Sylar
Madmaxista
Esto lo he puesto en el hilo de la CAM, pero la voz me dijo que abriera un hilo separado para crear polémica, a ver si querido líder me ficha para su plantilla de animadores y me da una parte de las ingentes riquezas amasadas gracias al Adsenseless.
Hay una formulación del problema inmobiliario que está haciendo fortuna en el foro: España, el país de las casas sin gente y las gentes sin casa. Es un eslogan pegadizo y con ritmo, pero que no es una auténtica definición porque se olvida de un factor importante. La formulación correcta (y poco pegadiza) es: millones de pisos vacíos, millones en préstamos inmovilizados contra la garantía de esos pisos, millones de gente sin casa.
Si el problema fuera como se define en el eslogan inicial, la solución sería fácil: dar las casas sin gente a las gentes sin casa. Pero al introducir el factor financiero, la solución es algo más compleja. La solución escogida, por mucho que duela a los burbujistas, es extraer dinero de la población (aquellos que tengan casa y trabajo) a través de subidas de impuestos para permitir que la banca cubra gradualmente los préstamos durante los próximos diez años (la UE se ocupará de que haya la liquidez necesaria mientras dura el proceso); a cambio, se mantendrá el precio de los pisos para que los paganos sientan que al menos aún tienen un patrimonio. Es un contrato social entre el poder económico/político y la mayoría de la población que es propietaria, ya que como alguna vez dijo Galindo o alguno de sus epígonos: "A nadie le interesa que baje el precio de la vivienda".
Es triste, pero a la gente con casa no le importa el problema de la gente sin casa (igual que a la gente con trabajo le importa poco la gente en paro, definido magistralmente por la Safo de Alcorcón cuando dijo que no es un problema para el 79,4% de la gente). Les importa mucho más que no baje el precio de su pisito, su patrimonio; y si tiene que bajar, que sea poco, y gradual. A este objetivo se dedican todas las fuerzas del estado y el establishment financiero/político; y esa apuesta a todo o nada recibió su espaldarazo con el rescate de la UE en mayo, a cambio de un abrazo del oso que garantiza una larga decadencia económica, dedicados solo a cubrir los intereses de la deuda.
Las casas vacías, una vez amortizado el préstamo se pueden derribar; y en cuanto a la gente sin casa, puede emigrar (mantra generalizado y poco realista, como bien apunta el sabio opositor de extremadura), seguir parasitando a sus padres (y en lo posible al estado), mientras esperan las algaradas y revoluciones que lo cambiarán todo, o resignarse y mudarse a Alcorcón, a ver si les toca una VPO cerca de animosa y otros infraseres marginales. En resumen, están dolidos y se tendrán que buscar la vida cada uno, sin soluciones globales. Para el sistema son víctimas colaterales, bajas asumibles.
Este ajuste gradual, esta década y media perdida a la japonesa, fue prevista por muchos burbujistas. Es una derrota anunciada y general. Perdemos todos, burbujistas y kierepelos. Los burbujistas pierden porque no se podrán comprar un piso por 60.000 euros (cuando los precios lleguen a ese nivel, su sueldo será de 500 euros); los kierepelos pierden porque su piso no baja pero tampoco se vende, mientras su hipoteca pesará cada vez más y su sueldo cada vez se estirará menos; y perdemos todos; condenados a un país en larga decadencia, como Argentina o Portugal, con un alto paro estructural, una economía de cortijo, un mercado laboral macabro y una sociedad de pandereta, donde los hipotecados aplauden los aumentos de beneficios de los bancos (!) y donde, a pesar de ser gobernados por políticos que roban a manos llenas y nos insultan a la cara, nunca pasa nada.
No es el fin del mundo. Argentina tuvo el corralito y ahí está; no se hundió en el océano, la gente que no emigró sigue viviendo. Es una derrota, pero no la muerte. Cada uno tendrá que buscar su forma indvidual de sobrevivir, sin regeneración salvadora. Es duro, pero oye, hemos ganado el mundial y Wimbledon; no se puede tener todo.
Hay una formulación del problema inmobiliario que está haciendo fortuna en el foro: España, el país de las casas sin gente y las gentes sin casa. Es un eslogan pegadizo y con ritmo, pero que no es una auténtica definición porque se olvida de un factor importante. La formulación correcta (y poco pegadiza) es: millones de pisos vacíos, millones en préstamos inmovilizados contra la garantía de esos pisos, millones de gente sin casa.
Si el problema fuera como se define en el eslogan inicial, la solución sería fácil: dar las casas sin gente a las gentes sin casa. Pero al introducir el factor financiero, la solución es algo más compleja. La solución escogida, por mucho que duela a los burbujistas, es extraer dinero de la población (aquellos que tengan casa y trabajo) a través de subidas de impuestos para permitir que la banca cubra gradualmente los préstamos durante los próximos diez años (la UE se ocupará de que haya la liquidez necesaria mientras dura el proceso); a cambio, se mantendrá el precio de los pisos para que los paganos sientan que al menos aún tienen un patrimonio. Es un contrato social entre el poder económico/político y la mayoría de la población que es propietaria, ya que como alguna vez dijo Galindo o alguno de sus epígonos: "A nadie le interesa que baje el precio de la vivienda".
Es triste, pero a la gente con casa no le importa el problema de la gente sin casa (igual que a la gente con trabajo le importa poco la gente en paro, definido magistralmente por la Safo de Alcorcón cuando dijo que no es un problema para el 79,4% de la gente). Les importa mucho más que no baje el precio de su pisito, su patrimonio; y si tiene que bajar, que sea poco, y gradual. A este objetivo se dedican todas las fuerzas del estado y el establishment financiero/político; y esa apuesta a todo o nada recibió su espaldarazo con el rescate de la UE en mayo, a cambio de un abrazo del oso que garantiza una larga decadencia económica, dedicados solo a cubrir los intereses de la deuda.
Las casas vacías, una vez amortizado el préstamo se pueden derribar; y en cuanto a la gente sin casa, puede emigrar (mantra generalizado y poco realista, como bien apunta el sabio opositor de extremadura), seguir parasitando a sus padres (y en lo posible al estado), mientras esperan las algaradas y revoluciones que lo cambiarán todo, o resignarse y mudarse a Alcorcón, a ver si les toca una VPO cerca de animosa y otros infraseres marginales. En resumen, están dolidos y se tendrán que buscar la vida cada uno, sin soluciones globales. Para el sistema son víctimas colaterales, bajas asumibles.
Este ajuste gradual, esta década y media perdida a la japonesa, fue prevista por muchos burbujistas. Es una derrota anunciada y general. Perdemos todos, burbujistas y kierepelos. Los burbujistas pierden porque no se podrán comprar un piso por 60.000 euros (cuando los precios lleguen a ese nivel, su sueldo será de 500 euros); los kierepelos pierden porque su piso no baja pero tampoco se vende, mientras su hipoteca pesará cada vez más y su sueldo cada vez se estirará menos; y perdemos todos; condenados a un país en larga decadencia, como Argentina o Portugal, con un alto paro estructural, una economía de cortijo, un mercado laboral macabro y una sociedad de pandereta, donde los hipotecados aplauden los aumentos de beneficios de los bancos (!) y donde, a pesar de ser gobernados por políticos que roban a manos llenas y nos insultan a la cara, nunca pasa nada.
No es el fin del mundo. Argentina tuvo el corralito y ahí está; no se hundió en el océano, la gente que no emigró sigue viviendo. Es una derrota, pero no la muerte. Cada uno tendrá que buscar su forma indvidual de sobrevivir, sin regeneración salvadora. Es duro, pero oye, hemos ganado el mundial y Wimbledon; no se puede tener todo.
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