Entrevista a Mónica Nicoliello profesora uruguaya, especializada en Historia Iberoamericana y escritora

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HISPANIDAD Y GEOPOLÍTICA
Entrevista a Mónica Nicoliello profesora uruguaya, especializada en Historia Iberoamericana y escritora. Por Ernesto Ladrón de Guevara
ERNESTO LADRÓN DE GUEVARA LÓPEZ DE ARBINA - 9 SEPTIEMBRE 2022

Mónica Nicoliello es una profesora uruguaya, especializada en Historia Iberoamericana y escritora. Es candidata al Parlamento Global Hispano. Un ámbito donde convergerán diferentes personalidades que intentan recobrar la colaboración y marco de relación entre las partes de lo que fue un ámbito de civilización y que abarcó a un mundo emergente en los siglos XVI, XVII y XVIII. La Hispanidad dominó el universo entonces conocido e interrelacionado, bajo tres pilares: la monarquía heredada de Isabel la Católica y su marido Fernando de Aragón, la religión como baluarte de los primeros derechos humanos en el mundo y de la defensa de la dignidad de las personas y de su libertad, y la lengua española; así como una moneda que hoy sería el equivalente al dólar: el real de a ocho, que unificaría las relaciones económicas internacionales.

Ha publicado el interesantísimo libro que reseñamos en la imagen ut supra, que encabeza esta entrevista.


ELG Mónica: dé una pista a nuestros lectores del contenido de tu libro, y la intención que guía su edición, aparte, como es obvio, de la venta de sus ejemplares.

MN Escribí este libro con la intención de contribuir a formar conciencia de nuestra identidad colectiva. Somos fruto de una épica de la cual debemos enorgullecernos. Una épica es una sucesión o relato de hazañas. Sin esa conciencia de identidad y sin ese orgullo épico ¿qué vamos a enseñar en las aulas? ¿Cómo vamos a presentarnos ante el mundo? Hasta la aldea más pequeña tiene una épica de la cual se enorgullece. A lo largo de mi libro intento lograrlo entretejiendo una serie de cuestiones que están en el fondo del debate. Primero, el indio -que no es otra cosa que el habitante de las Indias, una antigua noción geográfica que englobaba América, Asia y Oceanía-, tiene su propia épica. Haber convertido, por ejemplo, a la mandioca o yuca, una raíz venenosa, en base de la dieta de la población de gran parte de las Indias, desde el centro de América del Sur hasta Oceanía, descubriendo el método para eliminar el ácido cianhídrico y aprovechando sus nutrientes, es una hazaña. El maíz era una hierba salvaje de Mesoamérica. Por sucesivos cruzamientos se la transformó en ese cereal de mazorca dorada o arcoiris capaz de sustentar a la población mundial. Luego se descubrió que en asociación con otros cultivos se podía conservar la calidad del suelo. Esos cultivos, también integrados a la dieta, eran los zapallos, los ajíes, los porotos, el girasol. De Indoamérica también procede el único producto conocido durante siglos en el mundo para combatir la malaria: la quina, hasta que los soldados de la II Guerra Mundial acabaron con sus reservas. Es una etapa tecnológica y es una época épica. Son hazañas. Hoy, además, estos cultivos forman la base de una serie de industrias, desde la alimentaria, como es obvio, pero también la del plástico o los biocombustibles. Es una revolución que no se detiene.

Luego, hace tan poco tiempo como 500 años, llegan los pueblos ibéricos y nuevamente revolucionan todo. Los españoles en América, en 300 años, -nunca fueron más de 300.000 en un conjunto 20 millones de americanos y asiáticos, y 30 millones de km2-, alumbraron esos focos de influencia que son las ciudades, fundadas, muchas de ellas en el lapso de una generación, con sus cabildos o gobiernos municipales, escuelas, universidades, iglesias, hospitales. Esa revolución urbana es una hazaña. Esa ínfima minoría de la población hace todo eso sin sustitución de la mayoría autóctona, en general campesina, como sí ocurrió en otras partes del mundo. La América española era un archipiélago de ciudades en un océano de indios. Los indios americanos habían logrado la primera etapa tecnológica, pero, a diferencia de las Indias asiáticas, su demografía era conservadora. Había la necesidad de un estricto equilibrio entre población y recursos. No existía la posibilidad de una explosión demográfica sostenida. Imagínese que en la zona andina los Incas prohibieron que las mujeres se casaran antes de los 30 años. Era una forma drástica de reducir la edad de vida fértil de la mujer, en una época en que no todas llegaban a la vejez. Había días para hacer sacrificios rituales de niños, en una época en que la mortalidad infantil era alta. En la zona amazónica, hacer el amor no tenía como objetivo traer niños al mundo, y se practicaba el aborto. El crecimiento de la población se hace posible gracias a la difusión cultural que irradia de las ciudades hispanas, con una nueva concepción de la familia, la maternidad, la sexualidad y el niño. De manera similar al cristianismo europeo, que resolvió el problema de la oligantropía o escasez de población debida a las malas prácticas sensuales y reproductivas del mundo antiguo.

La ciudad española completó la revolución neolítica con el arado, la rueda, nuevas formas de ganado y de ganadería, y un perfeccionamiento de las técnicas hidráulicas: canales de riego, acueductos, secado de pantanos. Luego la revolución de las comunicaciones y el comercio. Se abrieron nuevas rutas, marítimas, fluviales y terrestres. La población aumentó y el mestizaje y movilidad de personas mediante las nuevas técnicas de transporte, -carretas, caballos, mulas-, resolvió el problema del cuello de botella genético de los escasos diez linajes indígenas. Las ciudades se afirmaron en su territorio fundacional y un poco más allá. Desde la ciudad se difundió el sistema de escritura alfabético, que permite registrar la diversidad lingüística; nuevas formas de contabilidad, la revolución en el arte, difundiendo los logros de la Antigüedad mediterránea, su Medioevo, Renacimiento y Barroco, un Siglo de Oro que no es solamente de España, sino de Indias.

Al mismo tiempo, se formó un Estado capaz de coordinar unos 20 a 30 millones de km2. Ninguna civilización anterior lo había logrado. Todavía hoy nos asombra. Así como en Europa nadie ha sido capaz de repetir la hazaña del Imperio romano, en América -una América ampliada, porque también incluía Filipinas o Guinea-, nadie ha sido capaz de repetir la hazaña del Reino de España e Indias, que entre 1580 y 1640 incluyó a Portugal. A continuación se introdujo la moneda metálica -ya que habían existido otras unidades de cambio-, a un grado que se convirtió en divisa internacional. Con un valor muy superior al que hoy tiene el dólar, ya que estaba hecha con una alta concentración de plata. Se rompió el relativo aislamiento en que habían vivido los pueblos. Los mapas cambiaron por completo. Hay una revolución geográfica y cartográfica, que va acompañada de nuevos conocimientos astronómicos. La evolución de la astronomía, que tanto gustaba a los pueblos autóctonos, sigue su curso y experimenta nuevos saltos junto con las técnicas de navegación. Es una segunda etapa tecnológica, pero también es una épica. ¿Cómo es posible enseñar Historia sin detenerse a valorar estos hechos? Deberían estar en la tapa de los manuales.



ELG De hace tres años a esta parte lo Hispano, es decir la Hispanidad, está de moda. ¿A qué cree que se debe?

MN Más que una moda yo le diría que hay una progresiva toma de conciencia. Decir que somos Hispanidad es una forma de presentarnos ante el mundo. Y la bibliografía que está saliendo ahora lo hace muy bien. “¿Quiénes son ustedes?” “La Hispanidad”. “Ah, ¿y qué es la Hispanidad?”. Sin dudarlo, tenemos que contestar que somos el segundo territorio más extenso del mundo después de Rusia. Lo somos, aunque estemos balcanizados. Si pensamos la Hispanidad como unidad, la visión del mundo cambia completamente. Si calculamos la extensión sumando los territorios que tienen al español como lengua oficial nos da unos 12 millones de km2. Pero en realidad, supera esta cifra, porque hay muchos lugares del mundo donde el idioma oficial no es el español, y sin embargo, el español es la lengua más hablada, como en Belice, por ejemplo. La mayor parte de esta superficie se encuentra en América del Sur. Solamente Argentina concentra casi la cuarta parte. El territorio de Argentina es mayor que el de México y casi como el de Europa. Pero los planisferios contienen una distorsión, resultado de la proyección Mercator, que no permite apreciar este hecho. Necesitamos otra cabeza, otros ojos, pero también otros mapas. Los niños y adultos pasan viendo mapas donde el territorio de América del Sur parece insignificante en comparación con Norteamérica e incluso con Groenlandia. La verdad es que ni los mapas de Mercator muestran tanta distorsión. Es difícil no desarrollar la percepción de que la Hispanidad es periférica en estas condiciones.

Pero sigamos con otros hechos. La Hispanidad reúne a la mayor comunidad humana después de China y de la India, entre 500 y 600 millones de personas. América del Sur aporta la mitad de toda esta población y México, un tercio. Dentro de la Hispanidad tenemos megalópolis como Buenos Aires donde, en conjunto, viven entre 15 y 16 millones de personas; o Ciudad de México, la capital más antigua de América, con 22 millones de habitantes. Estas ciudades tienen una dinámica similar a las de India y China. Concentran trabajadores, ingenieros, artistas, consumidores. Comprenden decenas de barrios, comunas y municipios. En las megalópolis, ciudades con población de países, se incuba el futuro. La hazaña de Buenos Aires es enorme porque desafía la idea de centralidad geográfica del Hemisferio Norte, donde se concentran las rutas y los flujos de comunicación y comercio mundial. La Hispanidad produce un tercio de todo el PBI mundial después de EEUU y China. El PBI de España se acerca al de Rusia y equivale al de Brasil. Antes de decir que Rusia es una potencia mundial y nosotros una zona periférica, reflexionemos sobre estos datos. La Hispanidad tiene salida al Mediterráneo, al Atlántico, al Caribe, al Pacífico y al mar Antártico. Y además cuenta con la mayor parte de las reservas de agua dulce, de la biodiversidad, una gran riqueza cultural, considerada patrimonio de la Humanidad, suelos fértiles y minerales estratégicos. El español es una de las lenguas más usadas en internet. La conciencia de la centralidad geográfica de la Hispanidad en sus dimensiones física y humana es fundamental. ¿Qué Geografía estamos enseñando si estos hechos no están en la tapa de los manuales?



ELG ¿Es posible un ámbito de reunificación, aunque sea a título de enfoque común de los problemas en lo que fueron provincias españolas, y no colonias, como afirman muchos alimentadores de la Leyenda Negra?

MN Sí, con la condición de que primero se produzca ese cambio que yo llamo de conciencia y tú, cambio cognitivo. Sobre todo, de los pueblos. Es más difícil que las oligarquías se sumen a ese cambio, porque tienen intereses consolidados desde las independencias. Vamos a explicar de manera sucinta qué son las oligarquías, porque es una idea cardinal para entender el movimiento centrífugo de nuestros procesos históricos; centrífugo porque es de desprendimiento de unos Estados de otros. Una oligarquía es un grupo que concentra recursos de todo tipo. Para Aristóteles era la forma impura de la aristocracia, así como la demagogIa era la forma impura de la democracia, y la tiranía, de la monarquía. Le falta esa tradición, esa legitimidad, propias de la aristocracia, ese prestigio. Las oligarquías tienen una denotación de ilegitimidad, impureza, corrupción, desprestigio. Pero conservan su poder porque, de hecho, concentran recursos, que van, desde lo que se llama el capital social, que es el número de contactos que uno tiene en una sociedad dada, al capital cultural, que son los conocimientos, el saber y el saber hacer; y las dinámicas de generación de rentas, que les permiten beneficiarse del crecimiento económico, a veces, de manera exclusiva; así como la permanencia de verdaderas “dinastías republicanas” en el gobierno. Hablan en nombre de los pueblos pero temen a los pueblos, y por eso buscan aferrarse a agentes externos para su permanencia en el poder.

Estas oligarquías tienen compromisos con los poderes de los que se aferraron para concretar la disgregación primero y la balcanización después, y para poder mantenerse a veces tan siquiera en el gobierno y llegar al final del periodo de 4 años. Son incapaces de políticas de Estado, ni de identificación de intereses geopolíticos. Por eso el gobierno de un país paga su deuda externa y el siguiente gobierno, sin necesidad, la vuelve a contraer. Es una manera de decir, a esos agentes externos: “Miren que seguimos siendo fieles”. Por este motivo un Estado hispanoamericano impresiona como más débil que un Estado africano. Marcelo Gullo decía en una conferencia que hay Estados del África profunda, como Ghana, que reciben de las empresas extranjeras que operan en su territorio beneficios del 10%, y Argentina en cambio, entre el 0 y el 2%, y que nadie en su sano juicio puede pensar que Argentina es un Estado más débil que Ghana, por ejemplo, que se beneficia con ese 10%. Entonces lo que hay es servilismo y obsecuencia. En el siglo XIX, en los inicios de la II Revolución industrial, surgieron, desde México a Uruguay, pasando por Guatemala, Perú y Argentina, compañías de ferrocarriles criollas. Los Estados criollos las dejaron morir, y, en cambio, prefirieron subsidiar empresas ferrocarrileras francesas o inglesas. Estas empresas exigían utilidades superiores a las que podían obtener en Europa. Se estima que con las altas tarifas cobradas en el Río de la Plata el Reino Unido pudo costear, en parte, la I Guerra Mundial. Pero de lo que se trataba era de mostrar fidelidad al imperio británico. Cosa que empeoró cuando, en 1932, el Reino Unido eligió dar preferencias comerciales a los miembros anglófonos de su imperio y dejó de lado a los tributarios hispanohablantes. Porque entonces la desesperación llevó a firmar toda clase de tratados perjudiciales para nuestros países. No se sabía vivir sino era en esta relación de subordinación.

Este servilismo en el plano material, este amor a la condición de Estado tributario, colonia y factoría, se expresa en el desprecio tanto por lo indio y lo africano como por lo español. El racismo sufrido por los dos primeros y la leyenda negra contra España, su historia, y su influencia en el mundo, son dos caras de la misma moneda. La leyenda negra contra España es tan da repelúsnte como puede ser da repelúsnte el servilismo de las oligarquías hacia las potencias coloniales históricamente rivales de España, y su desprecio por la gente común, donde ven al indio, al neցro, al mestizo. Las oligarquías latinoamericanas compran la leyenda negra contra España porque necesitan explicarse y justificarse. Además necesitan mantener el orden surgido hace 200 años. Convencernos a todos de la fatalidad de nuestra balcanización y condición de Estados tributarios. De nuestra dependencia, subdesarrollo, condición de Estados periféricos, y otras nociones ideológicas. Es un catecismo de la resignación. Pero por otro lado, si no son ellas las responsables de esa supuesta situación “estructural”, es decir, duradera, constante, permanente, total, global ¿entonces quién? Tienen que culpar al español, al neցro, al indio. Hasta los zapatistas de Chiapas se dieron cuenta de que este discurso criollo sobre España es una forma de huir hacia atrás y de eludir responsabilidades actuales. Y no me van a decir que son hispanófilos. A fines del siglo XIX, cuando se afirmaron los Estados oligárquicos latinoamericanos, muchas veces al precio de arrasar con parte de la población, estaba en auge el racismo pseudocientífico. Se decía que el irlandés era un personaje blanco y que el ibérico estaba emparentado con el irlandés. Al neցro se lo asimilaba al gorila. A otros pueblos se los mostraba en zoológicos. Y así. Dentro de esta lógica, se presentaba la historia de España como una especie de monstruosidad, anomalía. Algo peor que un Estado totalitario, de despotismo oriental. Y aunque el nombre América Latina no es de origen francés, sino hispanoamericano, las élites intelectuales enajenadas, los hijos de esas oligarquías, lo empezaron a usar en el sentido de simpatía por Francia, de cosmopolitismo, de identidad difusa, que les permitía tomar distancia de España. Es en ese sentido que después de 1850, ya las podemos llamar latinoamericanas, hispanohablantes, pero no de conciencia hispana.
 
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Mónica Nicoliello dijo:
Hasta ese momento se decía que la América española había sido feudal. Pero Sergio Bagú,un historiador y sociólogo argentino que vivió en México, elaboró la tesis de que la América española tuvo un sistema de capitalismo colonial, y escribió libros con títulos como Economía de la sociedad colonial (1949), Estructura social de la colonia (1952), que luego se repiten en muchos otros autores, y es evidente que esta es una forma sutil de leyenda negra. Porque envía el mensaje de que el momento que toma cuerpo la civilización española o hispanoindia en América es el mismo en que se inserta en el mundo como región colonial, subdesarrollada, dependiente, periférica.

Efectivamente otro ejemplo más de las sutilezas de la leyenda negra. Y aquí el resultado en las mentes de muchos estudiantes:

Mónica Nicoliello dijo:
Por otro lado hay una clara hegemonía de la Anglósfera que ha contribuido a la difusión de la leyenda negra. A veces es evidente, grosera, y otras veces es muy, pero muy sutil. La gente tiende a identificar la Anglósfera con la región más avanzada, próspera y culta del planeta, así que si ellos lo dicen, debe ser. Recuerdo que una estudiante me comentó un día: “Con 150 españoles, Pizarro mató en una sola batalla a 1.500 millones de incas”. Le hice ver que esa cantidad sería superior a la actual población de China, y que en el siglo XVI, en todo el planeta Tierra no había esa población. Los continentes tenían en todo caso, unos 100 millones de habitantes cada uno y América, por su demografía conservadora, producto del entonces todavía bajo rendimiento técnico agrícola y ganadero, estaba menos poblada. Así que no podía haber 1.500 millones de incas en una batalla, ¿y cuánto tiempo hubiera demorado el ejército de Pizarro, formado por unos pocos españoles, en pasarlos a cuchillo? Divida 1.500 millones entre 150, y calcule la cantidad de horas en una faena de humanos sin interrupción.

1.500 millones de incas ni más ni menos tenía en mente esta estudiante. Un buen trabajo de esa anglosfera, como siempre: trabajando duro.


Pero llueve sobre mojado, dado que ya tras la II G.M. la anglosfera se mueve para, como siempre, sacar tajada de los demás:

Mónica Nicoliello dijo:
Antes de terminar la Guerra, mucho antes, en agosto de 1941, el Reino Unido, representado por Churchill, y EEUU, representado por Roosevelt, se reúnen a bordo, “en algún punto del Atlántico” y acuerdan una declaración de principios o manifiesto, que también es un proyecto sobre cómo organizar el mundo de la posguerra
...
Para ampliar todavía más estos apoyos, entre 1942 y 1945 organizan una serie de conferencias en Moscú, jovenlandia (Casablanca), Egipto (El Cairo), Irán (Teherán), Crimea (Yalta), Alemania (Potsdam). Ninguna de estas conferencias tiene lugar en Madrid o Buenos Aires. Es una reorganización de la Anglósfera, sus zonas de influencia, y sus aliados circunstanciales, como la URSS, que quería capitalizar su victoria sobre el nazismo.

....

Los 26 países que reúnen en Washington eran, sobre todo, de la Mancomunidad británica, del Caribe, donde hay colonias británicas y es una zona de influencia de EEUU; de Centroamérica, donde diversos países han estado históricamente bajo influencia de EEUU;

...

Es una reorganización de la Anglósfera, sus zonas de influencia, y sus aliados circunstanciales, como la URSS, que quería capitalizar su victoria sobre el nazismo. Pero todavía no había llegado lo más interesante, que fue la conferencia monetaria y financiera de Bretton Woods, en EEUU, con la participación de 44 países, y notorias ausencias.

Esos primeros movimientos ya demuestran sus intenciones, pero claro, hay países que al no pertenecer a dicha anglosfera no se les puede torear mucho:

Mónica Nicoliello dijo:
Hay una gran ausencia: Argentina, porque la Argentina de los años 1940 y también primera mitad de la década de 1950, estaba enfrentada con EEUU; tenía su propio proyecto de formación de una zona de influencia, la “tercera posición”. La URSS no ratifica los tratados y los denuncia en 1947, China se retira en 1949. En estas condiciones se acuerda que la futura divisa internacional será el dólar, y se crean instituciones financieras como el Banco Mundial, el Fondo Monetaria Internacional, con mayoría de votos para las potencias anglófonas. En cuanto al Banco Interamericano, con las mismas características, ya existía en 1940. El nuevo orden monetario y financiero internacional se crea sin tener en cuenta la voz de Argentina, un país del tamaño de Europa y mayor superficie que México, la mayor potencia hispanohablante de América del Sur.

Curiosamente, la Argentina antes de la dictadura ya se erigía como un contrincante contra el rey de la anglosfera: EE.UU. Pero no duraría mucho ese enfrentamiento dado que como siempre hace EE.UU, antes mientras financiaba grupos subversivos, y hoy mediante "primaveras árabes".
 
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