Estrafalarius
Madmaxista
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Ilimitada responsabilidad de los hogares
Ahora la reflexión de siempre:
Sin quitar su parte de culpa a las familias (que la tienen, pero que la están pagando con sangre, sudor y lágrimas... y lo que les queda), ¿cómo es que esos promotores que suponen el 73% de la jovenlandesesidad mientras representan un 23% del crédito total siguen circulando por la calle en vez de estar acompañando en sus celdas a los directores de banco que admitieron esa política de crédito en lo que, en definitiva, no ha sido más que una estafa?
Por que sí, aquí (y ahora) todos vemos que un albañil con adosado, todo-terreno y su mujer con berzas de silicona en las playas de Punta Cana es haber vivido por encima de sus posibilidades, pero pretender llenar trece mil viviendas en Seseña (que se dice pronto), hacer un estudio de mercado, encontrarlo viable, presentarlo a un banco y que el departamento de riesgos no vea nada también tiene mucho delito.
Y quien dice promotor dice político con aeropuertos, AVEs, o centros de interpretación de no-sé-qué o palacios de congresos o Ciudades de las Culturas... Y los directores de cajas y bancos abriendo las puertas de las cajas de caudales para que un río de monedas y billetes inundara el país confiando en que los mayas se equivocaran y el mundo se acabara antes de tener que pagar la fiesta.
Pero, aquí sólo pagan los de abajo. El albañil que pierde el adosado cuando se ve en el paro y vive con sus padres en el piso de ellos pagando lo que pueden con la pensión de los abuelos para que no se lleven la casa donde viven todos, que era aval del crédito del adosado (y de las berzas y del viaje a Punta Cana).
Y los promotores que le dicen al banco que si no hay dación los hunden con el megapufo... y hay dación; y el director del banco que se retira con unos bonuses que hacen que un cajero automático vomite cuando consultan el saldo de pura vergüenza; y el político de asesor de papiroflexia convirtiendo folios en pajaritas de papel en el despacho de una caja o una compañía energética o de telecomunicaciones...
Que sí, que todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. TODOS. Pero unos pagarán con sus bienes presentes y futuros (y me parece bien, que eso han firmado), y otros se retiran forrados por la puesta grande.
Se han comido el trozo grande de la tarta y se lo pagamos nosotros, los de abajo.
En este país hacen falta guillotinas, porque la que han liado no se paga con dinero...
Nada que no sepamos: Jugar a hacer casitas y creernos que especular es invertir y crear riqueza es lo que (incomprensiblemente) ha hundido el sistema financiero más seguro del orbe entero.El deterioro del ciclo económico y su traslación a los agentes económicos, vía menores ingresos en las empresas y menores rentas en las familias, tiene una consecuencia directa en el incremento de la jovenlandesesidad tanto comercial como bancaria. Sin embargo, el análisis en detalle de su evolución pone de manifiesto el desigual comportamiento, fundamentalmente en términos de su descomposición por tipología de crédito.
Salvo en países que han atravesado situaciones de enorme estrés —Hungría, Grecia—, la tasa de jovenlandesesidad total se ha comportado de forma similar, pero no así su composición, siendo España uno de los países donde mayor heterogeneidad existe. Actualmente conviven tasas de jovenlandesesidad cercanas al 20% en el sector promotor con tasas inferiores al 3% en hipotecas de familias. De hecho, si a la jovenlandesesidad promotora añadiéramos los activos procedentes del sector inmobiliario que se han adjudicado las entidades financieras, la tasa se situaría claramente por encima del 30%.
Las cifras son aplastantes. Si consideramos también los activos adjudicados, el 73% de la jovenlandesesidad de nuestro país procede del sector promotor y constructor, mientras que estos sectores representan un 23% del crédito total. Estas cifras contrastan con la jovenlandesesidad hipotecaria de los hogares, que tan solo representa un 8% de los activos dañados, siendo los créditos hipotecarios un 35% del total. Entre los factores que permiten explicar este desigual comportamiento conviene analizar aspectos tanto jurídicos como socioeconómicos o financieros.
De hecho, uno de los elementos más relevantes que justifica la reducida jovenlandesesidad hipotecaria es la existencia de responsabilidad ilimitada del prestatario. Como consecuencia de ello, además de la garantía real, todos sus bienes personales respaldan el crédito, lo que sin duda condiciona el comportamiento de los hogares. Junto a ello, las características financieras de estos préstamos —tipo variable, plazos de amortización largos, reducido préstamo sobre valor de tasación— han permitido a las entidades llevar a cabo reestructuraciones en aquellos casos en los que ha sido necesario, y así facilitar el pago al prestatario.
Resulta además llamativa la distribución de la deuda hipotecaria entre las familias españolas. Es de todos conocido el enorme peso que representa la vivienda como activo de ahorro, hasta suponer el 89% del total de la riqueza de los hogares, frente al 65% en Estados Unidos. Sin embargo, solo un 35% de los hogares tiene préstamo hipotecario frente a más del 50% en EE UU.
Partiendo de esta situación, es necesario analizar el impacto que puede tener en la jovenlandesesidad la evolución del precio de los inmuebles y el comportamiento de las rentas familiares. Y es en este punto donde emergen importantes diferencias con otros países. En el caso español, el deterioro en el valor de los activos no es previsible que se traduzca en un incremento de la jovenlandesesidad, básicamente porque la extracción de renta del préstamo hipotecario no es una práctica habitual, como pueda ocurrir en EE UU. Lo que sí resulta relevante sin embargo es la evolución de la renta. Así, el pago de la deuda hipotecaria de los hogares absorbe de media un 19% de las rentas obtenidas; pero existe una enorme dispersión, ya que en los hogares de menor renta y más endeudados ese porcentaje llega a superar el 66%.
En definitiva, la situación actual de la jovenlandesesidad en España muestra un elevado sesgo hacia activos del sector inmobiliario. El favorable comportamiento relativo que ha mostrado en los últimos años la jovenlandesesidad de los hogares responde a múltiples factores, pero su evolución futura va a estar enormemente condicionada por la recuperación del ciclo económico.
Ahora la reflexión de siempre:
Sin quitar su parte de culpa a las familias (que la tienen, pero que la están pagando con sangre, sudor y lágrimas... y lo que les queda), ¿cómo es que esos promotores que suponen el 73% de la jovenlandesesidad mientras representan un 23% del crédito total siguen circulando por la calle en vez de estar acompañando en sus celdas a los directores de banco que admitieron esa política de crédito en lo que, en definitiva, no ha sido más que una estafa?
Por que sí, aquí (y ahora) todos vemos que un albañil con adosado, todo-terreno y su mujer con berzas de silicona en las playas de Punta Cana es haber vivido por encima de sus posibilidades, pero pretender llenar trece mil viviendas en Seseña (que se dice pronto), hacer un estudio de mercado, encontrarlo viable, presentarlo a un banco y que el departamento de riesgos no vea nada también tiene mucho delito.
Y quien dice promotor dice político con aeropuertos, AVEs, o centros de interpretación de no-sé-qué o palacios de congresos o Ciudades de las Culturas... Y los directores de cajas y bancos abriendo las puertas de las cajas de caudales para que un río de monedas y billetes inundara el país confiando en que los mayas se equivocaran y el mundo se acabara antes de tener que pagar la fiesta.
Pero, aquí sólo pagan los de abajo. El albañil que pierde el adosado cuando se ve en el paro y vive con sus padres en el piso de ellos pagando lo que pueden con la pensión de los abuelos para que no se lleven la casa donde viven todos, que era aval del crédito del adosado (y de las berzas y del viaje a Punta Cana).
Y los promotores que le dicen al banco que si no hay dación los hunden con el megapufo... y hay dación; y el director del banco que se retira con unos bonuses que hacen que un cajero automático vomite cuando consultan el saldo de pura vergüenza; y el político de asesor de papiroflexia convirtiendo folios en pajaritas de papel en el despacho de una caja o una compañía energética o de telecomunicaciones...
Que sí, que todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. TODOS. Pero unos pagarán con sus bienes presentes y futuros (y me parece bien, que eso han firmado), y otros se retiran forrados por la puesta grande.
Se han comido el trozo grande de la tarta y se lo pagamos nosotros, los de abajo.
En este país hacen falta guillotinas, porque la que han liado no se paga con dinero...
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