Bueno, justamente he estado ayer también dando unas vueltas por the tractorian belt y desde ya confirmo tu impresión. Lo que me sorprende es que no lo hubieras visto antes, ya que esto que describes se ha convertido en la rutina desde hace bastante tiempo. Para sus habitantes esto es la normalidad, son incapaces de verse en pesrpectiva a sí mismos; si lo hicieran, tendrían una visión de la verdadera imagen que ofrecen estos pueblos: algo esperpéntico, en donde lo "político" (entrecomillo "político" porque esto escapa al marco de tal denominación) se ha convertido en una obsesión religiosa, absolutamente totalitaria.
Si lo ves como algo folklórico, podrías compararlo a pasear por Alabama o Mississipi en la época del KKK. Ese es exactamente el ambiente que percibes si no eres un abducido. Tiemblo de imaginarme en lo que se ha convertido la vida cotidiana de cualquier no-separata que viva en esas comarcas: lacitos y consignas lazis hasta en las alcantarillas, en donde pongas la vista hay alguna tontería amarilla.
A cualquier sitio que entres (bares, clubes, etc), comprobarás que siempre hay un TV sintonizado en el canal único, como si estuvieras en un país de europa del este hace 40 años; y su programación insiste obsesivamente en el monotema. Sean programas de "humor", periodísticos, informativos o de variedades, no pasarán ni dos minutos a que aparezca alguna referencia a los presus, a la opresión, el juicio, las fuerzas de ocupación o lo que sea, en el caso de que la totalidad del programa no esté referida a ésto por completo.
Es un bombardeo de demolición social, en donde la obsesión tiene que autoreforzarse a cada instante, lo cual no deja de ser una evidencia de la extrema debilidad tanto de la creencia en términos profundos, como de la necesidad de la crispación permanente para que el cuento no se diluya.
Yo, que conozco muy de cerca y con experiencia de primera mano varios países comunistas -o ex-comunistas- en sus respectivas épocas de totalitarismo -y también he vivido regímenes dicatatoriales de signo contrario-, entiendo perfectamente como funcionan los mecanismos de control social típicos de cada uno de estos regímenes, y por lo tanto me resulta muy interesante compararlos y ver cómo van evolucionando para adaptarse a los nuevos tiempos y nuevas tecnologías. Es algo de lo que solemos hablar bastante con mi mujer, porque hace cuarenta años atrás era relativamente fácil aislar a poblaciones a nivel informativo e ideológico: físicamente las fronteras estaban cerradas, podías ejercer una férrea censura sobre la prensa y la media local, y era relativamente fácil interferir las señales extranjeras. Por lo tanto, las únicas fuentes de contrainformación o alternativas eran necesariamente de contrabando, y sólo podían obtenerse ilegalmente y en clandestinidad.
Hoy todo eso ha desaparecido: la información es casi instantánea y casi no hay maneras de aislar a los individuos físicamente. De modo que la ingeniería social pasa casi únicamente por insertar en estos individuos una serie de cortafuegos mentales para que ellos mismos se autoimpidan los mecanismos de información y formación, y se autoaíslen en ecosistemas endogámicos en donde son pastoreados sin el menor sobresalto. No es que éste sea un mecanismo novedoso, ya que nuestra natural tendencia gregaria y nuestras zonas de confort siempre tienden a acomodarnos en los ambientes que percibimos menos disonantes y más protectores; lo que es alarmante es cómo se puede magnificar este mecanismo para que por una parte una tendencia más o menos neutral y revisable se convierta en una guandoca autoasumida, y por la otra el grado de manipulación de la misma permita inclusive invertir cualquier categoría racional y sustituírla por la contraria sin el menor cuestionamiento.
Así las cosas, tenemos que la democracia burguesa es fascismo y el totalitarismo objetivamente fascista de éstos iluminados es democracia; los delincuentes golpistas sometidos a un juicio transparente son presos políticos; los huídos de la justicia son exiliados; la administración de tu propio país es una fuerza de ocupación; tus vecinos son colonos o invasores; el pueblo y la democracia están por encima de las leyes; la supuesta separación de poderes que exiges a los otros no la aceptarías ni en pintura en tus propuestas; el inexistente derecho a decidir que proclamas sería absolutamente prohibido en tu régimen; y tu "socialismo de izquierdas" -que nació con el proletariado como sujeto político y cuyas divisas ideológicas eran el internacionalismo y la lucha de clases-; tiene ahora el funcionariado estatal pequeñoburgués como activo político, y cuyas divisas son la autarquía social y económica, y la negación de la lucha de clases, al punto tal de que tu par es tu enemigo potencial y la alta burguesía tu pastor.
En otras palabras, te pastorean como una oveja, defiendes un nacionalsocialismo de ultraderechas de manual -creo que no hace falta explicar qué otras virtudes tiene tal modelo, que quedaron claras hace 70 años-, al mismo tiempo que te dices un revolucianario de izquierdas, y no hay ni uno solo de estos chavales (y no tanto) que tenga el menor atisbo de plantearse qué hez está haciendo, y qué clase de pescado podrido le están haciendo tragar. Es impresionante, con todos los años que tengo a cuestas y tantas cosas pasadas, juro que nunca había visto algo similar en un entorno en el que la posibilidad objetiva de obtener información alternativa es tan escandalosamente fácil y que no supone el menor riesgo personal. Es un tipo de pastoreo de alcance extremo: triste y admirable al mismo tiempo.
Sin embargo, cada vez que lo pienso, tengo mayores dudas acerca de si esto puede mantenerse -e incluso seguir inflándose- o que suceda lo contrario, en cualquiera de sus formas. Una implosión más o menos repentina no parece muy probable (aunque tampoco la descarto), o un desinflado lento, o el enquistamiento de todo esto por tiempo más o menos indefinido... todos los escenarios me parecen posibles. Pero si vamos a los hechos incontestables, lo cierto es que sus activos más ruidosos, que son los jóvenes, están luchando por causas que son objetivamente lo contrario a sus intereses: la paradoja de estar usando sistemas de comunicación e información deslocalizados y globales para defender la instauración de fronteras físicas y mentales y la exaltación de lo microterritorial son una muestra bastante expresiva del oximoron en el que están atrapados.
Y eso para no hablar del resto de sus vidas, que el post se hace muy largo y es hora de comer.
Un saludo, y si te quedan ganas de seguir paseando por la zona cero, te recomiendo els 7 gorgs, cerca de Campdevánol, en el Ripollés, que para un día de trekking es fabuloso ahora en otoño, que no hay casi nadie y tampoco hace frío.