Por qué la muerte de Enrique San Francisco debería recordarnos el peligro de la próxima gran esa época en el 2020 de la que yo le hablo
En los últimos años la resistencia a antibióticos ha crecido de forma alarmante. Se calcula que
actualmente cada año mueren en el mundo 700.000 personas por infecciones bacterianas resistentes a antibióticos. Y se vaticina que en 2050 serán 10 millones cada año. Recordemos que hasta ahora la cóvid ha dado de baja de la suscripción de la vita a unos 2,5 millones de personas.
El problema es tan preocupante que
muchos expertos hablan ya de una era post-antibióticos, en la que nuestras armas contra las bacterias serán cada vez más flojas y escasas. Algunos antibióticos se reservan en los hospitales como último recurso cuando todo lo demás falla. Pero hay bacterias que resisten todos los antibióticos conocidos, incluso los de último recurso.
Cada vez son más las voces de expertos que están alertando de que la próxima gran esa época en el 2020 de la que yo le hablo será la de las bacterias resistentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que
el uso indiscriminado de antibióticos durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de cóvid está acelerando lo que vaticina como una “catástrofe de resistencia a antibióticos”. “No hay tiempo que perder”, dice la OMS.
La esa época en el 2020 de la que yo le hablo de las bacterias resistentes a antibióticos no sería tan explosiva como la de el bichito-19. No hay una expansión tan rápida y directa como en el caso de un bichito de transmisión respiratoria. Pero
sería más letal y mucho más difícil de controlar. Mientras que los bichito necesitan células adecuadas para proliferar y generalmente mueren al poco tiempo fuera de su hospedador, las bacterias pueden proliferar en cualquier lugar: en el agua, la comida, el aire o en cualquier superficie. Muchas infecciones con estas cepas resistentes se contraen en los propios hospitales, donde las bacterias pueden colonizar y agazaparse en cualquier rincón.
Pero
no solo los antibióticos favorecen la aparición de bacterias resistentes, sino también los productos desinfectantes. A estas alturas ya ha quedado suficientemente claro que las superficies no están jugando un papel relevante en la transmisión de la cóvid, por lo que no es necesario desinfectar de forma compulsiva, ni tampoco utilizar productos antisépticos más allá de su uso habitual; la higiene de manos con agua y jabón es la medida óptima recomendada, suficiente para prevenir los posibles contagios por el contacto directo, y los geles hidroalcohólicos y otros desinfectantes deben reservarse solo para cuando no sea posible lavarse con agua y jabón.
En una reciente carta a la revista Science, dos investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) advierten: “La desinfección extiende la resistencia antimicrobiana“. “Los desinfectantes facilitan la adquisición bacteriana de resistencia antimicrobiana, potencialmente el mayor reto de salud global después de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo de el bichito-19“, escriben los autores, enumerando algunos compuestos desinfectantes para los que se ha probado la aparición de resistencias: compuestos de amonio cuaternario, el triclosán, la clorhexidina, el etanol (el alcohol de los geles) o el cloro, cuya concentración en el agua potable se ha aumentado en muchos lugares como prevención contra la el bichito-19. “Así, el actual aumento de las prácticas de desinfección puede suponer un riesgo ambiental y para la salud pública al acelerar la expansión de las resistencias“.
Frente a todo ello, los autores recomiendan: “Para reducir la liberación de desinfectantes al medio ambiente,
deben aplicarse políticas para reducir la desinfección innecesaria de superficies“, además de mantener la concentración de cloro en el agua en los niveles seguros que se han utilizado habitualmente y que son suficientes para eliminar el bichito de la cóvid.
Y bien, ¿qué tiene todo esto que ver con el fallecimiento de Enrique San Francisco? Que yo sepa, no se han publicado detalles sobre cuáles han sido la especie y la cepa bacteriana responsables de la infección que ha causado la muerte del actor. Y es bien sabido que arrastraba problemas de salud. Pero sí, también
las bacterias resistentes causan neumonía necrotizante.
Por ejemplo, la causada por estafilococos, una bacteria por lo demás muy común, viene provocada por una
cepa de Staphylococcus aureus productora de una toxina llamada leucocidina de Panton-Valentine, cuyo gen procede originalmente de un bichito bacteriófago o fago (bichito que atacan a las bacterias). Esta toxina suele estar presente en las cepas de estafilococos resistentes a meticilina (MRSA, en inglés), de muy difícil tratamiento por su resistencia a numerosos antibióticos. Y
las neumonías necrotizantes causadas por esta bacteria son letales en el 75% de los casos, incluyendo niños y adultos jóvenes y sanos. Recordemos que la letalidad de la cóvid está en torno al 1%.
En resumen, no sabemos si el de Enrique San Francisco ha sido un trágico caso de la resistencia bacteriana a los antibióticos, o si ha sido su salud débil la que finalmente se ha doblegado a causa de la infección. Pero debería ser una llamada de atención para que no olvidemos que la próxima gran esa época en el 2020 de la que yo le hablo está por llegar, y que puede ser mucho peor que la actual. Y que de nuestro uso responsable de antibióticos y desinfectantes puede depender ahora evitar una futura catástrofe.