En Andalucía, con más población parece que también hay baja contagiosidad y mortalidad.
En Madrid los transportes públicos han sido la lanzadera del ataque biológico, junto con las concentraciones como el fútbol, y el 8M (ambos con mucho transporte público).
El brote de Torrejón (el más grande conocido o hecho público), posiblemente llegado por trabajadores del aeropuerto de Barajas, empleados de servicios de limpieza de empresas varias, y empleadas de residencias de ancianos, que se reunían en centros evangelistas, hicieron el resto al repartirlo por Madrid, y los demás por España.
No intervenir (aún con la fuerza) y pretender que
personas que asistieron a celebraciones evangélicas, muchos de ellos de otras culturas, y con escasa formación y conocimiento, muchos
quizá en la economía sumergida, muchos
viviendo en viviendas patera, que necesitan trabajar, y que
se les recomiende (no obligue) a que se aislen, era ya realmente una broma pesada.
Se debería de haber seguido la pista a esas personas y habilitar hoteles y centros (como se hizo con el Gómez Ulla) y aislarlos, por las buenas o las malas, como ya se hacía en China. A esas personas, y sus entornos de contacto.