Euskadi se queda sin treintaeros. El Correo
los datos del instituto nacional de estadística lo confirman
Euskadi se queda sin treintañeros
El desplome de la natalidad en la anterior recesión reducirá a la mitad los vascos entre 30 y 40 años en un decenio
08.12.13 - 00:00 -
JAVIER MUÑOZ | BILBAO
Euskadi se queda sin treintañeros
Un grupo de universitarios pasea por el campus de la UPV en Leioa. / L.A.G. | Gráfico: David Vázquez Mata
«Los técnicos y los políticos se equivocan al permitir que entre los jóvenes cualificados cunda la idea de que no hay futuro en Euskadi, de que es mejor marcharse. Los datos indican que no es cierto. Dentro de unos años, creo que bastantes menos de diez, faltarán trabajadores». Es el pronóstico de Luis Sanzo, sociólogo y estadístico del Gobierno vasco, y uno de los mayores expertos de la comunidad autónoma en políticas sociales. A su modo de ver, los efectos dramáticos de la crisis –simbolizados por el cierre de Fagor– están desviando la atención de una 'luz roja' que la demografía encendió hace tiempo y que el Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de confirmar. Durante el próximo decenio, el País Vasco perderá casi la mitad de los habitantes de entre 30 y 40 años.
Los vascos comprendidos en esas edades suman 372.000 en la actualidad, pero apenas llegarán a 207.000 en 2023, un 44% menos, según las proyecciones del INE. Y el grupo anterior, de 22 a 29 años, también caerá un 23% (de 170.000 individuos a 131.000). De forma paralela, los colectivos de 55 años o más seguirán la tendencia opuesta, creciendo en porcentajes inferiores, con un leve descenso de la población entre los 80 y los 84 años. Ahora bien, de los 85 en adelante el padrón se disparará un 52%, al pasar de 64.000 individuos a 97.000.
Globalmente, Euskadi perderá 161.000 habitantes en 2023 –el 7,4% del censo actual– y se quedará en poco más de dos millones. Pero uno de los efectos inmediatos y drásticos de ese proceso se va a manifestar en la parte de la pirámide demográfica correspondiente a los treintañeros, cuyo recorte se remonta a las crisis de los años ochenta y de comienzos de los noventa (la reconversión industrial y la recesión de 1993). Ambas provocaron primero y acentuaron después el desplome de la natalidad en el País Vasco de 2,7 hijos por mujer en 1975 a sólo uno en 2000.
Posteriormente, el 'boom' económico de la pasada década atrajo un flujo de pagapensiones que elevó la fecundidad hasta 1,3 en 2010, una ligera mejora que el INE ha trasladado a sus proyecciones. Para 2023 prevé que el grupo de 10 a 22 años –el de nacidos entre 2001 y 2013– habrá crecido un 21% (de 213.000 individuos actuales se subirá a 258.000). Sin embargo, se trata de una recuperación insuficiente, alejada de la tasa de 2,1 hijos por mujer necesaria para apuntalar el relevo generacional. Las convulsiones económicas de estos días no han mejorado precisamente el panorama. El INE estima que el colectivo de 0 a 9 años –los nacidos a partir de ahora– sufrirá una merma del 22,7% en 2023 (los 211.000 niños de esas de edades registrados 2013 caerán a 163.000).
Un 'socavón' demográfico
Se trata, obviamente, de estimaciones, pero, de momento, es el 'socavón' demográfico de las décadas de los ochenta y noventa el que emerge a la superficie. Si algo se deduce de la información del INE es que la demografía –la obsesión de la canciller Angela Merkel, según sus biógrafos– ha propinado un 'mordisco' coyuntural a uno de los segmentos fundamentales de la población activa: los trabajadores que cumplida la treintena concretan sus opciones laborales; los que forman pareja, tienen hijos –la maternidad se ha demorado a los 32 años en el País Vasco–, constituyen un motor del consumo y colaboran con otros trabajadores más veteranos en el sostenimiento de las pensiones. «Con que la economía mejore un poco, y hablo de una mejora modesta, que es el escenario más probable teniendo en cuenta el tejido industrial de Euskadi, podemos encontrarnos pronto con el dilema de Alemania, que busca pagapensiones para algunos puestos de su economía», avisa Luis Sanzo, director del área de Estadística del Departamento de Empleo y Política Social.
El diagnóstico lo comparte el Consejo Económico y Social Vasco (CES), organismo consultivo del Gobierno y del Parlamento autónomos en el que están representados los sindicatos, la patronal, la universidad y los organismos sociales. Sus inquietudes están recogidas detalladamente en un informe sobre el 'Impacto Económico y Social de la Evolución Demográfica prevista en Euskadi', un trabajo presentado hace dos años que propone «enfoques integrales» para afrontar el envejecimiento de la población. «Se elaboró cuando la crisis todavía no nos había dado a los vascos de lleno en la cara, como ahora, pero sus conclusiones siguen vigentes», afirma un portavoz del CES.
Hoja de ruta
El documento, coordinado por Arantza Unzurrunzaga, puede leerse como una hoja de ruta para acometer reformas de calado. Alude a la incertidumbre sobre las recién recortadas pensiones, que abarcan cada vez más beneficiarios y cuyos cotizantes habrán de prolongar su vida laboral. Reclama una mayor productividad en las empresas y un incremento de la tasa de actividad de los mayores de 55 años y de las mujeres (50,8 en Euskadi frente a 64,1 de los hombres). Ese último objetivo, sumado al de mejorar la natalidad, requerirá un apoyo efectivo a la conciliación de la vida laboral y familiar; un derecho que, tal y como están diseñadas hoy las prestaciones sociales, sólo «perpetúa el reparto de tareas del hogar», en palabras del CES.
«Creo que vamos a pagar la factura de los recortes presupuestarios que se aprobaron en su día», se lamenta un experto que colaboró en el informe. Los autores opinan que el sistema educativo necesita redimensionarse, ya que recibirá menos escolares, distribuidos por edades de forma diferente, y una generación entera de profesores se va a jubilar pronto, retirada que también se producirá en otros ámbitos de la Administración. Aconsejan a los nuevos docentes que se mentalicen para la «excelencia» y que dominen el inglés. La Sanidad y los servicios sociales habrán de adecuarse en calidad y eficiencia a las demandas de un número creciente de personas mayores, y a éstas se les sugiere un «envejecimiento activo» para reducir las enfermedades y el gasto en medicinas. Los subsidios contra la pobreza son, según el CES, una forma inteligente de invertir el dinero del contribuyente.
«Si tuviera que escoger el reto más urgente –continúa el experto que intervino en el estudio– me inclinaría por la enseñanza. Pero no me refiero al debate de la LOMCE (Ley Orgánica de Medidas para la Mejora de la Educación), sino a la conexión con el sistema productivo. En una hipótesis de escasez de mano de obra, con una oferta de empleos más especializada, me pregunto si podemos dar a los estudiantes la cualificación adecuada para que ocupen los puestos que las empresas vascas necesitarán pronto».
Luis Sanzo subraya que la situación de Euskadi es distinta de la de otras zonas de España. «El problema inmobiliario no debe hacernos perder de vista que estamos ante una crisis industrial, parecida a la de otros países de Europa», puntualiza. El sociólogo cree «poco probable» un declive en la comunidad autónoma, pero llama la atención sobre los empleos de autónomos y los pequeños negocios que están desapareciendo, no estrictamente por la crisis, sino porque sus titulares han envejecido y aprovechan la ocasión para retirarse.
¿Quién tomará el relevo? Hay menos jóvenes que antes, y los niños –'bonos del Tesoro a veinte años' los llaman en Finlandia– tampoco abundan, lo que tendrá consecuencias a medio y largo plazo. A diferencia de los años ochenta y noventa, cuando las altas tasas de paro se cronificaron con un censo más numeroso, la baja fecundidad y el retraso de la maternidad reducirán una parte del paro de forma natural. Posiblemente frenarán o al menos modificarán la demanda de subsidios. En un horizonte con menos población autóctona, aumentará el protagonismo de los trabajadores foráneos, cuya afluencia no se ha detenido del todo en Euskadi tras el estallido de la crisis, aunque desde entonces ha venido de otras autonomías en forma de goteo y sólo ha experimentado un frenazo en 2012.
Nuevo perfil
«Hemos observado un cambio en el perfil de la inmi gración a partir de 2008», explica Luis Sanzo. «La que llega desde entonces parece más capaz de generar ingresos propios que la del periodo 2002-2006». El sociólogo asegura que, pese a lo que se dice, los extranjeros recurren menos a las ayudas que los locales (si lo que se comparan son las personas amenazadas de exclusión dentro de cada colectivo). «Se están integrando en poco tiempo», indica.
Todo apunta a que los extranjeros –148.000 en Euskadi, sin contar a decenas de miles nacionalizados– definirán la sociedad vasca del futuro. Pero los flujos migratorios son una incógnita. Incluso las proyecciones de población del INE parten de una «cuantiosa» salida de población al exterior que nadie ha valorado con exactitud. Oscila entre decenas de miles y cientos de miles de españoles, dependiendo de quién haga el cálculo y de los criterios que utilice (se contabilizan como emigrantes españoles a extranjeros que se nacionalizaron tras una larga estancia o que recibieron el pasaporte por ser nietos de exiliados de la guerra). La avalancha de inmi gración de la pasada década cogió a los expertos por sorpresa. ¿Se repetirá otra vez?
los datos del instituto nacional de estadística lo confirman
Euskadi se queda sin treintañeros
El desplome de la natalidad en la anterior recesión reducirá a la mitad los vascos entre 30 y 40 años en un decenio
08.12.13 - 00:00 -
JAVIER MUÑOZ | BILBAO
Euskadi se queda sin treintañeros
Un grupo de universitarios pasea por el campus de la UPV en Leioa. / L.A.G. | Gráfico: David Vázquez Mata
«Los técnicos y los políticos se equivocan al permitir que entre los jóvenes cualificados cunda la idea de que no hay futuro en Euskadi, de que es mejor marcharse. Los datos indican que no es cierto. Dentro de unos años, creo que bastantes menos de diez, faltarán trabajadores». Es el pronóstico de Luis Sanzo, sociólogo y estadístico del Gobierno vasco, y uno de los mayores expertos de la comunidad autónoma en políticas sociales. A su modo de ver, los efectos dramáticos de la crisis –simbolizados por el cierre de Fagor– están desviando la atención de una 'luz roja' que la demografía encendió hace tiempo y que el Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de confirmar. Durante el próximo decenio, el País Vasco perderá casi la mitad de los habitantes de entre 30 y 40 años.
Los vascos comprendidos en esas edades suman 372.000 en la actualidad, pero apenas llegarán a 207.000 en 2023, un 44% menos, según las proyecciones del INE. Y el grupo anterior, de 22 a 29 años, también caerá un 23% (de 170.000 individuos a 131.000). De forma paralela, los colectivos de 55 años o más seguirán la tendencia opuesta, creciendo en porcentajes inferiores, con un leve descenso de la población entre los 80 y los 84 años. Ahora bien, de los 85 en adelante el padrón se disparará un 52%, al pasar de 64.000 individuos a 97.000.
Globalmente, Euskadi perderá 161.000 habitantes en 2023 –el 7,4% del censo actual– y se quedará en poco más de dos millones. Pero uno de los efectos inmediatos y drásticos de ese proceso se va a manifestar en la parte de la pirámide demográfica correspondiente a los treintañeros, cuyo recorte se remonta a las crisis de los años ochenta y de comienzos de los noventa (la reconversión industrial y la recesión de 1993). Ambas provocaron primero y acentuaron después el desplome de la natalidad en el País Vasco de 2,7 hijos por mujer en 1975 a sólo uno en 2000.
Posteriormente, el 'boom' económico de la pasada década atrajo un flujo de pagapensiones que elevó la fecundidad hasta 1,3 en 2010, una ligera mejora que el INE ha trasladado a sus proyecciones. Para 2023 prevé que el grupo de 10 a 22 años –el de nacidos entre 2001 y 2013– habrá crecido un 21% (de 213.000 individuos actuales se subirá a 258.000). Sin embargo, se trata de una recuperación insuficiente, alejada de la tasa de 2,1 hijos por mujer necesaria para apuntalar el relevo generacional. Las convulsiones económicas de estos días no han mejorado precisamente el panorama. El INE estima que el colectivo de 0 a 9 años –los nacidos a partir de ahora– sufrirá una merma del 22,7% en 2023 (los 211.000 niños de esas de edades registrados 2013 caerán a 163.000).
Un 'socavón' demográfico
Se trata, obviamente, de estimaciones, pero, de momento, es el 'socavón' demográfico de las décadas de los ochenta y noventa el que emerge a la superficie. Si algo se deduce de la información del INE es que la demografía –la obsesión de la canciller Angela Merkel, según sus biógrafos– ha propinado un 'mordisco' coyuntural a uno de los segmentos fundamentales de la población activa: los trabajadores que cumplida la treintena concretan sus opciones laborales; los que forman pareja, tienen hijos –la maternidad se ha demorado a los 32 años en el País Vasco–, constituyen un motor del consumo y colaboran con otros trabajadores más veteranos en el sostenimiento de las pensiones. «Con que la economía mejore un poco, y hablo de una mejora modesta, que es el escenario más probable teniendo en cuenta el tejido industrial de Euskadi, podemos encontrarnos pronto con el dilema de Alemania, que busca pagapensiones para algunos puestos de su economía», avisa Luis Sanzo, director del área de Estadística del Departamento de Empleo y Política Social.
El diagnóstico lo comparte el Consejo Económico y Social Vasco (CES), organismo consultivo del Gobierno y del Parlamento autónomos en el que están representados los sindicatos, la patronal, la universidad y los organismos sociales. Sus inquietudes están recogidas detalladamente en un informe sobre el 'Impacto Económico y Social de la Evolución Demográfica prevista en Euskadi', un trabajo presentado hace dos años que propone «enfoques integrales» para afrontar el envejecimiento de la población. «Se elaboró cuando la crisis todavía no nos había dado a los vascos de lleno en la cara, como ahora, pero sus conclusiones siguen vigentes», afirma un portavoz del CES.
Hoja de ruta
El documento, coordinado por Arantza Unzurrunzaga, puede leerse como una hoja de ruta para acometer reformas de calado. Alude a la incertidumbre sobre las recién recortadas pensiones, que abarcan cada vez más beneficiarios y cuyos cotizantes habrán de prolongar su vida laboral. Reclama una mayor productividad en las empresas y un incremento de la tasa de actividad de los mayores de 55 años y de las mujeres (50,8 en Euskadi frente a 64,1 de los hombres). Ese último objetivo, sumado al de mejorar la natalidad, requerirá un apoyo efectivo a la conciliación de la vida laboral y familiar; un derecho que, tal y como están diseñadas hoy las prestaciones sociales, sólo «perpetúa el reparto de tareas del hogar», en palabras del CES.
«Creo que vamos a pagar la factura de los recortes presupuestarios que se aprobaron en su día», se lamenta un experto que colaboró en el informe. Los autores opinan que el sistema educativo necesita redimensionarse, ya que recibirá menos escolares, distribuidos por edades de forma diferente, y una generación entera de profesores se va a jubilar pronto, retirada que también se producirá en otros ámbitos de la Administración. Aconsejan a los nuevos docentes que se mentalicen para la «excelencia» y que dominen el inglés. La Sanidad y los servicios sociales habrán de adecuarse en calidad y eficiencia a las demandas de un número creciente de personas mayores, y a éstas se les sugiere un «envejecimiento activo» para reducir las enfermedades y el gasto en medicinas. Los subsidios contra la pobreza son, según el CES, una forma inteligente de invertir el dinero del contribuyente.
«Si tuviera que escoger el reto más urgente –continúa el experto que intervino en el estudio– me inclinaría por la enseñanza. Pero no me refiero al debate de la LOMCE (Ley Orgánica de Medidas para la Mejora de la Educación), sino a la conexión con el sistema productivo. En una hipótesis de escasez de mano de obra, con una oferta de empleos más especializada, me pregunto si podemos dar a los estudiantes la cualificación adecuada para que ocupen los puestos que las empresas vascas necesitarán pronto».
Luis Sanzo subraya que la situación de Euskadi es distinta de la de otras zonas de España. «El problema inmobiliario no debe hacernos perder de vista que estamos ante una crisis industrial, parecida a la de otros países de Europa», puntualiza. El sociólogo cree «poco probable» un declive en la comunidad autónoma, pero llama la atención sobre los empleos de autónomos y los pequeños negocios que están desapareciendo, no estrictamente por la crisis, sino porque sus titulares han envejecido y aprovechan la ocasión para retirarse.
¿Quién tomará el relevo? Hay menos jóvenes que antes, y los niños –'bonos del Tesoro a veinte años' los llaman en Finlandia– tampoco abundan, lo que tendrá consecuencias a medio y largo plazo. A diferencia de los años ochenta y noventa, cuando las altas tasas de paro se cronificaron con un censo más numeroso, la baja fecundidad y el retraso de la maternidad reducirán una parte del paro de forma natural. Posiblemente frenarán o al menos modificarán la demanda de subsidios. En un horizonte con menos población autóctona, aumentará el protagonismo de los trabajadores foráneos, cuya afluencia no se ha detenido del todo en Euskadi tras el estallido de la crisis, aunque desde entonces ha venido de otras autonomías en forma de goteo y sólo ha experimentado un frenazo en 2012.
Nuevo perfil
«Hemos observado un cambio en el perfil de la inmi gración a partir de 2008», explica Luis Sanzo. «La que llega desde entonces parece más capaz de generar ingresos propios que la del periodo 2002-2006». El sociólogo asegura que, pese a lo que se dice, los extranjeros recurren menos a las ayudas que los locales (si lo que se comparan son las personas amenazadas de exclusión dentro de cada colectivo). «Se están integrando en poco tiempo», indica.
Todo apunta a que los extranjeros –148.000 en Euskadi, sin contar a decenas de miles nacionalizados– definirán la sociedad vasca del futuro. Pero los flujos migratorios son una incógnita. Incluso las proyecciones de población del INE parten de una «cuantiosa» salida de población al exterior que nadie ha valorado con exactitud. Oscila entre decenas de miles y cientos de miles de españoles, dependiendo de quién haga el cálculo y de los criterios que utilice (se contabilizan como emigrantes españoles a extranjeros que se nacionalizaron tras una larga estancia o que recibieron el pasaporte por ser nietos de exiliados de la guerra). La avalancha de inmi gración de la pasada década cogió a los expertos por sorpresa. ¿Se repetirá otra vez?
