Hola, buenos días.
Vivir. Lo que nos cuesta aceptar lo convertimos en una cuestión compleja. El el bichito-19 parece complicado y, por tanto, hacemos como que no sabemos.
Cuando afirmaron que este bichito no mutaba, fue una gran noticia que simplificaba la cuestión. A medida que fueron repitiendo de manera insistente esta misma idea, fuimos dejando de creer que fuese tan sencillo.
Todos sabemos que el bichito muta, y mucho. Mutar implica cambio. El cambio puede ser a mejor o a peor. Todos sabemos que este bichito evoluciona a peor, con variantes cada vez más contagiosas y dañinas para nuestra salud.
Todos sabemos que habrá más mutaciones, muchas más. Tendremos que convivir con diferentes variantes al mismo tiempo. Todos sabemos que esto dificulta extraordinariamente encontrar una solución mínimamente efectiva.
Todos sabemos que las banderillas son un parche. Taponan malamente una herida mientras se abren otras nuevas. Todos sabemos que esta generación inicial de banderillas no resultará eficaz para la variante sudafricana. Habrá muchas más cepas nuevas para las que tampoco lo serán.
Todos sabemos que, de momento, las banderillas u otras soluciones alternativas irán siempre por detrás del patógeno, en un bucle continuo donde, tras aplicar una nueva solución, reaparecerá de nuevo el problema.
Todos sabemos que vamos a morir por cualquier motivo o simplemente por edad. Cuando aceptamos la muerte, comprendemos que estamos vivos. Y eso es jodidamente maravilloso. Es jodidamente hermoso poder reír, llorar, tocar, sentir o escribir un post.
Lo complejo no es morir, ni tan siquiera vivir. Lo realmente complicado es aceptar que vamos a morir y comprender el privilegio que supone vivir.
Me está sabiendo cojonudo este Cola Cao. Iré a por otro antes de que sea demasiado tarde.
“La muerte no es algo que va a sobrevenir. Uno viviendo se va muriendo y deja de morir cuando expira. Para poder morirse hace falta estar vivo.”. (Santiago Kovadloff)
Feliz sábado.