Galicia recauda en impuestos casi un 40% más que en la anterior etapa de bonanza
Los ingresos crecen muy por encima del PIB por la mayor presión fiscal desde la crisis || Los tributos propios de la Xunta se duplicaron, pero solo aportan el 0,6%
El valor de los bienes y servicios producidos en Galicia o, medido desde otra perspectiva, el gasto de hogares y administraciones, la inversión de las empresas y la aportación del comercio exterior, superaron los 62.500 millones el pasado año. Con menos ocupados y parte de sus motores a menor velocidad que en la anterior etapa de bonanza, la economía regional se mueve en unos niveles históricos. Nunca fue tan grande. Y eso incide de lleno en la caja pública. A más actividad, más fondos también para que el sector público nutra sus presupuestos. Con la doble recesión, la balanza de ingresos y gastos saltó por los aires y casi ningún impuesto quedó libre de la subida de la presión fiscal en ayuntamientos, gobiernos autonómicos y el Estado. Eso explica que la recaudación tributaria se recuperase antes que el Producto Interior Bruto (PIB) y también muchísimo más. Tanto, que en Galicia se recauda casi un 40% por encima de la anterior etapa de bonanza.
Por sexto año consecutivo, los ingresos tributarios en la comunidad batieron un récord. Superaron los 6.000 millones de euros, tras un alza del 3,1% respecto a 2017. Son 1.600 millones de euros más que en 2008. Si en aquel momento la presión fiscal rondaba el 7,6% del PIB regional, en los tres últimos ejercicios se mantiene alrededor del 9,6%.
Galicia es la tercera región con mayor incremento de la aportación de los impuestos a la caja pública en comparación con las cifras previas a la crisis económica, según el balance de recaudación entre 2007 y 2017 que acaba de publicar el Ministerio de Hacienda. No tiene en cuenta, por tanto, el pasado 2018, del que sí existen datos aportados directamente por la Xunta al Instituto Galego de Estatística (IGE). Con ese matiz, e incluidos los tributos propios, el ascenso en Galicia fue del 33,2% (el 37,2% en el caso de 2018), solo por detrás de Extremadura (46,9%) y Castilla y León (33,5%). El total de las autonomías se sitúa en el 27,7%. Los aumentos menos fuertes están en Castilla-La Mancha (20,6%), La Rioja (20,1%) y Murcia (20%). Los datos de País Vasco y Navarra están desvirtuados por su condición de regímenes forales.
¿Qué ha pasado en este tiempo para que la contribución de los impuestos haya crecido tanto frente a lo que evolucionó el PIB, un 11,5% a precios corrientes en Galicia? Pues que se mantiene buena parte de la subida en el IRPF ejecutada por los gobiernos de PSOE y PP para compensar el apagón de la actividad y toda la del IVA, que son las figuras con más peso en la cesta fiscal. La mitad de los recursos generados por ambas va directa a las comunidades. De ahí que la Xunta dispusiera en 2018 de un 84% más de ingresos por el IRPF y un 53% más de los procedentes del IVA. Cada uno por sí solo representa algo más de un tercio de todos los ingresos tributarios de Galicia.
El tercer principal tributo para la Xunta es el de Hidrocarburos: 569 millones. Por el camino en estos años se quedó el céntimo sanitario de gestión autonómica. La UE lo tumbó y acabó integrado dentro de la tasa estatal, que, además, está ahora unificada para todo el país. Pero durante cuatro años al completo el ejecutivo regional decidió mantener el tributo en el máximo posible (4,8 céntimos por litro de gasolina y gasóleo). Los precios se dispararon y colocaron a Galicia a la cabeza del coste en la península a la hora de llenar el depósito del coche.
Las rebajas desde San Caetano a las herencias provocaron un descenso del 15,8%, hasta los 199 millones, en la aportación de Sucesiones respecto a su recaudación en 2007. Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, lastrado por la caída de las hipotecas tras la burbuja del ladrillo (en 2007 se firmaron 65.399 y 17.395 en 2018), bajó su contribución un 56% (267 millones). Las principales novedades en este tiempo fueron la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio, engordando al mismo ritmo que la cartera de los ricos (79 millones en 2018); la activación de un gravamen a los depósitos bancarios (24 millones); y la aparición de la mayoría de los tributos propios de la Xunta. De ellos vinieron 37,6 millones de euros, el doble que en 2007, aunque siguen siendo casi anecdóticos en el conjunto de la recaudación (el 0,6%).
Los ingresos crecen muy por encima del PIB por la mayor presión fiscal desde la crisis || Los tributos propios de la Xunta se duplicaron, pero solo aportan el 0,6%
El valor de los bienes y servicios producidos en Galicia o, medido desde otra perspectiva, el gasto de hogares y administraciones, la inversión de las empresas y la aportación del comercio exterior, superaron los 62.500 millones el pasado año. Con menos ocupados y parte de sus motores a menor velocidad que en la anterior etapa de bonanza, la economía regional se mueve en unos niveles históricos. Nunca fue tan grande. Y eso incide de lleno en la caja pública. A más actividad, más fondos también para que el sector público nutra sus presupuestos. Con la doble recesión, la balanza de ingresos y gastos saltó por los aires y casi ningún impuesto quedó libre de la subida de la presión fiscal en ayuntamientos, gobiernos autonómicos y el Estado. Eso explica que la recaudación tributaria se recuperase antes que el Producto Interior Bruto (PIB) y también muchísimo más. Tanto, que en Galicia se recauda casi un 40% por encima de la anterior etapa de bonanza.
Por sexto año consecutivo, los ingresos tributarios en la comunidad batieron un récord. Superaron los 6.000 millones de euros, tras un alza del 3,1% respecto a 2017. Son 1.600 millones de euros más que en 2008. Si en aquel momento la presión fiscal rondaba el 7,6% del PIB regional, en los tres últimos ejercicios se mantiene alrededor del 9,6%.
Galicia es la tercera región con mayor incremento de la aportación de los impuestos a la caja pública en comparación con las cifras previas a la crisis económica, según el balance de recaudación entre 2007 y 2017 que acaba de publicar el Ministerio de Hacienda. No tiene en cuenta, por tanto, el pasado 2018, del que sí existen datos aportados directamente por la Xunta al Instituto Galego de Estatística (IGE). Con ese matiz, e incluidos los tributos propios, el ascenso en Galicia fue del 33,2% (el 37,2% en el caso de 2018), solo por detrás de Extremadura (46,9%) y Castilla y León (33,5%). El total de las autonomías se sitúa en el 27,7%. Los aumentos menos fuertes están en Castilla-La Mancha (20,6%), La Rioja (20,1%) y Murcia (20%). Los datos de País Vasco y Navarra están desvirtuados por su condición de regímenes forales.
¿Qué ha pasado en este tiempo para que la contribución de los impuestos haya crecido tanto frente a lo que evolucionó el PIB, un 11,5% a precios corrientes en Galicia? Pues que se mantiene buena parte de la subida en el IRPF ejecutada por los gobiernos de PSOE y PP para compensar el apagón de la actividad y toda la del IVA, que son las figuras con más peso en la cesta fiscal. La mitad de los recursos generados por ambas va directa a las comunidades. De ahí que la Xunta dispusiera en 2018 de un 84% más de ingresos por el IRPF y un 53% más de los procedentes del IVA. Cada uno por sí solo representa algo más de un tercio de todos los ingresos tributarios de Galicia.
El tercer principal tributo para la Xunta es el de Hidrocarburos: 569 millones. Por el camino en estos años se quedó el céntimo sanitario de gestión autonómica. La UE lo tumbó y acabó integrado dentro de la tasa estatal, que, además, está ahora unificada para todo el país. Pero durante cuatro años al completo el ejecutivo regional decidió mantener el tributo en el máximo posible (4,8 céntimos por litro de gasolina y gasóleo). Los precios se dispararon y colocaron a Galicia a la cabeza del coste en la península a la hora de llenar el depósito del coche.
Las rebajas desde San Caetano a las herencias provocaron un descenso del 15,8%, hasta los 199 millones, en la aportación de Sucesiones respecto a su recaudación en 2007. Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, lastrado por la caída de las hipotecas tras la burbuja del ladrillo (en 2007 se firmaron 65.399 y 17.395 en 2018), bajó su contribución un 56% (267 millones). Las principales novedades en este tiempo fueron la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio, engordando al mismo ritmo que la cartera de los ricos (79 millones en 2018); la activación de un gravamen a los depósitos bancarios (24 millones); y la aparición de la mayoría de los tributos propios de la Xunta. De ellos vinieron 37,6 millones de euros, el doble que en 2007, aunque siguen siendo casi anecdóticos en el conjunto de la recaudación (el 0,6%).