historia del cine español

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de sudan a burundi por el nilo buscando a gustave
En esta breve aproximación histórica, el autor del presente artículo tratará de demostrar que el cine español no es un subproducto de otras cinematografías, dado que no está exento de aportaciones de notable consideración. El deseo reivindicativo por glorificar el pasado oficial indujo a las autoridades políticas del momento a elegir un filme tan patrióticamente significativo como Salida de la misa de doce en la iglesia del Pilar de Zaragoza, de Eduardo Gimeno, para conmemorar el primer centenario del nacimiento del cine español. No obstante, y muy a pesar de las tesis de historiadores sospechosamente posibilistas, fue el húngaro Edwin Rousby quien dio a conocer el “séptimo arte” en España. Al margen de disquisiciones historiográficas, lo cierto es que no se sabe a ciencia cierta cuál fue el primer filme íntegramente español, por lo que lo más conveniente es reconocer, ante todo, la aportación de los múltiples corresponsales que los hermanos Lumière enviaban por doquier para dar a conocer su ingenio1. Del mismo modo, no es menos cierto que Gimeno fue un pionero de renombre, como lo fue, también, Fructuós Gelabert, a quien se le atribuyen –al menos, hasta el momento–, los primeros filmes argumentales, tanto de ficción, como de no-ficción. No en vano, Gelabert fue autor de los primeros documentales dotados de una incipiente estructura narrativa como Salida de la iglesia parroquial de Santa María de Sants o Salida de los trabajadores de la fábrica “La España Industrial”, ambos fechados en 18972. Su primera película de ficción es Riña en un café, “ópera prima argumental –según el profesor Caparrós– del cine español y catalán”3. Coetáneo de Gelabert, fue Segundo de Chomón, si no el inventor, sí al menos, el precursor del carro o travelling. Como autor de El hotel eléctrico, se le considera, además, el máximo exponente del cine fantástico español, pues sus artificios cinematográficos no tenían nada que envidiar al “descubridor” del género, George Méliès4.

Para iniciar este taller, nos gustaría traer a colación una completa definición de cine, que se
elaboró en el I Congreso Democrático del Cine Español, celebrado en diciembre de 1978 con el
fin de potenciar el despegue de la industria cinematográfica en la naciente democracia española,
herida por el proteccionismo dirigista y la censura de la etapa histórica anterior: “El cine es un
bien cultural, un medio de expresión artística, un hecho de comunicación social, una industria, un
objeto de comercio, enseñanza, estudio e investigación. El Cine, es pues, una parte del
patrimonio cultural de España, sus nacionalidades y sus regiones [1]”. En ella se manifiesta que
el cine aglutina una serie de factores de extrema importancia en varios ámbitos: el cultural, el
artístico, el social, el económico y el que más nos interesa aquí, el educativo. El cine, la
manifestación artística más importante del siglo XX, que forma parte del acerbo cultural y
artístico de los pueblos, ahora más que nunca, en nuestra sociedad de la información, de la
comunicación y de la imagen, es una herramienta para aprender a conocer, aprender a hacer,
aprender a vivir e aprender a ser, los cuatro pilares de la enseñanza.
Ya desde sus orígenes, el cine fue utilizado con fines pedagógicos, para mostrar experiencias a
las que no se tenía acceso real y que podían conocerse a través de las imágenes, cuando
todavía no existía el todopoderoso medio televisivo. Este carácter documental e informativo
continua siendo muy valioso para enriquecer pedagógicamente la enseñanza de cualquier
materia. A esto hay que añadir que el cine, el llamado “Séptimo Arte”, supera las posibilidades
estéticas de otros medios audiovisuales elaborados con menos recursos, más urgencia y fines
más interesados y, además, es un medio de comunicación fuertemente arraigado en nuestros
hábitos sociales: goza de un lugar destacado en la vida personal y social porque se considera
una prestigiosa fuente de cultura y, lo que también es interesante, de ocio y entretenimiento,
aportando así la baza fundamental e imprescindible del aprendizaje motivador, la vieja máxima
del prodesse delectare, enseñar deleitando: ¿a quién no le gusta el cine? Su variedad genérica y
de enfoques ofrece un vasto almacén de recursos aptos para todos los públicos. El cine es
sentido por todos como mágico porque nos permite olvidarnos de nosotros mismos por unas
horas y sumergirnos en los mundos reflejados en la pantalla, vivir experiencias ajenas, llegar a
cualquier rincón del conocimiento y del mundo sin perder de vista que estamos ante una ficción.
A través de las historias que cuenta el cine se amplían de forma placentera las vivencias y el
conocimiento de la sociedad en que vivimos, contemplándose en su desarrollo histórico, social y
humano. El cine, por su carácter de representación de la realidad, produce además una
implicación fuerte en los espectadores, con reacciones que se pueden encauzar hacia la
consecución de otros objetivos comunicativos de intercambio de opiniones y sensaciones. Los
objetivos que nos proponemos en clase pueden verse reforzados si tienen un ejemplo vivo en
imágenes, que tendrán diversos efectos: consolidar los conocimientos, incorporar otros nuevos,
provocar la investigación posterior... Hay que aprovecharse del placer que proporciona, y a partir
de ahí buscarle la utilidad, llevar la magia al aula y, además, a partir de la proyección de
fragmentos, espolear la curiosidad e interés del alumno para que vea la película completa, si
está preparado.
Pedagógicamente, pues, el cine permite acortar el distanciamiento entre los contenidos
programáticos y la experiencia del alumno y dar un tratamiento contextualizado a los contenidos
de la enseñanza; exige usar conocimientos interdisciplinarios; facilita la diversidad cultural;
aporta el componente lúdico que muchas veces se le ha negado a la escuela; y, en la medida en
que se produce una identificación sujeto-objeto, potencia el aprendizaje significativo. En el
campo E/LE favorece el enfoque comunicativo, que es integrador, porque da tanta importancia a
elementos socioculturales como a los formales, es decir al uso de la lengua y a la forma de ver el
mundo a través de esa lengua.
Como la LDB propugna, el conocimiento y uso de una lengua extranjera servirá como
instrumento de acceso a informaciones y a otras culturas y grupos sociales. Por ello, el cine
español debe ser para el profesor de E/LE una fuente primaria donde entrar en contacto directo
con la cultura y la lengua, un campo donde buscar recursos y materiales, materiales especiales,
con alto valor estético, que además ofrecen un uso de la lengua en situación de comunicación
real por hablantes nativos. Todo esto justifica la necesidad de incluir este valioso material como
apoyo en la enseñanza de muchas disciplinas, lo que quiere decir que debe formar parte de la
formación de profesores de español como lengua extranjera.
A la defensa del cine español se suma el hecho de que al cine le han salido muchos
competidores: externos, en esta sociedad de consumo donde se acumulan indiscriminadamente
los productos más diversos; pero también internos: el cine español, como cualquier otra
cinematografía no americana, está amenazado por al abusivo predominio de las empresas
multinacionales, que controlan a escala mundial los sectores de la distribución y la exhibición,
dejando escaso margen en el mercado para las filmografías nacionales, hasta el punto de que
éstas precisan políticas de protección para sobrevivir incluso en sus países de origen. En el
contexto en que estamos inmersos, de globalización y homogeneización mundial, se hace
especialmente necesario prestar atención a la diversidad cultural, facilitar el acceso a sus
manifestaciones amenazadas y, en el caso del cine, promover la educación visual crítica: hay
que saber ver cine, no sólo el cine que se impone en el mercado, de ahí la importancia de incluir
dentro de la educación premisas para formar espectadores capacitados para valorar la
importancia de este medio.
Antes de empezar a usar el cine español como material didáctico, hay que conocerlo. En
Brasil es difícil acceder al fondo cinematográfico español, porque no llega a las salas
comerciales, y es minoritario en videoclubs y otros circuitos comerciales. No es que el cine
español sea un completo desconocido, gracias a figuras universales como Buñuel, o al trabajo
de directores como Carlos Saura, Pedro Almodóvar, Julio Médem o Alejandro Amenábar, o a la
proyección internacional de que disfrutan actores como Antonio Banderas, Javier Bardem o
Penélope Cruz, pero sí se puede afirmar que disfrutar de una película española en cualquier cine
brasileño es un hecho como mínimo esporádico y casi siempre excepcional. Estas dificultades
pueden disuadir al profesor de español, que no está al tanto de la trayectoria del cine español ni
dispone de material para trabajar.
Por eso nos proponemos varios objetivos en este trabajo: en primer lugar, proporcionar una
visión general de la producción cinematográfica española (reforzada con el visionado de
secuencias de algunas de las más importantes películas españolas), que sirva de guía de
iniciación al mundo del cine español y que podrá ampliarse con la bibliografía que se acompaña
y la información en Internet. En segundo lugar, examinar los recursos que podemos usar en
clase teniendo en cuenta el país en que nos encontramos. Por último, analizar las condiciones y
las formas de trabajar con el cine español en la clase de E/LE como propuesta didáctica.
[ 1] En Llinás (1987:16).
ESPAÑOL***
BREVE HISTORIA DEL CINE ESPAÑOL***
Si el cine español ha seguido una trayectoria diferente a la de otros países europeos se
debe fundamentalmente a los acontecimientos políticos y sociales que se desencadenaron en el
país a lo largo del siglo pasado y que lo desviaron de una evolución semejante en su camino
hacia la sociedad contemporánea. España no participó en ninguna de las dos guerras mundiales
que alcanzaron de lleno a la mayoría de los países occidentales, pero en poco tiempo pasó por
una dictadura, la de Primo de Rivera (23-31) que no consiguió salvar a la monarquía, y por el
advenimiento de la II República (31-36), que también sucumbió precoz y violentamente a manos
de un golpe militar. De la Guerra Civil nació un régimen dictatorial que se perpetuaría por 36
años en el poder, hasta 1975, año de la fin de Franco. Hasta el 77 se produce la
Transición a la Democracia. En el 78 se aprueba la Constitución Española y el país se
convierte en una Monarquía Constitucional. A partir de ahí, a pesar del atraso sufrido en 40
años de falta de libertades, España ha experimentado una transformación vertiginosa que la ha
convertido en una sociedad moderna.
Cuando acabó la II Guerra Mundial, el cine europeo se recuperó, no así el cine español,
que continuó estancado y en un largo período de crisis, hasta la llegada de la democracia. A
causa de eso, el cine español no es conocido en el ámbito internacional en su conjunto, sino
gracias a una serie de figuras destacadas. Dentro de casa, está sometido a la asfixiante
colonización del cine americano.
Los inicios
A España llegan los técnicos de los Lumière en mayo de 1896, pocos meses después de
presentarse el cinematógrafo en París. A partir de aquí, nace la cinematografía española,
jalonada de dificultades que serán crónicas a lo largo de toda su historia, que se pueden resumir
en el desnivel entre la debilidad industrial y el alto grado de creatividad de los profesionales del
cine. En esta época, España no se encuentra preparada para desarrollar una técnica tan
moderna por la situación económica y cultural del país y por la falta de interés del público, pero a
pesar de estas dificultades y del peso de la competencia extranjera (europea y americana), se
empiezan a rodar películas. Las primeras manifestaciones son documentales con estampas
típicas y cómicas y reportajes sobre actualidades. Pronto empiezan las películas de ficción en
diversos géneros: cómico, dramático, de aventuras y géneros propios como la zarzuela. Es a
finales de los años 20 cuando el cine comienza a tener relevancia y empieza a ser valorado por
la burguesía y los intelectuales. Se intenta crear un cine de calidad, coincidiendo con los
vanguardismos que se están imponiendo en la literatura, en la pintura y en otras manifestaciones
artísticas. Destacan Florián Rey, Benito Perojo y Luis Buñuel [1], que rueda en 1928 El perro
andaluz.
La aldea maldita, de F. Rey
Florián Rey
Fotograma de El perro andaluz,
de Buñuel
Fragmentos de películas






El ciego de la aldea (1906), de Joan Codina. Productora: Films
Cuesta. Filmoteca de la Generalitat de Catalunya.
Don Pedro el Cruel (1911), de Alberto Marro y Luis Macaya.
Productora: Hispano Films. Filmoteca de la Generalitat de
Catalunya.
La revoltosa (1925), de Florián Rey. Productora: Goya Films.
El perro andaluz (1929), de Luis Buñuel (1928) (en Quicktime)
La aldea maldita (1930), de Florián Rey. Productores: Florián
Rey y Pedro Larrañaga.
El misterio de la Puerta del Sol (1928), de Francisco Elías.
Productor: Feliciano M. Vitores.
El cine sonoro
La aparición del cine sonoro (1927) sorprende a
la industria cinematográfica española: ninguna
productora cuenta con medios técnicos, económicos
y profesionales. Como respuesta a las nuevas
necesidades, surgen CIFESA y Filmófono, dos
productoras que logran que el cine español viva una
etapa dorada.
Se cultivan los mismos géneros, pero el más
abundante es el de las adaptaciones literarias, con
producciones de gran calidad, como Don Quintín el
amargao [2] o la zarzuela La verbena de la paloma
[3] así como con grandes actores (Imperio
Argentina, Angelillo) que no tardaron en saltar a la
fama en películas de estas productoras. Otros grandes actores de los años 30 son
Miguel Ligero, Manuel Luna, Antoñita Colomé, Raquel Rodrigo y, en los últimos
años, Estrellita Castro.
El documental alcanza gran calidad con Las Hurdes. Tierra sin pan (32), de Buñuel.
Además se realizaron películas y documentales centradas en la situación política. Por ejemplo,
Madrid se divorcia [4] (que trata el tema del divorcio, aprobado por ley en 1932), y Cómo nació
la República Española [5].
Los grandes directores de este período son Benito Perojo, Florián Rey, Edgar Neville,
Eusebio Fernández Ardavín e Ignacio Iquino.
Fragmentos de películas


Nobleza baturra (1934), de Florián Rey. Productora: Cifesa.
Los hijos de la noche (1939), de Benito Perojo. Productoras: Ulargui
Films, Imperator Films.
*** Otras historias del cine español en Internet: página del CNICE, página del cine español
[1] En http://colina.residencia.csic.es/imagenes/bunuel/inicio/bunuel1.html , la Residencia de Estudiantes
ofrece abundante material sobre Buñuel con motivo del primer centenario de su nacimiento. Mas páginas
oficiales sobre Buñuel: http://bunuel.aragob.es/; Arte y Cultura/ Especial Luis Buuel, Cien años de
Buñuel y lista de enlaces en Buscacine - Luis Buuel y
http://www.geocities.com/pantherprousa/bunuel_films/index.html. Otras páginas:
http://maestrosdelcine.netfirms.com/filmobunuel.html,
http://lilt.ilstu.edu/smexpos/cinergia/luis_bunuel.htm, Annuaire des mtiers du btiment et de la maison.
[2] Marquina, Luis, Don Quintín el amargao, 1935.
[3] Perojo, Benito, La verbena de la paloma, 1935.
[4] Adelqui, Manuel; Benavides, Millar, Madrid se divorcia, 1934.
[5] Vilamala, Juan, Cómo nació la República Española, 1932.
[6] La Filmoteca comienza en el 53 con los fondos que quedan.
Enlaces sobre historia del período:
Gobiernos en España (1931-2000)
Enlaces sobre la historia del siglo XX en España 1 - 2
España Siglo XX
Dictadura de Primo de Rivera
II República y Guerra Civil 1 - 2 - 3 - 4
Guerra Civil 1 - 2 - 3 - 4
Del franquismo a la Democracia
La Transición española a la Democracia
25 años sin Franco
Breve historia de España 1 - 2 - 3 - 4
Guía política de España
Bibliografía sobre la historia del siglo XX en España
(36-
La Guerra Civil (36-39) ***
Con la llegada de la guerra civil se produce una fuerte crisis cinematográfica, causada por
la destrucción de los estudios y la situación de urgencia. El cine se coloca al servicio de la
propaganda bélica. Al final de la guerra, el bando franquista vencedor, con el ánimo de eliminar
las muestras de cine republicano, destruye de varios millares de cajas con grabaciones [7], por lo
que gran parte de la producción se ha perdido para siempre. A esto hay que sumar el exilio de
los profesionales, técnicos, directores y actores: en Buñuel tenemos un ejemplo representativo.
La dictadura franquista
El período franquista comienza con gran cantidad de cineastas en el exilio y con el
patrimonio fílmico reducido enormemente. Durante toda esta larga etapa hay un denominador
común en el cine: el poder lo utiliza para hacer propaganda de la ideología oficial, para el
“adoctrinamiento nacional-católico, legitimación del régimen o la exaltación al caudillo”
(Monterde, 1993: 152). Se sirve para ello de la censura y de una serie de medidas legales que
obligan a la dependencia económica de la industria respecto al Estado (el doblaje obligatorio,
impuestos, cuota de pantalla y licencias de importación). A pesar de todo, se produce una
evolución en esta larga etapa de 40 años que analizaremos a continuación:
40:
Años 40:
El país comienza su reconstrucción aislado del resto del mundo, que no acepta una
dictadura fascista. La vida en estos años de la inmediata posguerra en la que los vencedores
asientan su predominio con medidas políticas y de represión, es muy dura. El nuevo gobierno,
que convierte a esta industria en un puntal de apoyo al régimen, adopta dos tipos de control
sobre el mundo cinematográfico: la represión, a través de la censura, y la protección económica,
lo que convierte a la cinematografía española en dependiente de las ayudas del gobierno. Sólo
pueden hacer cine los directores adscritos a la ideología del régimen.
El cine español de estos años se caracteriza por la defensa de los valores del fascismo:
apología de la raza, de la patria, del caudillaje, de la familia, de la tradición religiosa y jovenlandesal.
Se evitan los temas relacionados con la guerra y los temas políticos. Nace un cine evasivo,
alejado de la realidad social de la posguerra: se fomenta el cosmopolitismo, los ambientes de
“teléfonos blancos” y la comedia escapista con cierto sabor americano. Todas la producción
parece cortada por el mismo patrón.
Los géneros que predominan son el cine histórico[1] , adaptaciones de textos literarios, cine
folklórico y populista (zarzuelas y españoladas) y un cine cosmopolita del que participan casi
todos los directores; la comedia. Nombres de la etapa anterior (Florián Rey, que hace cine
costumbrista y religioso), y otros como José Luis Sáenz de Heredia [2], Luis Marquina,
Rafael Gil o Juan de Orduña son los protagonistas del cine de los 40. La voz más original es la
de Edgar Neville (La torre de los siete jorobados, 1944; La vida en un hilo, 1945), que intenta
realizar un cine distinto que no llega a tener éxito.
En el contexto político y económico de la España de la posguerra el cine fue el principal factor de
evasión de la realidad, lo que hizo que el público acudiera masivamente a los cines. A ello
contribuyeron también las estrellas del cine español de la época: Amparo Rivelles y Alfredo
Mayo [3].
________________________________
*** Para ampliar el tema, ver http://www.ucm.es/info/multidoc/multidoc/revista/num9/cine/guerra-
civil/principal.html.
1[1] El gran éxito de la época fue Locura de amor (1948), de Juan de Orduña, sobre la figura de Juana la
Loca.
2[2] Realiza películas de temática patriótica, como Raza (1941), sobre Franco.
3[3] El Ministerio de Cultura ofrece un banco de datos con biografías sucintas de artistas españoles en
http://wwwinaem.mcu.es/BIOGRAFIAS/BANCO/biografias2.htm.
Años 50:
En estos años se produce un crecimiento económico que acarrea nuevos problemas, el
más importante de los cuales es la emigración: masas rurales se desplazan a las grandes
ciudades que no están preparadas para ese éxodo, donde se encuentran con escasez de
infraestructuras urbanas y educativas, y tienen que afrontar la readaptación social y psicológica a
un nuevo ambiente traumático.
Se produce la primera escalada de contestación obrera y universitaria contra el
franquismo. En la universidad se forma un foco conflictivo de donde surge la disidencia
intelectual, cultural y política. Se constituye una cultura de la disidencia en la producción
literaria, artística y cinematográfica que se aproxima al realismo y se abre a las
tendencias internacionales del momento. La censura sigue funcionando
activamente, y la iglesia suministra las bases jovenlandesales.
Sigue siendo un período de penuria, sufrimiento y esfuerzo callado,
controlado por la tendencia paternalista del régimen franquista. Todo esto se
recoge en las películas. El cine oficial sigue anclado en los viejos esquemas
del cine patriótico, sin faltar la temática religiosa [1] y folklórica. Se pone
también de moda el cine policíaco [2].
Frente a esto, surge un movimiento realista que destaca por la
sinceridad de sus imágenes y por un acercamiento a la realidad del
momento, lo que las acerca a la crítica social, siguiendo las premisas del
neorrealismo italiano Una de las grandes películas de esta tendencia es
Surcos (1951), de Nieves Conde, que muestra una dura visión del éxodo
rural de los años 50 a través de una familia de campesinos que emigra a
Madrid huyendo de una vida de miseria en el campo. Tuvo problemas de
censura, porque reflejaba de manera realista la situación de la época.
Berlanga y Bardem
Los más grandes directores de este movimiento y de
los mejores que ha tenido el cine español son
Luis García Berlanga y
Juan Antonio Bardem,
alumnos salidos del Instituto de Investigaciones y
Experiencias Cinematográficas (creado en 1947 y en el que
se formarían importantes figuras del cine español posterior,
como Pilar Miró y Víctor Erice y técnicos como Teo
Escamilla o Xavier Aguirresarrobe) y promotores del
primer
movimiento
renovador
del
cine
español,
“regeneracionismo crítico”, que da forma a la primera
manifestación de la disidencia en materia de cine. Sus
películas en ese momento son realistas, y expresan de forma
camuflada o bajo una apariencia cómica la realidad
española, introduciendo técnicas innovadoras para el cine.
Esa pareja feliz, 1951; ¡Bienvenido, Mr. Marshall!, 1952; Los
jueves milagro, 1957 de Berlanga; fin de un ciclista,
1955; Calle Mayor, 1956, de Bardem. Así, se reflejan por ejemplo las relaciones con el
gobierno americano en la película ¡Bienvenido, mister Marshall!. Estos dos directores, junto
con Fernando Fernán-Gómez, prolongan sus filmografías con resultados muy desiguales
hasta nuestros días. En esta década comienza también Carlos Saura .
Fruto del intento de una apertura internacional de nuestro cine a través de las sucesivas y
abundantes coproducciones, se hizo notoria la presencia de directores extranjeros como
Ladislao Vajda o al italiano Marco Ferreri [3] (El pisito, 1958; Los chicos, 1959; El cochecito,
1960).
Dos escenas de ¡Bienvenido, Mr. Marshall!
Aparte de este estilo realista, las líneas que se marcaron insistían en los temas históricos,
religiosos, folklóricos. Desde finales de los años cuarenta se hacen en Barcelona algunas
películas de tipo policíaco.
Pero es en esta década de los cincuenta cuando los filmes tienen de un aspecto más
moderno y más calidad a sus películas penetrando en el campo psicológico. Se despertó
entonces un interés enorme por este tipo de obras en el resto de España, de forma que títulos
como Apartado de correos 1001 (1950), de J. Salvador o Relato policiaco (1955) de A. Isasi
Isasmendi, tuvieron un gran éxito. Fue también importante el resurgimiento del cine religioso.
El mayor éxito de este género fue sin duda Marcelino pan y vino (Vajda, 1954), una película que
cosechó gran éxito en España e Hispanoamérica, que narra la vida del huérfano Marcelino
(interpretada por Pablito alopécico), recogido en un convento.
Sara Montiel se convirtió en el
símbolo más internacional del cine
español (El último cuplé, 1957) y en una
línea más popular triunfó Joselito (El
pequeño ruiseñor, 1956; Saeta del
ruiseñor, 1957).
La comedia con argumentos desenfadados y frívolos
(Viaje de novios, 1956, Las muchachas de azul, 1957 o
Sólo para hombres, 1960) se hizo famosa con Analía
Gadé y Fernando Fernán-Gómez. Otra estrella
internacional se destaca en estos años, el actor Fernando
Rey, Aurora Bautista y María Asquerino completan el
panorama de la época.
Fragmentos de películas




Alba de América (1951), de Juan de Orduña. Productora: Cifesa.
Esa pareja feliz (1951), de Luis g. Berlanga y Juan A. Bardem. Productora:
Altamira S.L.
Bienvenido Mister Marshall (1953), de Luis G. Berlanga.
Calle Mayor (1951), de Juan A. Bardem. Inicio, ciudad de provincia, la broma,
Juan, Federico e Isabel.
_______________________________
[1] El mayor éxito fue Marcelino pan y vino (Vajda, 54), una película que cosechó gran éxito en España e
Hispanoamérica, que narra la vida del huérfano Marcelino, recogido en un convento.
[2] Títulos famosos fueron Brigada Criminal (1950), Cielo neցro (1951), La laguna negra (1952) o
Condenados (1953).
[3] Sus películas, en colaboración con el excelente guionista Rafael Azcona, describen cáusticamente al
español medio de la época, con dificultades económicas y problemas de identidad. La realidad de esos
años se presenta de manera grotesca y esperpéntica, suavizada a través del humor.
_____________________________________
Años 60
En esta década se empieza a vivir en España uno de los períodos de expansión
económica más importantes del siglo XX. Se produce una tímida apertura política y esfuerzos
por parte del régimen para ser reconocido internacionalmente. Europa olvida los traumas de la
guerra civil y los turistas invaden un país de clima benigno, repleto de playas y de arte, barato y
sin delincuencia, lo que supone a los españoles estar en contacto directo con costumbres más
liberadas.
Al cine se le encarga el papel de demostrar esta modernización. El gobierno establece
varias medidas para mejorar la calidad de la producción cinematográfica.
Esto produce una división entre:
- un cine comercial en el que predominan
las comedias “a la española”, películas oportunistas
y baratas de gran éxito entre el público,
conservadora, respetuosa del orden y reforzadora
de los tópicos tradicionales (caricatura de la mujer y
superioridad masculina, complejo de inferioridad
hacia lo que viene de fuera y deseo de ser como
los extranjeros)[1]
- y el Nuevo Cine Español, segundo
momento de renovación de la cinematografía
española, que cultiva un realismo crítico con influencias de la
Nouvelle Vague francesa.
En noviembre de 1962 se fundó la EOC (Escuela Oficial de
Cinematografía), donde se formaron estéticamente los directores del NCE. Estuvo formado por
una nómina de 48 realizadores debutantes, que hacen películas [2] de desigual interés y calidad
entre los años 62 al 67 y de escaso impacto entre el público. De entre ellos destacamos a Carlos
Saura, Basilio Martín Patino [3] y Mario Camus [4], Gonzalo Suárez [5] o Vicente Aranda [6]
pertenecen a la Escuela de Barcelona, que en los años 60 se caracteriza por su propuesta de
estructuras abiertas e innovadoras. Este cine es el único que ha dejado huella en el cine actual y
sus directores siguen realizando películas en nuestros días, no así los exponentes del cine
comercial.
Carlos Saura se proyecta internacionalmente en esta década.
Por sus preocupaciones temáticas y su carácter crítico, comparte puntos en
común, aunque su experiencia es puente entre la generación disidente de
los años 50 y la del NCE. Después de Los Golfos (1961) realiza La caza [7]
(1965) una de sus mejores películas y una de las radiografías más duras
hechas en España sobre la mentalidad de la sociedad franquista, auténtica
disección jovenlandesal y sociológica. Recurre a la metáfora de la persecución de
animales para representar la violencia contra el hombre, que tendrá
continuación en otros filmes, como Furtivos (1975) de Borau o La escopeta
nacional (1977) de Berlanga. Su estreno constituyó una agradable sorpresa,
un punto y aparte en el cine español. Pippermint frappé (1967), Stress es
tres, tres... (1968) y La madriguera (1969) expresan las contradicciones de clase, la violencia
destructora y el sesso y la fin.
Bardem, Berlanga y Fernando Fernán Gómez vieron su trayectoria profesional y artística
fuertemente coartada y tienen problemas con las autoridades de la época. Berlanga estrena su
obra maestra, El verdugo (1963) [8]. La película es un alegato contra la pena de fin, contado
en clave de humor neցro que llega a lo macabro en algunas escenas.
Fragmentos de películas


Tómbola (1962), de Luis Lucia. Productora: Guión P.C.
Del rosa al amarillo (1963), de Manuel Summers. Productoras: Impala, Eco
Films.
_________________________________
[1] Este tipo de cine tiene ahora valor por reflejar los cambios socio-políticos del momento. Títulos
representativos de esta tendencia son La ciudad no es para mí, de Pedro Lazaga (1965),
[2] La película que define al NCE es Nueve cartas a Berta (1965) de Basilio Martín Patino. El director
retrata con estilo documental la vida en una capital de provincia. El protagonista es un joven universitario
que se escribe con la hija de un republicano exiliado que vive en Londres, a través de las cuales intenta salir
del ambiente de frustración familiar por las secuelas de la guerra civil y de la vida gris que lo oprime, pero
sin éxito, porque al final es absorbido por el ambiente social atrasado y provinciano.
[3] Uno de los trabajos más interesantes de este director es el documental Canciones para después de una
guerra (1971). A través de una excelente mezcla de documentales de la época, fragmentos de películas,
fotografías, recortes de periódicos, anuncios publicitarios y un total de cuarenta y cinco canciones de moda
en aquellos años, se narra la dura historia de la posguerra, desde el final de la Guerra Civil española hasta la
firma del primer tratado con Estados Unidos en 1953. Queridísimos verdugos (1973) y Caudillo (1975)
completan la serie.
[4] Biografía y obra en Mario Camus - TodoCine.
[5] Página oficial: Gonzalo Suárez, página oficial.
[6] En sogetel.es - La mejor información y recursos sobre cine estrenos. ¡Esta pagina está a la venta! y http://www.juanalaloca.com/ se encuentra información
sobre su filmografía.
[7] Cuatro excombatientes franquistas van a cazar conejos a un lugar en el que combatieron durante la
guerra civil. El calor, la soledad y el paisaje les hace aflorar sus frustraciones, y se establece una tensión
que explota en violencia. Acaba en tragedia y en baño de sangre, como secuelas de un conflicto reciente
cuyas heridas aún no han cicatrizado.
[8] José Luis, un empleado de una funeraria que sueña con irse a Alemania para llegar a ser un buen
mecánico, es sorprendido con la hija del verdugo de la prisión. Ante la falta de habitación y las presiones,
se casa con ella, tiene um hijo y hereda el cargo del suegro. Venciendo su da repelúsncia a tal oficio, José
Luis tiene que oficiar como verdugo, pero tienen que arrastrarle, igual que al reo que va a ser ajusticiado.
Cuando termina, le dice a su suegro: no lo haré más. Y su suegro le contesta: eso mismo dije yo la primera
vez. Una vez más, la película es fruto de la colaboración entre Berlanga y Azcona.
_______________________________
Fin del franquismo, Transición y Democracia (años 70):
Estos diez años ven pasar vertiginosamente varios períodos: tardofranquismo, transición
y democracia. Mientras se culmina la decadencia biológica del dictador, las actividades de la
oposición clandestina se intensifican, lo que trae consigo un mayor rigor en los aparatos
regresivos del estado. Franco muere en el 75 y D. Juan Carlos es nombrado rey de España. La
producción cinematográfica camina al compás de los acontecimientos históricos. A partir de la
fin de Franco se procede paulatinamente al derribo del sistema protector y de falta de
libertades del entramado cinematográfico franquista (sindicato vertical, censura, etc.). Estamos
en la Transición, un período denso de acontecimientos con cambios radicales que desembocará
en la reforma política y en la democracia. En el 76 sube al poder el primer gobierno democrático
y en el 77 se suprime oficialmente la censura. En el 78 se producen las primeras elecciones
democráticas.
En esta década, conviven diferentes tipos de cine:
a) Cine comercial, el más cultivado, en el que predomina la comedia “a la española”[1]
que, con los mismos esquemas que en la década anterior, se va volviendo sexualmente más
explícita. Este cine sólo conserva valor sociológico, porque representa los valores de ciertos
estratos sociales, lo que Monterde (1993: 34) denomina “homo franquista”.
Carteles de películas de los años 70
Directores prolíficos de esta tendencia son Manuel Mur Oti, Francisco Rovira-Beleta,
Ignacio F. Iquino, Vicente Escrivá, Pedro Lazaga, Mariano Ozores, Rafael Gil, José Luis
Sáenz de Heredia, José María Forqué, profesionales que ya venían de otras etapas.
b) Cine de oposición, un cine antifranquista que
refleja toda la contestación pidiendo apertura política,
desde distintas posturas, puesto que es cine de autor.
Como todavía existe la censura (se deroga en 1978), la
crítica se hace de manera metafórica y elíptica, tendencia
que ya existía desde los primeros tiempos de la
disidencia en los años 50. Esta producción conecta con el
público, porque el espectador (de clase media, joven,
universitario) va al cine como un acto de resistencia
contra el régimen.
Dentro de este campo, la primera película de
Víctor Erice, El espíritu de la colmena (1973), una de
las grandes películas españolas, alcanza la cima del cine
metafórico. Trata del impacto psicológico que ha causado
la guerra civil en la sociedad española, las dificultades
para establecer comunicación y relaciones afectivas.
Para ello nos muestra una familia cuya hija, Ana, vive
emocional e intelectualmente distante de sus padres,
quienes sufren el trauma de la guerra y fuertes problemas
de identidad. La maestría de la película consiste en que
el estilo está en sintonía con el tema: las imágenes reflejan la monótona vida del pueblo, y la
iluminación sirve para reflejar los estados de ánimo de los personajes. De ese mismo año es
Habla mudita, de Manuel Gutiérrez-Aragón [2], cineasta clave del cine posfranquista.
Máximo exponente del cine metafórico, Saura continúa en este período con su reflexión
sobre las implicaciones que tuvo el franquismo en la sociedad española, analizándolo desde la
óptica de la clase media. Desde La caza (1965), el inicio de esta vena metafórica, esta tendencia
va aumentando hasta llegar a Ana y los lobos (1972), donde se han eliminado los elementos
naturalistas y sólo queda la representación simbólica. La prima Angélica (1973) supuso un
contencioso con la censura, fueron atacados varios locales que exhibían el filme, lo que
repercutió positivamente sobre su carrera comercial. Cría cuervos... (1975) es otra gran película,
que centra su interés en un microcosmos más personal, cerrado y restrictivo: el despertar de un
niño en un sofocante ambiente familiar que, sin prescindir de referencias históricas y
contextuales, se eleva por encima de su simbolismo en busca de un público más internacional.
Supone la definitiva consagración internacional de su autor.
Fotogramas de Ana y los lobos
El desencanto (19776) de Jaime Chavarri es un título también
clave. Pensada en principio como un corto documental, el relato fue
creciendo en importancia hasta llegar a ser una película de gran
acogida, a medio camino entre la ficción y el documental. Cuenta la vida
de la familia Panero, narrada por la viuda del poeta falangista Leopoldo
Panero, Felicidad Blanch, y sus tres hijos, Juan Luis, Leopoldo y Michi
Panero. Las relaciones entre ellos y con sus familiares son el centro del
relato, un retrato de la decadencia de la familia tradicional rodado en los
tiempos de la transición española.
En Furtivos (1975), de José
Luis Borau, la trama realista
funciona independientemente de su
sentido simbólico. Es su mejor
película. Tuvo problemas con la
censura y gran éxito de público.
Propone la metáfora de la violencia
como eje vertebrador. Un cazador
furtivo que mantiene relaciones
incestuosas con su posesiva
progenitora, ve su vida modificada por
la irrupción de dos extraños, lo que
provoca el intento de liberación de
la férrea tiranía de su progenitora. Las
relaciones entre los tres provocan
situaciones que acabarán
violentamente. Bajo esta historia se
esconde el temor a una respuesta
sangrienta del régimen ante las
nuevas libertades [6] .
c)
La tercera vía: un camino intermedio, propio de esta coyuntura sociopolítica, con
películas comerciales pero muy cuidadas que cuentan con actores progresistas para tratar temas
de actualidad, levemente comprometidos, como aborto y libertad sensual. Explota el sesso y
representa la ideología de una derecha civilizada (como ejemplos representativos, Vida conyugal
sana (1973) y Los nuevos españoles (1974) de Roberto Bodegas Tocata y fuga de Lolita, de A.
Drove (1974).
Hay también toda la producción independiente que da origen a los
"CINES NACIONALES" en los cuales se conjugan diversas tendencias
que diversifican la oferta y sirve de escuela de formación para trabajos
posteriores. Destacan los nombres de Iván Zulueta (Arrebato, 1979),
Paulino Viota (Con uñas y dientes, 1978), Francisco Betriu (Furia
española, 1974), Emilio Martínez-Lázaro (Las palabras de Max, 1978)
Ricardo Franco (Pascual Duarte, 1975), Bigas Luna (Bilbao, 1978),
etc.
Otros directores que comienzan a trabajar ahora son Alfonso Ungría (El
hombre oculto, 1970), Jaime de Armiñán (Mi querida señorita, 1970),
Mario Camus (Los días del pasado, 1977), José Luis García Sánchez
(Las truchas, 1978) o Pilar Miró (El crimen de Cuenca, 1979), entre
otros muchos.
Los actores que más famosos que protagonizan las películas en estos
años son Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, José Sacristán,
Agustín González o Concha Velasco, junto con otros más jóvenes que
iniciaban su carrera que continúa hasta hoy: Carmen Maura, Ángela Molina, Xabier Elorriaga,
Ana Belén.
Fragmentos de películas

Vente a Alemania, Pepe (1971), de Pedro Lazaga. Productoras: Aspa, P.C. y
Filmayer Producción.
[1] Se hizo muy famosa comedia “sexy” conocida como “landismo”-, cuyo punto de partida fue No
desearás al vecino del quinto (1970), de Ramón Fernández, con Alfredo Landa de protagonista, de enorme
éxito de público. Narra las relaciones que se establecen entre Pedro, ginecólogo y su vecino Antón,
modisto. Mientras el primero tiene la consulta vacía por ser muy atractivo y no fiarse de él ni padres ni
maridos de las pacientes, el segundo tiene el negocio lleno de mujeres porque se hace pasar por
gays.
[2] “Menos preocupado por los aspectos estéticos que Erice, más sutil e irónico que Saura, Gutiérrez
emprende una de las trayectorias más coherentes del cine español de esos años, al haber conseguido aunar
prácticamente siempre sus preocupaciones personales con las posibilidades derivadas de su ubicación en la
industria cinematográfica española” (Monterde, 1993: 48).
_______________________
La Democracia:
Años 80:
El proceso de normalización democrática que vive España desde finales del 77, el final de
la censura y el constante interés de la sociedad española por enterrar los restos del franquismo
tienen como consecuencia la libertad creadora, que se manifiesta en el cine con propuestas muy
diferentes. Ahora se da la mayor amplitud temática y formal de toda la historia del cine español,
además de la recuperación de los “cines nacionales” en algunas comunidades autónomas.
Las tendencias cinematográficas de los años ochenta fueron tuteladas desde la
Administración (Pilar Miró se puso al frente de la Dirección General de Cinematografía), que
toma una serie de medidas para fomentar el cine de calidad, un cine de autor que protege a los
debutantes y que logra que la producción comercial de bajo desempeño profesional decaiga. El
cine español cosecha algunos éxitos, como el Óscar a la mejor película extranjera por Volver a
empezar (1982), de José Luis Garci y éxitos de taquilla como Los santos inocentes (1984), de
Mario Camus.
Géneros:
Los géneros predominantes en esta década fueron la comedia y el thriller. El drama se
cultivó con rasgos menos definidos desde el punto de vista del género. Otros géneros clásicos
como aventuras, musicales, cine fantástico etc. tuvieron menos importancia.
Como hemos ido viendo, la comedia es un género tradicional desde los 40. En los años
que nos ocupan, la comedia continúa los esquemas subgenéricos de otras etapas, desde la
comedia política, costumbrista y reaccionaria a la comedia sexy (ahora con tendencia al prono) o
parodias. Muchas de estas producciones están vinculadas nostálgicamente a la ultraderecha
franquista. Cultivadas por directores de etapas anteriores [1] fueron languideciendo
progresivamente a medida que la política cinematográfica del gobierno iba tomando fuerza. Otra
tendencia es la continuación de la comedia a la manera de “la tercera vía”, una comedia
posibilista que repasa las frustraciones de las generaciones que han crecido con el franquismo,
entre la ilusión y el desencanto, con la que el público se puede identificar, ahora con cierta
tendencia al drama [2]).
Con este punto de partida, pero tomando otros
elementos como la comedia clásica americana (Lubitsch,
Hawks, Wilder) o más moderna (Allen, Rohmer, Tanner),
directores como Fernando Colomo (La línea del cielo,
1983; La vida alegre, 1987; Bajarse al jovenlandés, 1988) y
Fernando Trueba [3] (Opera prima, 1980), director
fundamental del cine de los 80, construyen una comedia
más espontánea y personal [4], de bajo presupuesto, que
se dará en llamar la “comedia madrileña”, que retrata y
exalta la “movida” madrileña, protagonizadas por “progres”,
jóvenes izquierdistas inmaduros llenos de problemas. Con
presupuestos más altos progresivamente, esta comedia se
va sofisticando y perdiendo el carácter localista como Sal
subida de peso (1983) o Sé infiel y no mires con quién (1985).
Fernando Trueba abre esta vía a otros cineastas:
Manuel Gutiérrez Aragón (La noche más hermosa, 1984)
y Emilio Martínez Lázaro (El juego más divertido, 1988),
entre otros.
Especial relevancia tendrá Pedro Almodóvar, que después de realizar películas en la más
pura marginalidad durante seis años, se acercaba a los circuitos comerciales con Pepi, Luci y
Bom... y otras chicas del montón (1980), película que le convirtió en un director controvertido
pero a la vez admirado por un masivo público joven; otras películas de este director en esta
década fueron Laberinto de pasiones (1981), Entre tinieblas (1983), ¿Qué he hecho yo para
merecer esto? (1984), La ley del deseo (1986), Matador (1986) y Mujeres al borde de un ataque
de nervios (1987). A partir de este último filme, Almodóvar conquistó los mercados
internacionales y se convirtió en el emblema del cine español fuera de nuestras fronteras.
El trabajo de Berlanga se centra en su particular visión crítica y esperpéntica de la
sociedad, con la trilogía La escopeta nacional (1977), Patrimonio Nacional (1981) y Nacional III
(1982) y otros títulos como La vaquilla (1984) y jovenlandeses y cristianos (1987).
En esta línea de comedia de humor crítico está José Luis Cuerda (La corte del Faraón,
1985; Pasodoble, 1988; El vuelo de la paloma, 1989).
El segundo género más cultivado es el cine policíaco, coincidiendo con el auge de la
literatura “negra” en España y continuando con una tendencia surgida en los finales de los 60.
Este tipo de cine permite reflejar la realidad social. Muchas de ellas son adaptaciones de obras
literarias (abundan las inspiradas en las novelas de Manuel Vázquez Montalbán y otros
escritores). Entre los mejores títulos están Deprisa, deprisa (1980), de Carlos Saura, Maravillas
(1980) de M. Gutiérrez-Aragón y las dos películas (I y II, de 1881 y 1982) El crack de José Luis
Garci.
Eloy de la Iglesia es el director que más cultiva el género: Navajeros, (1980), Colegas
(1980), El Pico (I y II, 1993 y 1984), La estanquera de Vallecas (1987)... En todas ellas retrata las
lacras sociales del momento.
Dentro del género musical, hay que destacar los trabajos de Carlos Saura, Bodas de
Sangre (1981), Carmen (1986) y El amor brujo (1986), que tuvieron gran éxito y repercusión
internacional.
Temas:
Gran parte de las películas
abordan la historia, tras cuarenta
años de silenciar la memoria de los derrotados de la guerra civil, abordando los años de la
República, la guerra civil y las primeras décadas del franquismo. Pascual Duarte (1976), de
Ricardo Franco, Las largas vacaciones del 36 (1976), de Jaime Camino, El año de las luces
(1986), de Fernando Trueba, Dragon Rapide (1986), de Jaime Camino, Réquiem por un
campesino español (1985), de Francesc Betriu, Las cosas del querer (1989), Jaime Chávarri
...
Demonios en el jardín (1982) es una de las mejores películas de M. Gutiérrez Aragón,
éxito de crítica y público. Es un drama rural en la más dura posguerra a través de los ojos de un
niño enfermo [5].
Uno de los autores que mejor retrata la España franquista es Vicente Aranda que,
partiendo de un lenguaje narrativo clásico, combina el análisis histórico con elementos de la
crónica negra y criminal bajo y realiza una serie de dramas donde conviven sesso, violencia y
fin: Asesinato en el comité central (1982), Fanny Pelopaja (1984), Si te dicen que caí (1989)
o El Lute (I y II, 1987-88).
El Sur (1983) constituye una de las mayores cimas del cine de esta época, confirmando a
su director, Víctor Erice (*), cuya carrera cinematográfica hasta hoy se limita a tres películas,
como un autor extraordinario con universo temático y formal propio. En El sur se reflexiona sobre
el Bien y el Mal o sobre el acceso al conocimiento a través de las relaciones entre un padre y
una hija, pero también mediante aspectos formales como el tratamiento de la luz y el tiempo.
La literatura sirve como argumento a numerosas adaptaciones. Como ejemplo de éxito de
público y crítica podemos mencionar a Mario Camus: La Colmena (1982) sobre la novela del
mismo título de Camilo José Cela y Los santos inocentes (1984), esta vez adaptación de la obra
homónima de Miguel Delibes. Vicente Aranda también recurre con frecuencia a la literatura: La
muchacha de las ropa interior de oro (1980) y Tiempo de silencio (1986), inspiradas en las novelas de
Juan Marsé y Luis Martín Santos, respectivamente.
Pero también el cine refleja los cambios sociales del presente, lo que da lugar a un
“nuevo costumbrismo” (Monterde, 1993:169). Los problemas que se plantean son “la dificultad de
asumir la propia identidad, casi siempre por alguna «diferencia», como ser gays, joven,
neցro, extranjero o incluso simplemente mujer; las dificultades de relación de la pareja, el amor y
el desamor; la insatisfacción con las normas de vida sancionadas socialmente, basadas en el
éxito y la competitividad; el desencanto ante las ilusiones y esperanzas truncadas en los tibios
tiempos del consenso; la soledad y cotidianeidad de la vida urbana; etc.” No se tratan los
problemas sociales del momento (política, reconversiones económicas, incorporación a
Europa...) desde un punto de vista colectivo, sólo se aprovechan temas candentes como el paro,
las drojas o la delincuencia bajo una perspectiva más sensacionalista que crítica.
El cine de “destape” de la década anterior se va haciendo más explícito hasta desembocar
en el cine pronográfico, reconocido en la ley de 1982. La presencia del sesso y del erotismo se
normaliza en los filmes, y directores como Bigas Luna [6] y Almodóvar reflexionan en sus
películas sobre asuntos sensuales. Algunos muestran manifestaciones sensuales reprimidas en el
franquismo, como la gaysidad.
La nueva generación de directores reunió a su alrededor a un grupo de actores, más en
consonancia con los temas que abordaban y próximos a intereses comunes. Es así como le llegó
el momento a Carmen Maura, Victoria Abril , musas, respectivamente, de Almodóvar y
Aranda, Verónica Forqué, Imanol Arias, Asumpta Serna, Óscar Ladoire, Antonio Resines,
Silvia Munt, Antonio Banderas [7] , Gabino Diego[8] . A estos se unió una pareja que iba a dar
mucho que hablar en el cine español, Maribel Verdú y Jorge Sanz.
[1] Cultivan estos subgéneros directores como Rafael Gil, J. M. Forqué, Vicente Escrivá, Manuel
Summers, Pedro Lazaga, Mariano Ozores... con títulos que lo dicen todo: El liguero mágico (1980),
Adulterio nacional (1981), ¡Que vienen los socialistas! (1983), Agítese antes de usarla (1983), Don calabacín
de la Manga (1983), Hacienda somos casi todos (1988), y un largo etc.
[2] Un ejemplo representativo de esta tendencia lo constituye Asignatura pendiente (1977), de José Luis
Garci
[3] Página oficial: Pagina oficial de Fernando Trueba.
[4] La tendencia se inicia con Tigres de papel (1977) y ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como
este? (1978), de Fernando Colomo. José Luis Cuerda: Pares o nones (1982).
[5] Gloria, propietaria de una tienda, se ocupa de la boda de su hijo Óscar con Ana. Su otro hijo, Juan, tiene
un hijo con su prima, Juanito. El niño va a vivir con la abuela, cae enfermo y se convierte en el centro de la
vida de la familia. A través de sus ojos se describe el mundo del estraperlo que enriquece a la familia y las
intrigas familiares.
(*)
En 1992 estrena El sol del membrillo, considerada la mejor película española de todos los tiempos.
[6] Otra web: ??????????.
[7] Noticias | fotos | vdeos de famosos | cine | televisin | entretenimiento | HoyCinema
[8] Gabino Diego
De los años 90 a nuestros días*:
En estos años la tendencia es compatibilizar la comercialidad con la calidad, porque se
consideran imprescindibles los beneficios económicos para la existencia de la industria
cinematográfica.Se produce una fuerte renovación generacional, favorecida por el espíritu de la
Ley Miró (que como comentamos, fomentaba la calidad de los proyectos e el impulso a los
nuevos realizadores) que impregna toda la filosofía de la protección pública de la era
socialista4[1]. En 1996 llega al poder el Partido Popular, que cambia el sistema de ayudas,
concediéndolas sobre el rendimiento de taquilla. Sólo se conservan las ayudas previas para los
nuevos realizadores. Muchos jóvenes debutan en estos días; sin ánimo de ser exhaustivos,
aparecen en esta década con trabajos que llaman poderosamente la atención Juanma Bajo
Ulloa, Enrique Urbizu, Julio Medem, Alex de la Iglesia, Gracia Querejeta, Chus Gutiérrez,
Manuel Gómez-Pereira, Fernando Leon de Aranoa y que luego continuarán con una
trayectoria prometedora. Igualmente, podemos citar nombres como Mariano Barroso, Iciar
Bollaín, Isabel Coixet, Santiago Segura, Benito Zambrano, Achero Mañas, Juan Carlos
Fresnadillo, La Cuadrilla, Azucena Rodríguez, Joaquín Oristrell, Miguel Albadalejo y un
largo etc. hasta completar una larga lista de más de doscientos nuevos directores, donde hay
que destacar la abundancia de mujeres (una treintena). Por su parte, directores con una
trayectoria asentada continúan en pleno proceso creador: Carlos Saura, José Luis Garci,
Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis Cuerda, Bigas Luna, Pedro Almodóvar, Fernando
Trueba, Montxo Armendáriz, etc.
Es en esta década cuando se produce una mayor evolución en el mundo
cinematográfico, después de los dos movimientos renovadores de la época de
Temas:
De cualquier manera, el contexto social, cultural, económico y político en el que están
inmersos es común: todos ellos han crecido en la libertad democrática, por lo que se sienten
interesados más en el presente que en la reflexión sobre la historia; tampoco acuden a la
tradición literaria de manera tan frecuente como en etapas anteriores. Su formación se ha
fraguado en un terreno interdisciplinar, en la sociedad de la información y la comunicación,
desde el cómic hasta la realidad virtual. Sus películas hablan de los problemas de la juventud
(problemas emocionales y sensuales, desasosiegos vitales y amorosos, la relación con los
padres, el paso a la edad adulta) desde una perspectiva individual, aunque también se reflejan,
muchas veces de manera indirecta, la realidad social y política (el desempleo, la inmi gración, las
drojas, la gaysidad, la televisión...): La ardilla roja, Éxtasis, Alas de mariposa, Alma
gitana, Todo es mentira, Hola, ¿estás sola?, Familia, Nadie hablará de nosotras cuando
hayamos muerto, Más que amor, frenesí, Los amantes del círculo polar, Solas, El Bola...
Géneros:
En esta época hay una tendencia a la mezcla de géneros, los procedentes del cine americano
(comedia sofisticada, cine fantástico, de ciencia-ficción y de terror) y algunos tradicionales del
cine español: cine costumbrista, crónica negra, drama familiar, esperpento
Un nombre importante en el cine fantástico con raíces ibéricas es Alex de la Iglesia
5[11] (Acción mutante, El día de la bestia, La comunidad), en las que mezcla el sainete neցro,
los reality shows, citas a clásicos como Hitchcock, los tebeos y los efectos digitales. En el campo
del thriller con vocación cosmopolita y éxito de público y crítica tenemos el caso de Amenábar
6[12] (Tesis, Abre los ojos), cuyo talento ya ha trascendido al exterior 7[13] . En el terreno del
drama, hay que destacar autores como Mariano Barroso (Éxtasis), Fernando León de Aranoa
(Barrio), Miguel Hermoso (Fugitivas), o Achero Mañas (El Bola). Pero el género predominante
es la comedia, en la que Manuel Gómez-Pereira 8[14] alcanza la cima de la comedia española
con El amor perjudica seriamente la salud, donde sintetiza las influencias de la comedia
sofisticada americana con elementos costumbristas y sainetescos de la tradición hispánica. Su
estilo ha generado numerosos discípulos.
Se recupera también el documental: Innisfree, de José Luis Guerín, El sol del
membrillo, de Víctor Erice, un “trascendental ensayo sobre la pintura y el cine” (Heredero, 2002:
80), sesso oral, de Chus Gutiérrez, Calle 54 9[15] (2000) de Fernando Trueba sobre jazz latino,
etc.
Hay que hacer notar el éxito subproductos relacionados con programas televisivos o con
hechos de la prensa del corazón, que alcanzan un éxito comercial extraordinario, cuya muestra
más representativa es Torrente, el brazo simple de la ley, de Santiago Segura.
Dos ejemplos de cine actual10[16] :
Entre la extensa nómina de directores noveles y por la imposibilidad de extendernos en
exceso, destacamos dos ejemplos de directores con una trayectoria ejemplar desde sus
primeros trabajos: el primero, el director y guionista Julio Medem 11[17] , ya se ha convertido en
una de las voces fundamental en la historia del cine español, la más personal del cine de
nuestros días, un creador de un mundo poético mágico y onírico y de un lenguaje estético propio
al que tampoco le falta el apoyo de la crítica y del público. En sus películas explora en lo más
profundo de la mente, de los pensamientos y emociones de protagonistas que son golpeados
duramente por la vida. Su premiada filmografía hasta hoy abarca Vacas (1992), un cuento-
metáfora sobre la historia de odios intestinos y rurales en la sociedad vasca visto a través del ojo
turbio y manso de las vacas; La Ardilla Roja (1993), que se centra en la capacidad humana de
transformar la realidad a partir de la mentira; Tierra (1995), fábula sobre la dualidad entre el
amor y el sesso; Los Amantes del Circulo Polar (1998), donde Ana y Otto, los protagonistas, nos
muestran sus vidas unidas por un amor apasionado y secreto que los conduce hacia un
dramático final, al contrario que Lucía y el sesso (2000), su obra más madura, cuya protagonista
emprende un viaje iniciático hacia una nueva vida intentando dejar atrás su pasado.
Fernando Leon de Aranoa 12[18]. También
director y guionista de películas propias y ajenas, es otra de
las figuras importantes del cine español actual. Sus filmes,
centrados en causas sociales, tienen una estética deudora
del documental televisivo y del naturalismo cinematográfico.
Crea
un
universo
cinematográfico
que
refleja
testimonialmente problemáticas suburbiales, lacras de lo
cotidiano, y destacan por su rigor narrativo, por detenerse
en la exploración del interior de sus personajes sirviéndose sólo de la dirección de actores, en
una puesta en escena depurada y en unas localizaciones realistas. Su primer largometraje,
Familia (1996), logró el Goya a la Mejor Dirección Novel, así como otros premios en diversos
festivales. Su protagonista decide alquilar una familia día de su cumpleaños, y contrata a un
grupo de actores aficionados para que hagan ver que le quieren y que le respetan. En este filme
donde realidad y ficción se entrecruzan, se habla, en clave de humor, de los sentimientos, la
soledad y la mentira. Barrio (1998) está centrada en vida de tres adolescentes en un barrio
marginal de una gran urbe en el que pasan un largo verano soñando con una realidad distinta y
con salir de allí. Refleja matices sociales que raras veces se han podido ver en el cine español.
mezcla el humor con tres historias trágicas. El tercer largo de Fernando León de Aranoa es
Caminantes (2001), un documental realizado en Méjico sobre la marcha zapatista desde San
Cristóbal de las Casas hasta la capital, testimonio fiel y crudo de una realidad deprimente. El
último proyecto cinematográfico es Los lunes al sol (2003), sobre trabajadores del sector naval
amenazados por la reconversión industrial.
Si la nómina de los directores es extensa, qué decir de la los actores. Es imposible hacer
una síntesis que haga justicia al trabajo de tantos nuevos valores. De cualquier manera, Javier
Bardem, Ariadna Gil, Aitana Sánchez Gijón, Penélope Cruz, Juan Diego Botto, Carlos
Fuentes, Nancho Novo, Eduardo Noriega, Paz Vega ya han demostrado su talento
interpretativo en numerosos trabajos.
 
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