En general estoy de acuerdo con todo lo que dices. El problema que tiene el catalán no es en tanto idioma, (sea éste mayoritario o minoritario o en retroceso), porque al fin de cuentas, a nadie que no sea un ultra le importa un pimiento qué idioma hable cada quien, y nadie vería mal que haya una emisora en ese idioma. Lo que ocurre es que el problema del catalán es político, y ése es un falso problema que se han inventado los separatistas, que ahora están recogiendo lo sembrado.
Si tú utilizas ideológicamente un idioma, lo asocias al separatismo, a la exclusión social y a la xenofobia contra tus vecinos y connacionales -que antes has calificado de invasores extranjeros- pues ya tienes montado un conflicto gratuito de difícil marcha atrás. Y como resulta que tu lengua está en retroceso, pues ya ves: has acelerado su natural proceso de irrelevancia ya no sólo por ser minoritario, sino que le has agregado por tus narices un rechazo social que el idioma jamás debió sufrir.
De modo que todo catalanista que tuviera un CI superior a 50 debería estar acordándose en las madres de toda esta colla de badulaques que han secuestrado todas las instituciones catalanas desde hace al menos un par de décadas, por promover el repruebo hacia la cultura catalana de todo aquél que ha sido y sigue siendo sistemáticamente insultado, rechazado y calificado de invasor, colono, truño y demás. Pero como parece que los que superan el CI de 50 no son muchos -o no se hacen escuchar- sino que por el contrario lo que hacen es alentar sistemáticamente a los orates a ir más lejos aún, pues resulta que lo que uqeda al final, es esa bonita frase que dice que el karma es muy cabrón.
Por supuesto que si este razonamiento te parece intelectualmente demasiado elevado o políticamente demasiado mesetario y fascista, pues ya sabes, siempre tendrás a mano el de que la culpa de todo lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en Cataluña es culpa de Madrit y que los catalanes no han sido, son ni serán nunca jamás responsables de nada, porque son unos inútiles estructurales incapaces de asumir las riendas de nada que no sea hacerse las víctimas y llorar hasta el fin de los tiempos.
En fin, qué bonito es vivir en este manicomio, al final uno termina tomándole el gustirrín.