la televisión no para de dar noticias del gobierno bolivariano, luego esta las redes sociales y ahora el viruelo va a entrar a saco por el whatsapp porque parece que no estamos tan aterrorizados.
De paso los troles no dejan de dar por saco por aquí.
Os cuento, hoy venía por la plaza del sol e iba con mi cayado. cada dos por tres tenía que apartar cadáveres para poder caminar, en una esquina había un chino de tonalidad verde todo hinchado, fue algo espantoso.
Le salían los gusanos por todos los orificios del cuerpo, en una mano sostenía un pedazo de papel escrito con sus ultimas fuerzas. "están aquí.. son muchos... tambores en la oscuridad.... son muchos orcos.... y traen un troll de las cavernas".
Gracias al cielo, todavía el sol alumbraba un poco. Me recosté de una vieja cerca de madera porque aún desprendía calor y mis viejos huesos lo agradecían. baje mi gato de la cesta y se puso a ronronear en busca de un pedazo de queso. Solo pude darle una seta, alce mis ojos a los cielos y clame por ayuda. con mis últimas fuerzas me puse en marcha rezando para poder llegar a casa, aún me faltaba tomar el metro inundado de fallecidos que no habían hecho caso al gobierno. todos iban a por pan.
Lentamente y a través del crepúsculo la ciudad parecía fantasmal, como una mortaja siniestra que se apresura por tapar sus muertos.
Mi cadera claquetea, krakata, krakata, ñik, ñik, fue el resultado de lanzarme de una ventana, me dijeron que la banderilla salvaría vidas pero pude ver como al último con poca gracia se volvió loco en un instante cuando lo vacunaron. corría como desaforado con la aguja clavada en el ojo ciego, al pasar raudo cerca de mi su identificador cayo al suelo. al tomarla solo pude leer
@eL PERRO.
Que noche más aciaga, era de noche y llovía, el sol rajaba las piedras. Gritaba el joven maduro de 40 años.
A veces pienso que si le hubiéramos hecho caso a los troles cm del amado líder, está catástrofe no hubiera ocurrido.
Y así me dirijo, hacía mi adosado de 30 kilómetros cuadrados. El último refugio de mi humanidad.