¿Final del ciclo expansivo?

El_Presi

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¿Final del ciclo expansivo?

24/06/07 02:59 OS datos oficiales disponibles nos informan de que la economía española se encuentra en una coyuntura muy positiva y que las perspectivas son optimistas al irse corrigiendo algunos de los factores que hacían más frágil la continuidad del crecimiento. Sin embargo, en el último mes se producen opiniones que nos alertan del posible final del ciclo expansivo. ¿Existen riesgos reales de que finalice la larga fase expansiva de la economía española que se inició en 1994?
El crecimiento interanual del PIB en el primer trimestre de este año se elevó al 4,1 por ciento, el ritmo de crecimiento más elevado desde hace muchos años. Junto a ello el aumento de la productividad, la contención de la inflación, la creación de 550.000 puestos de trabajo en el último año y los elevados beneficios empresariales generan un clima de optimismo en ámbitos políticos y empresariales.

La satisfacción proviene no sólo de los positivos indicadores macroeconómicos, sino de que el patrón de crecimiento de los últimos años, basado en la demanda interna por el empuje del consumo privado y la inversión inmobiliaria, va basculando hacia un modelo más "sano", como pone de manifiesto el elevado crecimiento de la inversión empresarial en bienes de equipo, el repunte de los gastos en I+D, el aumento de la producción industrial o la desaceleración del déficit exterior. A ello está contribuyendo la mejora de la economía europea, que puede animar las exportaciones españolas, a la vez que el elevado endeudamiento y el aumento de los tipos de interés frena el consumo y las importaciones.

En este panorama positivo los economistas no debemos contagiarnos por las sensaciones dominantes, sino examinar las variables que marcan las tendencias de futuro y, aunque podamos equivocarnos, llamar la atención sobre los riesgos a los que hemos de enfrentarnos.

Algunos de los riesgos empiezan a manifestarse en los indicadores que van apareciendo en las últimas semanas. En el contexto externo, aunque se ha desacelerado el crecimiento de EEUU y la Unión Europea en el primer trimestre y sigue persistiendo el riesgo de conflictos internacionales, el panorama no es preocupante, aunque la decidida política del Banco Central Europeo de luchar contra las nuevas tensiones inflacionistas puede frenar la recuperación y afectar especialmente a las empresas y familias más endeudadas.

El déficit externo español modera su crecimiento, pero sigue siendo elevado (cerca del 8 por ciento del PIB) y pone de manifiesto nuestra pérdida de competitividad por la inflación diferencial y la baja productividad de un sistema productivo en el que la participación de los sectores más intensivos en conocimiento y tecnología sigue siendo reducida.

Pero lo que más preocupa son los indicios crecientes de inflexión del ciclo inmobiliario: en el mes de mayo los precios casi no han crecido después de años de aumento desbordado (desde 1995 aumentaron un 196 por ciento frente al 40 por ciento del IPC), el número de hipotecas se reduce, el volumen de transacciones disminuye notablemente, también lo hacen las viviendas visadas e iniciadas y el consumo de cemento, y se estima que existe un excedente de oferta cercano al millón de viviendas.

Con este panorama los pronósticos vienen a coincidir en que se producirá una estabilización o descenso de los precios, que puede durar varios años. Este hecho no es en sí mismo muy preocupante, pues la corrección de los precios de la vivienda (se estima una sobrevaloración del 20-30 por ciento) sería positivo para los compradores y, si bien podría afectar negativamente a propietarios y promotores, no tendría por qué generar un impacto importante en la producción y el empleo.

El mayor riesgo a mi juicio es que las expectativas de descenso de los precios pospongan las adquisiciones de vivienda de manera masiva provocando un desplome de la actividad constructora, pues la aportación de este sector a la economía española en términos de empleo y producción es muy elevada, y los efectos multiplicadores en otros sectores es notable. Esta hipotética caída del sector de la construcción podría reducir significativamente el empleo, y con él la renta y la demanda interna lo que, combinado con otros factores, podría conducir a una recesión.

En este contexto la mayoría de las previsiones esperan la continuidad del crecimiento, si bien apuntan a una desaceleración ligera este año y algo más intensa en 2008, pero no una recesión, pues la economía española mantiene factores y actividades productivas para compensar el potencial descenso de la actividad inmobiliaria y constructora.

Que la dinámica de crecimiento en los próximos meses se vaya desacelerando gradualmente o que se produzca un descenso intenso de la actividad va a depender de la conjunción de muchos factores: que la demanda externa juegue de forma más decisiva como sustituto de la demanda nacional, que los tipos de interés no aumenten mucho, que la obra pública sustituya parcialmente a la construcción residencial, que la demanda potencial de viviendas (medio millón al año) se realice aunque sea parcialmente.

La mayor solvencia en el manejo de la política económica, la ponderación de nuestro sistema financiero y la capacidad de nuestro empresariado para diversificarse y adaptarse a las nuevas condiciones de los mercados son los principales activos con los que cuenta la economía española para seguir alargando la ya histórica etapa de expansión económica.

ANÁLISIS FRANCISCO J. FERRAROCatedrático de Economía Aplicada

Riesgos. Que el crecimiento español se desacelere gradualmente o descienda de forma brusca dependerá del comportamiento de la demanda externa, los tipos de interés y la contratación de obra pública
 
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Cómo mola el amigo:

Con este panorama los pronósticos vienen a coincidir en que se producirá una estabilización o descenso de los precios, que puede durar varios años. Este hecho no es en sí mismo muy preocupante, pues la corrección de los precios de la vivienda (se estima una sobrevaloración del 20-30 por ciento) sería positivo para los compradores y, si bien podría afectar negativamente a propietarios y promotores, no tendría por qué generar un impacto importante en la producción y el empleo.

¿Y cómo cree el amigo que se llegará a esa reducción de los precios?

¿Aparecerán los promotores en la tele y dirán "Es cierto, nos hemos pasado, a partir de ahora rebajamos los precios un 30%, ale"?

¿Qué le parecería al amigo que el número de viviendas iniciadas bajara a 100.000/200.000 (desde las 6xx.000 de ahora)?

¿Qué nivel de sobreoferta puede llegar a haber (especialmente en siempresubilandia) para que los precios caigan un 30%?

¿Qué ocurrirá a la actividad económica cuando deje de recibir los chutes mensuales de 15.000 millones de euros en concepto de nuevo crédito hipotecario CADA MES, UNO TRAS OTRO?

Esos 15.000 millones adicionales cada mes que van al bolsillo de paletas ecuatorianos, promotores valencianos, pilinguis ucranianas, vendedores de audi y de visillos.

¿Qué será de ellos sin esos 2,5 billones de pelas al mes?
 
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