dinio amol
ONOFRE
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Joaquín Bochaca : LOS CRÍMENES DE LOS "BUENOS"
pag.240. fragmento.
...cuando depusieron las armas fiándose de las promesas de los demócratas occidentales, el pelotón de
ejecución, amenizado con torturas y humillaciones previas en determinados casos. El caso de
otros europeos entregados por los occidentales a los comunistas para ser ejecutados no es,
numéricamente, tan importante como el de los rusos, pero, tal vez, es aún más inhumano. El
caso de los croatas, sobre todo, es dantesco. 37 generales, 167 oficiales, cerca de 5.000
suboficiales y unos 200.000 soldados croatas, acompañados de una masa de civiles igualmente
croatas que huían del Paraíso de la Yugoeslava de Tito, se habían concentrado en el Valle del
Drava, en Carintia y Tirol Meridional, poniéndose bajo la protección de los ingleses. El Alto
Mando Británico les dijo que podrían elegir entre regresar a su país, emigrar a otros países que
quisieran admitirlos, o permanecer en Alemania o Austria, como refugiados. Pero, de acuerdo
con el programa del Plan Keelhaul se decidió la entrega en masa de los croatas y sus familias el
23 de Mayo de 1945. Fue encargado de la poco gloriosa ejecución el Comandante de la 11a.
División Acorazada Británica. Los mandos croatas fueron invitados a presentarse en el Cuartel
General inglés, en Spittal-Lienz, bajo el pretexto de sostener una conferencia sobre la
organización de la intendencia de los croatas y la traslación de la masa de refugiados croatas a
campos de albergue británicos. Creyendo en las promesas que se les habían hecho
solemnemente, de que nunca serian entregados a los comunistas, los oficiales y mandos croatas
respondieron dócilmente a la invitación inglesa, pero una vez llegados allí fueron
inmediatamente detenidos y entregados a los emisarios yugoeslavos, que ya les estaban
esperando. Todos estos generales, oficiales y mandos chiles croatas fueron ejecutados, sobre el
terreno, por los comunistas, en zona británica de Austria, y sin tomarse la molestia de ocultarlo.
A la entrega de los mandos croatas siguió la de los soldados y no menos de 35.000 mujeres,
niños y demás civiles. En el colmo de la desesperación los croatas enviaron telegramas a todas
partes: a Truman, a Eisenhower, a Montgomery, a Churchill, a Attlee y al Papa, Pió XII. Pero
todo fue inútil. Nadie les hizo el menor caso.
En los inmensos campos donde habían sido amontonados millares de soldados, mujeres,
niños y ancianos croatas se extendió el terror. Los terroristas no eran, por esta vez, los sicarios
de la policía militar soviética, sino los de Su Majestad Británica. Las escenas que se produjeron
fueron espantosas. Hombres que se abrían las venas; madres que ahogaban a sus hijos o los
arrojaban al rio Drava; escenas increíbles de soldados croatas atacando desarmados a los
tanques británicos, que abrieron fuego causando la muerte de millares de inocentes que se
oponían a ser enviados a los campos de tortura de Tito. Este macabro espectáculo duró días
enteros. Croatas abatidos como perros rabiosos por las balas británicas cuando intentaban huir,
mientras muchos otros se suicidaban para escapar a su suerte. Escenas semejantes se
registraron en los demás campos de concentración donde se encontraban los croatas, en Mann-
heim, Dachau, Deggendorff, Platting, etc.
A los croatas que no se suicidaron les esperaba una suerte horrible al llegar a Yugoeslavia.
Los más significados de entre ellos fueron inmediatamente ejecutados. Los demás, sin
distinción de sesso ni edad, fueron destinados a los trabajos forzados de por vida. Según el
escritor francés Fabrice Laroche, el número de croatas asesinados por los sicarios de Tito en
Mayo y Junio de 1945 llegó a los 280.000 ( 616 ). Se sometió un memorándum a la Cruz Roja
Internacional quien, a su vez, lo remitió a Tito. Este no se dignó responder siquiera.
pag.240. fragmento.
...cuando depusieron las armas fiándose de las promesas de los demócratas occidentales, el pelotón de
ejecución, amenizado con torturas y humillaciones previas en determinados casos. El caso de
otros europeos entregados por los occidentales a los comunistas para ser ejecutados no es,
numéricamente, tan importante como el de los rusos, pero, tal vez, es aún más inhumano. El
caso de los croatas, sobre todo, es dantesco. 37 generales, 167 oficiales, cerca de 5.000
suboficiales y unos 200.000 soldados croatas, acompañados de una masa de civiles igualmente
croatas que huían del Paraíso de la Yugoeslava de Tito, se habían concentrado en el Valle del
Drava, en Carintia y Tirol Meridional, poniéndose bajo la protección de los ingleses. El Alto
Mando Británico les dijo que podrían elegir entre regresar a su país, emigrar a otros países que
quisieran admitirlos, o permanecer en Alemania o Austria, como refugiados. Pero, de acuerdo
con el programa del Plan Keelhaul se decidió la entrega en masa de los croatas y sus familias el
23 de Mayo de 1945. Fue encargado de la poco gloriosa ejecución el Comandante de la 11a.
División Acorazada Británica. Los mandos croatas fueron invitados a presentarse en el Cuartel
General inglés, en Spittal-Lienz, bajo el pretexto de sostener una conferencia sobre la
organización de la intendencia de los croatas y la traslación de la masa de refugiados croatas a
campos de albergue británicos. Creyendo en las promesas que se les habían hecho
solemnemente, de que nunca serian entregados a los comunistas, los oficiales y mandos croatas
respondieron dócilmente a la invitación inglesa, pero una vez llegados allí fueron
inmediatamente detenidos y entregados a los emisarios yugoeslavos, que ya les estaban
esperando. Todos estos generales, oficiales y mandos chiles croatas fueron ejecutados, sobre el
terreno, por los comunistas, en zona británica de Austria, y sin tomarse la molestia de ocultarlo.
A la entrega de los mandos croatas siguió la de los soldados y no menos de 35.000 mujeres,
niños y demás civiles. En el colmo de la desesperación los croatas enviaron telegramas a todas
partes: a Truman, a Eisenhower, a Montgomery, a Churchill, a Attlee y al Papa, Pió XII. Pero
todo fue inútil. Nadie les hizo el menor caso.
En los inmensos campos donde habían sido amontonados millares de soldados, mujeres,
niños y ancianos croatas se extendió el terror. Los terroristas no eran, por esta vez, los sicarios
de la policía militar soviética, sino los de Su Majestad Británica. Las escenas que se produjeron
fueron espantosas. Hombres que se abrían las venas; madres que ahogaban a sus hijos o los
arrojaban al rio Drava; escenas increíbles de soldados croatas atacando desarmados a los
tanques británicos, que abrieron fuego causando la muerte de millares de inocentes que se
oponían a ser enviados a los campos de tortura de Tito. Este macabro espectáculo duró días
enteros. Croatas abatidos como perros rabiosos por las balas británicas cuando intentaban huir,
mientras muchos otros se suicidaban para escapar a su suerte. Escenas semejantes se
registraron en los demás campos de concentración donde se encontraban los croatas, en Mann-
heim, Dachau, Deggendorff, Platting, etc.
A los croatas que no se suicidaron les esperaba una suerte horrible al llegar a Yugoeslavia.
Los más significados de entre ellos fueron inmediatamente ejecutados. Los demás, sin
distinción de sesso ni edad, fueron destinados a los trabajos forzados de por vida. Según el
escritor francés Fabrice Laroche, el número de croatas asesinados por los sicarios de Tito en
Mayo y Junio de 1945 llegó a los 280.000 ( 616 ). Se sometió un memorándum a la Cruz Roja
Internacional quien, a su vez, lo remitió a Tito. Este no se dignó responder siquiera.
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