Hilo Oficial: Desmontando la patraña del "galleguismo".

AryanFront

Amor a la Tierra, Lealtad a la Sangre.
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Jacobinismo puro y duro, heredero de lo ocurrido en 1789.
¿Los genocidas de las culturas europeas nunca descansais?
meparto:meparto:meparto:meparto:meparto:
Aun tiene el descaro de abrir la boca siendo separatista y pilinguiniano.
Tiene todas las papeletas para que se le mande al ignore, farsante desinformador y genocida antiespañol.
 

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Aun tiene el descaro de abrir la boca siendo separatista y pilinguiniano.
Tiene todas las papeletas para que se le mande al ignore, farsante desinformador y genocida antiespañol.
Ya te envío yo a ti antes, HGPyPC genocida, asesino y descendiente de asesinos criados en un muladar.

Y no olvides recoger tu hez, fascista poco agradable y etnocida.

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Madmaxista
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Dedicado a los genocidas como el que acabo de bloquear, el tal "Aryanfront":

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Uritorco

The White Revolution is the only solution.
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Dos logias encubiertas: la Cova Céltica y la Real Academia Gallega.

Dentro de la variedad de expresiones culturales nacidas al impulso y amparo del movimiento cultural gallego conocido como Rexurdimento, destaca la Cova Céltica, nombre que recibió una tertulia que mantenían desde 1893 un grupo de intelectuales de ideología regionalista muchos de los cuales destacaron por sus nexos y vínculos masónicos y que descollarían también como figuras de primer orden en el desarrollo del galleguismo.

Entre los habituales de la Cova Céltica figurarían, por ejemplo, personajes como Antonio Villar Ponte, rotario y redactor de “La Voz de Galicia” y Manuel Lugrís Freire, venerable francmasón que gozó de excelentes intereses en el Banco Pastor[1]. Ambos fueron fundador y director respectivamente de “A Nosa Terra”, portavoz de nacionalismo. La estrecha relación de Lugrís con la familia propietaria del Banco Pastor, «empresa judía de Galicia»[2] constituida el 1 de enero de 1925, le permitió a ésta publicar anuncios y publicidad en el periódico “A Nosa Terra”, fundado en La Coruña en agosto de 1907, como vocero de Solidaridad Gallega. Ambos participarán en 1904 en la fundación de la Asociación de la Prensa de La Coruña, una de las más veteranas de España y la más antigua de Galicia, de la que en 1915 Villar Ponte llegaría a ser su presidente.

Curiosamente, el primer lugar de reuniones de la referida Asociación fue la librería la Cova Céltica[3] ―germen de otras dos instituciones como La Liga Gallega y la Real Academia Gallega (RAG)—, propiedad de otro conocido francmasón, Eugenio Carré Aldao (simbólico «Gutemberg»)[4], historiador de literatura gallega. Las tertulias que allí tenían lugar eran frecuentadas sobre todo por republicanos federales y galleguistas —que acabarían la mayoría por sentarse en los sillones de la RAG―, como Pondal, Tettamancy, Salinas, Curros, Lugrís, Barbeito, Salazar, Costales, Barcia o el propio Murguía, al que apodaban «el gnomo» por su diminuta estatura (medía 1,30 cm). Casado con la también escritora Rosalía de Castro, ambos formaron en su tiempo «una pareja rebelde y comprometida con el progresismo más radical»[5].

De la Cova Céltica —que cerró en 1908―, partió la idea de fundar en 1897 La Liga Gallega[6], una organización regionalista presidida por Murguía, si bien su trascendencia política no fue importante a pesar del apoyo decidido que contó por parte de “La Voz de Galicia”. En 1907, Murguía participa en la creación de una nueva organización política regionalista denominada Solidaridad Gallega, activa hasta 1912 e inspirada y apoyada desde un primer momento por Solidaridad Catalana (1906-1909), compuesta por una amplia coalición de fuerzas catalanistas cuya «aspiración suprema», era, en palabras de uno de sus dirigentes, «la reivindicación de la personalidad de Cataluña».

Solidaridad Catalana, a la que se había incorporado la Lliga Regionalista del sinuoso y agnóstico Francisco Cambó (futuro ministro de Hacienda y presidente de la CHADE, quien fue acusado de judío y masón), estaba presidida por Nicolás Salmerón, tercer presidente de la Primera República, además de destacado krausista y masón. Precisamente la maniobra de la masonería era hacer suya ―como sigue ocurriendo en nuestros días— las reivindicaciones regionalistas. Fruto de esa estrategia fue buscar también puntos de apoyo en Galicia con la finalidad de formar un frente a los dos partidos masónicos gubernamentales surgidos al dictado de la Monarquía restaurada —consecuencia del golpe de Pavía― que allanó y posibilitó en todo momento el camino a la Revolución asesina de la Patria.

La capa de democratismo con la que se reivindicó la lucha por la «liberación nacional» de las «naciones oprimidas» por el centralismo españolista —el cual, «paradójicamente», no hará otra cosa que claudicar y hacer continuas concesiones al regionalismo, separatista, federalista o autonomista, según la ocasión y el momento―, servirá para cubrir esta ruin, pero hábil maniobra. Segundo Moreno Barcia, Santiago Casares Quiroga, Manuel Lugrís Freire y Eugenio Carré Aldao, las cuatro figuras de mayor categoría de los «solidarios» gallegos ―junto con Murguía—, serían suficientes para calificar a esta organización, homónima de sus aliados «solidarios» catalanes, tantos de ellos plutócratas, que pretendía «recabar para Galicia su personalidad, como lo hace Cataluña», de masónica a ultranza.

Centrémonos por un instante en la figura del Venerable Maestro, Segundo Moreno Barcia (1841-1909), simbólico «Manín», santón laico y referente del librepensamiento y el anticlericalismo coruñés. Barcia dirigió la logia capitular “Brigantina nº 24”, al parecer, muy numerosa, fundada en 1877 por dos de los republicanos más destacados de La Coruña, Santiago Casares Paz (padre de Santiago Casares Quiroga) y el industrial Juan Montero Telinge, «vivo retrato de Abraham o Moisés», escribía Pérez Galdós, también conocido como «el banquero revolucionario» Este acaudalado comerciante «pertenecía a la flor y nata de la burguesía coruñesa» y llegó a ser alcalde de la ciudad herculina. Como dato anecdótico señalar que el primer texto que vio la luz en la prensa cubana escrito íntegramente en gallego, fue el cuento en verso Rosa e Pascual, de Montero Telinge, publicado el 26/11/1844 en el “Faro Industrial de La Habana”.

Moreno Barcia perteneció a la Junta Revolucionaria de Ribadeo (Lugo) tras la caída del régimen isabelino y fue un defensor incansable de las ideas democrático-republicanas y del federalismo pactista, junto con su amigo y correligionario Andrés de la Cavallería (ex-alcalde de Ribadeo), portador de un conocido apellido converso, llevando a cabo ambos una importante tarea proselitista de propaganda republicana en el medio rural. En junio de 1889 fue nombrado presidente de la sociedad librepensadora «Miguel Servet», formada en La Coruña. Esta sociedad, vinculada a la logia «Progreso nº 39», impulsó la creación del periódico “La República” y de la primera escuela laica gallega, cuya apertura se constituyó un año más tarde. Además de socio fundacional de la ILE y director de la Escuela de Comercio, Barcia fue también un ferviente partidario del Esperanto. En 1907 participó en la creación de Solidaridad Gallega, llegando a presidir la Junta de La Coruña, cuya herencia recogerán más tarde los impulsores de las Irmandades da Fala. Junto con su «hermano» Casares Paz, fue autor del Proyecto de Constitución para el futuro Estado Gallego, aprobado en la II Asamblea Federal de Galiza (Lugo, julio de 1887). Era tío de Augusto Barcia Trelles (1881-1961), Gran Maestre del Grande Oriente de España y ministro de la II República en el exilio,

Diluida la Liga y Solidaridad Gallega con los inicios de siglo, el galleguismo encontrará paralelamente un nuevo vehículo indispensable para su desarrollo en la creación de la Real Academia Gallega (RAG). Su constitución marcó un hito en la toma de conciencia de la cultura de Galicia y del valor que tenía la lengua gallega en la formación de esa cultura. Una de las primeras labores que se propuso fue la confección de un diccionario y una gramática gallega[7]. Se sabe con total certeza, que de los diez personajes clave que en 1906 participaron en la fundación de la RAG, los idolatrados intelectuales del llamado Rexurdimento gallego, Manuel Martínez Murguía, Valentín Lamas Carvajal[8], Francisco Tettamancy Gastón, Arturo Vázquez Núñez, Manuel Lugrís Freire, José Fontenla Leal, Manuel Curros Enríquez, Eugenio Carré Aldao, Ramón Pérez Costales y el ferviente anticlerical Víctor Said Armesto, siete eran masones, es decir, Núñez, Freire, Curros, Aldao, Costales[9], Said[10] y Leal[11]. Este último en concreto, verdadero impulsor de la institución, era conocido en las logias con el nombre simbólico de «Murguía»[12], en referencia a su compañero, lo que refuerza el hecho de la condición triangular de aquél[13]. Otros autores han puesto de manifiesto la notable y sospechosa analogía entre el símbolo adoptado por la RAG y el signo de la Logia Masónica Portuguesa del Gran Oriente[14].

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Ramón Pérez Costales, albacea de Picasso y cofundador de la RAG. En la foto, posando para la posteridad mientras realiza el signo masón.

Que los exégetas e impulsores de la RAG, todos ellos prohombres del «galleguismo», han pertenecido en su gran mayoría a la sociedad de la escuadra y el compás ―«nuestra agentur», denominación que taxativamente emplean los Sabios de Sión para referirse a ella—, no constituye en estos momentos ningún secreto. Aunque preferimos que sea el «hermano» Carlos Pereira quien abiertamente lo confirme: «Es poco conocido y no hay ningún interés en que se sepa que los fundadores de la Real Academia Gallega eran masones», comenzando por su primer presidente, Eugenio Carré Aldao[15]. La presidencia de honor de la Academia recayó en la condesa Emilia Pardo Bazán y de la Rúa-Figueroa (1851-1921), «campeona del feminismo»[16] y nieta del conjurado Miguel Pardo Bazán de Mndoza, pues además de «masón» era «hombre de juntas y conspiraciones»[17]. La acusación que imputaba a los Bazán de tener ascendencia judía, fueron en su tiempo objeto de encendida polémica[18].

Financiada generosamente durante el régimen democrático con dinero público, esta institución tuvo como presidente durante casi veinte años, desde 1979 a 1997, a otro individuo de la misma cuerda biográfica, Domingo García-Sabell (1908-2003), delegado del Gobierno de UCD en Galicia entre los años 1981 y 1996, y persona especialmente relacionada con el mundo judío y la Embajada de Israel en Madrid[19]. Galleguista y miembro del Club de Roma, su vinculación a la masonería tampoco sería descartable.

Las actividades políticas y culturales desarrolladas en los años sesenta por este sinuoso personaje ―primer presidente de la izquierdista Federación Universitaria Escolar (FUE) compostelana en tiempos de la República y cuya mansión de la Rosaleda se convertirá durante el franquismo en un centro de actividad política y cultural— se concentraron en dos direcciones: en primer lugar integrando el Comité Español del Congreso por la Libertad de la Cultura, al que también pertenecieron hombres de origen y convicciones tan dispares como José Luis Sampedro, Dionisio Ridruejo, Pedro Lain Entralgo, Enrique Tierno Galván, Camilo José Cela o Joaquín Ruiz-Giménez. Entre los objetivos de dicho Congreso, sostenido por los dólares del Departamento de Estado norteamericano, a través de la CIA y la Fundación Ford, como ampliamente ha documentado la historiadora británica Frances Saunders en su trabajo La CIA y la guerra fría cultural, se encontraba el desarrollo del federalismo y las aspiraciones de los regionalismos en España.

En el ámbito de la cultura, García-Sabell, además de asesor de la Fundación Barrié de la Maza, sería también uno de los principales animadores intelectuales de la revista “Grial”, publicación trimestral en gallego editada desde 1963 por la Editorial Galaxia, que contará como director literario al masón Ramón Piñeiro, que una década antes había sido nombrado secretario del Patronato Rosalía de Castro. No sería aventurado suponer que tanto esta revista como la otra gran publicación de oposición democrática “Cuadernos para el Diálogo”, contase con el aval económico del Congreso por la Libertad de la Cultura.

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[1] Xoán Carmona Badía (coord.), Empresarios de Galicia, Fundación Caixa Galicia, 2006, p. 23.
[2] Javier Domínguez, El enemigo judeo masónico en la propaganda franquista, Marcial Pons, 2009, p. 133.
[3] “Hoja del Lunes”, 23 de septiembre de 2005, p. 17.
[4] Alberto Valín, Galicia y la masonería en el siglo XIX, Ediciós do Castro, 1990, p. 101.
[5] “EL PAIS”, 14-06-2012.
[6] Mercedes Román Portas, Historia de La Voz de Galicia (1882-1939), Universidad de Vigo, 1997, p. 110.
[7] Mercedes Román, op. cit., p. 169.
[8] Su verdadero apellido era Carvajales, que modificó en 1870.
[9] «Masonería en Asturias» (https://onedrive.live.com). El autor del texto es Víctor Guerra García, masón asturiano del Gran Oriente de Francia y fundador de la organización Europa Laica, principal promotora de las campañas laicistas en España.
[10] Filólogo y ateneísta cuyo verdadero apellido era Saiz, el cual modificó en 1895, había sido iniciado el 9/X/1892 en la logia madrileña «Comuneros de Castilla» donde era conocido con el nombre simbólico de «Arístides». Esta vinculación le vendría por su círculo familiar más próximo, ya que sus progenitores Amalia Armesto Aldao y Federico Saiz Sánchez, habían figurado en el cuadro de la masonería pontevedresa (Masonería Universal, op. cit., p. 44 y ss; y Valín, op. cit., p. 440 y ss). Lo mismo que una tía de Amalia, Antonia Aldao Sarmiento, simbólico «Victoria». También lo había sido un tío paterno de Víctor, el político y periodista Indalecio Armesto Cobián (1838-1890), uno de los pontevedreses más sobresalientes del siglo XIX, ciudad de la que su tío Constantino Armesto Cobián (1823-1899), hermano de Manuel (también anticlerical y masón), llegó a ser Gobernador Civil (X. L. Barreiro Barreiro, Indalecio Armesto, filósofo, republicano y masón, Santiago de Compostela, 1991). Otra curiosidad es que la progenitora de ambos varones, María Cobián Bazán, era familiar de la escritora y novelista coruñesa Emilia Pardo Bazán. En cuanto a Víctor Said Armesto, éste sería el primer catedrático en España de Lengua y Literatura Galaico-Portuguesa. Para la concesión ad hoc de dicha cátedra fue crucial la labor subterránea desarrollada por el judío y masón Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza. En su honor se creó una logia en Granada que lleva su nombre, «Giner de los Ríos nº 30».
[11] Acerca de todos ellos, remito a las obras que ya adelantamos de Alberto Valín y Masonería Universal. También Carlos Pereira, A Galicia Heterodoxa, Espiral Maior, 2010, pp. 12 y 13.
[12] Carlos Pereira, op. cit., p. 19.
[13] Sobre este punto, es conveniente no pasar tampoco por alto su relación personal mantenida con importantes figuras del federalismo y el republicanismo que alcanzarían la máxima representación tanto en la masonería como en la jefatura de la nación, como Manuel Ruiz mujercita, Práxedes Mateo Sagasta y Nicolás Salmerón, con los que a Murguía le unía una vieja amistad. De hecho, Murguía perteneció durante su temprana etapa madrileña, a mediados del siglo XIX, al consejo de redacción del diario liberal de vanguardia “La Iberia”, descrito como «el periódico político de mayor circulación de su tiempo», propiedad de otro connotado francmasón, Pedro alopécico Asensio (más tarde adquirido por Sagasta), que sirvió de rampla de lanzamiento al entonces joven patriarca galleguista en el mundo intelectual y literario.
[14] Ramón Nicolás Rodríguez, Manuel Lugrís Freire. Vida e obra, Edicións Xerais de Galicia, 2006, p. 64.
[15] «La masonería gallega entra en primera división» (“EL PAIS”, 30-11-2013).
[16] Pilar Faus, Emilia Pardo Bazán. Su época. Su vida. Su obra, Fundación Pedro Barrié de la Maza, A Coruña, Tomo I, 2003, p. 551.
[17] Pilar Faus, op. cit., p. 58. Su hermano el catedrático e intelectual Pedro Pablo Bazán de Mendoza, es descrito por doña Emilia como «afrancesado» y «francmasón».
[18] «En concreto se les acusaba de ser descendientes de Mencía de Aguiar a quien, en un pleito en la villa portuguesa de Viana sobre la provisión de un beneficio curado, se le habría dado el tratamiento de “calificada”, entendiéndose con esto que se había sometido a un proceso del Santo Oficio, quizá por su posible ascendencia judía» («Don Miguel Pardo Bazán, abuelo paterno de Doña Emilia Pardo Bazán». Publicado en “La Tribuna”, Cuadernos de estudio da casa museo Emilia Pardo Bazán, núm. 9, Año 2012/2013, pág. 18). La condesa de Pardo Bazán era prima lejana de aquella otra destacada pensadora krausista y escritora feminista gallega Concepción Arenal. Ambas pertenecían a la masonería (“EL PAIS”, 17-02-2002) y ambas eran parientes en grado lejano del general Francisco Franco, pues todos ellos descendían de don Antonio Pardo de la Lama y de su esposa Andrea das Enchousas, quienes, por lo visto, eran de procedencia judeoconversa (v. M. F. Vallés, El linaje judío de Franco). Acerca del último apellido de la referida condesa, el erudito Francisco Cantera Burgos expresa lo siguiente: «RUA (DE LA). Subrayemos este apellido de conversos» (F. C. Burgos y P. L. Tello, Judaizantes del arzobispado de Toledo..., Universidad de Madrid, 1969, p. LXII).
[19] Ver al respecto: «Recepción de los Embajadores de Israel (“ABC”, 15-05-1986, p. 43)», y «Recepción en la Embajada de Israel» (“ABC”, 11-05-1990, p. 51).
 
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Otro dato destacable y revelador de la biografía de García-Sabell, es el hecho de que su hija mayor, Teresa[1], concejala de Presidencia del Ayuntamiento de Santiago, fue esposa del ex-secretario general del PSG[2] y ex-líder del BNG José Manuel Beiras. Un hijo de este matrimonio, está casado con la nieta del empresario de origen sefardita Isaac Díaz Pardo (1920-2012), autodefinido como «trotskista» y «uno de los pulmones y músculos de la cultura gallega» (en palabras del editor Víctor Fernández Freixanes), dueño durante muchos años del complejo industrial Sargadelos, de la editorial Ediciós do Castro[3], del Instituto Galego de Información y empresas como Cerámicas o Castro, que fundó junto con José Rey Romero (1907-1997), tío de Santiago Rey Fernández-Latorre, actual presidente del diario “La Voz de Galicia” (el cuarto por su importancia en España) y del Grupo Voz, la compañía líder de comunicación en Galicia que ha venido dando puntual cobertura mediática a los herederos ideológicos y espirituales del Frente Popular en dicha comunidad y que en enero de 1998 se hacía por 527 millones de pesetas con la cabecera de “Diario 16”.

Aunque los nexos con esta última cabecera periodística se habían estableciendo con anterioridad a través de un empleado de larga trayectoria en “La Voz de Galicia”, el criptojudío José Miguel Alonso Boó (a) Miguel Boó, ex cantante de rock, escritor y periodista que dirigió la edición gallega de “Diario 16” entre noviembre de 1990 y diciembre de 1993, convirtiendo este periódico en pionero en el uso del gallego además de poner en circulación una colección con los noventa mejores títulos de la literatura gallega dentro de la Biblioteca de Autores Galegos. Actualmente es presidente del Consejo Asesor de RTVE-Galicia y de la CRTVG, el máximo órgano rector de los medios de comunicación públicos, en este caso autonómicos.

Casualmente, dicho personaje se desempeña también como presidente y secretario general respectivamente de la Asociación de Amizade Galiza-Israel (AGAI), nacida en diciembre de 2006 (a cuyo acto de presentación asistió el consejero de la Embajada de Israel Edwin Yabo), a la que pertenecen, obviamente en su mayor parte conversos, «una nutrida representación» del Bloque Nacionalista Galego (BNG)[4], pero también diversos dirigentes y cargos públicos del PSOE y el PP, «aunque eluden dar sus nombres»[5].

Veamos al respecto otro caso. En enero de 2010 era elegido undécimo presidente de la Real Academia Gallega el catedrático e intelectual galleguista José Luís Méndez Ferrín, judío por línea paterna. Hablando sobre su pueblo natal, Vilanova (Orense), sobre esta cuestión, revela lo que sigue: «en esta villa permaneció, con continuidad hasta nuestros días, un contingente de conversos social y culturalmente bien identificados; contingente en el cual se incluyen mis ancestros paternos y en el que yo también me meto»[6]. Próximo también a la masonería, Ferrín es además líder del partido de carácter estalinista e independentista Frente Popular Galego (FPG), formación que, «como su rama juvenil, mantiene claros vínculos con el entorno de la organización terrorista ETA», según ponía de manifiesto el portal Libertad Digital (27-04-2013).

Naturalmente, pues es una de las líneas fundamentales de la misión judía, el Sr. Ferrín se ha manifestado abiertamente también a favor de la inmi gración no blanca en Galicia, contribuyendo con meridiana alevosía a promover el caos racial y la descomposición nacional que hoy invade por completo nuestra vida estatal. Con razón ha declarado: «Nosotros somos una población mestiza, pero muy antigua, dentro de nuestro territorio. Ahora estamos con los brazos abiertos para acoger a cuanto boliviano y jovenlandés llegue aquí. Que se junte, tenga muchos niños y quede siendo gallego»[7]. Y otra perla: «La cultura nacional española es una cultura de violencia» y únicamente representa «todo lo que yo detesto, lo más feo que hay en el mundo»[8]. En abril de 2013 Méndez Ferrín dimitía de la presidencia de la Real Academia tras la polémica suscitada sobre la presunta contratación irregular de varios familiares suyos.

Ferrín es reemplazado en el cargo al frente de la RAG por el catedrático, ensayista y masón Jesús Alonso Montero (ver foto, luciendo el "ojo" de Horus), comunista y fanático independentista gallego, ex director de la Real Academia Gallega (RAG) y ex vicepresidente del Consejo de Cultura Gallega. Es decir, otro de tantos intelectuales aburguesados y apesebrados del sistema. Esta es la gente que lleva décadas envenenando los cerebros y las conciencias de la población, en este caso la gallega. Recientemente ha declarado que "no se puede erradicar el castellano, Galicia está condenada a ser bilingüe". Conviene no olvidar que esta centenaria institución recibe anualmente fondos directos de la muy masónica también Xunta de Galicia, por valor de medio millón de euros.

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Una última curiosidad. Sus progenitores son de Ridadavia (Orense), una de las localidades que ha contando históricamente con una importante comunidad judía, cuya presencia llega hasta nuestros días.

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[1] Su hermana, Elena García-Sabell Tormo, es la nuera de Paz Solís Núñez del Prado, tía, curiosamente, del ex ministro de UCD, Ignacio Camuñas Solís, masón y miembro de Club Bilderberg.
[2] Se trata del Partido Socialista Galego, fundado en La Coruña el 25/08/1964. Su órgano de expresión era el periódico “Adiante”, lógicamente clandestino. Por lo visto, asegura el catedrático Méndez Ferrín, tanto este periódico como los fondos que recibía el partido procedían de una imprenta de Perpiñán (Francia), casualmente la misma que venía imprimiendo los periódicos de la Asociación Sindical Obrera (ASO), financiada directamente por la CIA, que puso a su disposición millones y millones de pesetas. Ferrín sugiere que la relación del PSG con la CIA era a todas luces evidente, sino de forma directa, al menos indirecta (Xosé Manuel del Caño, Conversas con Méndez Ferrín, Xerais, 2005, pp. 80-81).
[3] Fue también colaborador intelectual y económico de la editorial antifranquista Ruedo Ibérico (París).
[4] «50 militantes del BNG son socios del grupo proisraelí AGAI» (“EL PAIS”, 20-03-2007).
[5] «Miembros de los tres partidos se integran en un grupo proisraelí» (“EL PAIS”, 29-01-2007).
[6] “Faro de Vigo”, 20-10-2007.
[7] Xosé Manuel del Caño, op. cit., p. 201.
[8] Xosé Manuel del Caño, op. cit., pp. 216-217.
 
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Las «Irmandades da Fala» y la labor subversivo-cultural masónica.

El 18 de mayo de 1916, se constituía en La Coruña, precisamente en el local social de la Real Academia Gallega, una nueva asociación denominada Irmandade dos Amigos da Fala ―pues tal fue su definitiva denominación—, cuyo leit motiv será exclusivamente la articulación estratégica de una «personalidad» propia para Galicia mediante la reivindicación de la lengua regional como seña de «identidad nacional». A partir de aquí la evolución ideológica del galleguismo regionalista entrará en su fase «nacionalista», siendo entonces cuando el rechazo y desprecio a España, más concretamente a Castilla, unido a la más leve forma de «centralismo» (eufemismo que únicamente encubre su animadversión vernácula a cualquier manifestación de carácter nacional), empieza a tomar forma y dotar de contenido su discurso. «Las Irmandades da Fala, son, en la evolución histórica del galleguismo, las que inician el periplo del nacionalismo gallego, que se diferencia de la precedente fase regionalista por la ampliación de su radio de acción social, por la mayor uniformación del movimiento y por la formulación de alternativas políticas concretas que, en la época de la preguerra, desembocarán en la fundación del Partido Galleguista y en la defensa del Estatuto de Autonomía en el contexto de la constitución de la Segunda República»[1].

El portavoz de las Irmandades fue el periódico “A Nosa Terra”, cuyo primer número salió el 14 de noviembre de 1916, que retomaba la cabecera de la época de Solidaridad Gallega como un componente continuista. Su director, Antonio Villar Ponte, decía lo siguiente en su editorial: «llegó la hora de definirnos, (es decir) fomento cariñoso de nuestra lengua y […] estudio de nuestros problemas económicos que no tendrán nunca, porque no pueden tenerlo, solución en el actual régimen político español». A comienzos de ese mismo año Villar Ponte había publicado un folleto propagandístico titulado Nacionalismo gallego. En mayo se hacía una segunda edición «irreprochablemente impresa» en los talleres de “La Voz de Galicia”, diario en el que tanto él como su hermano Ramón, también destacado intelectual republicano y galleguista, trabajaban como redactores. Dicho folleto ejercerá sobre la conciencia de determinadas figuras de la intelectualidad gallega de su tiempo una repercusión decisiva, por lo que recibirá numerosos alientos y adhesiones, como las del catedrático Miguel Gil Casares, anteriormente citado, o la del novelista Wenceslao Fernández Flórez, desde Madrid, en el que expresaba las «náuseas» que le producía el «predicameno del castellano» en su tierra de origen[2].

En septiembre de 1921 Ramón Villar Ponte será nombrado director de “El Correo Gallego”, situación que aprovechará para difundir el ideario nacionalista en su versión izquierdista, periodo que coincide con la publicación unos meses más tarde de su obra más ambiciosa, Doctrina Nazonalista, un pequeño volumen de 101 páginas precedido por una introducción, en catalán, de Puig i Cadafalch, de aquella presidente de la Mancomunitat de Catalunya. La autoridad más presente en el libro es al masón Pi i Margall, su «maestro» por excelencia, a quien Villar Ponte cita y elogia en repetidas ocasiones. En el mismo, haciendo gala de su veta antiimperialista habitual, Ponte intenta demostrar que el nacionalismo no solo no es contrario al internacionalismo y al socialismo, sino que constituye la fórmula de expresión más avanzada de democracia y la receta más idónea para que los pueblos alcancen un elevado estado de paz y de progreso dentro de unas sociedades igualitarias. Incluso se permite elogiar a Lenin y a la Tercera Internacional por haber incorporado el derecho de autodeterminación en el programa comunista.

El libro fue positivamente acogido por un sector de las Irmandades, llegando a publicar incluso Vicente Risco una elogiosa reseña en la primera página del periódico "La Zarpa" el 23/01/1922. Por cierto, sus dos obras, Doctrina nazonalista y Brevario da autonomía, en cuyos planteamientos ideológicos se advierte un separatismo latente, fueron reeditadas durante la Transición por Isaac Díaz Pardo, una de entre las muchas beneméritas iniciativas que este perspicaz editor y empresario de origen judío llevó a cabo a través de Ediciós do Castro con la finalidad de «reconstruir la memoria histórica de Galicia».

Entre los promotores de esta nueva entidad de Amigos da Fala participó un pequeño núcleo de miembros de la Real Academia Gallega (RAG) capitaneados por el periodista y rotario Antonio Villar Ponte, su verdadero promotor, personaje que jugará un papel fundamental en la táctica y orientación ideológica, así como en la línea pro-catalanista que desarrollará la nueva organización nacionalista desde su fundación, que se acabará concretando por una alianza táctica con la Lliga de Cambó, quien «consideraba a los irmandiños sus aliados principales en Galicia»[3]. De hecho, en “A Nosa Terra” proliferarán las adhesiones a la política de la Lliga y los llamamientos a seguir el ejemplo catalán. Incluso se publica un artículo de Cambó escrito ex profeso. Las «fraternales» andanzas del líder regionalista catalán y su séquito (Comas, Cadafalch, Morera, Rahola, etc) por tierras gallegas a finales de 1917 serán recogidas en primera plana por toda la prensa gallega.

Se sabe que para la constitución de una entidad de amantes y defensores de la lengua en Galicia, Villar Ponte tomó como ejemplo una organización catalanista denominada Nostra Parla, fundada unos meses antes, puesto que la relación mantenida por el periodista coruñés, no solo con algunos líderes e intelectuales catalanistas por los que sentía una devoción especial, como Prat de la Riva, sino con algunos de sus promotores (Joan Estelrich, Ferrán Agulló, etc), le permitió conocer a éste los estatutos, objetivos y métodos de la asociación hermana[4], «coincidencias» que se manifestaron en el plano orientativo y organizativo. Nostra Parla, que se articuló en tres secciones territoriales diferenciadas y autónomas, fue curiosamente presidida en primer lugar por un judío de origen chueta llamado Guillem Forteza Pinya (1892-1943), que dos años más tarde sería nombrado presidente del Centro Regional de Palma de Mallorca, ciudad de la que fue elegido alcalde en 1923. El vicepresidente de la citada entidad catalanista era el «brillante humanista» Joan Estelrich Artigues (1896-1958)[5], introductor del teosofismo en Cataluña, secretario particular de Francisco Cambó y director del periódico “La Veu de Mallorca”. El individuo, que nunca pudo desprenderse de las acusaciones que lo relacionaron con la masonería[6], murió presidiendo la delegación española ante la Unesco, tras la incorporación de nuestro país a dicho organismo internacional en 1952.

Sobre dicha acusación que admitimos sin reservas, es necesario, no obstante, introducir una importante consideración, pues en el siguiente párrafo se tiene la audacia de reconocer y confesar: «Está ampliamente documentado —escribe la periodista Fernández Palomo― que casi todos los masones coruñeses y galleguistas se unieron a las recién fundadas Irmandades da Fala; ésto no quiere decir que todos los integrantes de las Irmandades da Fala fuesen masones»[7]. En efecto, la relación de notables masones y su vinculación orgánica a dicha agrupación nacionalista ―salvo la figura de los hermanos Villar Ponte, cuya condición «triangular» se ignora— puede advertirse facilmente a través de sus más acreditados componentes, como Manuel Lugrís Freire, Eugenio Carré Aldao, Víctor Casas Rey, Angel Casal Gosenge, Ramón Rey Baltar, José Barbeito Hermosilla, Leandro Pita Romero[8], Alfredo Somoza Gutiérrez, César Alvajar Diéguez, Arturo Taracido Veira, Fernando Osorio do Campo[9], José Francisco Lesta Meis, etc, etc, a los cuales se unirá un heterogéneo grupo encabezado por el poeta Gonzalo López Abente, Otero Pedrayo[10], Xoán Vicente Viqueira[11], Carlos Monasterio, Federico Zamora Mosquera, Benito Ferreiro Pardo, los hijos de Andrés Martínez Salazar, varios redactores del rotativo herculino “La Voz de Galicia” y otros compañeros de viaje.

Por su parte, el matrimonio converso formado por Camilo Díaz Baliño (miembro de la logia compostelana «Libredón nº 6»)[12] y Antonia Pardo Méndez, se adhirió a las Irmandades da Fala en 1918[13], desarrollando una intensa labor proselitista. También fue masón su hijo Isaac Díaz Pardo[14], que se incorporó a las Irmandades siendo aun un adolescente. No obstante, la relación más completa de masones todavía está por esbozar. El domicilio de los Díaz-Pardo en Santiago de Compostela, convertido en casa de estudios, biblioteca y museo al mismo tiempo, es descrito como «templo del galleguismo» y «verdadero centro de la dinamización cultural compostelana de los años veinte y treinta»[15]. Efectivamente, su residencia se convertirá en punto de encuentro habitual por el que pasaron «los más importantes intelectuales, políticos y artistas del momento […] todos miembros de las Irmandades da Fala, de la Xeneración Nós, del Partido Galeguista o del Seminario de Estudios Gallegos»[16]. Además, asegura otra fuente, «Es muy probable que muchas de las reuniones en aquella mítica casa de la Tumbona[17] en la calle de las Hortas de Santiago, fuesen reuniones de la logia compostelana»[18].

El 18 de noviembre de 1918 se organiza en Lugo la primera asamblea nacionalista en la que se sentarán las bases programáticas de las Irmandades: autonomía integral de la «Nazón Galega», búsqueda de un entendimiento con Portugal sobre la base de una «Federación Ibérica», cooficialidad del gallego y el español, igualdad de los derechos para la mujer, un régimen tributario gallego y el ingreso de Galicia en la muy masónica Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra.

En 1922 se producirá un importante viraje en el seno de las Irmandades, tras el debate interno que tendrá lugar entre los que abogan por participar activamente en la política y los que optan por dedicarse preferentemente a la actividad cultural. Los partidarios de la intervención política se agruparon en torno al Partido Nazonalista Galego, mientras que el segundo grupo, que entendía la actuación del nacionalismo desde una perspectiva cultural y apolítica, fue el origen de otra nueva organización denominada Irmandade Nazonalista Galega, de mayor repercusión y trascendencia debido a la influencia que en ella ejerció la Generación Nós, que contó como principales animadores a Risco, Pedrayo, Cuevillas, Castelao y Losada Diéguez. Su principal aportación teórica al nacionalismo gallego consistió en vertebrar definitivamente su eje ideológico sustentado en el «hecho diferencial» que atribuían a Galicia frente al resto de España, que es el gran «dadá» de la subversión antiestatal judeo-masónica dentro de su estrategia encaminada a debilitar o a enfrentar a los pueblos europeos en conflictos interétnicos. Conviene recordar que las Irmandades permanecieron supeditadas a la estrategia política del financiero catalán, supuestamente converso, Francisco Cambó, dirigente de la Lliga Regionalista y ministro de Hacienda, hasta la ruptura definitiva entre Cambó y las Irmandades en 1921.


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[1] Xusto G. Beramendi y Xosé M. Núñez Seixas, O Nacionalismo Galego, Edicións A Nosa Terra, 1995.
[2] Emilio Xosé Ínsua, A nosa terra e nosa. A xeira das Irmandades da Fala (1916-1931), Baía Edicións, 2016, p. 92.
[3] Uxío-Breogán Diéguez, As Irmandades da Fala (1916-1936), Laiovento, 2017, p. 70.
[4] E. Xosé Ínsua, op. cit., p. 73.
[5] Su nuera, Marta Révesz Pérez-Castañeda, era nieta del conocido periodista judío del periódico “ABC”, Andrés Révesz, cuya figura tendremos brevemente la ocasión de abordar en las páginas finales de nuestra obra dedicadas al cuarto poder.
[6] A causa de su pertenencia al Rotary Club le fue incoado un expediente por actividades masónicas, según la documentación disponible en el archivo de la Guerra Civil de Salamanca (Manuel Jorba, 2010: 164). En cuanto al futuro líder de Acción Catalana, Nicolau D’Olwer, conspicuo masón, ocupará la presidencia de Nostra Parla desde 1922 hasta el instante en que el general Primo de Rivera la declare proscrita.
[7] Ariana Fernández Palomo, Isaac Díaz Pardo, unha mirada familiar, Ed. LEA, 2007, p. 172.
[8] La relación de Pita Romero con la masonería ha sido puesta en entredicho por algunos. Sin embargo, sus contactos con destacados masones como Martínez Barrio, Portela Valladares o Casares Quiroga, llevan a pensar precisamente en lo contrario. Pita Romero fue ministro de Estado en 1933 y posterior embajador de la República. También fue asesor del Banco de Crédito Local. Su hijo el periodista argentino Leandro Pita Romero fue asesor jurídico del Banco Exterior de España y el Banco Pastor de La Coruña.
[9] Dionisio Pereira, Emigrantes, exiliados e perseguidos: a comunidade portuguesa na Galiza (1890-1940), Através, 2013, p. 114.
[10] Según se deduce de su obra O espello na serán —v. cap. «A compostela do meu pai»—, su progenitor, el doctor Enrique Otero Sotelo, perteneció a la sociedad de la escuadra y el compás, utilizando en la logia el nombre simbólico de «Marco Aurelio». Conocida fue también, siendo diputado provincial, su defensa política del célebre masón Curros Enríquez en su proceso penal por las presuntas blasfemias contra la religión católica vertidas en su obra Aires da miña terra. Los hechos son dignos de atención, y a ellos se vendría a sumar la incorporación de Pedrayo hijo a la hornada de galleguistas que entre 1931-1933 desempeñaron el cargo de diputados en las Cortes de la República, dado que, como es ampliamente conocido, dicha terna contó con una abundante representación de masones. Los datos pueden resultar ciertamente reveladores, aunque no son probatorios como para sostener que Otero Pedrayo haya pertenecido «iniciáticamente» también a la masonería. Tal suposición tiene meramente el valor de un indicio, aun cuando el insigne escritor orensano, además de atabismo liberal, evoque con cariño en sus memorias al «masón» Miguel Morayta, Gran Maestre del Gran Oriente de España, conspirador profesional, político republicano, profesor de la Universidad Central, ex comulgado por hereje en 1884 y líder y agitador de estudiantes.
[11] Discípulo de Giner de los Ríos, Xoán Vicente había sido presidente de una organización paramasónica llamada La Antorcha Galaica del Librepensamiento. Su hija, Luisa Viqueira Landa (1918-2014), ejemplo de activismo antifascista y militante del PCE gallego, abandonaría el partido a principios de los sesenta para participar en la fundación de la UPG, la formación independentista hoy hegemónica del BNG. En 1979, tras cuatro décadas de exilio, decide regresar a España, siendo «recibida y tratada como una reina» por Isaac Díaz Pardo, García-Sabell y Ramón Piñeiro, sin género de duda, masones los tres.
[12] Carlos Pereira, op. cit., p. 22.
[13] Fernández Palomo, op. cit., p. 61.
[14] Ver el capítulo del citado libro de Ariana Fernández Palomo que lleva por título «A Masonería e Díaz Pardo». La obra está escrita en colaboración con la mujer de este empresario marxista, Carmen Arias de Castro Montero, seguramente conversa también, donde ambas mujeres se deshacen en elogios a la Masonería, una asociación, aseguran, «que trata de promover la justicia, la paz y la caridad buscando el progreso del ser humano y que se rige por principios racionalistas».
[15] Fernández Palomo, op. cit., p. 64.
[16] X. Ramón Fandiño, op. cit., pp. 7 y 8.
[17] Morada habitual de la familia Díaz-Pardo.
[18] Fernández Palomo, op. cit., p. 169.
 
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¿Fue masón Eduardo (González) Pondal (1835-1917), célebre poeta regionalista apodado el Bardo de Bergantiños, responsable de poner letra al himno gallego? Es este un hecho de vital importancia histórica que no ha sido barajado ni tenido hasta ahora en cuenta.

Hombre de carácter extraño y personalidad difícil, a él se debe la edificación del mito celta y la elaboración de una adecuada estética que emparentase con el, con la exclusiva finalidad de poder «confeccionar una poesía ―escribe Amado Ricón (Galaxia, 1981)— jamás escuchada ni hecha en Galicia». El celtismo pondaliano, fruto de una visión meramente localista, «es un fenómeno muy particular en las letras hispánicas —escribe el mismo autor― y a él se le debe el renacimiento de este elemento tan hondamente gallego, desconocido para la mayoría de los intelectuales gallegos de la época». El simbolismo del celtismo dentro de la poesía de Pondal es claro y adquiere un carácter subversivo: así como combatieron heroicamente la invasión romana, los gallegos deben de tomar nuevamente su ejemplo y combatir igualmente la opresión castellana.

Numerosas instituciones cívicas y culturales contaron con su presencia, destacando por su privilegiada influencia y posición la criptomasónica Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago, que se propuso «honrar y reconocer los valores artísticos del poeta», nombrándolo Socio de Mérito. La iniciativa había sido promovida y firmada por los señores Rodríguez Seoane, Cabeza de León, Alfredo Brañas y Barcia Caballero el 30/01/1900. La mayor parte de la colección literaria que acumuló Pondal a lo largo de su vida, la donaría el poeta a la Biblioteca de la referida Sociedad Económica.

Coinciden sus biógrafos en señalar que entre los «verdaderos» amigos de el Bardo de Bergantiños, figuraban por encima de todos Manuel Murguía, Lugrís Freire y Eugenio Carré Aldao, progresistas y liberales como él, a quienes solía confiar sus secretos ideológicos y literarios. Sería legítimo plantearse, en vista de la calidad masónica de Murguía, Freire y Aldao, si esta particular relación mantenida con este trío de venerables próceres del galleguismo, asiduos todos ellos a las tertulias celebradas en la Cova Céltica, incluía también la militancia triangular del primero. Se sabe —como anécdota complementaria a esta interrogante―, que Pondal solía pasar largas temporadas alojado en el Hotel El Gran Oriente de La Coruña, ciudad donde pasó la mayor parte de su vida y, aunque pocos se hayan parado a pensar en el significado de tan extraña conjunción, su nomenclatura llama poderosamente la atención pues dicho epígrafe hace referencia a una de las órdenes masónicas de mayor significación de la época.

Otro destacado masón, José Fontenla Leal (1864-1919), fue también el verdadero promotor del Himno Regional Gallego, cuya composición fue estrenada en la capital cubana ―donde residía una importante colonia de exiliados gallegos—, el 20 de diciembre de 1907. La velada había sido ideada y organizada por el propio Fontenla, un inmigrante ferrolano que residió en Cuba durante 43 años. La pieza musical sería declarada Himno oficial un año después por la Junta General del Centro Gallego, situado en un imponente y majestuoso edificio de estilo gótico ubicado en pleno corazón de La Habana donde ondeó por primera vez la bandera gallega el 25/07/1904. El Centro Gallego, de enorme prestigio, había sido promovido en 1879 por iniciativa del masón Secundino González Valdés y el teósofo Waldo Alvarez Insúa ―director de “El Eco de Galicia”—.

Manuel Lugrís Freire era nombrado en 1884 vocal de su junta directiva. En 1916, Lugrís Freire participaría en la creación de la Irmandade da Fala de La Coruña. Posteriormente integró la comisión encargada de la construcción de un monumento a Eduardo Pondal, que no se levantaría hasta 1925 en los jardines de Méndez Núñez (La Coruña). Lugrís fue, como se sabe, quien mecanografió la versión definitiva de Os Eoas, el poemario épico pondaliano. En 1929 toma parte en la creación de la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA) y en 1931 participa en la fundación del Partido Galleguista. En abril de 1934 es nombrado presidente de la Real Academia Gallega, etapa en la que fue designado miembro de la comisión que redactó el anteproyecto del Estatuto de Autonomía. Este destacado francmasón era conocido en las logias con el nombre simbólico de «Servet» (Carlos Pereira, op. cit., p. 24).

No obstante, habrá que esperar a la etapa de autonomismo surgido tras la proclamación del actual régimen constitucional y democrático, es decir, masónico, para que dicha composición musical —cuyo uso había quedado hasta entonces exclusivamente reservado dentro del ámbito de la exaltación regionalista, nacionalista e incluso republicana―, adquiriera definitivamente un carácter oficial fáctico, según disposición de la Ley de símbolos de Galicia 5/1984 del 29 de marzo (art. 4).
 
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Castelao: masón, antifascista y amigo de la Unión Soviética.

En febrero de 1936 —siguiendo con el orden cronológico― se produce la victoria electoral del Frente Popular al que se había adherido el Partido Galleguista (PG), consiguiendo tres diputados: Alfonso Rodríguez Castelao, Ramón Suárez Picallo[1] y Antonio Villar Ponte. Es conveniente llamar la atención acerca de la probable calidad masónica de todos ellos[2], lo que explicaría muchas cosas, especialmente en el caso del primero, mitificado personajón de las izquierdas, pues buena parte de sus mejores amigos y protectores tanto en Galicia, como posteriormente en Argentina y Uruguay, fueron masones. Se ha escrito al respecto que «Castelao visitaba con asiduidad —según testimonios fiables―, el templo de la logia “Laurato” de Buenos Aires»[3].

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Simbología masónica —"ojo" de Horus— en la cartelería sobre Castelao promovida por las actuales instituciones oficiales.

En mayo de 1938, Castelao —organizador de las Milicias Gallegas― visitaba la Unión Soviética. Durante su gratificante estancia de veintiséis días fue «objeto de un tratamiento especial» siendo agasajado con gran benevolencia y «fraternidad antifascista» por los mandarines del «gran kahal» moscovita, exponiendo sus dibujos en el Museo de la Revolución y en el Museo de Arte Occidental Moderno de Moscú ―«uno de los mejores del mundo», con una parte reservada a la obra de Picasso—, que destinó exclusivamente una Sala Castelao a exponer sus dibujos sobre el «martirio» de Galicia. La crítica soviética dejó testimonio locuaz en los siguientes términos: «Castelao trajo a Moscú una serie de dibujos que, con gran maestría y realismo, enseñaban los horrores y las barbaridades fascistas»[4]. En el «paraíso del proletariado» pudo comprobar in situ que «en ningún otro país del mundo —aseguró el intelectual galleguista― se ofrece mejor porvenir a los trabajadores»[5]. En una entrevista en el boletín de la Sección Española de la Internacional Comunista, declaraba nuevamente fascinado que «La URSS es una gran escuela de progreso, de alegría y de humanidad»[6] y «un país extraordinario que será la salvación del mundo»[7]. Este estado de progreso y bienestar era garantizado por una sociedad igualitaria, justa y sin clases. Solo que esta igualdad (dogma supremo de cualquier democracia) la establecía el comunismo de un modo real, como en España, en Hungría, en Ucrania, en Alemania, en Polonia..., con la fosa común. Tras regresar «maravillado de la vida feliz de los trabajadores soviéticos»[8], no desperdició tampoco la ocasión para declarar con satisfacción que «en la URSS soy el dibujante revolucionario más admirado»[9].

En julio de ese mismo año, coincidiendo con el apogeo en España del conflicto bélico, el denominado Frente Popular Antifascista Gallego (FPAG), influyente organización constituida a finales de 1936 en Nueva York —donde residía una de las colonias gallegas antifranquistas más activas―, invitaría a los diputados Castelao, Picallo y Osorio-Tafall, para que hiciesen propaganda en América del Norte a favor de la República española. Durante su estancia en los EE.UU. ―que atravesarán desde Michigan a Florida y desde Nueva York a California—, el primero contó con la valiosísima colaboración de una mujer llamada María Docampo, que actuó como secretaria, intérprete y acompañante en todas cuantas actividades políticas y sociales participó Castelao. Esta persona trabajaba en realidad para el servicio de información militar de los Estados Unidos, la posterior CIA[10]. En el país de las barras y estrellas el líder galleguista desplegó una intensa actividad, incluyendo una serie de exposiciones en la Delphic Studios de la Quinta Avenida, que merecieron una elogiosa crítica del “New York Times”, que destacó el «contenido social» de sus estampas. Y por su «defensa de los desfavorecidos», Castelao fue distinguido como presidente honorario de la Federación de Sociedades Negras de Nueva York. «Sería capaz de convertirme en líder de las reivindicaciones negras y en defensor de esta raza —escribía el de Rianxo―. […] Ahora me siento hermano de los personas de color»[11].

Castelao viajó poco después a Cuba permaneciendo en la isla caribeña entre noviembre de 1938 y febrero de 1939. Cumplía una misión de Juan Negrín. El pueblo cubano mantenía una fuerte solidaridad con la República y la presencia de Castelao tuvo una enorme acogida, dando mítines y conferencias a lo largo y ancho de todo el país, manteniendo reuniones con dirigentes políticos y sindicales, sociedades de los personas de color y logias masónicas[12].

Por ejemplo, el sábado 10 de diciembre (1938), en el salón Benito Juárez de la Gran Logia Masónica, tendría lugar un acto de «reafirmación democrática» y de solidaridad con los pueblos de España. Las organizaciones masónicas fueron las que auspiciaron tan importante evento, que tenía como finalidad principal la toma de posesión de Presidente de Honor de la Asociación Nacional de Ayuda al Pueblo Español, entidad que estaba regida por el gran orador de la logia, Dr. Augusto Rodríguez Miranda, como presidente efectivo. Al acto asistieron diversas y numerosas personalidades políticas y universitarias, así como representantes de sindicatos, instituciones culturales, sociedades de emigrantes, entidades profesionales y otras. También estuvieron presentes los miembros del comité organizador del congreso obrero. Se tocó el himno de Riego y se dieron vivas a la República. Diferentes personalidades hicieron uso de la palabra y, finalmente, a modo de resumen, habló Castelao, «voz aguardada, palabra regia, vital, esclarecedora. Se refirió a la situación en la Península y a la admirable y fraterna postura del pueblo cubano ante este drama»[13].

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Genuino representante del complot judeomasónico. Gracias a su solapada labor, la anti-España y los asesinos de la Patria han encontrado desde 1975 un confortable acomodo.

En 1940 el FPAG se trasladaría a una nueva sede con el nombre de Casa de Galicia de Nueva York, bajo la presidencia del masón Ramón Rey Baltar[14]. «En su seno —se puede leer en un párrafo de sus estatutos― caben todos los gallegos, cualquiera que sea su ideología», pero matizando a continuación, «siempre que acaten los principios democráticos»[15]. Su primer socio honorífico fue Castelao, que intentaría convencer a Manuel Portela Valladares, masón de grado 33, para que se integrase en el mismo. Es interesante analizar lo que nos relata una fuente en la actualidad sobre la referida entidad ubicada en la gran metrópoli cosmopolita: «Afirmar que la masonería y la emigración gallega en Estados Unidos han ido de la mano puede parecer a todas luces una exageración. Sin embargo, es imposible ignorar hechos como que la mayoría de los presidentes de la Casa de Galicia en el barrio neoyorquino de Queens han pertenecido a una de las tres logias en español que siguen existiendo en la Gran Manzana. “Sin ir más lejos, ahora mismo en nuestra directiva tenemos a ocho hermanos gallegos”, subraya Antonio Lampan».[16]

El 15 de noviembre de 1944 se fundaba en Montevideo (Uruguay) —nación, que desde la llegada del masón Garibaldi contaba con una fuerte implantación de la Masonería, gozando de enorme prestigio―, el Consello de Galiza, «una institución simbólica guardiana de la voluntad republicana, democrática y autonomista del pueblo gallego». La ejecutiva de dicho Concello, integrado dentro del gobierno republicano en el exilio presidido por el masón José Giral Pereira, quedaría compuesta inicialmente por Alfonso Rodríguez Castelao, como presidente, seguido de los diputados galleguistas del Frente Popular Antón Alonso Ríos, Ramón Suárez Picallo y dos conocidos enmandilados Elpidio Villaverde y Alfredo Somoza Gutiérrez ―primo de Castelao—, quien había ingresado en la masonería en la logia «Suevia, nº 4» de La Coruña, donde utilizaba el nombre simbólico de «Pondal»[17]. A este grupo se les uniría posteriormente un tal Moisés da Presa (1904-1981), marxista e independentista[18], y el empresario Jesús Canabal Fuentes, ministro plenipotenciario del gobierno de la República para toda América del Sur que llegó a ser presidente del Banco de Galicia fundado en Uruguay en 1955.

En Francia el delegado del Consello de Galiza no era otro que el republicano coruñés César Alvajar, periodista de gran prestigio[19] y connotado francmasón, como el anterior[20]. Alvajar abogó siempre por la integración del Consello de Galiza en el denominado Consejo Español del Movimiento Europeo, que presidía el ex-embajador de la República Salvador de Madariaga, conocido por su estrecha amistad con importantes dirigentes sionistas, así como por su destacada actividad democrática y antifascista, tanto en la Sociedad de Naciones así como posteriormente a través de sus conocidos vínculos con los servicios secretos norteamericanos y británicos. El mismo Castelao fue también un entusiasta del movimiento federalista europeo, que contó con el aval directo de la CIA norteamericana[21]. En 1948 llegó incluso a publicar un breve trabajo bautizado Perante a Unión Europea (Ante la Unión Europea), que el actual presidente de la Xunta de Galicia Núñez Feijóo ha elogiado recientemente tras considerarlo «premonitorio». En él, Castelao expresaba su convicción de que solo en un «marco superior» (o supranacional), podrían tener arreglo los «problemas» de Galicia.



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[1] Por esas fechas (1935) Picallo dirigió el vocero “SER”, que se caracterizó por adoptar tesis y postulados marxistas y denunciar los fascismos que afloraban en Europa. Contó entre sus colaboradores a figuras como Eliseo Pulpeiro, Antonio Villar Ponte, Luís Seoane, Camilo Díaz Baliño o Alvaro de las Casas, alma mater de Ultreya, artistas e intelectuales comprometidos con los valores de la República del Frente Popular. Picallo había militado en el comunismo durante su etapa juvenil en Argentina. En 1924, durante un acto celebrado en la Plaza de Mayo en Buenos Aires, sus camaradas le encargaron la oración fúnebre por Lenin.
[2] En el caso de Picallo, el policía y gran escritor antimasónico Eduardo Comín Colomer lo cita como tal en sus obras Historia secreta de la Segunda República, NOS, 1954, t. II, p. 296; y La República en el exilio, Editorial AHR, Barcelona, 1957, pp. 15 y 186. También lo sostiene el «hermano» Carlos Pereira Martínez en su obra citada (pág. 71). Recordemos que Picallo ―sobre cuya supuesta «gaysidad» hace alusión Castelao en una carta (X. A. Montero, 2012: 168)— perteneció al comité provincial de la Liga de los Derechos del Hombre de La Coruña, en la que básicamente todos sus miembros eran masones, comenzando por su presidente, César Alvajar Diéguez (v. Carlos Pereira, p. 88 y ss.), vinculados principalmente a la logia «Renacimiento y Acción, nº 11». Entre el cuadro inicial de dicha Liga, según informaba debidamente “La Voz de Galicia” (03-01-1926), figuraron, entre otros, un conjunto de destacados republicanos coruñeses como Robustiano Rodríguez, Martín Ferreiro, Antonio Carballo, Adolfo Aniño, José Arias Díaz, Suárez Picallo, Ramón Maseda, presidente de la Agrupación Socialista de La Coruña y de la sociedad laicista y anticlerical La Antorcha Galaica del Librepensamiento, Jesús Mejuto, conocido masón (simbólico «Voluntad») y Gumersindo Pereira, hermano masón como el anterior, dirigente de las Irmandades da Fala y uno de los mayores empresarios de espectáculos de La Coruña, donde gestionaba el conocido Teatro Rosalía de Castro. En el caso de Villar Ponte, factótum de las Irmandades da Fala, se sabe de su pertenencia al Rotary Club de La Coruña (Carlos Pereira, p. 180), ciudad de la que fue nombrado por un breve periodo teniente de alcalde nada más producirse la llegada al poder del general Primo de Rivera. Esperantista de primera hora, el mismo confesaba que «hemos sido en nuestros más tiernos años esperantistas. Entonces rendimos culto entusiasta y fervoroso al doctor Zamenhof» (E. Xosé Ínsua, op. cit., pp. 54-55). Durante su entierro el 04/03/1936 la comisión estuvo integrada por la directiva de la Agrupación Republicana Femenina, cuya presidenta no era otra que Amparo López Jean, esposa del señalado masón César Alvajar Diéguez.
[3] Carlos Pereira, op. cit., p. 71.
[4] “Pravda”, 11/V/1938.
[5] Xesús Alonso Montero, Castelao na Unión Soviética en 1938, Xerais, 2012, p. 33.
[6] “Frente Rojo” (Órgano del Partido Comunista), Barcelona, núm. 425, 5 de junio de 1938.
[7] X. Alonso Montero, op. cit., p. 67.
[8] X. Alonso Montero, op. cit., p. 42.
[9]X. Alonso Montero, op. cit., p. 35.
[10] Xosé Ramón Fandiño, Castelao, propagandista da República en Norteamérica, Ediciós do Castro, 2000, p. 93.
[11] X. Ramón Fandiño, op. cit., p. 6.
[12] Xosé Neira Vilas, Galicia en Cuba, Consello da Cultura Galega, 2013, p. 97.
[13] Xosé Neira Vilas, Galicia en Cuba II, 2016, pp. 215-216.
[14] Baltar fue uno de los impulsores más destacados de la Irmandade Galega, fundada en Buenos Aires. Esta nueva institución, surgida tras la disolución del Partido Galleguista, se llegó a extender por casi toda Latinoamérica, siendo Baltar uno de sus presidentes.
[15] «La Casa de Galicia» (“Extra Voz”, núm. 248, domingo 11 de octubre de 2015, pp. 14-15).
[16] «Emigrantes, gallegos y... masones» (“La Voz de Galicia”, 26-06-2011).
[17]Fernández Palomo, op. cit., p. 172. Hijo del también masón Manuel Somoza, uno de los fundadores del Casino Republicano de La Coruña. Junto con Lois Tobío y Manuel Meilán (otro destacado hermano «tres puntos»), Alfredo Somoza fue uno de los fundadores en 1950 del histórico programa de radio Sempre en Galiza emitido por Radio Carve de Montevideo. Falleció el 29 de septiembre de 1951.
[18] Uno de los líderes de la Sociedade Nazonalista Pondal, una agresiva formación independentista constituida en Argentina entre los años 1925 y 1939.
[19] Alvajar trabajó en la década de los cincuenta como periodista en la Agencia de Prensa Internacional y en diversas publicaciones, entre ellas la revista francesa “Preuves”, y la española “Cuadernos”, «ambas patrocinadas por los americanos» (Teresa Alvajar López, Memorias de una republicana, Laiovento, 2012, p. 159).
[20] Sobre Canabal, Carlos Pereira, op. cit., p. 71.
[21] «La CIA financió los inicios del Movimiento Europeo» (“EL PAIS”, 10-08-1997).
 
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Posteriormente, el Consello de Galiza se trasladaría a Buenos Aires, refugio de una pujante intelectualidad republicana y galleguista que acabaría sentando las bases del gobierno autonómico, como Lois Tobío, Neira Vilas, Manuel Meilán, Pita Romero, Lorenzo Varela[1], Cordero Pérez, Arturo Cuadrado, Luís Seoane[2], etc. Al mismo tiempo, la fraterna y solidaria relación fraguada entre el exilio, especialmente el republicano, con la sociedad de la escuadra y el compás, se mantendrá en todo momento y fue especialmente intensa en toda Latinoamérica. «La masonería era un gran consuelo para los emigrantes gallegos. En las logias encontraban solidaridad y compartían su galleguidad», asegura el masón José Vázquez Fouz, diputado a cortes por el PSOE en la primera legislatura entre los años 1979-1986 y eurodiputado entre 1987-1989.

La consolidación definitiva en 1975 de la judeomasónica democracia parlamentaria fraguada en oscuros y tenebrosos contubernios internacionales, transformó automáticamente a todos estos santos barones del galleguismo en las vedettes más cotizadas de la publicidad, centros de enseñanza y medios de comunicación de Galicia y sus retratos en la referencia casi obligatoria y fundamental de la iconografía oficial de unos organismos e instituciones democráticas, como la Xunta de Galicia[3], nacidas al amparo de la nueva comunidad autónoma, con su parlamentito (que todos los años aprueba una declaración institucional de condena del «Holocausto») y su melancólica y pesimista literatura.

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El institucionismo autonómico masónico homenajeando y condecorando a sus "hermanos" del mandil.

Así, en abril de 1975 una modesta institución como el Ateneo de Orense repartió gratuitamente en bibliotecas y centros de enseñanzas cien mil ejemplares del libro Páxinas escollidas de Alfonso Rodríguez Castelao con motivo del XXV aniversario de la muerte de su autor. Y, naturalmente, surge de inmediato la pregunta del millón ¿de que arcas salieron los fondos? Porque conocer el origen y la procedencia del dinero hubiese sido de inestimable interés. Tan generosa donación no tiene justificación económica alguna salvo que exista una calculada estrategia destinada a alcanzar o favorecer un objetivo político y social determinado. Resulta evidente con la mera observación de los hechos que poderosos y oscuros intereses han estado directamente implicados en entronizar al referido escritor antifascista e independentista como referente omnipotente de la cultura gallega.


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[1] Manuel Lorenzo Varela Vázquez (1917-1978), intelectual galleguista y «poeta miliciano». Fue una de las personas de confianza que más influencia ejerció dentro del círculo íntimo de amistades de Isaac Díaz Pardo. Afiliado al PCE, en 1936 participa en la fundación de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Durante la guerra civil española actuó como comisario político de la XIII Brigada (Dombrowski), exiliándose con posterioridad al conflicto en Buenos Aires, en donde se habían refugiado algunos de los políticos gallegos más relevantes. En 1960 contraería matrimonio con Marika Gerstein (viuda de Scornik), una rica galerista judía de origen polaco bien introducida en el ambiente cultural porteño. En la capital argentina Varela fundaría con la «pareja de masones» Luís Seoane y Arturo Cuadrado (como irónicamente gustaba definirse este último), una importante revista quincenal llamada “El Correo Literario”. En 1963 publica Homenaje a Picasso, un extenso poema que apareció incluido en una carpeta de grabados del pintor judeo-ruso Osvaldo Romberg (n. 1938), con motivo del ochenta aniversario del artista malagueño. En 1976 Varela regresó a España con su mujer tras la llegada de la democracia. Su hijastro es una abogado de prestigio llamado Francisco Scornik Gerstein, nacido en Buenos Aires en 1937, y fundador en Madrid en 1977 del despacho Scornik Abogados.
[2] Miembro del Partido Galleguista durante los años de la II República, Luís Seoane López (1910-1979) ejerció también como abogado laboralista participando en la campaña a favor del Estatuto de autonomía para Galicia. Las estrechas vinculaciones que tejerá con la comunidad judía de Buenos Aires nada más establecerse en el país andino (Horacio Coppola, Grete Stern, Carl Meffert (a) Clément Moreau, caricaturista político antinazi, etc), favorecerán su consolidación económica a través de la realización de muestras en instituciones de esta colectividad, como el Banco Israelita y la Sociedad Hebraica Argentina. La adquisición de sus obras, y numerosos encargos de murales para edificios públicos y privados por parte de coleccionistas, arquitectos e ingenieros judíos como José Aslán, Lázaro y Enrique Goldstein, Enrique Rotzait, José Hojman, Enrique Genijovich, Rafael Lifchitz, Simón Scheimbag (abogado comunista y masón), etc, «le permitirá consagrarse como uno de los principales referentes del género en la ciudad» (Página de inicio | Universidad de Granada). Seoane perteneció también al consejo de redacción del periódico “El Diario”, dirigido por el judío Satanovsky. Las últimas empresas editoriales de Luís Seoane y su socio Arturo Cuadrado, fueron Ediciones Hombre al Agua, Ediciones Botella al Mar (dirigida desde 1976 por la judía Alejandrina Devéscovi), así como el periódico “Galicia”, órgano del Centro Gallego de Buenos Aires que Seoane dirigió durante casi veinte años (1939-57/1964-66), y la revista “El Correo Literario” (nov. 1943/ sep. 1945), en cuyo núm. del 15 de agosto de 1944 publicaría el masón Julio Cortázar (amante de la judía Edith Aron) uno de sus primeros relatos («Brujas»). Señalar como nota final que en 1994 el sello Alfaguara pondría a disposición del público una antología en la cual se recogía en tres cuidados volúmenes la mayor parte de los artículos dispersos de Cortázar sobre literatura: el primero al cuidado de Saúl Yurkievich, el segundo editado por Jaime Alazraki, y el tercero, a cargo de Saúl Sosnowski, judío, al igual que sus homólogos anteriores.
[3] La Xunta de Galicia (Gobierno gallego), creada en 1978 después de la aprobación de la Ley para la Reforma Política, aparece por primera vez en el proyecto de Estatuto de Autonomía de Galicia en 1936 tras inspirarse en el modelo defendido por los militares Miguel de Solís, Rubín de Celís y los otros sublevados de Carral durante el pronunciamiento de 1846. La Xunta actual viene a ser, por consiguiente, una continuación política, ideológica y espiritual de aquella otra Xunta de Galiza surgida al amparo del Estatuto del 36 (que a efectos prácticos nunca llegó a entrar en vigor a causa del conflicto bélico), que ha venido a entregar la cultura y la educación al marxismo y el separatismo y la economía al capitalismo financiero.
 
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