Si llegas a vivir 50 años, podrás sentarte en el porche de tu casa a contemplar el colapso en un soleado atardecer.
Sólo los crédulos o los más cándidos de entre los borregos en matrix creen que la expansión del fiat puede continuar indefinidamente. Esto es sencillamente una imposibilidad económica.
Asistimos a un proceso de expansión monetaria que no parece tener fin. A cada vuelta de tuerca de la expansión, sigue un periodo de auge artificial, optimismo y cotizaciones crecientes de los activos, hasta que el sistema se vuelve inestable, aparecen las quiebras empresariales y bancarias y el pánico (más bien podría decirse la estampida) se apodera de los inversores.
La política habitual es la administración de mayores dosis de droja monetaria cuando el paciente empieza a agonizar. Se le mete una temporada en la UCI alimentado principalmente de líquidos monetarios, hasta que, aparentemente, mejora.
Esta descripción de la política económica de tiempos recientes puede parecer un bucle, al estilo de la película "atrapado en el tiempo". Al igual que el protagonista renace cada día con el mundo en el mismo estado que el día anterior, cada vuelta del ciclo de crédito puede aparentar, a los menos observadores, que un nuevo amanecer económico tiene lugar, y que todo vuelve a ser como antes.
Pero esto es un error de percepción grave. Cada ronda de estímulo de los bancos centrales, produce efectos acumulativos que en nada se asemejan a un renacer.
1º.
La deuda global crece monótonamente, de forma acelerada. Las cifras de deuda actuales, absolutamente delirantes, están más allá del alcance de la comprensión y de la intuición humana. Son cosas de otro mundo. En el primer trimestre de 2020, la deuda global pre-el bichito era de más de
250 billones de dólares (con la expansión de estos últimos meses para luchar contra el bichito, nos acercamos a los 300 billones).
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2º. Los
pánicos bancarios y las quiebras se suceden en cada vuelta de tuerca del ciclo de crédito, a
tipos de interés cada vez menores. Esto sucede porque para mantener la ilusión de que la deuda creciente puede pagarse, se requieren cada vez menores tipos de interés. La insolvencia de corporaciones, entidades financieras, deudores privados y gobiernos está a la vuelta de la esquina de un pequeño incremento en los tipos de interés efectivos.
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Entonces, los gigantescos niveles de deuda son la causa de que las empresas y los estados tengan serios problemas de insolvencia, y que encienden las mechas de las crisis. Por el momento, los bancos centrales lo han resuelto comprandoles su deuda (basura) a cambio de dinero recién impreso, y reduciendo los tipos a niveles que permiten el desahogo de los deudores, facilitando el pago de los intereses.
El problema con todo esto es que, por un lado, un entorno de tipos de interés nulos incentiva a las empresas y los gobiernos a no amortizar, lo que hace irreversible el tamaño de la deuda. Es decir, las políticas de tipos cero provocan que los deudores no estén interesados en reducir el tamaño de su deuda, que el pago de intereses debido a tipos mayores provocaría.
Por otro, los tipos nulos enmascaran los problemas de insolvencia generalizados, disminuyendo la carga de la deuda a muy corto plazo.
En este punto, hay quien piensa que la solución es disminuir aún más los tipos, pero esto simplemente NO VA A FUNCIONAR.
Los tipos de interés negativos no tienen significado económico.
No existe una oferta de crédito (es decir, de ahorro) a tipos de interés negativos. Cuando los banqueros centrales hablan de "activar el crédito" por medio de tipos negativos, lo que están diciendo en realidad es que al no existir ahorro que se transforme en crédito a los tipos que ellos desean, van a decretar que se creen más euros/dólares/libras/yenes, que van a repartir entre sus amigos del gobierno y las corporaciones, a cambio de sus emisiones de deuda.
Entiéndase bien lo que esto quiere decir.
Cuando en un mercado, el que sea, se limitan políticamente los precios, por medio de precios máximos, se produce escasez del bien intercambiado. por ejemplo:
- Si el gobierno limita los precios de los alquileres, el resultado es la disminución de la oferta de alquiler (y por tanto el eumento de los precios debido a la restricción de la oferta).
- Si el gobierno limita el precio de la gasolina, el resultado es la escasez de gasolina (como bien saben los conductores americanos que hicieron cola en las gasolineras durante la crisis de 1973, escasez artificial debida a los controles de precios decretados por Nixon, no por las acciones de la OPEP. Existía la gasolina, pero no llegaba a los surtidores a los precios establecidos).
Entonces, si el gobierno limita los tipos de interés, disminuye la oferta de ahorro. La disminución de la oferta de ahorro implica el aumento de los tipos de interés de mercado.
El intervencionismo monetario del gobierno y el banco central es lo que destruye el mercado de crédito.
Por tanto, el resultado de estas políticas de tipos nulos y negativos, es primariamente reducir el ahorro de la sociedad, y promover el consumo, tanto de bienes y servicios como de capital social destinado a la producción.
Y en esto hay una doble vertiente. Por un lado, estas políticas keynesianas logran su propósito de eliminar el ahorro y hacer que el consumo sea el rey. Por otro, empujan a la sociedad en la dirección del consumismo. Esto no es una casualidad. Las sociedades hormiguita dedicadas al ahorro, surgen en sistemas capitalistas. El tacaño, el ahorrador, es la base social de los incrementos futuros de la producción que se derivan de una concepción ahorradora de la vida.
Entonces, en el sistema keynesiano, la sociedad en su conjunto se inclina en la dirección del malgasto y del consumo excesivos. Se dilapida el capital, se reducen las inversiones y la gente dirige sus intereses en la dirección del consumo desenfrenado.
Así que al desaparecer la oferta de crédito, desaparece el intercambio real de demandantes de ahorro y ahorradores. En su lugar, aparece la falsa oferta de dinero fiat que pretende sustituirlo.
Sin embargo, no hay ahorro real que respalde semejantes decisiones. No hay ahorro, porque los keynesianos han decretado eliminar el incentivo que hace que las personas ahorren. Esto es el interés. Si no existe remuneración al ahorro, la gente no ahorra, tal cual.
Sin ahorro, las fábricas no se renuevan. Los elementos, la maquinaria, los procesos, que sufren el paso del tiempo, no se renuevan en la forma que antes lo hacían, la depreciación llega y reduce la cantidad futura de bienes y servicios que podrán ser realizados. Este consumo de capital provocado por las políticas keynesianas es el responsable de que a medio plazo se reduzca tanto el consumo como la producción.
Y, si se reduce la producción, ¿como demonios se va a poder pagar la deuda?
Los gobiernos y las élites financiero-bancarias no pueden seguir bajando los tipos de interés, actualmente nulos, por lo que la única política monetaria que les queda es
SEGUIR EXPANDIENDO LA OFERTA DE DINERO Y CRÉDITO.
Al final, todos estos gurús monetarios no son otra cosa que los mismos perversoss estafadores de siempre, aquellos emperadores, reyes y nobles que aleaban el oro con metales para reducir la ley de las monedas emitidas, que devolvían al mercado al precio original del oro, estafando a la gente.
Desgraciadamente para nosotros, lo único que verdaderamente puede terminar con el sistema monetario falso de los estados es la pérdida de confianza en el valor de su papel moneda, EL COLAPSO MONETARIO. Si en algún momento, de este proceso de expansión-crisis-estímulo, la inflación de precios hace su aparición, será impoible de erradicar usando los métodos de la ortodoxia económica.
Este proceso ya ha empezado, pero los índices manipulados de los gobiernos no lo reflejan. Los índices alternativos hablan de tasas menores a dos dígitos, aún.
Deberíamos estar atentos a cualquier síntoma de aceleración de los precios medidos por SUS índices, ya que si en algún momento, el IPC se acerca a valores del orden del 10%, podemos decir sin miedo que la inflación está descontrolada.