Miss Marple
Más allá de la burbuja
Ocho años después del inicio de "La Crisis" (por llamarlo algo), y en vísperas del paso a la siguiente fase en Europa (la tan esperada -casi Beckettiana- QE o Flexibilización Cuantitativa), es quizá un buen momento para revisar donde estamos.
En materia financiera seguimos en Terra Incognita desde que Bernanke decidiera cumplir su promesa a Milton Friedman y no seguir la receta aplicada por la Fed entre 1929 y 1933 para desinflar la burbuja de deuda que resultó del descontrol crediticio tras la primera guerra mundial (Friedman y Anna schwartz mantenían que fue la reacción restrictiva de la Fed, reduciendo significativamente la masa monetaria a partir de 1929, lo que magnificó los efectos de lo que hubiera sido una recesión severa pero no extraordinaria - y Bernanke, en una cena para celebrar el 90 cumpleaños de Friedman, dió un famoso discurso en representación de la FED en el que les daba la razón y terminó prometiendo que la FED había aprendido la lección y que no volvería a suceder).
Considerando la destrucción económica y dolor humano causados por la gran depresión, la decisión de Bernanke puede parecer razonable, y quizá lo sea; pero es una ruta desconocida, y no se podrá juzgar su éxito hasta que lleguemos al final del camino (dado que en esencia se trata de posponer el reconocimiento de los problemas hasta un futuro indeterminado). Se ha elegido seguir inflando la burbuja de deuda, salvando a la gran banca al nacionalizar las peores deudas privadas (de varias maneras); a cambio de ese apoyo, los bancos se ven obligados a aumentar poco a poco sus ratios de solvencia (capital sobre activos). Por otra parte se adoptan medidas de aparente austeridad pública (que no logran ocultar el hecho de que el gasto público sigue creciendo) para aparentar que se mejora la solvencia de los estados, comprometida por el apoyo a los bancos. Pero el factor más importante ha sido la deliberada credulidad ('suspension of desbelief') de instituciones inversoras que han comprendido que aunque vean que la deuda es impagable, simplemente no tienen capacidad para enfrentarse a los bancos centrales combinados del G7 (bancos centrales decididos a hacer "todo lo necesario", en palabras de SuperMario), y que si lo hicieran perderían en cualquier caso (ya que ganando destruirían el sistema financiero del que son parte, y por tanto a sí mismos).
O sea, que estamos de lleno en una nueva edición del traje nuevo del emperador: esta vez global, y el traje del emperador no es el precio de la vivienda, sino la probabilidad de que la deuda se llegue a devolver. Se ha sacado humo a la impresora para evitar la destrucción de deuda y la consiguiente contracción de la masa monetaria; la idea es ganar tiempo para que los agentes financieros (y en segundo grado los económicos) reconstruyan su solvencia, a costa de un deterioro de la solvencia de los estados; este deterioro es neutralizado a corto plazo por el apoyo directo o indirecto de los bancos centrales. A medio-largo plazo, en teoría, la estabilidad ganada con la impresora se usará para mejorar la solvencia de los estados a través de medidas de austeridad y racionalización que permitan reducir el déficit, y también para efectuar re-estructuraciones ordenadas de la deuda más insolvente a un ritmo que pueda ser absorbido por el sistema financiero y los inversores sin causar contagios ni efectos dominó: Chipre o las preferentes de Cajamadrid son ejemplos de como eliminar deuda que se considere politicamente inaceptable, confiscando ahorros de inversores considerados de baja prioridad (jubilados con pasta, rusos ricos buscando opacidad, o chipriotas que se beneficiaban de ser paraíso fiscal para los rusos abusando de la garantía del BCE). Todas estas decisiones -sobre quién merece salvarse y quién no- son, por supuesto, políticas, no financieras.
A grandes rasgos la nueva situación ha affect ado a la población de la siguiente manera:
1) Hay un grupo numeroso de gente que ha pasado a ser pobre y estar excluido de la economía (sea porque su trabajo ha pasado a pagar muy poco, o porque se resignan a no encontrar trabajo; y se apañan con una combinación de infraempleo, ayudas familiares, ayudas públicas, o beneficencia). Este grupo, que antes era "clase media", se une a los pobres tradicionales e incluye a aquellos que no pudieron pagar sus hipotecas y a buena parte de la juventud; el aumento de la masa monetaria les ha pasado de largo mientras que los cambios en el mercado laboral les han pillado de lleno, y son los grandes perdedores de la crisis.
2) Hay un grupo bastante mayor que ha perdido poder adquisitivo y calidad de vida (a través de los recortes en servicios públicos), pero siguen teniendo capacidad de consumo; se han adaptado a las nuevas condiciones y van perdiendo el miedo a perder o no encontrar trabajo, a la vez que se han librado de deudas y descubren que han logrado evitar la caída en la pobreza del grupo anterior; por tanto crece la confianza y aumentan su consumo (ya que pueden consumir, pero estaban esperando por precaución. Estos sienten empatía por los nuevos pobres (que a menudo son sus propios hijos) y están enfadados con los que perciben como culpables de la crisis; pero el sentimiento general es alivio por mantener sus trabajos e hipotecas, por estar relativamente protegidos contra los cambios en el mercado laboral, y porque los precios de la vivienda vuelvan a subir y les saquen de estar en negative equity. Los bajos tipos de interés les han beneficiado, y conservan sus trabajos y sus casas, gracias en parte al gasto público y al rescate a los bancos. No van a explotar el sistema.
3) Arriba queda el grupo de los que eran ricos antes y lo siguen siendo, en muchos casos bastante más, gracias a los rescates y a su conexión con los que deciden como se gasta el dinero público.
En GB y USA, el uso de la impresora de momento parece que ha funcionado: las cordilleras de dinero creado por la Fed (y en menor medida por el Banco de Inglaterra), tras salvar a los bancos, se filtran a los precios de diferentes activos, y acaban creando presión sobre la demanda que compensa en parte los efectos negativos de las bajadas de sueldos y recortes de inversión (pública y privada).
Se espera que el crecimiento venga una vez más del aumento del consumo y del crédito. Pero cuesta ver a quién le van a dar los bancos nuevo crédito. Las personas del grupo 1 tienen muy poca solvencia (a no ser que se les dé crédito contra futuras herencias a recibir). Los del grupo 2 son más solventes que antes de la crisis (al haber reducido deudas), pero están escaldados, y si bien parecen dispuestos a consumir al contado, parece aventurado esperar un nuevo boom crediticio de su parte. En cuanto a los del grupo 3, como siempre, se pueden endeudar a tipos muy bajos para comprar activos, pero no para consumo.
Por lo que se refiere a la inversión, se basa más en buscar aumentos de productividad aprovechando la mano de obra barata que en inversión en capital fijo (y en adquirir competidores quebrados). En resumen, el único aumento del crédito que se puede ver es en tarjetas de crédito y préstamos estudiantiles (el más arriesgado y rentable para los bancos, eso sí, sobre todo si pueden pasar el riesgo a papa estado cuando sale mal). Aún así, se sigue confiando en la mejora de la confianza para curarlo todo.
Aún está por ver si la mejora del crecimiento será duradera una vez que se suspenda el QE (recordemos el ejemplo de Japón y sus numerosos falsos amaneceres). El QE en USA tomó el relevo del británico, y ahora los mercados siguen subiendo por las expectativas del QE europeo. Esta rotación entre continentes es un sistema bastante astuto para optimizar el efecto de las inyecciones (¿Donde está la bolita, y como es de real la confianza?¿Confianza en que la economía se recupere, o en que alguien, en alguna parte, nos siga dando money for nothing?).
En Europa las cosas van a ser más complicadas, porque los estanques de solvencia/deuda están mucho más segmentados (por ejemplo UE/estado alemán/estado griego), y hay demasiados intereses enfrentados y los grupos a salvar/castigar se complican con puntos de vista nacionales. Pero esto será mejor dejarlo para otro mensaje, este tocho ya es excesivo.
En materia financiera seguimos en Terra Incognita desde que Bernanke decidiera cumplir su promesa a Milton Friedman y no seguir la receta aplicada por la Fed entre 1929 y 1933 para desinflar la burbuja de deuda que resultó del descontrol crediticio tras la primera guerra mundial (Friedman y Anna schwartz mantenían que fue la reacción restrictiva de la Fed, reduciendo significativamente la masa monetaria a partir de 1929, lo que magnificó los efectos de lo que hubiera sido una recesión severa pero no extraordinaria - y Bernanke, en una cena para celebrar el 90 cumpleaños de Friedman, dió un famoso discurso en representación de la FED en el que les daba la razón y terminó prometiendo que la FED había aprendido la lección y que no volvería a suceder).
Considerando la destrucción económica y dolor humano causados por la gran depresión, la decisión de Bernanke puede parecer razonable, y quizá lo sea; pero es una ruta desconocida, y no se podrá juzgar su éxito hasta que lleguemos al final del camino (dado que en esencia se trata de posponer el reconocimiento de los problemas hasta un futuro indeterminado). Se ha elegido seguir inflando la burbuja de deuda, salvando a la gran banca al nacionalizar las peores deudas privadas (de varias maneras); a cambio de ese apoyo, los bancos se ven obligados a aumentar poco a poco sus ratios de solvencia (capital sobre activos). Por otra parte se adoptan medidas de aparente austeridad pública (que no logran ocultar el hecho de que el gasto público sigue creciendo) para aparentar que se mejora la solvencia de los estados, comprometida por el apoyo a los bancos. Pero el factor más importante ha sido la deliberada credulidad ('suspension of desbelief') de instituciones inversoras que han comprendido que aunque vean que la deuda es impagable, simplemente no tienen capacidad para enfrentarse a los bancos centrales combinados del G7 (bancos centrales decididos a hacer "todo lo necesario", en palabras de SuperMario), y que si lo hicieran perderían en cualquier caso (ya que ganando destruirían el sistema financiero del que son parte, y por tanto a sí mismos).
O sea, que estamos de lleno en una nueva edición del traje nuevo del emperador: esta vez global, y el traje del emperador no es el precio de la vivienda, sino la probabilidad de que la deuda se llegue a devolver. Se ha sacado humo a la impresora para evitar la destrucción de deuda y la consiguiente contracción de la masa monetaria; la idea es ganar tiempo para que los agentes financieros (y en segundo grado los económicos) reconstruyan su solvencia, a costa de un deterioro de la solvencia de los estados; este deterioro es neutralizado a corto plazo por el apoyo directo o indirecto de los bancos centrales. A medio-largo plazo, en teoría, la estabilidad ganada con la impresora se usará para mejorar la solvencia de los estados a través de medidas de austeridad y racionalización que permitan reducir el déficit, y también para efectuar re-estructuraciones ordenadas de la deuda más insolvente a un ritmo que pueda ser absorbido por el sistema financiero y los inversores sin causar contagios ni efectos dominó: Chipre o las preferentes de Cajamadrid son ejemplos de como eliminar deuda que se considere politicamente inaceptable, confiscando ahorros de inversores considerados de baja prioridad (jubilados con pasta, rusos ricos buscando opacidad, o chipriotas que se beneficiaban de ser paraíso fiscal para los rusos abusando de la garantía del BCE). Todas estas decisiones -sobre quién merece salvarse y quién no- son, por supuesto, políticas, no financieras.
A grandes rasgos la nueva situación ha affect ado a la población de la siguiente manera:
1) Hay un grupo numeroso de gente que ha pasado a ser pobre y estar excluido de la economía (sea porque su trabajo ha pasado a pagar muy poco, o porque se resignan a no encontrar trabajo; y se apañan con una combinación de infraempleo, ayudas familiares, ayudas públicas, o beneficencia). Este grupo, que antes era "clase media", se une a los pobres tradicionales e incluye a aquellos que no pudieron pagar sus hipotecas y a buena parte de la juventud; el aumento de la masa monetaria les ha pasado de largo mientras que los cambios en el mercado laboral les han pillado de lleno, y son los grandes perdedores de la crisis.
2) Hay un grupo bastante mayor que ha perdido poder adquisitivo y calidad de vida (a través de los recortes en servicios públicos), pero siguen teniendo capacidad de consumo; se han adaptado a las nuevas condiciones y van perdiendo el miedo a perder o no encontrar trabajo, a la vez que se han librado de deudas y descubren que han logrado evitar la caída en la pobreza del grupo anterior; por tanto crece la confianza y aumentan su consumo (ya que pueden consumir, pero estaban esperando por precaución. Estos sienten empatía por los nuevos pobres (que a menudo son sus propios hijos) y están enfadados con los que perciben como culpables de la crisis; pero el sentimiento general es alivio por mantener sus trabajos e hipotecas, por estar relativamente protegidos contra los cambios en el mercado laboral, y porque los precios de la vivienda vuelvan a subir y les saquen de estar en negative equity. Los bajos tipos de interés les han beneficiado, y conservan sus trabajos y sus casas, gracias en parte al gasto público y al rescate a los bancos. No van a explotar el sistema.
3) Arriba queda el grupo de los que eran ricos antes y lo siguen siendo, en muchos casos bastante más, gracias a los rescates y a su conexión con los que deciden como se gasta el dinero público.
En GB y USA, el uso de la impresora de momento parece que ha funcionado: las cordilleras de dinero creado por la Fed (y en menor medida por el Banco de Inglaterra), tras salvar a los bancos, se filtran a los precios de diferentes activos, y acaban creando presión sobre la demanda que compensa en parte los efectos negativos de las bajadas de sueldos y recortes de inversión (pública y privada).
Se espera que el crecimiento venga una vez más del aumento del consumo y del crédito. Pero cuesta ver a quién le van a dar los bancos nuevo crédito. Las personas del grupo 1 tienen muy poca solvencia (a no ser que se les dé crédito contra futuras herencias a recibir). Los del grupo 2 son más solventes que antes de la crisis (al haber reducido deudas), pero están escaldados, y si bien parecen dispuestos a consumir al contado, parece aventurado esperar un nuevo boom crediticio de su parte. En cuanto a los del grupo 3, como siempre, se pueden endeudar a tipos muy bajos para comprar activos, pero no para consumo.
Por lo que se refiere a la inversión, se basa más en buscar aumentos de productividad aprovechando la mano de obra barata que en inversión en capital fijo (y en adquirir competidores quebrados). En resumen, el único aumento del crédito que se puede ver es en tarjetas de crédito y préstamos estudiantiles (el más arriesgado y rentable para los bancos, eso sí, sobre todo si pueden pasar el riesgo a papa estado cuando sale mal). Aún así, se sigue confiando en la mejora de la confianza para curarlo todo.
Aún está por ver si la mejora del crecimiento será duradera una vez que se suspenda el QE (recordemos el ejemplo de Japón y sus numerosos falsos amaneceres). El QE en USA tomó el relevo del británico, y ahora los mercados siguen subiendo por las expectativas del QE europeo. Esta rotación entre continentes es un sistema bastante astuto para optimizar el efecto de las inyecciones (¿Donde está la bolita, y como es de real la confianza?¿Confianza en que la economía se recupere, o en que alguien, en alguna parte, nos siga dando money for nothing?).
En Europa las cosas van a ser más complicadas, porque los estanques de solvencia/deuda están mucho más segmentados (por ejemplo UE/estado alemán/estado griego), y hay demasiados intereses enfrentados y los grupos a salvar/castigar se complican con puntos de vista nacionales. Pero esto será mejor dejarlo para otro mensaje, este tocho ya es excesivo.