Éste es el que decía que suseñorías, que son las nuestras, ¡Jesús qué cruz!, se manchaban las togas con el polvo del camino (sic).
Era cuando la oposición acusaba al gobierno de negociar con ETA y los que estaban en el gobierno lo negaban. ¿No se acuerdan?.
Desde entonces lo de "togasucia" lo empleo yo -que la leche que compro es de la barata- para referirme a los ropones en general y a los jueces en particular. No por jorobar
sino por ver si a alguno se le abre la úlcera o se le cae la cara de vergüenza.
El Conde Pumpido también debe alguna a los guardias, que le tendrán cierta inquina por haberles dejado hará unos años con el ojo ciego al aire. Ahora mismo no me acuerdo y no quiero ir a la hemeroteca a husmear porque lo mismo la he perdido en algún colapso informático de los que suelo sufrir periódicamente. Pero me parece a mí que don Cándido no debe de tener mucho predicamento entre los pretorianos en general.
Lo que yo quería decir don Santiago, es que a cualquier compañero de gremio o compinche de andanzas y francachelas (a saber por qué andurriales arrastrarán las togas para mancharlas con tanto polvo de no sé qué camino), puede que no tan graves como las que se relatan en el expediente y al que le haya hecho el mismo garabato no oficial en algún escrito o papelote, va a darse cuenta de la autenticidad de la cosa.
Ése garabato es irrepetible y fijo que en el carnet de la biblioteca, o al cartero del correo certificado, o al del restaurante de la esquina cuando paga con tarjeta, les ha echado esa firma más de una vez. Y aunque juren en seis o siete liturgias que no conocen ese garabato, para su fuero interno va a ser que sí y mirarán a don Cándido con otros ojos
y mucho cuidao
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FREE ZOUHAM o abandonad toda esperanza.