Pillo sitio, llevo un par de semanas en plan MUY negativo por un conflicto interpersonal, con pensamientos intrusivos, obsesivos, rabiosos, de venganzas desproporcionadas, espirales de agresión mutua imaginarias, gore explosivo, torturas a cámara lentísima, procesos judiciales, malas consecuencias para otras personas, en fin, una cosa. Ni meditar, ni la respiración, ni el paseo por la naturaleza logran volver a "encaminarme" en una rutina soportable. Tengo la mente a mil, revolucionada, trazando cientos de planes que no necesito acerca de cosas que no están bajo mi control.
En mis sobreprensares, sé que todo esto me lleva a la necesidad de no volver a cierto lugar, en el que siento una gran carga negativa, y no solo por el último episodio de conflicto allí, que no fue el primero, ni la única cosa mala que he vivido allí. No quiero ser quien era o en lo que me convierte ese lugar, tengo otros mucho más felices y sanos para vivir y ser, pero por otra parte, detesto esa sensación de sentirme "expulsado" y regalarle al mal (o la persona que parece representarlo) esa victoria, de ahí el deseo de venganza, que paradójicamente, no hace sino reforzar unos vínculos podridos que debo romper cuanto antes, no dejarme soltar.
Parece una locura, pero siento como si ese dolor estuviera intensificado por algo que se alimenta de ello, la otra parte-persona del conflicto me parece pura maldad pero también me asusta ver la negrura que proyecta mi alma en ciertos pensamientos, que como digo, son inevitables, intrusivos, destructivos. En fin, sea lo que sea, quizás todo esto me haga crecer de algún modo, conocer mejor mis automatismos y no pretender ser perfecto, ni cambiar el pasado, ni situar las soluciones en cambios ajenos a mi voluntad.