25 de octubre de 1937, el centinela de guardia en la línea avanzada del frente del Jarama vió un bulto aproximarse a las alambradas. En cumplimiento de los deberes del centinela antes de hacer fuego, le dió el alto como marcan las ordenanzas.

Desde las sombras contestaron a su requerimiento:
-¡No tires, que me voy con vosotros!
- Bien, avanza despacio hacia mí dando palmas.

Al llegar al parapeto, el centinela le dió la mano para ayudarle a saltar, mientras el pasado decía:
- Yo soy de ametralladoras y me vengo con vosotros.

El cabo de servicio que había estado cubriendo al centinela se hizo cargo, llevando al ametrallador a la chavola de los sargentos.
- ¿Y como andabas con aquella gente?
- Estaba muy hartito de ellos.

El capitán, que se encontraba en el chavolo, dio cuenta al jefe del batallón, quien le ordenó que se presentara con el evadido y la escolta en el puesto de mando, para interrogarle. Por el camino siguió quejándose:
- Me he marchado porque no quería nada más con los gente de izquierdas.

El jefe de batallón llama a un oficial de inteligencia al oir las declaraciones del fugado, donde detalla otros posibles soldados que se pasarían, paisanos del pueblo y de Castellón afectos a la causa, incluso la dirección de un topo por si se le puede ayudar.

Celso Miralles Beltrán había nacido en Villafranca del Cid en noviembre de 1916, aunque vivía en la capital Castellón donde trabajaba de botones en un banco. Había perdido a su padre a los doce años, habiendo trabajado muy duro para sobrevivir previamente en el campo. Ingresó en la 17 Brigada Mixta el 27 de agosto, al ser llamado su reemplazo (1937).



En jovenlandesata, como a todos los reclutas nuevos, no se le encomendaron misiones críticas como vigilar el puesto donde se situaba la ametralladora desde el que desertó. La enfermedad de unos compañeros le colocó allí. La misión era cuidar la máquina, que no sabia usar, contando para ello con dos granadas de mano y nada más. Por este motivo supongo, por no saber si iba a tener otra oportunidad, saltó el parapeto en esta la primera ocasión que tuvo.

......................

Estas posiciones estaban establecidas en forma de triángulo, con un lado con dos vértices hacia el enemigo y el tercero detrás de apoyo y reserva. No había línea de trinchera de frente, sino dos posiciones que cubrían el espacio intermedio. Espacio que, como la tierra de nadie, era un olivar apenas ondulado.

Las frases que he recogido son textuales del sumario: el evadido no se identifica, los centinelas dan por supuesto que es franquista. La oscuridad impide ver las insignias y reconocer la arquitectura de las trincheras. Hay un momento, cuando llega el comisario del Estado Mayor para interrogar a Celso, en que este demuestra no estar muy atento al no darse cuenta del Salud y puño en sien con que se presenta. El oficial está mucho más rápido, capta la respuesta del teniente del batallón, - "uno que se ha pasado de los gente de izquierdas" e inmediatamente se hace pasar por teniente de inteligencia franquista para seguir tirando de la lengua al todavía ingenuo.

¿Cuando fue consciente de su error?

Llevaba quince días en ese destino del batallón de ametralladoras y sólo en la retaguardia. No conocía el valle del Jarama, no sabía donde estaban unos y otros en lo general, y menos en lo particular.
Celso equivocó el camino, y acabó en el islote de resistencia de otro batallón de su brigada. Las indicaciones que dió sobre situación de fuerzas rojas, armamento, fortificaciones, no debieron ser muy buenas.

El resultado previsible:










La ingenuidad del acusado, que llega a poner como excusa, tras sus declaraciones previas, que le había sentado mal un poco de mosto con vino es utilizada por su defensor:





-------------------

La sentencia del sumarísimo, tres días después. Culpable de abandono de puesto y deserción.



Miaja se da por enterado. Los valencianos delatados ya estaban descubiertos y en prisión, a los soldados investigados se les podrá seguir la pista.






 
Va muy rápido el proceso sumario:


Se designan el diez de noviembre médico para certificar defunción, teniente para mandar el pelotón y sus integrantes.

Se lee la sentencia al sentenciado, y sus últimos derechos.
Queda enterado "y manififestando que por profesar la religión Católica Apostólica y Romana, quiere morir recibiendo antes los auxilios espirituales. Así mismo quiere manifestar por medio de escrito que ante su Defensa y testigo se entenderá como acuerdo de su última voluntad."


A las diez y nueve horas y treinta minutos se hace constar mediante diligencia que ha entrado en capilla.
A las veintitres horas y veintisiete minutos se deja constancia de la entrega de los objetos personales y dinero para enviar a su progenitora al pueblo, ya que "su familiar más allegado en esta Plaza Manuel Floch Miralles, que se encuentra detenido en los Calabozos de esta Prisión a consecuencia de las manifestaciones hechas por el sentenciado..."





No se hasta que punto la celeridad del proceso sumario y su sentencia se vio influida por evitar que los delatados sin querer fueran prevenidos.
Ni esto contó como atenuante en el juicio, ni se le procesó por dar información sobre las fuerzas militares y su situación al enemigo, aunque se confundiera y fuera su batallón hermano la intención era, supongo, castigable con paredón también.

-------------------------

La progenitora pide una pensión:


Y los cruzados barren para casa:


Dice que es católico para que le traigan un sacerdote, el tribunal laico se lo concede por ley. No le asesinan en el acto de descubrile, se sigue la cadena de mando y se hace un juicio público en el Ayuntamiento. El sacerdote lo van a buscar a donde estaba, la guandoca que le protegía de incontrolados. A sesenta kilómetros ida y vuelta. El sacerdote supongo que sí tendría un poco de prevención al salir de noche y escoltado de la guandoca o quizá ansía de martirio, pero no desafió ningún peligro, ni hizo ninguna hazaña.

El ***eto utilizado entero. Pura propaganda mentirosa lo referido al trato por parte de los militares del Gobierno y a los gritos al pasarse. Sorprende que, pese a la buena voluntad de Celso, no se tengan en cuenta las consecuencias para otros de su acto.









Expediente sobre la 17ª Brigada Mixta del Ejército republicano
Archivo Histórico Nacional,FC-CAUSA_GENERAL,1520,Exp.14
 
EXTRACTO DE 'PARACUELLOS-KATYN'

Las pruebas contra Carrillo en Paracuellos

Después de décadas de debate, el ensayo de César Vidal Paracuellos-Katyn arrojó luz sobre la responsabilidad de Carrillo en la matanza de Paracuellos.





Fotos: La vida de Santiago Carrillo en imágenes


Audio: Tertulia de Federico: El verdadero pasado de Carrillo

los 27 pisos nuevos con piscina más baratos de españa

Libertad Digital 2012-09-18

Santiago Carrillo no es el único que tuvo responsabilidad en la matanza de Paracuellos del Jarama (Madrid) en otoño de 1936 (4.200 asesinados totalmente identificados) pero la investigación histórica que realiza César Vidal en Paracuellos-Katyn (Libros Libres 2005) aporta datos esclarecedores sobre la implicación directa de Carrillo en estos horribles crímenes. En el momento de la matanza, Carrillo era responsable de seguridad de la Junta de Madrid.

Vidal explica que "ninguno de los que supieron, en noviembre de 1936 lo que estaba sucedieron" tuvieron dudas sobre "la responsabilidad ejecutora" de Carrillo en la matanza. Entre los textos que apuntan en esta dirección destaca el del nacionalista vasco Jesús de Galíndez –fue asesor de la Dirección General de Prisiones cuando el también peneuvista Manuel de Irujo fue nombrado Ministro de Justicia de la Segunda República– escribió en 1945 en sus memorias del asedio de Madrid:


El mismo día 6 de noviembre se decide la limpieza de esta quinta columna por las nuevas autoridades que controlaban el orden público. La trágica limpieza de noviembre fue desgraciadamente histórica; no caben paliativos a la verdad. En la noche del 6 de noviembre fueron minuciosamente revisadas las fichas de unos seiscientos presos de la guandoca Modelo y, comprobada su condición de fascistas, fueron ejecutados en el pueblecito de Paracuellos del Jarama. Dos noches después otros cuatrocientos. Total 1.020. En días sucesivos la limpieza siguió hasta el 4 de diciembre. Para mí la limpieza de noviembre es el borrón más grave de la defensa de Madrid, por ser dirigida por las autoridades encargadas del orden público. (J. de Galíndez Suárez, Los vascos en el Madrid sitiado)

La responsabilidad directa de Carrillo en estos millares de crímenes fue confirmada de manera irrefutable tras la apertura de los archivos de la antigua Unión Soviética. César Vidal recoge un documento de enrome importancia escrito a mano por Gueorgui Dimitrov, líder en ese tiempo de la Internacional Comunista al servicio de Stalin. En el texto, escrito el 30 de julio de 1937, informa de la manera en que prosigue el proyecto de toma del poder del PCE en el Gobierno del Frente Popular. La referencia a las matanzas de Carrillo aparece en relación con las críticas al ministro peneuvista de Justicia, Manuel de Irujo:


Pasemos ahora a Irujo. Es una nacionalista casco, católico. Es un buen jesuita, digno discípulo de Ignacio de Loyola (...). Se dedica especialmente a acosar y perseguir a gente humilde y a los antifascistas que el años pasado trataron con brutalidad a los presos fascistas en agosto, septiembre, octubre y noviembre. Quería detener a Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, porque cuando los fascistas se estaban acercando a Madrid, Carrillo, que era entonces gobernador, dio la orden de acabar a los funcionarios fascistas detenidos. En nombre de la ley, el fascista Irujo, ministro de Justicia del gobierno republicano, ha iniciado una investigación contra los comunistas, socialistas y anarquistas que trataron con brutalidad a los presos fascistas. (...) Irujo está haciendo todo lo posible e imposible para salvar a los trotskystas y sabotear los juicios que se celebran contra ellos.

Pero, como explica César Vidal en su investigación, otro agente de Stalin, Stoyán Mínev Stepanov, delegado en España de la Komitern de 1937 a 1939, redactaba en abril de 1939 un informe sobre las causas de la derrota en España. En él también mencionaba a Carrilo de forma reveladora, al hablar de la resistencia que había plantado el PSOE tras al avance del PCE: "Provocan la persecución contra muchos comunistas (incluso también contra Carrillo) por la represión arbitraria de los fascistas en otoño de 1936". Lo que demuestra que la responsabilidad de Carrillo no sólo era conocida por el PCE y los agentes de Stalin, sino que también fue utilizada por el PSOE para frenar el avance del PCE en el seno de la guerra interna del Frente Popular.

Además de estas pruebas, ya en la época de la Transición un antiguo miliciano denominado El Estudiante que asegura que acompañó a Carrillo en sus tareas represivas, escribió una carta al ex dirigente comunista que en su momento no tuvo eco en la prensa por las ansias de reconciliación que presidían la Transición. Sí se publicó una entrevista en un diario de la época en la que se reafirmaba del contenido de la carta e, incluso, aparecía llorando en fotografías de los lugares donde , según su testimonio, Carrillo perpetró sus crímenes

En la carta, El Estudiante dice:


Hoy soy vecino de Aranjuez, tengo 65 años y en el año 1936 fui enterrador del cementerio de Paracuellos del Jarama. También estuve en la checa de la Escuadrilla del Amanecer, de la calle Marqués de Cubas 17 de Madrid, donde presencié los mas (sic) horrendos martirios y crímenes (sic). También estuve en el cuartel de asalto de la calle Pontones donde tú, Santiago Carrillo, mandabas realizar toda clase de martirios y ejecuciones de la checa de tu mando. Yo soy el pionero al que llamabas, el estudiante, que llevaba la correspondencia de las distintas checas a cambio de la comida que me dabais. ¿Me recuerdas ahora, Santiago Carrillo? ¿Te acuerdas cuando tú, acompañado de la miliciana Sagrario Ramírez, Santiago Escalona y Ramírez Roiz, alias el latinoamericano, en la carretera de Fuencarral km 5, el día 24 de agosto de 1936, siete de la mañana, asesinasteis al Duque de Veragua, que tú, Santiago Carrillo, madasteis (sic) que le quitaran el anillo de oro con piedras preciosas; y recuerdas que no se lo podian (sic) quitar y tú, Santiago Carrillo ordenastes (sic) que le coartaran el dedo; recuerdas, Santiago Carrillo, la noche que fuisteis a la checa de Fomento con tu coche Ford M-984 conducido por el comunista Juan Llascu y los chequistas Manuel Domicris, el Valiente, y el guarda de asalto José Bartolomé, y que entonces en el sotano (sic) mandastes(sic) quemar los pechos de la monja sor Felisa del Convento de las Maravillas de la calle de Bravo Murillo, y que así lo hizo el Valiente, con un cigarro puro. Esto sucedió el día 29 de agosto a las tres de la madrugada.
 
Última edición:
jorobar, macho, para poner la carta esa que está más que demostrado que es falsa, al menos podías haberte currado la edición, no hacer el cortaypega directamente de alguien con tan nula credibilidad.
....
ya veo que lo has editado. Mucho mejor sin publicidad y resto de cosas, espacios, etc.
Yo es que tengo el reloj atrasado. El del foro.
 
Última edición:
Carrillo fue un verdadero malo de una terrible crueldad,Beevor y otros muchos autores poco simpatizantes con el franquismo asi lo reconocen como responsable de las matanzas de Paracuellos del Jarama.No por nada se le conocia como el Marques de Paracuellos.
 
He puesto la historia de un inocente, culpable de traición sin querer a sus amistades y queriendo a su Gobierno que fue fusilado en cumplimiento estricto de la ley pese a las pocas ganas de sus jueces.
Fusilamiento legal por el cual fueron perseguidos sus participantes, inocentes de todo delito.

Y me salen con lo de siempre.


Editorial de "La Voz" (manipulado por César Vidal):
“Hay que acabar en Madrid a más de cien mil fascistas camuflados, unos en la retaguardia, otros en las cárceles... Hay que darles el tiro de gracia antes de que ellos nos lo den a nosotros.” (Diario madrileño “La Voz”, 3 de noviembre de 1.936).

Editorial auténtico:
"Se calcula que Madrid, si es vencido, será teatro espantoso de cien mil inmolaciones. Se fusilará a cuantos hayan sido, o sean, milicianos, a todos los que desempeñan o desempeñaron cargos en círculos, comités, centros, agrupaciones, sociedades, comisiones de control, etc., adheridos al Frente Popular y a las centrales sindicales que dirigen el movimiento obrero hispano, a todos los que aceptaron puestos oficiales o representativos durante el primer bienio de la República y desde febrero a la fecha, a todos los que de alguna manera, activa o pasiva, han cooperado a la defensa del régimen y de la legalidad, a todos aquellos que las gentes de la quinta columna denuncian como izquierdistas o sospechosos de serlo.
Madrid será diezmado. De su millón de habitantes perecerá la décima parte."


Leanse el libro si quieren perder el tiempo.
 
CABILDO - Por la Nación contra el caos: España: la persecución religiosa del 36 (I)

CABILDO - Por la Nación contra el caos: España: la persecución religiosa de 1936 (II)

España: la persecución religiosa del 36 (I)

EL HECHO Y SU DIMENSIÓN UNIVERSAL Y UNIVERSALISTA.

Nos hemos metido ya de lleno, y en concreto, en el relato detallado de esa gran tragedia del pueblo español, dividido y enfrentado todo él en dos bandos, dos zonas, dos posturas ideológicas antitéticas que lo llevarán a una lucha a fin: en “comunistas” y “fascistas”, gente de izquierdas y nacionales, ateos y creyentes. Y esto, no en la esfera particular de cada persona, sino en el plano general, sociológico de esos dos bandos, protagonistas de la gran epopeya nacional del 36. Es en este plano superior, universalista, desde donde cabe analizar e interpretar este hecho escandaloso, incomprensible, absurdo, para unos ojos extraños, incrédulos o superficiales.

Nosotros vamos a relatarlo en sus colosales dimensiones numéricas; en su crueldad increíble y refinada; en su sevicia satánica demoledora; en su brutalidad inmisericorde para con las cosas, los símbolos y las personas, encarnación de una Fe y una Religión que estos nuevos perseguidores del siglo XX quisieron e intentaron llevar a su total extinción y aniquilamiento. Vamos a relatar esa total inmolación y universal holocausto de la Iglesia Española, sin distinción alguna de hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seglares de toda edad, condición y tendencia. Vamos a conocer las incontables listas de esa hecatombe martirial impresionante, segadas implacablemente bajo el plomo homicida de las patrullas de milicianos y las turbas desbocadas, en sus “paseos”, “sacas”, “checas”, y demás inventos de la insaciable crueldad humana. Vamos a destacar a su vez, el valor martirial de esos “testigos” de la Fe, miembros ilustres de la Iglesia Española que, en el siglo XX, sabe ofrecer al mundo un martirologio comparable en todo a las grandes persecuciones históricas del primitivo Cristianismo (…)

La exposición de nuestro relato tiende, más bien, a mostrar a la conciencia católica y humana de nuestros días, el carácter distintivo y manifiesto de todas esas muertes pro aris et focis en muchas de ellas. Muertes en las que se mezclaban y unían, a la causa principal de su condición religiosa, sacerdotal, católica, la causa patriótica y las inevitables adherencias políticas, sociales, bélicas. Así muchas de las célebres “sacas” sacrificadas en toda la zona roja, lo fueron con motivo y ocasión circunstancial de los bombardeos nacionales, como en el caso concreto del genocidio de Paracuellos del Jarama, con la excusa fútil y descarada de la proximidad del Ejército Nacional.

No se descarta, ciertamente, en muchas de las víctimas, el motivo pasional, individual y colectivo, causa próxima de su ejecución sumarísima sin juicio ni formalidad alguna. Pero junto a esas concomitancias circunstanciales, estaba siempre, en la intención de los verdugos y la aspiración de las víctimas, el motivo religioso, el repruebo a la Religión, el carácter sacerdotal, o de consagrados a un Dios a quien ellos, unos y otros, invocaban en última instancia, para bendecirlo o blasfemarlo en las palabras y los hechos. Lo que aquellos esbirros de la revolución roja intentaban, consciente o inconscientemente, era apiolar la idea metafísica encarnada en unos hombres y mujeres inermes, desvalidos, pero con una fuerza intrínseca en sus almas, sostenedora de su debilidad, que muchas veces tuvieron que admirar y confesar sus propios asesinos.

¡apiolar la idea más que las personas! ¡apiolar a Dios y reducir a la nada todos sus símbolos, objetos, templos, monumentos, junto con sus servidores y apóstoles! Este sería el sentido profundo y el fin último pretendido por ese impresionante “jaque mate” a la Iglesia Católica Española a cargo del ateísmo militante durante la Cruzada Nacional del 36.

A este respecto, queremos consignar el simbolismo bien expresivo de aquellos milicianos apuntando y disparando, con saña y desfachatez sacrílega, sus fusiles, contra la estatua del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España. ¡acabar a Dios! Este es el sentido plástico y nietzscheano de este gesto insólito en la historia de las persecuciones religiosas. acabar a Dios, al Dios de los cristianos, al Dios de la España tradicional, católica. Gesto, por otra parte, repetido en otros muchos lugares de la geografía nacional. En la plaza pública de Trévelez, pueblecito de Sierra Nevada, quizá el más alto de la geografía española, fue también fusilada la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Como lo fue, a su vez, la del Templo Expiatorio Nacional del Tibidabo en Barcelona. Así tantos y tantos cristos y vírgenes venerables, y de valor artístico muchos de ellos, fueron víctimas de la furia iconoclasta, el repruebo y la execración de las turbas revolucionarias.

Tal vez alguien encuentre razón suficiente de este hecho escandaloso en la particular idiosincrasia del pueblo español, que, llevado de su sentimiento radical, extremista y apasionado, sabe, con toda facilidad, encender una vela a Dios y otra al diablo.

Para nosotros, no es razón suficiente ésta, como no lo son de ese violento y trágico anticlericalismo español, las motivaciones todas: históricas, sociales, políticas y económicas que hemos tratado de desentrañar en los antecedentes remotos y próximos de la Guerra civil.

Es éste un punto de meditación y estudio detallado, sereno, imparcial. Cierto es que el pueblo español es dado a esa radical ambivalencia de sus sentimientos, pero permaneciendo en el plano horizontal de las interpretaciones humanas, no hay explicación lógica de unos hechos de monstruosidad y sinrazón evidentes. Hechos que, a juicio de preclaros historiadores de nuestra Guerra Civil, vienen a simbolizar el absurdo, la locura y el suicidio de todo un pueblo. Por algo, nosotros, quermos mantener para esa guerra civil española, el apelativo de Cruzada Nacional. Para no abocarnos a la pregunta sin respuesta: ¿por qué el pueblo español, “tan católico”, que ha profesado y sigue profesando en su inmensa mayoría la Religión Católica, es el pueblo que con más saña, repruebo y crueldad, ha perseguido a esa Religión en sus símbolos, jerarquías e instituciones? Nosotros diríamos que precisamente por ser católico, el pueblo español, cometió, o mejor, le hicieron cometer sus mentores y clases dirigentes, ateas y anticlericales ese sacrilegio. De aquellos polvos, salieron estos lodos. De atrás y bien atrás, vinieron las aguas de este desbordamiento con caracteres de diluvio universal. De la “ilustración francesa”, y más: de la protesta de Lutero. Nuestros intelectuales afrancesados, de ayer y hoy, europeizantes a ultranza, anticlericales declarados y decididos, han pretendido acercarnos a esa Europa atea, liberal y marxista. Unos y otros, han tratando, con afán, de extirpar las raíces mismas de la vida colectiva del pueblo español: su unidad de destino en lo universal, que no es otro, según parecer de nuestros mejores pensadores nacionales, que el mantener y transmitir el signo católico de la vida y la historia. Y ese signo inconfundible de su manera de ser, única y exclusiva, es el que se comenzó a atacar en el siglo de las luces, la Enciclopedia, el ateísmo, el Liberalismo y el Marxismo.

Ángel García

Nota: Tomado de su libro “La Iglesia Española y el 18 de Julio”, ediciones Acervo, Barcelona, 1977.

España: la persecución religiosa de 1936 (II)

LA REALIDAD, LA EXTENSIÓN Y LA PROFUNDIDAD DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA.


Parecerá extraño, pero hay que empezar por afirmar la realización auténtica de la persecución religiosa en España durante la Guerra Civil del 36, y concretamente en “zona roja”. Realidad que se extiende a la espectacularidad de las “sacas” colectivas, al número y calidad de las víctimas, a la crueldad y ensañamiento por parte de sus verdugos, a las causas y condicionantes de las muertes de los victimados de toda edad, sesso y categoría social y jerárquica.

A este respecto, y como testimonio de excepción nada sospechoso traemos a colación las palabras de Salvador de Madariaga: “Nadie que tenga a la vez buen fe y buena información puede negar los horrores de esta persecución. Que el número de sacerdotes asesinados haya sido dieciséis mil o mil seiscientos, el tiempo lo dirá. Pero que durante meses y aún años bastase el mero hecho de ser sacerdote para merecer pena de fin ya de los muchos tribunales más o menos irregulares que como hongos salían del pueblo popular, ya de revolucionarios que se erigían a sí mismos en verdugos espontáneos, ya de otras formas de venganza o ejecución popular, es un hecho plenamente confirmado. Como lo es también el que no hubiera culto católico de un modo general hasta terminada la guerra, y que aún como casos excepcionales y especiales, sólo ya casi terminada la guerra hubiera alguno que otro. Como lo es también que iglesias y catedrales sirvieran de almacenes, mercados y hasta en algunos casos de vías públicas incluso para vehículos de tracción animal…” (“España. Ensayo de Historia contemporánea”, México - Buenos Aires, 1955, págs. 609-610).

Por otra parte, la misma prensa roja, no se ocultó de manifestar sus intenciones, propósitos y realidades sangrientas e iconoclastas. “La Vanguardia”, de Barcelona, del 2 de agosto de 1936, publicaba ya una afirmación escueta de Andrés Nin, jefe del Partido Obrero de Unificación Marxista (P.O.U.M.): “La clase obrera ha resuelto el problema de la Iglesia, sencillamente, no dejando en pie ni una siquiera”.

Por su parte “Solidaridad Obrera”, de Barcelona también, en su número del 15 de agosto publicaba en cabecera, y con gruesos titulares: “¡Abajo la Iglesia!”. Y como subtítulos, elocuentes y expresivos, añadía: “Treinta siglos de oscurantismo religioso envenenaron las mentes del pueblo español”. “La Iglesia se ha caracterizado siempre por su sentido reaccionario”. “El cura, el fraile y el jesuita mandaban en España. Hay que extirpar a esta gente”. “La Iglesia ha de ser arrancada de cuajo de nuestro suelo. Sus bienes han de ser expropiados”. Ya en el texto, se explayaba en estos términos: “La Iglesia ya de desaparecer para siempre. Los templos no servirán más para favorecer las alcahueterías más inmundas. No se quemarán más blandones en aras de un costal de prejuicios. Se han terminado las pilas de agua bendita”.

“No existen (ya) covachuelas católicas. Las antorchas del pueblo les han pulverizado. En su lugar nacerá un espíritu libre que no tendrá nada en común con el masoquismo que se incuba en las naves de las catedrales. Pero hay que arrancar a la Iglesia de cuajo. Para ello es preciso que nos apoderemos de todos sus bienes que por justicia pertenecen al pueblo. Las órdenes religiosas han de ser disueltas. Los obispos y sacerdotes han de ser fusilados. Y los bienes eclesiásticos han de ser expropiados”.

No es, pues, de extrañar el que las turbas, alentadas con tales soflamas periodísticas, se lanzaran a la calle a poner por obra las consignas de sus mentores y dirigentes revolucionarios. Así, José Díaz, secretario de la III Internacional, en un mitin celebrado en Valencia el 5 de marzo de 1937, podía afirmar con seguridad: “En las provincias en que gobernamos, la Iglesia no existe. España ha sobrepasado en mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia en España está hoy aniquilada”. Por su parte “Solidaridad Obrera” del 28 de enero de 1937, confirmaba: “No les queda un altar en pie. No existe un títere con cabeza de esos que colocan en los retablos. No quedan apenas feligreses”. “¿Quiénes han caído bajo el lazo de la justicia popular? —tronaba altisonante y retador— el “Órgano del Frente Aragonés”, antiguo diario “Orientación Social”, de Huesca—. Los curas que en la sombra urdían y tramaban el aniquilamiento del pueblo… Los caciques, mil veces odiados y odiosos, que, envenenados por el curato, ponían todo su dinero al servicio de la traición. Dejad a ese pueblo, dejadlo con su soberana justicia, que él sabrá dar buena cuenta de los facciosos…”

“…militares, políticos, antigua y arqueológica aristocracia y miembros de la Iglesia retrógrada, todos juntos, en montón de infamia, han de caer en la misma maldición, y la justicia de la República, sin desmayos, implacable, serena, hará oír su voz y su sentencia inapelable”.

A la distancia de un mes tan sólo de la actuación de esta justicia popular, en cumplimiento exacto de esa sentencia inapelable, habían sido ejecutadas ilegalmente, tan sólo en Madrid, más de veinte mil personas. Este dato fue confirmado por el mismo Galarza, ministro de la Gobernación, quien hubo de frenar la ola de terrorismo que desbordaba ya las ambiciones más sanguinarias y ponía en peligro y en entredicho la razón de la lucha y la seguridad de la victoria republicana. Esta misma realidad insostenible es constatada por el prohombre de la C.N.T. Juan Peyró, que afirma y confiesa la monstruosidad del terrorismo imperante en la zona roja: “…ya no se trata de saber si esos crímenes los cometen hombres de tal o cual sector. Lo interesante sería que nos decidiéramos a acabar con esa danza macabra de todas las noches, con esa procesión de muertos, que, señalándonos ante el mundo, nos acusa de la misma ignominia que las gentes honradas acusan a los fascistas… Una civilización, por malvada que haya sido, no puede ser suplantada por el salvajismo de unas hordas carniceras”.

El dato global de estas matanzas inaugurales de la revolución roja, de las que la Iglesia, en sus ministros y en sus fieles fue la víctima propiciatoria, es confesado, pues, por los mismos actores de la tragedia. Tal vez, para dar una apariencia legal a tales matanzas, el gobierno republicano procedió a la creación, por decreto, de los famosos tribunales populares, llevaba a cabo el 24 de agosto de 1936. Este decreto concedía atribuciones para juzgar delitos por rebelión, sedición y atentados contra la seguridad del Estado. Estaban integrados por tres funcionarios judiciales como jefes de derecho y catorce jurados, designados por los partidos del Frente Popular y organizaciones sindicales afectas al mismo. Sobre la catadura jovenlandesal y humana de muchos de esos jefes y jurados pronto la conoceremos por los hechos. Por de pronto, el gobierno republicano, a través de su Fiscal General de la República, en una circular a sus subordinados, daba la motivación doctrinal de su medida y su decreto: “La República es un régimen de justicia y la justicia emana del pueblo…; si ese pueblo noble y grande está dando su vida por un régimen de libertad y de justicia, démosle la justicia que él quiere que le sea dada con el ritmo y el tono que nos marque”.

Tanto el régimen de libertad y justicia popular, como el ritmo y tono del mismo, pronto vamos a verlo retratado, con toda veracidad y crudeza, en los hechos de las matanzas colectivas.

Ángel García.

Nota: Tomado de su libro “La Iglesia Española y el 18 de Julio”, ediciones Acervo, Barcelona, 1977.
 
Los mártires de Barbastro:

Carta de despedida de los seminaristas a la Congregación

Cuando recibieron el aviso de que esa misma noche (13 de agosto) serían fusilados los seminaristas que quedaban en el salón, Faustino Pérez redactó esta carta en nombre de todos. Los demás la firmaron, añadiendo cada uno su último deseo espiritual. Está escrita en unos envoltorios de tabletas de chocolate. Los dos estudiantes argentinos se la llevaron consigo oculta entre su ropa personal. «Querida Congregación: Anteayer, día 11, murieron, con la generosidad con que mueren los mártires, seis de nuestros hermanos; hoy, trece, han alcanzado la palma de la victoria 20, y mañana, catorce, esperamos morir los 21 restantes. ¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Y qué nobles y heroicos se están portando tus hijos. Pasamos el día animándonos para el martirio y rezando por nuestros enemigos y por nuestro querido Instituto. Cuando llega el momento de designar las víctimas hay en todos serenidad santa y ansia de oír el nombre para adelantar y ponernos en las filas de los elegidos; esperamos el momento con generosa impaciencia, y cuando ha llegado, hemos visto a unos besar los cordeles con que los ataban, y a otros dirigir palabras de perdón a la turba armada: cuando van en el camión hacia el cementerio, les oímos gritar ¡Viva Cristo Rey! Mañana iremos los restantes y ya tenemos la consigna de aclamar, aunque suenen los disparos, al Corazón de nuestra progenitora, a Cristo Rey, a la Iglesia Católica, y a ti, progenitora común de todos nosotros. Me dicen mis compañeros que yo inicie los ¡vivas! y que ellos ya responderán. Yo gritaré con todas la fuerza de mis pulmones, y en nuestros clamores entusiastas adivina tú, Congregación querida, el amor que te tenemos, pues te llevamos en nuestros recuerdos hasta estas regiones de dolor y fin.

Morimos todos contentos sin que nadie sienta desmayo ni pesares: morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, estimule tu desarrollo y expansión por todo el mundo. ¡Adiós, querida Congregación! Tus hijos, Mártires de Barbastro, te saludan desde la prisión y te ofrecen sus dolores y angustias en holocausto expiatorio por nuestras deficiencias y en testimonio de nuestro amor fiel, generoso y perpetuo. Los Mártires de mañana, catorce, recuerdan que mueren en vísperas de la Asunción. ¡Y qué recuerdo éste! Morimos por llevar la sotana y moriremos precisamente el mismo día en que nos impusieron.
Los Mártires de Barbastro, y en nombre de todos, el último y más indigno
Faustino Pérez. C. M. F.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el Corazón de María! ¡Viva la Congregación! Adiós, querido Instituto. Vamos al cielo a rogar por ti. ¡Adiós, adiós!


Mártires Claretianos de Barbastro
 
Abrir hilos como este no tiene sentido alguno. Todos sabemos que en la guerra murió una buena parte de la población y que muchos de los ejecutados por ambos bandos eran inocentes de cualquier delito.
Estar todo el día con el cajón de cosa abierto no sirve más que para buscar nuevas riñas entre dos bandos que aún siguen existiento y que espero que acaben por desparecer pronto.
 
A este respecto, queremos consignar el simbolismo bien expresivo de aquellos milicianos apuntando y disparando, con saña y desfachatez sacrílega, sus fusiles, contra la estatua del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España. ¡acabar a Dios! Este es el sentido plástico y nietzscheano de este gesto insólito en la historia de las persecuciones religiosas. acabar a Dios, al Dios de los cristianos, al Dios de la España tradicional, católica...

Es que claro, se considera normal que se imponga una estatua en lo alto que se vea de lejos, y que España se postre a sus pies.
Los que se oponían desde el principio simplemente devolvieron las cosas a su cauce :)

"Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan:

España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Tí se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.

Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.

Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma.

Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.

Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia.

Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo.

Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea."
Alfonso XIII.



Constancia de la jovenlandesa deja una versión con parecidas palabras (aunque ella hablará de memoria):



En la primavera de 1.919, en la cima del Cerro de los Angeles (Getefe) Antonio Maura, presidente del Consejo, pronunció un breve discurso tras el cual pasó la palabra a Alfonso XIII:
"España, el pais de Tu herencia y predilección, se postra reverente ante este trono que se ha elevado ante Tí en el centro de la Península. Todas las razas que la habitan y todas las regiones que la forman han constituido en la sucesión de los siglos, a traves de mutuas lealtades, esta gran nación fuerte y constante en su amor por la religión y por la monarquía."

Los miembros del Gobierno, los Grandes de España, la aristocracia, sus emperifolladas esposas, la jerarquía eclesiástica y demás asistentes escuchaban las palabras del soberano en un acto por el que se consagraba España al Sagrado Corazón de Jesús.

El rey, ante la mirada complacida de la selecta concurrencia, procedió a tirar del cordón que haría descorrer el velo que ocultaba el monumento, bajo cuyas esculturas, grabado en la piedra, se leía "REINARÉ EN ESPAÑA".
La solemnidad pretenciosa del momento quedó ridicularizada cuando los presentes leyeron un poco más abajo, también grabado en la piedra aunque más toscamente, otra frase, "QUE TE CREES TU ESO".

Entre los aldeanos curiosos apostados en las cercanías se oyeron carcajadas y bromas. La santa indignación corrió entre los promotores.
Fte. Constancia de la jovenlandesa, Doble esplendor.

Debieron ser los espantados que describía este cura trabucaire y clasista, Remigio Vilariño, S. J. nada extraño en aquellos tiempos:

(...) Para todo aquel que ame a Nuestro Señor Jesucristo y que conozca algo de los tesoros de amor que nuestro Redentor se merece por el amor que él nos tiene y por el amor que ha tenido a España en los tiempos pasados, ha sido un día hermoso.

Para todos los que sienten tristeza al ver las apostasías nacionales del mundo que se empeñan oficialmente en desconocer a Jesucristo y rechazan su yugo suave, ha sido este un día magnífico.

Para la turba desgraciada de los racionalistas, que sólo acatan, no lo que dicta la razón, sino lo que a su capricho se ocurre, el día habrá parecido inútil y hasta dirán que ha sido ridículo, o fanático, o provocativo, o indigno de una nación culta, o cualquiera de esas cosas que a ellos, únicos sabios, únicos intelectuales, suelen parecer estas cosas augustas y santas.

(...) Esta es la historia. La de un rey del siglo XX, que públicamente profesa que es católico y que reconoce sobre sí la suprema autoridad de Jesucristo Rey de Reyes y Señor de Dominadores, profesando que las sociedades civiles deben sujetarse a sus leyes, y que en cuanto de él depende quiere deliberadamente que la suya esté sometida a la ley de Jesucristo, la cual no pone esclavitud ni despotismo, sino que asegura la mayor suma de libertades que se pueden tener en este mundo, y abre el camino para el más alto grado de bienestar y civilización que en las sociedades humanas puede alcanzarse.
(...)

LOS ESPANTADOS
Mientras tanto, los enemigos de Cristo, los revolucionarios, los amigos de la revuelta, de la guerra, del repruebo, de la sangre del pueblo que ha corrido por su causa a torrentes, cuantas veces engañándole lo han lanzado a las calles, esos se encontraron espantados, porque cuando no lo creían surgió España con su Rey, valiente y católica a decir a Jesucristo, que aunque otra cosa digan los intelectuales, España le quiere y le querrá.

Parece mentira cuánto espantan y cuánto irritan a esos infelices nuestras pacíficas demostraciones de amor a Jesucristo.

A tan sencillo acto como este, le llamaron provocación, fanatismo, anacronismo, ... lo ridiculizaron, lo insultaron, y lo que es peor, lo blasfemaron.

Caiga sobre esos insensatos e impíos, no la maldición de Dios, sino la luz del fuego del Corazón de Jesús, para que le conozcan y le amen como nosotros.

¿Para qué pedir mayores maldiciones para ellos que la que tienen de no amar a Jesús? ¡Oh Señor!, decía San Agustín, ¿me amenazas con castigos si no te amo? Pero ¿acaso hay mayor mal que no amarte?

Aunque en verdad, no sé de qué se espantan los que piden libertad para todas las ideas; de que un Rey Católico oficialmente consagre oficialmente a una nación que oficialmente es católica. Ni entiendo que daño recibe ningún español de este acto por el cual se enojan tanto.

¿Pastoral o Discurso de la Corona? preguntaba un diario a propósito del Acto de Consagración!... Ni lo uno ni lo otro. Pero si fuese un discurso de la Corona, si fuese el párrafo principal de todos los Discursos de la Corona, nadie pudiera con razón reprenderlo.

CONSAGRACIÓN DE ESPAÑA AL CORAZON DE JESUS
(Revista El Mensajero del Corazón de Jesús, año 1919)
Consagracin de Espaa al Sagrado Corazn de Jess

Y ante la imposición de la estatua, la imposición de su voladura:
Cerro de los Ángeles o Rojo, Getafe, Madrid.. Foto de Alfonso enlazada por antolin:


De Guerra Civil Española y II República. Foro, documentación, fotos, enlaces. Madrid Que Bien Resiste. :: Ver tema - Consagración de España al Sagrado Corazón.
 
Es que claro, se considera normal que se imponga una estatua en lo alto que se vea de lejos, y que España se postre a sus pies.
Los que se oponían desde el principio simplemente devolvieron las cosas a su cauce :)

Entonces imagino que, siguiendo los mismos argumentos, sería lícito que otras personas se dedicaran a repetir la misma acción con todas las estatuas y monumentos públicos que hay en toda la geografía española dedicados a personajes marxistas o ateos, agnósticos, no creyentes, o republicanos, o de izquierdas, o mediopensionistas, dado que la "imposición" de esos monumentos para que se vean "de lejos" y para que los transeúntes de las calles en que se hallan presentes "se postren a sus pies" a los que se "opongan a ello" les da la legitimación jovenlandesal para "devolver las cosas a su cauce". De hecho, al tratar de justificar y dar legitimación a acciones de esa naturaleza, es lo que estás consiguiendo, que se pueda realizar el mismo tipo de acciones con todo tipo de monumentos de toda clase, con la excusa de "ej que ej una impozizion, gñé". Ah, no, que es que no es lo mismo, y tal y cual, me imagino, vamos pura ley del embudo.

Ni siquiera voy a molestarme en señalar que hubo miles de españoles, he dicho bien, miles, que voluntariamente colaboraron en la medida de sus posibilidades, con sus aportaciones. O que se asesinó brutalmente por parte de los mismos milicianos que posteriormente fusilarían a la estatua a los cinco jovenes que trataron de defender el monumento de ser destruido. En definitiva, el conjunto de esta acción es todo un ejemplo de cierta catadura jovenlandesal, tanto de quienes protagonizaron esa acción como de mi interlocutor que la defiende y quienes simpaticen con sus posturas. guano en estado puro, en definitiva.
 
No son los mismos argumentos: España no se ha consagrado a ninguna otra estatua.

Fue, salvando las muchas distancias, como tirar el Algarrobico.
 
No son los mismos argumentos: España no se ha consagrado a ninguna otra estatua.

Fue, salvando las muchas distancias, como tirar el Algarrobico.

Sí lo son, salvando la distancia. La naturaleza del argumento es la misma, aunque varíe la magnitud, por lo tanto, las conclusiones que se pueden sacar del argumento también son las mismas. Todo tipo de justificaciones que permitan justificar una acción y no otras exactamente calcadas, por mucho que sean a menor escala, no deja de ser pura ley del embudo.

Como das a entender que la estatua de marras es una "imposición" de un poder estatal, pues el mismo argumento se puede utilizar para el resto de estatuas (sea cual sea), por mucho que su tamaño sea distinto. Entenderlo de otro modo es, reitero, ley del embudo, pura hipocresía.
 
Última edición:
Volver