Los trileros ya hacen cola con los mantras
'dame algo' y '
¿qué hay de lo mío?'. Yo no me pongo a la cola porque no tengo el carnet y padrino necesarios, sino, a buenas horas iba yo a madrugar para remar:
Asalto al botín de la UE: los barones del PSOE desbordan a Sánchez
La conferencia de presidentes autonómicos, que se reunirá el 31-J, se convierte en una rifa: del modelo de financiación a la reserva de medicamentos
Hay dos datos que a
Pedro Sánchez le gusta recordar de su gestión de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo.
El primero es que el estado de alarma salvó 450.000 vidas. (Nadie sabe cómo hizo exactamente el cálculo, pero ahí está).
El segundo es que reunió hasta 14 veces a los presidentes autonómicos de forma telemática.
Se desconoce la utilidad de estas 14 citas, sobre todo porque varios de los participantes se declararon hartos de "los monólogos" dominicales de Sánchez. Añorado, quizá, de su encuentro semanal con ellos, el presidente del Gobierno ha convocado a los presidentes autonómicos a una nueva reunión que promete ser una rifa.
Será el próximo viernes, 31 de julio, y en este caso será presencial (en el municipio riojano de San Millán de la Cogolla). No tiene orden del día por el momento,
pero a los presidentes autonómicos les sobran las ideas después de que la Unión Europea aprobara esta semana una inyección de 140.000 millones de euros para España en ayudas directas y préstamos.
Casi todos se han apresurado a confirmar su presencia, con la excepción de
Quim Torra e
Íñigo Urkullu, que todavía
no saben cómo reflejar que quieren comer del mismo plato pero no en la misma mesa que el resto. Pueden ir o no ir, no saben.
Una lengua viperina de un gobierno autonómico dice que "
a lo mejor Sánchez espera un recibimiento de aplausos como el de sus ministros en Moncloa" [no se pierdan
el artículo de César Calderón].
Pero lo que se va a encontrar es algo muy distinto, puesto que
los presidentes de las comunidades no acuden a la ovación, sino a que el jefe del Ejecutivo comience a firmar cheques a las autonomías porque son quienes soportan, al fin y al cabo, las competencias en sanidad, educación y otras políticas sociales.
El descontento con el fondo el bichito
El Gobierno, antes de tocar la campana en la UE, ya habilitó un fondo de 16.000 millones destinado a las comunidades autónomas, pero el reparto del primer de los cuatro tramos previstos (julio, septiembre, noviembre y diciembre) ya ha provocado el malestar porque comunidades como
Cantabria y
Murcia consideran "injusta" la distribución. Protestan ambas porque los criterios de hospitalizaciones, pruebas PCR y población protegida han acabado castigando sus intereses.
De crisis sanitaria está previsto que se hable, y mucho.
"Los gobiernos autonómicos son los que más están soportando esta crisis porque de ellos depende el coste sanitario, el refuerzo educativo y las políticas sociales. Es lógico que el Estado se reserve recursos para afrontar las prestaciones de desempleo. Pero una parte muy importante debe ir a las comunidades. Y en esto no creo que haya discrepancias autonómicas", dice un cargo autonómico.
La financiación autonómica
Hay cartas que ya están sobre la mesa y que no guardan ninguna relación directa con la coronacrisis. La cuestión del modelo de financiación autonómica, por ejemplo, saldrá a la palestra a través de los barones del PSOE. Defendederá la necesidad de su reforma el presidente de la Comunidad Valenciana,
Ximo Puig, y lo hará también el presidente castellanomanchego,
Emiliano García-Page.
No se quedará aquí García-Page, que también quiere concreciones sobre una reserva estratégica de medicamentos y de banderillas contra la el bichito-19, una vez ésta se desarrolle, para evitar problemas de falta de suministro (como ocurrió en su momento con las mascaras).
Cada uno tiene su guion. Representantes del
gobierno vasco exigen una reunión previa de la comisión mixta de concierto económico para acordar la capacidad de endeudamiento
"como consecuencia de la caída de recaudación".
Navarra quiere que se "
clarifiquen" sus posibilidades financieras tras quedar fuera del fondo el bichito por disfrutar de su régimen fiscal propio.
Y
Galicia se pregunta si va a abordarse un plan de brotes nacional y una ley orgánica de Salud Pública para evitar un nuevo estado de alarma.
Todos los gobiernos autonómicos tienen asuntos que plantear, pero nadie se lleva a engaño:
va a haber codazos por el botín de la UE. La carrera previa a la conferencia de presidentes ya ha comenzado y no hay tiempo que perder. El desembolso de los fondos comenzará en 2021 y se extenderá hasta 2023.
¡Es la reconstrucción, amigos!
El fondo de ayuda europea es el maná que esperaba el Gobierno para soltarse el pelo y crear su nueva grey empresarial. Hay codazos, digitales, para ocupar sillón. Aplaudir es el nuevo talento. El «aplausómetro», ya, como unidad de medida para pillar butaca
os fondos que
España recibirá de
Europa vendrán con condiciones. Unas muy similares a las que comporta un rescate, y de eso algo sabemos ya. ¡Que se lo pregunten a
Mariano Rajoy y a los suyos! Y eso que solo fue un rescate-banca, no a la economía entera como hoy. Por eso no se entiende el paseíllo triunfal del pasado martes que le hicieron por su «éxito» todos los ministros palmeros al paso de su timonel. Valiente incongruencia.
Un dinero que nos prestarán –que no «regalarán»– que, a pesar de toda la propaganda que suscitó el mismo día del acuerdo de los líderes europeos, va en contra de las pretensiones del tándem
Sánchez-Iglesias. Por eso mismo, quizás, es un buen acuerdo para
Europa y para
España.
El caso es que bajo ese gran titular de 140.000 millones de euros –entre subvenciones y préstamos–, hay enormes peligros. Y el principal es el manejo de los tiempos. Con su lenguaje marketiniano y pegajoso este
Gobierno quiere hacernos creer que esa pasta viene de golpe y aquí se reparte alegremente.
Y, créanme, nada más lejos de la realidad. No es así. Vendrá por fases. Miga a miga y según cumplimientos. Y, además, como pronto a partir de 2021, que en el mientras tanto nuestros socios europeos tienen que dar el «sí» a los planes de reformas e inversiones que presenten los países rescatados, que además deben cumplir las recomendaciones económicas anuales de la
Comisión Europea, y vayan destinados a reforzar el potencial de crecimiento, la creación de empleo o favorezcan la transición ecológica y digital.
Complicado pues para un
Ejecutivo que hasta ayer mismo como quien dice planeaba un carrusel mayor de gasto social a pesar de todos los pesares y que, sin embargo, ahora no puede ignorar que lo fundamental del acuerdo es que enfrente tendrán el ojo censor de los socios frugales, con el freno de mano echado, el de emergencia le llaman, para que todos los planes tengan que ser aprobados por mayoría cualificada en el
Consejo Europeo (al menos quince
Estados miembros que representen el 65% de toda la población de la
UE).
Tras conocer el costosísimo acuerdo europeo –por las hipotecas futuras que nos dejará y por la dificultad en lograr el pseudoconsenso–, los empresarios españoles lo recibieron con satisfacción pero... con reservas.
Saben que no todos van a poder saborear las mieles de las ayudas.
Se marcarán unas reglas claras y el
Ejecutivo estará detrás de ellas, un dinero aportado que no se inyectará en industrias que ya no tienen sentido, ¿para quién? El «quid» de la cuestión. Debe hacerse un uso prudente del dinero y de los préstamos, porque no son ni mucho menos un cheque en blanco, pero también hay que ser conscientes de las limitaciones impuestas. Mucho se habla del futuro ecológico-digital de las elegidas.
Eso quiere decir que solo tienen ventana de oportunidad las empresas que estén en la «pole position» de los tres primeros años. Y ahí es donde el
Gobierno va a aprovechar para fraguar su nuevo tejido empresarial amigo. Para el resto, palabrería y expectativas a cinco años, cuando pymes, autónomos y empresas estén secas por inanición –no en vano reclaman ya, como agua de mayo, su trozo de pastel–. ¡Ay! porque ya algún doctor sentado en sillón presidencial tiene un plan para forjar ese nuevo mapa empresarial con la excusa de
Bruselas.
Y es que para salir bien, todo debe estar en su momento. El
Gobierno necesitaba el fondo de ayuda europeo y lo necesitaba anunciar ahora, para marcharse de vacaciones y dejar enfilados los
presupuestos generales, con el
PP contra la espada de
Ciudadanos y la pared de
Vox.
El problema es que ahora
hay colas para participar de la lluvia de millones que la mano derecha «aún» del
presi,
Iván Redondo, ha vendido como otra de sus campañas de marketing viral. Y lo que no saben los empresarios, autónomos y demás mendicantes es que esos dineros ya tienen padre. Detrás del plan de reconstrucción hay un auténtico diseño de ingeniería corporativa, para crear la nueva red empresarial clientelar del
PSOE y
Podemos.
Nada importa que las aerolíneas estén a punto del colapso –que se lo digan a
IAG y sus ampliaciones de capital–; tanto da que las compañías de automoción no arranquen o que a la
Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) no les llegue la camisa al cuello. El plan de ayudas es el argumento para ganar ascendiente que buscaba el
Gobierno, la llave maestra para abrir la cerradura blindada de una clase empresarial que sonríe a
Sánchez, coquetea con
Iglesias y restriega el codo con
Casado. Juegan a todo y eso no gusta en
Moncloa, donde tienen una generación de cachorros esperando la luz verde para tomar posiciones y sillones al grito de «es la reconstrucción, amigos».
Y a quien se niegue sólo hay que dejarle macerar en el galimatías de papeleo para recibir las ayudas, porque basta con fijar el lapso a cinco años, como prevé la letra pequeña traída de
Bruselas, para ablandar cualquier resistencia y que la empresa termine cayendo sola en la cesta del
Ejecutivo como fruta madura.
Hay lista de espera de cachorros empresariales para coger butaca en el reparto de prebendas monclovitas. Vienen de todas partes:
Galicia,
Cataluña,
Andalucía... al grito de «¿qué hay de lo mío?». Auténticos codazos, digitales, claro está, por pillar una plaza en la guardia de corps empresarial del socialcomunismo.
Hay que retorcer la historia y pensar como a uno le conviene, porque para la «quinta de los palmeros» lo importante es qué puede hacer el país por ti. Nunca al revés. ¡Ah! por cierto, en Moncloa se ha instalado un aplausómetro para determinar la valía de los candidatos. Ahí lo dejo.