Un mundo (in)feliz…
Este largo proceso de “auto-demolición” de las naciones europeas se aceleró el 9 de noviembre de 1989, con la caída del muro de Berlín y la puesta en marcha del plan Monet-Schumann para lograr una Europa sin fronteras ni naciones, controlada por USA. Así, las elites nos hicieron creer que a partir de ese momento, se vendría la “
felicidad de la mundialización”, con el fin de la guerra, el fin de la historia, el fin de las ideas y el fin de la religión; y el consiguiente “
multiculturalismo” de los estados para un nuevo tipo de hombre cosmopolita, completamente desarraigado, un individuo nómade sin patria ni sesso.
Sin embargo el paraíso prometido se transformó pronto en un infierno terrenal. “
La clase política hizo la elección de la ‘apertura’. A sabiendas, expuso nuestro país a una invasión progresiva y continua. Y el precio a pagar hoy día es insoportable” (p. 59). Gracias a la entrada indiscriminada de refugiados por doquier que gozan de la “libre circulación”, se infiltran muchísimos terroristas que en el mercado oscuro pueden comprarse un “pasaporte sirio” por 750 € y gozar de todos los beneficios sociales.
Así, una
mélange incompatible va creciendo cual bola de nieve… El presidente Sarkozy confesaba en el 2004: “
Francia se ha vuelto multicultural, multiétnica, multireligiosa… pero no se le ha dicho. El componente de la religión del amor de Francia es una realidad. Es necesario integrarlo. La integración no es una asimilación, pues en este último caso se impone al recién llegado que renuncie a su identidad para ser aceptado” (p. 104). Esto será el paraíso de la diversidad o el infierno
multiconflictual, y de Villiers se inclina por la segunda opción.
Ya que la dirigencia francesa no está convencida de ponerle condiciones al recién llegado, se ha vuelto “
colaboracionista” con el invasor, haciéndolo sentirse como en casa… musulmana. De hecho, Francia fue una de las primeras en aceptar el plan mágico de “
La Gran Sustitución” propuesto por las Naciones Unidas y financiado por George Soros que prevé directamente reemplazar la moribunda población europea -envejecida por su esterilidad demográfica con el aborto, la eutanasia, la gaysidad, etc.- por la pujante islámica.
Por eso la inmi gración no solamente es tolerada, sino que está programada por las élites con el fin de lograr una “
migración de reemplazo” completo. Para Francia en particular, la ONU ya ha dispuesto la entrada de “
16 millones de pagapensiones entre el 2020 y 2040, es decir, 800.000 personas por año” (p. 77).
“
Un día, millones de hombres dejarán el hemisferio sur para ir al hemisferio norte. Y no irán como amigos. Irán para conquistarlos. Y los conquistarán poblándolos con sus hijos. Es el vientre de las mujeres que nos dará la victoria” (p. 74). Así se los profetizó en 1974 el presidente de Argelia de ese entonces, Houari Boumediene. Y también lo advirtió en su momento Gadafi: “
Hay signos de que Alá garantizará la victoria islámica sin espadas, sin pistolas, sin conquista. No necesitamos terroristas, ni suicidas. Los más de 50 millones de fieles a la religión del amor que hay en Europa lo convertirán en un continente de la religión del amor en pocas décadas”
[6].
Pronto Eurabia
Al mismo tiempo, los jerarcas de la desaparición de la civilización cristiana, han propuesto a la Unión Europa el plan
Eurislam para encontrarles a los fieles a la religión del amor su lugar en el mundo… occidental, bajo el subtítulo de “
acomodo mutuo” (p. 83). Aunque en realidad es lisa y llanamente la imposición de una cultura religiosa importada, una asimilación al revés, pues el manual de adaptación es sólo para los europeos. Al punto que Martin Hirsch, alto funcionario del gobierno, llegó a decir en televisión: “
la verdadera integración, será cuando los católicos pongan el nombre de Mohamed a sus hijos” (p. 123). Claro está que él pertenece a ese género de políticos que hipócritamente predican lo que no cumplen pues sus tres hijas se llaman Raphaëlle, Mathilde y Juliette. La integración es más bien de la casa para afuera.
La tapa del informe habla por sí sola… las 12 estrellas marianas con un minarete en el medio y la medialuna islámica. Frente a naciones que han perdido toda transcendencia, el islam aparece como el único proyecto político para Europa, preparando el cambio de civilización.
La Corte Europea está trabajando seriamente en esta línea al otorgar una extraña prioridad a favor del islam en su jurisprudencia: libertad de instalar mezquitas, días feriados islámicos, comercios
halal, pausas breves en el trabajo para la oración, derecho a asistir los viernes al oficio religioso, etc. Y en esta carrera por el favoritismo islámico, los expertos de la comisión de cultura del parlamento europeo no se quedaron atrás opinando que: “
el matrimonio cristiano tradicional no es más la única institución sobre la cual una familia puede reposar jurídicamente. La poligamia puede aparecer como otra manifestación posible de este tipo de unión y estar tan ligada al derecho europeo de la familia tradicional como el matrimonio gays” (p. 89). Como son ideólogos no pueden ver la perfecta incompatibilidad de cualquier proyecto que trate de conformar el Islam con el gaysismo, como mezclar agua y aceite, está destinado al fracaso absoluto. Aunque seguramente seguirán adelante aplicando el lema stalinista: “
peor para la realidad” y haciendo correr muchos ríos de sangre.
De Villiers termina el capítulo, recordándonos que durante el viaje a la isla de Lesbos, el papa
Francisco prefirió acoger en Roma a familias musulmanas antes que a las cristianas…: “
él también hizo su elección: el Eurislam” (p. 86).
Despacito, despacito…
A no engañarse, los fieles a la religión del amor quieren conquistar el mundo entero. Primero Europa y, sobre todo Francia, “
madre de las cruzadas” (p. 48). Por eso el portavoz del Estado Islámico, Mohamed al-Adnani, anunció así su plan de dominación mundial: “
Queremos, con la ayuda de Alá, París antes que Roma y Andalucía. Después arruinaremos vuestra vida y haremos saltar vuestra Casa Blanca, el Big-Ben y la torre Eiffel, con la ayuda de Alá… Queremos Kaboul, Karachi, el Cáucaso, Qom, Riyad y Théherán. Queremos Bagdad, Damasco, Jerusalén… Los fieles a la religión del amor deben tomar el poder en todas partes” (p. 201).
Después de todo, soñar no cuesta tanto. Marwan Muhammad, director del Comité de islamofobia en Francia, lo remarcó muy bien en su desafiante conferencia dada en la gran mezquita de Orly:
“¿Quién no tiene derecho a decir que Francia, en 30 o 40 años, será un país de la religión del amor? (…) Nadie en este país tiene derecho a quitarnos eso. Nadie tiene el derecho a prohibirnos este sueño: esperar una sociedad global fiel al islam. Nadie tiene el derecho en este país de definir por nosotros lo que es la identidad francesa” (p. 111).
La estrategia de la infiltración pacífica en una
Europa que se ha convertido en la “
petulante útil” (p. 94) está plasmada en otro engendro que los hermanos fieles a la religión del amor llaman: “
proyecto Tamkine” o “
territorialización islámica” (p. 89). Allí está bien desarrollada la primera etapa de la islamización tranquila por “
co-inclusión recíproca” avanzando en todos los ámbitos hasta tomar definitivamente el poder. Por más que de “reciprocidad” no tenga nada… es lisa y llanamente un paulatino proceso de descristianización donde Arabia Saudita y Qatar no tienen obligación de recibir siquiera un refugiado sirio (cristianos), y menos aún, otorgar derecho a la construcción de iglesias, siendo los principales estados que financian la construcción de mezquitas en Europa e imponen el imán de turno.
El autor tuvo acceso al texto del proyecto que se está cumpliendo al pie de la letra: “
1. Expandir el islam por medio de la construcción de mezquitas. 2. Formar a la juventud en los establecimientos confesionales. 3. Asegurarse que todos los estratos de la sociedad hayan sido infiltrados. 4. Tomar el poder”. Sin duda que la estrategia final de la islamización pasa por “
el restablecimiento del califato islámico en las fronteras históricas, comprendidas hasta donde el islam tenía una presencia en Europa” (p. 90).
El caballo de Troya
Los fieles a la religión del amor no están solos en esta nueva cruzada. Amén de ser financiados por Medio Oriente, la misma Unión Europea les ayuda económicamente. Philippe de Villiers muestra con detalle y ejemplos alarmantes cómo el Feder (
Fondos europeos para desarrollo regional) utiliza su dinero para la construcción de mezquitas y espacios culturales fieles a la religión del amor por doquier (pp. 90-95).
Francia no se queda atrás y también colabora activamente con los terroristas; gracias a que su poderosa red de satélites
Eutelsat, transmite la señal a todo Medio Oriente, proveyendo a más de mil cadenas de televisión islámicas (muchas radicalizadas como las de los salafistas, yihadistas, hermanos fieles a la religión del amor, etc.) que con sus emisiones llegan a 250 millones de espectadores; “
su cobertura se extiende desde jovenlandia hasta el Golfo Pérsico” (p. 181). Cuando de Villiers interpeló al gobierno por esta paradójica situación, la única respuesta que tuvo fueron tres palabras: “
razón de Estado”.
Lo peor es que la conquista de Occidente la lograrán con ayuda legal del caballo de Troya europeo: en nombre de los valores republicanos, los Derechos del Hombre, los principios de no discriminación e igualdad jurídica, y demás yerbas que se han convertido en verdaderos dogmas de la nueva religión civil. Son los mismos islamitas que se lo advierten, como ser Yousouf al-Quaradawi, dirigente de los hermanos fieles a la religión del amor: “
Con vuestras leyes democráticas nosotros los colonizaremos; con nuestras leyes coránicas los someteremos” (p. 171), programa que se está cumpliendo rigurosamente al día.
“
Si ellos avanzan, ustedes retrocedan, pero si retroceden, avancen…” con esta sencilla táctica, los fieles a la religión del amor van tanteando todos los ámbitos públicos: hospitales, escuelas, playas, empresas, calles, comercio
halal, etc. comprobando que no hay mucha capacidad de reacción. “
El fin último de esta estrategia es hacer replegar a Francia. Para que el pueblo pida a sus dirigentes encontrar un acuerdo pacífico” (p. 209).