Lei ayer dandome una vuelta por el foro de PPCC la siguiente conclusión:
El modelo capitalista popular, el de todos rentistas para hablar en lenguaje profano, ha tenido una duración que finaliza por agotamiento. La vivienda que se pudo comprar o acaparar en el momento en el que se se inicia el modelo, allá por los ochenta, es la que hoy resulta inaccesible por el simple hecho de que, aparte de ser un bien de primera necesidad, puede ser utilizado como un bien limitado. Gobierno tras gobierno, regulación tras regulación y todo con la connivencia de políticas fiscales que no es que lo impidieran sino que lo fomentan, han ido haciendo la pelota más subida de peso en materia de vivienda por una simple cuestión de interés (intereses personales, de votos, políticos, empresariales, del "lobby del ladrillo", de incremento de PIB). Rentar una vivienda produce dos anomalías: la primera, que el alquiler no crea riqueza, es decir, no crea rentas ni capital, sino que tiene una función redistributiva del trabajador hacia el propietario de dicha vivienda; por otro, está lastrando la economía productiva, puesto que la competitividad y la movilidad ganada con las nefastas reformas laborales, pero que servirían para reactivar el mercado laboral, han sido lastradas por lo que llama "la hotelización del inquilinato", "contratar un obrero es casarte con su casero". Como dicho modelo de redistribución de rentas no genera ni rentas ni capital, se está trayendo dinero del futuro (deudas) para mantenerlo, algo que puede lastrar el funcionamiento normal del capitalismo. Y por lo visto, ahora sí, va a ser pinchada la burbuja con todas las consecuencias, incluido el rebajón. Es por eso que se ha impuesto la reforma hipotecaria, para que el sector bancario no se vea otra vez lastrado con perfiles insolventes, así como que se ha cortado una parte del grifo hasta que se reforme por completo el problemón de la vivienda.
A todo esto súmale el elevado desempleo que ni troceando el trabajo se ha conseguido bajar de los tres millones, la nula productividad de los trabajadores en contraposición al aumento de la productividad del trabajo, la cantidad de activos dedicados exclusivamente al rentismo aproductivo, la reducción de turistas que sobrevienen por las políticas energéticas y de descarbonización que va a imponer Bruselas, así como el cambio en las factorías de automoción que va a implicar cambios radicales o cierres (no hay ninguna planta donde las decisiones se tomen en Consejo de Ministros, sino en otros países), el elevado endeudamiento tanto público como privado, la cantidad de apesebrados que viven del pesebre de los presupuestos (asesores, puestos de confianza, militancia convencida, empresas públicas sin oficio ni beneficio), el déficit que se ha creado conscientemente con las pensiones, y que media España está opositando para salir, o bien del paro, o bien de la miseria laboral. Y súmale los mas de dos millones de estudiantes que ahora mismo transitan por la universidad pública y la Formación Profesional, y que mas pronto que tarde, van a pedir también un qué hay de lo mío. El decrecimiento demográfico, por contra, creo que viene impuesto y diseñado, pero eso ya es otra cuestión.
También escuché el otro día otro gran asunto respecto a la transición energética, en boca de **** ****** ***** (muchos lo habréis pillado). Después de aquellas políticas de la época de Zapatero, que desembocaron en multas que continuamos pagando a día de hoy, como la reforma de las renovables y los paneles solares, ¿no sería mejor asumir que no somos un país puntero y copiar a quien lo hace bien?
Un añadido que he cogido también del foro de PPCC, el desacople de precios de la vivienda en España con el IPC se produce a mediados de los ochenta:
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