Ojalá las banderillas sean la leche, funcionen y peguemos carpetazo a esta pesadilla, pero elementos para desconfiar no faltan.
Situense, recuerden quién nos (des)gobierna. Cuando en España no había test para nadie, nuestros políticos salían a test diario, cuando los hospitales colapsaban, había una UCI móvil en la puerta de algunas casas y Carmen alopécico ingresaba en una suite de lujo de uno de los mejores hospitales privados de Madrid, cuando ha habido restricciones ellos (todos, desde los de Podemos y Bildu, hasta los de VOX) se las han pasado por el arco del triunfo sin ningún pudor.
Y ahora, le ponen la primera banderilla segura a Nicanor de Vallecas.
Llámenme paranoico, pero en el mejor de los casos ellos tienen tantas dudas o más sobre la bondad de las banderillas que yo, si estuviesen seguros no oliamos una banderilla hasta que no se la hubiesen puesto ellos, sus familiares, sus grupos parlamentarios y afines varios.
Y encima tenemos al apesebrado lamentable de Ciudadano Excrecente loando sus virtudes. Raro, raro.
Esperemos acontecimientos, al empezar por los grupos de riesgo supongo que los fallecidos de el bichito deberían caer incluso mucho antes de alcanzar cualquier atisbo de inmunidad de grupo.
