"Su única labor [de la República] consiste en impedir que renazcan todos los organismos que hasta entonces encuadraban y sostenían a los individuos y que, en adelante, serán considerados como inmorales y opresores. La propiedad, la familia, la corporación, la ciudad, la provincia, la patria, la iglesia, son otros tantos obstáculos que deben demolerse. Se objetará que la mayoría de ciudadanos las respetan, que se complacen en ellos, que en ellos encuentran la dicha y la paz del alma. Poco importa; no hay libertad contra la Libertad. Si la "voluntad general" no habla en ello, es que son unos pervertidos, y es deber de los ciudadanos "conscientes" emanciparlos aunque no quieran. Convertida en religión, la República tiene su ortodoxia, sus elegidos y sus réprobos. Mayorías elecciones, votos, consultas populares: todo esto es la fachada, es el juego que se dejan llevar los inocentes, asombrándose de que sus reglas no se apliquen nunca más que contra ellos. Detrás de estas agitaciones se halla el grupito de los fieles y de los iluminados en posesión de la verdad y que se han juramentado para establecer su imperio.
Ellos constituyen la "voluntad general". En cuanto a sus adversarios, cualquiera que sea su número, su respeto al sufragio universal, su devoción a la forma republicana, no serán nunca más que reaccionarios, aristócratas, heréticos y, llegado el caso, usurpadores, pues así como hay un rey legítimo, hay usurpadores, pues así como hay un rey legítimo, hay también un pueblo legítimo. Contra ellos están permitidos todos los medios: desde el fraude electoral hasta la guillotina."
Pierre Gaxotte "La revolución francesa"