Regular unos precios minimos solo quitan margen al intermediario. Si a este no le salen las cuentas, sera el agricultor el que tendra que vender sus lechugas 1 a 1 . Eso si, de jovenlandia no traigas
Los políticos que en su puñetera vida han conocido como funciona el mundo real piensan así. Siempre hay margen; para más impuestos, para subir el SMI, para que el intermediario asuma costes. Es todo voluntad.
Pero es que la economía es tozuda, y no funciona por voluntad sino por equilibrio. La voluntad no influye. Si realmente los cientos de miles de agricultores que venden su producto a intermediarios vieran que aquel que se lo compra se está forrando sin aportar nada, rápidamente hubieran hecho lo imposible por encargarse ellos.
Por eso cuando brillantemente los políticos meten sus zarpas en esas cosas, empiezan con su rueda del horror. Subo el SMI...pues resulta que lo sufre el campo. Pues cambio las peonadas. Pues regulo la cadena alimenticia. Pues digo a los supermercados lo que pueden hacer. Detrás de cada regulación estulta ha consecuencias lógicas que terminan empeorando la situación, y cada empeoramiento conlleva otra regulación posterior hasta que pasan los años y has destrozado el equilibrio. Y entonces bramarás contra los fondos buitre, las malvadas multinacionales o cualquier estupidez que se te ocurra, mientras con la otra mano apruebas una subida del diésel que apretará aún más las tuercas, pero que servirá de excusa para luchar contra el cambio climático.
Y la rueda sigue y sigue y sigue, haciendo que cada vez más producir sea más difícil. Siempre hay buenos y malos (aunque pueden cambiar de un día para otro...), un día el pobrecito agricultor necesita tu ayuda y al día siguiente es un autónomo explotador que es un rata porque no quiere pagar un SMI a sus trabajadores y al tercer día es un insolidario porque no comprende que el diésel que necesita sí o sí para producir está destrozando el planeta.
Porque en la mente del planificador, en su absoluto desconocimiento, siempre existe el concepto de 'justicia'. Existe un precio justo, un salario justo. Algo que el consumidor (obviamente) no contempla en absoluto. Ni es real. Tu actividad funciona si eres capaz de proveer lo que el mercado quiere al precio que la gente está dispuesto a pagar. ¿Es justo? No, simplemente es. Tu misión como empresario es buscar la fórmula para poder producir a ese precio.
¿Que el aceite de oliva es muy barato? Cojonudo. Que recuerden algún año anterior en el que tras una mala cosecha los precios subieron. ¿Qué pasó? Pues que obviamente la demanda bajó a la mitad. Ah, que te encantaría que el precio final del aceite de oliva normal fueran 6€, y hay que regular para que así sea....pues lo siento, al consumidor no. Porque rápidamente, en cuanto el precio sobrepasa de cierto límite, se pasa a consumir otras alternativas. Y hasta que eso no se le meta en la mollera a todos estos que no tienen ni idea como funcionan las cosas, seguiremos haciendo el ridículo.
¿Y cuáles son tus 'costes de producción'? Pues dependerá de la cosecha, de lo que hayas invertido, de lo que hayas gastado. No sabes tus costes reales hasta que no cierras el año, porque aunque sepas lo que gastas hasta que no ves el resultado (lo que realmente has producido...) no puedes estimar cuanto coste se puede imputar a cada kilo. Pero es que tan absurdo como que si (por ejemplo) un agricultor amortiza el tractor a 15 años y el de al lado lo amortiza en 10, a igualdad de producción igual un coste de producción con respecto a otro es un 5%. ¿Cuál de los dos es real?
Por supuesto, eso abre la puerta a todo tipo de trampas por todos los lados, poner regulación es la mejor forma de incentivar saltarse las reglas. Oye, que hincho mi coste de producción. Oye, que lo rebajo para vender más. Oye, que compro a alguien con una trampa. Es lo que tiene poner reglas estúpidas, que beneficia al que se las salta. Y no solo eso, sino que crea un negocio paralelo (como siempre que la administración pone trabas...) que es como saltarse la propia limitación, porque termina siendo la clave del éxito. Eso, y no hacer bien las cosas.
Y por supuesto, la cruda realidad que hará que cuando suban los precios, la demanda baje. Porque el consumidor final compre menos, porque se busquen otras alternativas más baratas. Ahora compro las naranjas en Perú. Siguiente paso: poner aranceles.
Y cuando las reglas sean tan complejas y tan difíciles de cumplir, cuando las naranjas casi casi se conviertan en artículo de mercado oscuro, le echarán la culpa al imperialismo y al libre mercado, a Trump y al Sursum Corda. Si es que no falla; toda la puñetera Historia los políticos iluminados tomando este tipo de decisiones, y resulta que nunca funcionaron. Pero a la gente le encanta, porque en su inconsciencia tiene la sensación de que les va a ir mejor. Porque nunca se molestaron en comprobar qué pasó los cientos o miles de ocasiones en que pasó lo mismo.