Grandes misántropos

Rednaxela

Madmaxista
Desde
21 Sep 2013
Mensajes
2.827
Reputación
2.946
El diccionario de toda la vida (que no la Wikipedia) dice que el misántropo es una «persona que, por su humor tétrico, manifiesta aversión al trato humano». Una definición que resulta un tanto obsoleta y hasta cómica, si tenemos en cuenta las cotas que ha alcanzado la insociabilidad en nuestros días. Si nos guiáramos por ella, la mayoría de los habitantes del mal llamado primer mundo podríamos ser tachados de misántropos. Somos legión los que vivimos aislados en cuevas de hormigón, esquivando a nuestros desconocidos vecinos como si tuvieran la peste bubónica e interactuando con el prójimo a través de maquinitas, sin rozarlo salvo para la cosa sensual y a veces ni eso.

Y los comportamientos insociables son más extremos cuanto más sofisticada es la sociedad en cuestión. En Japón, por ejemplo, brotan como setas los hikikomoris, modernos anacoretas que solo se comunican con el mundo exterior a través del ordenador, los videojuegos on line y otros inventos. En Occidente tampoco somos mancos y desde que las redes sociales son los nuevos bares, poco nos falta para ser autistas. También los guionistas de la tele, de ahí la proliferación de personajes de ficción tan bordes como Sheldon Cooper (The Big Bang Theory), Rust Cohle (True Detective) o Bender Bending Rodríguez (Futurama). Personajes que pese a su presunta misantropía (o precisamente por ella) nos caen muy simpáticos.

Pero en esto de la misantropía también hay clases, grados y tamaños. Y hoy vamos a hablar de misántropos como la copa de un pino de grandes. Ases del pensamiento egoísta que viven o vivieron de espaldas al mundo rumiando un rencor mayúsculo. Genocidas en potencia que a veces (solo a veces) cruzan la línea del pensamiento hostil para caer directamente en el crimen. Apóstoles de la revolución antihumana. Estetas que transformaron su repruebo indiscriminado en arte bruto. Por separado no constituyen una gran amenaza y, dado que son gentes de pocos amigos y no todos pertenecen al mismo segmento espacio-temporal, es poco probable que se junten en un supergrupo de supervillanos. Si lo hicieran, como lo hago yo en este artículo, podrían ser la avanzadilla que desencadenara el temido Fin de los Tiempos.

«Detesto al género humano y sus fingimientos y suciedades». H. P. Lovecraft

El nihilista, misógino, islamófobo, gabacho y, en definitiva, misántropo escritor Michel Houllebecq da en el clavo al definir a Howard Phillips Lovecraft (Providence, 1890 – Ibídem, 1937) como «un misántropo amable y un materialista visionario. El mundo le enfermaba y no veía ninguna razón para creer que mirando las cosas con mejor perspectiva pudieran parecer diferentes».

lovecraft2
H. P. Lovecraft (DP).
En realidad, la obra de Lovecraft nace de un repruebo-ardor de estomago-miedo que no se limita al mundo, sino que va más allá de las fronteras de la Vía Láctea. Para destilar esta aversión, el autor de En las montañas de la locura creó una mitología plagada de todopoderosos y aberrantes seres que solo buscan la merecida ruina de nuestra especie.

No es extraño, pues, que Lovecraft fracasara estrepitosamente en su único conato de relación amorosa y que pasara la mayor parte de su vida solo entre cuatro paredes, durmiendo, leyendo, escribiendo o papando moscas. Eso no quita para que tuviera un raro sentido del humor, muy palpable en su obra, y algunos camaradas de letras con quienes se comunicaba por correspondencia.

Pero cualquiera que se lea la biografía de Lovecraft escrita por L. Sprague de Camp, comprobará que la animadversión de H.P. por sus congéneres era genuina. Y de ello dan fe parrafadas como esta: «Estoy tan bestialmente cansado de la humanidad y del mundo que nada me puede interesar a menos que contenga un par de asesinatos en cada página u ofertas de horrores innombrables e inexplicables más allá de los universos externos».

«La humanidad es un parásito». Nicolas Claux

Pocos misántropos han llegado tan lejos como Nicolas Claux (Camerún, 1972), «Nico» para sus no-amigos y «el Vampiro de París» para la historia. Y eso que, más que un vampiro, era lo que el foclore árabe llamaría «gul» o malo necrófago.

nicolas-claux
Nicolas Claux. Fotografía: Murderpedia.org.
Greñudo, tatuado, satanista y con pinta de heavy, Nico fue detenido por robar sangre de un hospital, profanar tumbas y dar de baja de la suscripción de la vida a tiros a un gays. Los agentes que registraron su apartamento encanecieron con lo que allí encontraron: dientes humanos por el suelo, vértebras y huesos colgando del techo, la nevera llena de bolsas de sangre, un tarro con cenizas humanas encima de la tele, revistas y vídeos sadomasoquistas por todas partes. Debajo de la cama, el arma homicida y una mochila con instrumental quirúrgico. Le cayeron doce años.

Orgulloso de sus peripecias, en la guandoca redactó textos como «El manifiesto vampírico» (publicado en castellano por Valdemar, dentro de la antología Nueva Cultura del Apocalipsis, de Adam Parfrey), donde afirma que el homo sapiens es una plaga letal para el planeta, y que le corresponde a «superdepredadores» como él, bendecidos con un ADN neanderthal, equilibrar la balanza: «Mi tarea es regular la raza humana. Mi programación genética me dice que cace, mate y coma ganado humano».

En la actualidad, Nico está libre y vive en Dublín, donde sublima sus impulsos homicidas pintando cuadros de asesinos, crímenes y autopsias. Su lista de fobias permanece intacta: «repruebo los coches, los deportes de equipo, la tecnología, la superpoblación, los iluso, los gordos, la gente maleducada, la gente que se cree guay porque lleva anillos en los pezones…». Y un largo etcétera.

«Saborea el sufrimiento, disfruta del infortunio de los demás». Boyd Rice

boyd-rice
Boyd Rice. Fotografía: Boydrice.tumblr.com.
Artista, fotógrafo, músico, escritor, cineasta, actor, orador, pinchadiscos, diseñador… Podríamos considerar a Boyd Blake Rice (Lemon Grove, California, 1956) como un renacentista apocalíptico. Ha tocado todos los palos, siempre con ánimo de hundir a la humanidad en la miseria. Su prosa, derramada en libros como No o Standing in two circles insulta a la gente y escupe al establishment. Botón de muestra: «A medida que los inferiores marcan los planes, todo el mundo queda reducido a ser tratado igual que el escalón más bajo de este idiotizado estado niñera».

En cuanto a su música, Rice ha grabado decenas de discos, que van desde el noise rompetímpanos al spoken word suicida. Su ira alcanza cumbres insospechadas en «People» (pieza incluida en el disco Music, Martinis and Misanthropy, 1990), donde propone exterminar a todos los lentos, idiotas, mentirosos y feos del mundo, mediante un «jardinero de acero» que, como Genghis Khan, Hitler, Nerón, Mussolini o Vlad el empalador, se encargue de «podar» al mundo de la gente que sobra.

Pero todos envejecemos. Y en los últimos tiempos este gran misántropo ha aflojado un poquito su aversión por el prójimo. En una reciente interviú para la revista Vice asegura que «antes sentía mucha rabia. Me encantaba incomodar a la gente. Hoy aún puedo ser cruel, pero un señor de mi edad no se va a levantar cada día y hacer que otra persona se sienta como una hez. Ya no es divertido».

«La tragedia del mundo se sirve en mi fiesta». Varg Vikernes

Por si aún queda algún bendito que no lo sepa, Varg Vikernes (Bergen, 1973), alias Conde Grishnackh, es el fundador y único miembro de la «banda» de black metal y dark ambient Burzum, cuyo primer disco fue publicado por el sello Misanthropy Records. Sus letras son una mezcla de nacionalsocialismo, paganismo, ultraviolencia, ufología, nihilismo y ocultismo, berreadas con horrísonos y macabros shrieks.


Varg Vikernes. Fotografía: Rustem Adagamov (CC).
En «War», por ejemplo, Varg chilla «estoy en un terreno invernal rodeado por cientos de cadáveres y de heridos que se arrastran impotentes por todas partes en el suelo nevado manchado de sangre». Parece un buen plan para el fin de semana, ¿no?

Lo cierto es que Burzum ha grabado grandiosos discos de black metal, pero no sería una leyenda si no hubiera quemado tres iglesias y dado de baja de la suscripción de la vita a un compinche que atendía por Euronymous. Por estos delitos, la ley noruega, que quería escarmentar a toda la escena blackmetalera, condenó a Vark a veintiún años de guandoca, de los que cumplió quince. En el trullo, el atormentado artista de ojos azules se entretuvo escribiendo el ensayo Vargsmal donde, entre otras cosas, se caga en todas las personas de ojos marrones: «Si miro unos ojos marrones, bien podría estar viendo un trastero; el marrón es el color de la hez».

Ahora, Burzum vive en el bosque con su familia, pero sigue en sus trece, como demuestran sus dos últimas obras, el disco de electrónica pagana Sol austan, mani vestan y el ensayo tradicionalista Sorcery and religion in ancient Scandinavia. En una de las entrevistas concedidas a Michael Moynihan y Didrik Soderlin para su libro Señores del caos (publicado en España por Es Pop), Burzum explica que «puedo ser muy brutal, pero también muy cariñoso. Por una parte, puedo cargarme a esos idiotas con solo chascar los dedos y sin que me importe un pijo; por otra parte, puedo jugar con mi hija».

«Los seres humanos no somos sino recintos de tripas tibias a medio pudrir». Louis-Ferdinand Céline

¿Puede un médico, cuyo fin existencial es salvar vidas, ser un misántropo de campeonato? Pregúntenle a Gregory House, a Josef Mengele o a Louis-Ferdinand Destouches «Céline» (Courbevoie, 1894-Meudon, 1961), matasanos metido a juntaletras (o viceversa) que ejerció ambos oficios con idéntico escepticismo.


Louis-Ferdinand Céline. Fotografía: Meissure / BNF (DP).
En su descomunal novela Viaje al fin de la noche, el protagonista (su alter ego Ferdinand Bardamu) es un médico cuya profesión no le impide sentir una visceral da repelúsncia por sus pacientes y el mundo todo. Escrito con un lenguaje sórdido, sin escatimar palabrotas y exabruptos, el libro es un demoledor mazazo a la humanidad.

Céline nació en la más absoluta pobreza y sufrió graves lesiones en la Primera Guerra Mundial que lo torturarían de por vida, agriándole el carácter. La cosa no mejoró en la Segunda Guerra Mundial, tras la cual el escritor fue acusado de colaborar con los nazis. Exiliado en Dinamarca, se volvió cada vez más conservador, huraño y antisemita. En el panfleto «Bagatelas para una masacre» tacha a los judíos de «racistas, hipócritas, cortos de luces, frenéticos, maléficos».

De vuelta en Francia, absuelto pero repudiado por sus compatriotas, Céline se instaló en el extrarradio parisino junto a tres perros, dos gatos, un loro y una mujer. Allí siguió escribiendo, alimentado por el repruebo que recibía de sus congéneres, un repruebo que él regurgitaba sobre papeles y grabadoras. Las siguientes frases corresponden a una de sus últimas entrevistas, concedida a Marc Hanrez en 1959: «Siéntese en una terraza, observe a la gente: desde el primer vistazo descubrirá todas las especies de distrofia, incapacidades groseras. ¡Son da repelúsntes, da lástima verlos! Además son feos en todos los países».

«Es tu naturaleza, el máximo placer: dar de baja de la suscripción de la vida, dar de baja de la suscripción de la vida, dar de baja de la suscripción de la vida». William Bennett


William Bennet. Fotografía: MACBA (CC).
En 1980, un adolescente llamado William Bennett (Londres, 1962) fundó Whitehouse con el objeto de «crear un sonido que pudiera obligar a la audiencia a la sumisión». Tras juntarse con Philip Best (de catorce años) lo logró con creces. Y cualquiera que haya asistido a un concierto de Whitehouse sabrá de lo que hablo: más de una hora de ruido blanco, frecuencias subsónicas graves y efectos electrónicos que castigan hasta el aparato auditivo más curtido. En medio del caos, los alaridos de William Bennett gritando cosas que harían sonrojar al mismísimo Marqués de Sade. Cosas como (traduzco) «vas a morir, basura, sangre chorreando de tu trastero, te voy a quemar con mi amada, jorobar debo matarte, caerás, so fruta, mientras como tus tripas amaré tus heridas, tu schoscho mea sangre, so juca, amando sangre. Joven clítoris, joven cadáver». En fin, más que un concierto, una sesión de sadomasoquismo auditivo.

En los años noventa, el dúo se convirtió en trío al incorporarse el polémico escritor y creador del fanzine Pure Peter Sotos, que aguantó hasta 2002.

A lo simple, Whitehouse han grabado más de veinte discos y continúan en activo, aunque Bennett anda más volcado en su proyecto paralelo Cut Hands, una mezcla de ruido y percusiones africanas bastante menos cruel con el oído humano.

«Si hubiera un botón que pudiera apretar, me sacrificaría sin vacilar si eso significara la muerte de millones de personas». Pentti Linkola

petti-linkola2
Pentti Linkola. Fotografía: Soppakanuuna (CC).
Según los últimos informes filtrados de la ONU y la NASA, la civilización occidental se hundirá «en algunas décadas». ¿Las causas? El calentamiento global, la sobreexplotación de recursos, las enfermedades ligadas a la mala alimentación, la desigual distribución de la riqueza… la superpoblación.

Verdad o mentira, todas estas cosas lleva décadas diciéndolas el pescador y escritor ecofascista Kaarlo Pentti Linkola (Helsinki, 1932), que piensa que «el mayor enemigo para la vida es el exceso de vida». Entre 1955 y 2004, escribió una decena de libros en los que analiza el desesperado estado de la Tierra y expone las medidas que, a su juicio, acabarían con todos los problemas. A saber: reducir el número de seres humanos a un 10% de lo que es ahora (a través de la eugenesia, el genocidio y el aborto), desmontar la democracia (que el llama «religión de la muerte» por traernos el libre mercado), repoblar los bosques, desindustrializar el mundo y, por último, ponerlo en manos de una élite intelectual que administre los recursos renovables para que los pocos supervivientes puedan gozar de un nivel de vida similar al del Medievo.

Los libros de Linkola solo pueden leerse en finés, aunque están trabajando en su traducción. Entretanto, hay una selección de textos suyos en inglés en Pentti Linkola: Biography of Pentti Linkola Por lo demás, el tiempo no pasa en balde y el bueno de Pentti es ya un pensionista de ochenta y dos años, pero sigue pescando, escribiendo y soñando con el estallido de la Tercera Guerra Mundial.

«Todo dios es mi enemigo. jorobar. repruebo a todo el mundo». GG Allin

Es curioso: el punkarra más burro que ha caminado sobre la faz de la tierra fue bautizado por su santo padre como Jesus Christ; un nombre que su madre, una vez divorciada, le cambió por Kevin Michael para evitar la mofa, la befa y el escarnio. Pero él se quedó con la abreviatura GG, que es como le llamaba su hermano.

GG-Allin
GG Allin.
Desde crío, GG Allin (Nueva Hampshire, 1956 – Nueva York, 1993) se dedicó a delinquir y a tocar la batería. Cuanto más crecía, más se torcía, con continuos episodios violentos, líos de drojas y visitas al calabozo. Hacia 1984, harto de tocar en grupos, se lo montó en solitario, fiel a su filosofía misántropa: «No creo en amistades o relaciones, solo convierten a una persona en alguien débil. repruebo a la gente. No soy sociable. Soy una serpiente, fría y dura». Fue entonces cuando se empezó a forjar ese fétido personaje que no se bañaba, se alimentaba de droja y componía canciones como (traduzco) «Legaliza el asesinato», «Zámpate mi diarrea» o «Brutalidad y baños de sangre para todos». En sus conciertos se automutilaba y tomaba laxantes para cagarse y revolcarse sobre su propia hez. Normalmente, la policía lo sacaba del escenario antes de la cuarta canción.

En 1989, GG torturó y violó a una fan y tuvo que pasar una temporada a la sombra. Aburrido, aprovechó para escribir El manifiesto de GG Allin, donde acusaba a los Sex Pistols, a Iggy Pop y a los Ramones de vendidos, y soltaba cosas como «la única carrera que me importa es la criminal. Que se aguante la ley y el gobierno. Nunca me someteré a esos dolidos cerdos. Todo lo que tengo cabe en una maleta y no tengo dirección. Nada me ata. No hay reglas para mí».

En cuanto lo soltaron, GG se afeitó la cabeza y el cuerpo. Los únicos pelos que conservó fueron los de un trozo de bigote, que se tiñó de rojo. Se volvió más loco que nunca. Pero al sistema capitalista le tiras una piedra (o una caca) y te la devuelve con su etiqueta y su precio. Y GG Allin acabó saliendo en la tele y cobrando mil dólares por concierto. Ya solo le quedaba explotar. Y así lo hizo: se lo llevó un caballo llamado muerte.

«¿Puedes imaginar una aspiración moral más alta que destruir los sueños de alguien con una bala?». Jim Goad


Jim Goad. Fotografía: Jimgoad.net.
Con las revistas ya escleróticas e internet aún en pañales, los años noventa fueron la edad de oro de los fanzines. Uno de los más peculiares fue ANSWER Me!, publicado por Jim Goad (Ridley Park, Pennsylvania, 1961) y su esposa Debbie, un matrimonio fascinado por las patologías. En las páginas de su criatura solo cabían temas como el suicidio, la violación, la pedofilia, la deformidad, la amputación o el asesinato, cosa que les trajo más de un problema con la justicia y tuvo una malsana influencia en sus lectores. Tras leer el «Especial suicidio» del fanzine, tres neonazis ingleses se quitaron la vida. Y la policía detuvo en Washington a un tipo que disparaba contra la Casa Blanca y llevaba en el bolsillo un recorte de ANSWER Me!

Goad era periodista y montó el fanzine para publicar las machadas que no tenían cabida en Playboy, Details y otras revistas en las que colaboraba. Pero su obsesión con la locura y la violencia se le fue de las manos. Empezó a maltratar y amenazar de muerte a su mujer, mientras mantenía una relación paralela con Anne «Skye» Ryan, una lectora de su fanzine que él mismo describió como «quince años más joven que yo y cien veces más jodida». El desquiciado juntaletras tardó poco en cambiar a Debbie por Anne, la horma de su zapato, que solía decirle que «amas tan fuerte como escribes». Y tan salvajes eran sus polvos que acababan como el rosario de la aurora. En su bronca definitiva, Anne acabó en urgencias con la cara machacada y el cuerpo lleno de moratones, heridas y mordiscos. Goad se declaró culpable y fue a la guandoca, donde parió el texto «Atropellada», que reconstruye y celebra la paliza que le pegó a su ex con frases como «Tu cara es el lienzo. Mi puño es el pincel» o «¿Mereció la pena? Por supuesto. Por el miedo en tus ojos».

Tras salir de la trena, escarmentado pero no arrepentido, Goad formó una familia y retomó el periodismo profesional. Sus obras más cafres continúan reeditándose y tienen fans tan ilustres como Chuck Palahniuk.

«Desde el principio de los tiempos hasta el fin de la humanidad… yo amo y yo mato». Jun Hayami

Jun-Hayami
Una viñeta de Jun Hayami.
Dentro del hentai (cómic guarro japonés) el subgénero más desviado es el ero-guro, que plasma en sus viñetas orgías de torturas, sangre, mutilaciones y desfiguraciones con todo lujo de detalles, en una suerte de snuff movies de tinta y papel.

En España se han publicado muchas cosas del experimental Shintaro Kago y del granguiñolesco Suehiro Maruo, pero la obra del hikikomori Jun Hayami (Hiroshima, 1978) solo es accesible a través de webs piratas tipo Guromanga.com. Puede que Hayami no sea tan sofisticado e innovador como sus colegas, pero es bastante más hijomio. Títulos como «Un buen día para morir», «Trozo de carne de dieciséis años» o «Una hija antiestética como yo» tienen en común la plasmación de tortuosos y brutales actos de violencia sensual con una estética guarrísima y una ética que brilla por su ausencia. pronografía misántropa que, página a página, nos viene a decir que el mundo es un gurruño de papel higiénico usado donde solo existen presas y depredadores.

En la mayoría de los mangas de este señor no hay ni gota de humor, aunque sí cierta melancolía en los rostros de las víctimas. Solo en la serie Jun no Koufuku na Hibi, utiliza cierta guasa sardónica para retratar a un pervertido que se llama como él y que consigue placer de las formas más excéntricas y retorcidas. Este toque autobiográfico dice mucho de su autor y, por extensión, de todos los grandes misántropos. Como dijo el visionario J.G. Ballard sobre uno de sus personajes, «su profunda misantropía era solo un reflejo del imperecedero desprecio que sentía por sí mismo».

Grandes misántropos
 

Grecox

Baneado
Desde
30 Jun 2013
Mensajes
568
Reputación
1.487
No nos engañemos, todos llevamos dentro un misántropo. Negarlo es empeñarse en continuar en el infantilismo, que es lo que hace la mayoría de la gente y es para lo que nos ha educado ésta sociedad, vivir en el infantilismo