Con 19 años cuando me esforzaba 10 horas al día + 2 de gym para tratar con tipejas o novias que no hacían nada en toda la semana, y tener 20 euros de ocio a la semana que gastaba bebiendo en discotecas para anestesiarme, sometido a los caprichos de mis padres.
Se me curó con ideas propias que nadie me había dicho. Vuestro problemazo bestial no es tener depresión ni mala genética, sino (1) no poder generar ideas (2) la vanidad máxima que tiene todo nulo (3) pretender que alguien superior tenga emoción de tratar de igual a igual a ralea de hez como vosotros (eso sólo lo haría un hez buscando aplausos porque se siente hez, tipo aldono) y os dé grandes ideas, cosa que sólo haría un superior para descojonarse de ver cómo a máxima rabia siempre las consideraríais las peores.
Vuestro problema es de criterios y de ideas. Pretendéis que alguien valioso aplaudido por miles de badulaques profundos se emocione mucho dándoos las ideas que os lleven a su nivel, y eso no puede ocurrir, ni lo primero ni lo segundo ni lo tercero. Todo el sistema está montado para que eso no pueda ocurrir. Yo soy lo más cercano, alguien descojonado de ver como a máxima humillación inventáis un mundo donde estáis diciendo algo, donde vuestras ideas son nuevas o propias, y donde yo no digo nada, mientras sabéis destrozadísimos que es al revés. Y además será así para siempre. Obligatoriamente vuestras vidas van a ser hez, no tenéis opción B. El cambio necesario jamás podríais darlo.
Ayer el iluso de GolfoyNoseque puso muy emocionado un vídeo de Arnold donde decía una perogrullada ridícula. Y el inane pensaba que esa perogrullada que aplicaron trillones de fracasados era lo que había llevado a Arnold al éxito. Ese es vuestro problema. Esperáis que el más valioso se abra el trastero ante vosotros y cague bombones de oro para que los más hezs del planeta aplaudan emocionados y todos tengáis lo mejor facilísimo.
E-S-O N-O P-U-E-D-E O-C-U-R-R-I-R. Porque lo justo es lo contrario. Lo que sucede. Que los peores tengáis las peores ideas, los valiosos tengan las contrarias, que los valiosos os tengan ardor de estomago, y que rabiéis al máximo con lo valioso.