Mientras en Qatarluña conjeturamos si habrá muertos, la dictadura jenárica ya se ha llevado innumerables vidas por delante, y destrozado cientos de miles de familias; por no hablar de las que nunca se llegarán a formar, por los efectos disuasorios de la represión y el clima viciado creado, en pleno colapso demográfico. Muertos en el ostracismo como apestados, de la forma más cruel y perversa imaginable, tras arrebatarles todo lo que tenían en vida, incluida la dignidad. Sin garantías ni derechos efectivos, siendo aplastados por la implacable maquinaria del régimen hasta hundirlos en un pozo sin salida.
Y más aterrador aún, una vez que han arrasado con los hombres, parece que ahora van a por los niños como principal objetivo de su siniestro proyecto de ingeniería social.
Es hora de reclamar nuestra soberanía, no solo contra separatistas sediciosos, sino también contra los traidores al servicio del NOM.