HUEVOS PACO E HIJOS S.L
Honrado amaplantas
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Posiblemente los más jóvenes del foro ni se lo imaginan, pero antes había una cosa que se llamaba "radio" y la escuchaba todo el mundo algún rato del día. Sentaos junto al fuego, los mayores tenemos historias que contaros.
En ocasiones, los programas de la radio (eran como podcast en directo o algo así, para que los entendáis los peques) incluso dejaban turnos de participación del oyente, que antes de internet y en sus inicios, tenían cierta espontaneidad y el filtro era un simple telefonista al que le contabas una película y si les cuadraba, te metían en antena. Especialmente sucedía en programas locales o en horarios raros (noche y madrugada sobre todo), pero si te currabas una buena coartada, podías incluso lucirte tus dotes trolls en horario de máxima audiencia.
Como podéis imaginar, esto era terreno abonado para los trolls de la época, que en la noche de los tiempos, eran llamados bromistas o graciosetes. A veces estabas escuchando la radio y escuchabas a algún bromista de estos, sin embargo, la repercusión era limitada. Lo escuchabas en el momento, lo cortaban rapidito cuando se daban cuenta de la broma y ni dios tenía aquello grabado (salvo quizás el propio bromista o algún cabrón de la cadena rival) Era una belleza efímera, como la flor de un cactus o un castillo de arena a punto de ser devorado por la marea, y quizás por eso te hacía tanta ilusión cuando pillabas una de estas en antena.
Yo tuve ocasión de conocer a dos de estos bromistas, cada uno con su estilo, y me dieron algunos grandes momentos de reir hasta el dolor de barriga.
Uno de ellos se enfocó a las radios locales. A veces entraba a concursos en directo no para ganar el premio, sino para equivocarse a posta diciendo tonterías. Una vez le entrevistaron en un día de huelga para estudiantes y se inventó unos disturbios brutales que acababan de suceder en otra facultad. Otra vez opinó en el programa de deportes de la hora de comer que "con el fichaje de (jugador de baloncesto oscuro americano) ganamos centímetros, concretamente centímetros de berenjena, ¡menuda anaconda debe tener!", y el locutor se puso hecho un basilisco. Otra vez llamó para opinar sobre la situación económica imitando a un profesor medio gangoso que teníamos (lo clavaba) y quejándose del precio de los condones y los cubatas.
El otro al "Hablar por hablar" de la Ser le coló tres o cuatro, creo que estaba empezando Mara Torres en esos tiempos, también a algún programa más de ese estilo, y a la Lorena Berdún en su programa de sesso de Los 40 le coló alguna tontería como consulta troll. Siempre eran historias todo dramáticas, el cabrón sabía qué morbo vendía en esos programas de contar miserias, y manejaba el tono de voz quejumbroso con maestría, llegando a incluso a emitir sollozos creíbles. Por ejemplo:
-Una vez que llamó diciendo que era un cuarentón que se había peleado con sus hermanos por un problema de herencias y estaba muy triste por no poder ver a sus sobrinos. Un rollo bastante lacrimógeno sobre que le habían echado de casa de sus padres al morir estos y se había tenido que alquilar un cuchitril sin calefacción, un quinto sin ascensor al que tenía que subir con sus muletas de niño que tuvo la polio. Que se sentía muy solo y no veía cómo salir de aquello, que quería reconciliarse pero era demasiado orgulloso para dar el paso y además tenía a sus cuñadas en contra. En pleno climax dramático, soltó algo así como "menos mal que todavía puedo hacerme caricias, porque sino ya me habría suicidado" y un estruendoso grito. Cortadito y pausa musical al instante, hacemos como que no ha pasado nada y seguimos.
-Otra vez era un estudiante universitario de familia muy conservadora y católica que se había echado una novia gótica y la quería mucho, pero eran muy diferentes. Ella quería ir a conciertos y beber y nunca quería acompañarle a misa o al teatro; además, decía que era pronto para conocer a sus padres pero no para tener relaciones. El pobre chico estaba confundido: "Mara, ¿qué hago? yo la quiero pero es que...Ayer me dijo que quería crucificar un búho y luego prenderle fuego", ahí no se pudo aguantar la risa, clic, musiquita.
En fin, a ver si alguien de por aquí fue uno de esos fulastres o conoció alguno de ellos, venga, esos chascarrilos aquí.
En ocasiones, los programas de la radio (eran como podcast en directo o algo así, para que los entendáis los peques) incluso dejaban turnos de participación del oyente, que antes de internet y en sus inicios, tenían cierta espontaneidad y el filtro era un simple telefonista al que le contabas una película y si les cuadraba, te metían en antena. Especialmente sucedía en programas locales o en horarios raros (noche y madrugada sobre todo), pero si te currabas una buena coartada, podías incluso lucirte tus dotes trolls en horario de máxima audiencia.
Como podéis imaginar, esto era terreno abonado para los trolls de la época, que en la noche de los tiempos, eran llamados bromistas o graciosetes. A veces estabas escuchando la radio y escuchabas a algún bromista de estos, sin embargo, la repercusión era limitada. Lo escuchabas en el momento, lo cortaban rapidito cuando se daban cuenta de la broma y ni dios tenía aquello grabado (salvo quizás el propio bromista o algún cabrón de la cadena rival) Era una belleza efímera, como la flor de un cactus o un castillo de arena a punto de ser devorado por la marea, y quizás por eso te hacía tanta ilusión cuando pillabas una de estas en antena.
Yo tuve ocasión de conocer a dos de estos bromistas, cada uno con su estilo, y me dieron algunos grandes momentos de reir hasta el dolor de barriga.
Uno de ellos se enfocó a las radios locales. A veces entraba a concursos en directo no para ganar el premio, sino para equivocarse a posta diciendo tonterías. Una vez le entrevistaron en un día de huelga para estudiantes y se inventó unos disturbios brutales que acababan de suceder en otra facultad. Otra vez opinó en el programa de deportes de la hora de comer que "con el fichaje de (jugador de baloncesto oscuro americano) ganamos centímetros, concretamente centímetros de berenjena, ¡menuda anaconda debe tener!", y el locutor se puso hecho un basilisco. Otra vez llamó para opinar sobre la situación económica imitando a un profesor medio gangoso que teníamos (lo clavaba) y quejándose del precio de los condones y los cubatas.
El otro al "Hablar por hablar" de la Ser le coló tres o cuatro, creo que estaba empezando Mara Torres en esos tiempos, también a algún programa más de ese estilo, y a la Lorena Berdún en su programa de sesso de Los 40 le coló alguna tontería como consulta troll. Siempre eran historias todo dramáticas, el cabrón sabía qué morbo vendía en esos programas de contar miserias, y manejaba el tono de voz quejumbroso con maestría, llegando a incluso a emitir sollozos creíbles. Por ejemplo:
-Una vez que llamó diciendo que era un cuarentón que se había peleado con sus hermanos por un problema de herencias y estaba muy triste por no poder ver a sus sobrinos. Un rollo bastante lacrimógeno sobre que le habían echado de casa de sus padres al morir estos y se había tenido que alquilar un cuchitril sin calefacción, un quinto sin ascensor al que tenía que subir con sus muletas de niño que tuvo la polio. Que se sentía muy solo y no veía cómo salir de aquello, que quería reconciliarse pero era demasiado orgulloso para dar el paso y además tenía a sus cuñadas en contra. En pleno climax dramático, soltó algo así como "menos mal que todavía puedo hacerme caricias, porque sino ya me habría suicidado" y un estruendoso grito. Cortadito y pausa musical al instante, hacemos como que no ha pasado nada y seguimos.
-Otra vez era un estudiante universitario de familia muy conservadora y católica que se había echado una novia gótica y la quería mucho, pero eran muy diferentes. Ella quería ir a conciertos y beber y nunca quería acompañarle a misa o al teatro; además, decía que era pronto para conocer a sus padres pero no para tener relaciones. El pobre chico estaba confundido: "Mara, ¿qué hago? yo la quiero pero es que...Ayer me dijo que quería crucificar un búho y luego prenderle fuego", ahí no se pudo aguantar la risa, clic, musiquita.
En fin, a ver si alguien de por aquí fue uno de esos fulastres o conoció alguno de ellos, venga, esos chascarrilos aquí.
No es exactamente una broma en antena, pero es loleante y viene al caso