Entonces: ¿Por qué la gente cree en el "holocausto"?

JAGGER

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Asimismo, los siguientes testimonios de dos prisioneros políticos checoslovacos describen claramente el tratamiento brutal dispensado a los prisioneros en Mauthausen, así como la actuación de los SS que custodiaban el campo:

Premysl DOBIAS
Abogado
Prisionero político checo
del campo de
MAUTHAUSEN

Mauthausen, 12 de mayo de 1945

Breve descripción de mi larga estancia de tres años en el campo de Mauthausen

Llegué a la estación de ferrocarril de Mauthausen el 12 de mayo de 1942, junto a otros trece prisioneros. Marchamos hasta el campo acompañados por cuatro SS armados con ametralladoras. Cuando atravesamos el pueblo de Mauthausen, los SS simplemente se limitaron a caminar a uno y otro lado del grupo, pero en cuanto llegamos a las afueras nos hicieron parar y nos preguntaron por el motivo por el que estábamos detenidos. Cualquiera que fuera la respuesta, los SS empezaron a darnos patadas y puñetazos en la cara. Varios de nosotros empezamos a sangrar. A continuación nos pusimos de nuevo en marcha y continuamos nuestro camino hacia el campo. La recepción que nos dispensaron dentro del recinto fue aún peor. Dos SS, llamados "Blockfuhrers", empezaron a investigar consecutivamente los delitos políticos que se nos imputaban y nuestras profesiones. Cuando dije que yo era abogado, uno de ellos me espetó: "Y tú, maldito 'Inteligenzler' (expresión despectiva para inteligente), ¿cuántos días quieres vivir?", y me daba un puñetazo en la nariz; como estaba cerca de un muro de piedra, siempre [que me pegaba] me golpeaba con la cabeza contra el muro. Golpearon a un prisionero político austriaco, Graf Collorado v. Mannsfeld, estallándole sus gruesas gafas sobre la nariz. Sin las gafas aquel hombre estaba prácticamente ciego. ([Collorado] sigue todavía en este campo y puede corroborar este informe).

A continuación nos llevaron a los baños, como era habitual por aquel entonces, y nos obligaron a esperar varias horas frente a la oficina del campo vestidos sólo con camiseta y pantalones. Esto se hacía cualquiera que fuera la estación del año, incluso en invierno. Después nos llevaron al Bloque 5, el de la cuarentena. Respiré hondo cuando los hombres de los SS desaparecieron y pensé que me encontraba entre camaradas, los demás prisioneros. Cuál sería mi sorpresa cuando el jefe del Bloque (el Blockalteste), un delincuente alemán, comenzó a hacer sus propias averiguaciones. A dos de nuestro grupo, delincuentes como él, no les puso la mano encima, pero a todos los demás les empezó a propinar patadas y golpes. Por la tarde, cuando los hombres de los barracones regresaron de su trabajo vi por primera vez en este campo cómo el jefe del barracón mataba a un prisionero, delante de todos nosotros. Estaba vertiendo café caliente en las escudillas de los prisioneros cuando le golpeó con una pesada herramienta de hierro en la cabeza y el prisionero se desplomó, inconsciente. Entonces vertió el café caliente en la boca entreabierta del prisionero. Dejó a aquel hombre agonizante en el suelo y siguió distribuyendo el café. Cuando acabó de hacerlo el hombre no había muerto todavía, de modo que ordenó que le llevaran a las letrinas. El hombre murió en el curso de la noche. Casi todas las noches el jefe del barracón llevaba a algunos de los prisioneros hasta la alambrada que podía verse desde la ventana del quinto barracón. El único individuo del personal del Bloque que era amable con nosotros y que nos daba en secreto consejos útiles sobre cómo debíamos comportarnos para salvar nuestra vida era el antiguo Blockschreiber (el secretario del barracón), Karl Müller, que se encuentra aún en este campo y puede confirmar este informe. Al día siguiente de nuestra llegada al campo se nos ordenó que acudiéramos al Politische Abteilung (la oficina política). Cuando entré en ella vi a dos hombres de las SS en el pasillo (por aquel entonces no sabía cuál era su rango). Uno de ellos me dio una patada entre las piernas e inmediatamente después el otro me golpeó por detrás, de manera que caí de cabeza al suelo. Estando allí, en el suelo, empezaron a interrogarnos.

Tras permanecer dos semanas en este barracón, lleno de espanto porque casi todos los días o noches mataban a alguno del grupo, nos distribuyeron por diferentes barracones y empezamos a trabajar en la cantera. No tuve suerte: mi barracón era el número 13, cuyo jefe era un famoso delincuente llamado Ackerl. Este nombre engrosará para siempre la lista de asesinos y bestias de este campo. Para dar de baja de la suscripción de la vida a los prisioneros, solía ponerles bajo una ducha de agua fría y les obligaba a mantenerse allí durante horas, para después ordenarles permanecer en el patio casi desnudos. Todavía hay algunos centenares de prisioneros que vivían entonces en el campo y que pueden confirmar este extremo. El citado Ackerl fue liberado después por los SS y enviado a frente.

Así se comportaban los delincuentes alemanes prisioneros en el campo. La brevedad de este informe no me permite describir detalladamente todas las bestialidades que cometían. Para sintetizar, solían pegar a los prisioneros políticos en cualquier ocasión que se les presentara con tubos de goma especiales, palos de madera, palas y todo lo que caía en sus manos. A golpes, obligaban a los prisioneros a cruzar el cordón de seguridad (postenkette), donde los guardias de las SS les disparaban. En la cantera presencié cómo uno de los llamados "capos" arrojaba la gorra de uno de los prisioneros más allá del cordón de seguridad y le ordenaba que fuera a recogerlo. Cuando el prisionero se acercó al cordón, los guardias de las SS lo mataron a tiros. Casi todos los días había montones de personas muertas o medio muertas tiradas por el suelo de la cantera. Se cargaba a todos (muertos y vivos) en un carro y se les llevaba al crematorio. Los judíos eran los que recibían peor trato. Hasta la primera mitad del año 1944, eran pocos los que lograban sobrevivir más de tres semanas. Los SS solían tirarlos desde las rocas al fondo de la cantera (que tenía una profundidad de 40 metros) o les ahogaban en las charcas que había en ella. Casi todos los prisioneros estaban desnutridos. Sólo los "capos", que robaban todo lo que necesitaban de las cocinas o de las raciones de los prisioneros, estaban bien alimentados. A los que estaban débiles o enfermos se les obligaba a trabajar hasta que morían trabajando o en el bloque. Fue la etapa más espantosa de mi vida. Hambrientos, exhaustos, enfermos... Sólo esperaba la muerte. Mi amigo, al que arrestaron conmigo y que era la persona más próxima a mí en aquellos días de horror y sufrimiento, enfermó gravemente (sufría de inflamaciones) y, unos días después, fue golpeado con una pala hasta la muerte por dos SS porque ya no podía seguir trabajando. Por mi parte, pesaba sólo 43 Kg y tenía una herida abierta en el muslo derecho provocada por una patada. Gracias a algunos de mis amigos, que llevaban ya unos meses en el campo y tenían algunos contactos en el hospital, me trasladaron al bloque 20, llamado Revier. Tendría que haber muerto allí si no hubiera conocido al hombre que me salvó la vida; era polaco y se llamaba Franek Poprawka. Por aquel entonces, el médico del campo, el Sturmbannführer de las SS Krebsbach, solía venir al hospital y anotar los números de aquellos prisioneros que estaban más débiles o más enfermos. Siempre decía que los estos prisioneros iban a ser trasladados a Dachau. El campo de concentración de Dachau era mejor [que Mauthausen], de modo que los prisioneros estaban contentos de poder ir allí. Desgraciadamente, sin embargo, aquellos hombres no eran enviados a Dachau, sino que se les administraba unas inyecciones de gasolina en el corazón o se les mandaba a la cámara de gas. Estuve dos veces incluido en ese grupo, y las dos veces me salvó Poprawka sacándome de él.

Cuando se creó el Campo-hospital, me nombraron Blockschreiber (secretario). Allí pude ver a las víctimas de la crueldad de los SS. Hombres con graves mordeduras provocadas por los perros, las piernas y los brazos rotos, las mandíbulas partidas, que morían de hambre y de agotamiento. El Unterscharführer de las SS Kleingünther solía dar de baja de la suscripción de la vida a los prisioneros inyectándoles gasolina en el corazón, y cerca de 1.500 hombres fueron enviados a una supuesta "Erholungsheim" (casa de recreo), que era en realidad una gran cámara de gas con un crematorio contiguo en los alrededores de Mauthausen llamada Schloss Hartheim. El invierno pasado destruyeron esta gigantesca cámara de gas y su crematorio. Enviaron a un grupo de trabajadores de este campo para reconstruir el castillo. Algunos de estos prisioneros están aún en el campo y pueden confirmar lo que acabo de decir.

Desde julio de 1944 trabajé como empleado en la oficina del campo, donde recibíamos los nombres de los que habían sido seleccionados para ser eliminados y de los que habían muerto en la llamada Acción K (Kugel Aktion = Acción Bala). Los prisioneros considerados indeseables eran enviados a la guandoca y ejecutados allí. Estos hombres desaparecían sin dejar rastro, ya que su número de matrícula se asignaba a otro prisionero que acabase de llegar al campo. El nombre del prisionero que había muerto era sustituido en todos los registros por el del prisionero recién llegado. Esta modificación en los registros se llevaba a cabo por el siguiente procedimiento:

Laut Anordnung der Politischen Abteilung sind dir Personalien nachstehender Häftlinge folgend zu ändern:

En virtud de la orden dictada por la Oficina Política, los nombres de los siguientes prisioneros deben ser modificados como sigue:

Ejemplo:
Nº 97056
Fish Charles heisst richtig (su nombre correcto es) = el nombre del prisionero asesinado
Brown John, nacido el 3.6.13, campesino, etc. = el nombre del nuevo prisionero

Durante el mes de abril de 1945 murieron en Mauthausen y en los campos de menor tamaño que dependían de este campo más de 10.000 prisioneros. Sólo unos días antes de que las tropas estadounidenses entraran en el campo morían en las cámaras de gas 240 prisioneros al día, 120 por la mañana y 120 por la tarde.

Los asesinos de Mauthausen cometieron tantos crímenes que se necesitarían varios cientos de páginas para describirlos. De manera que es imposible describir los sentimientos y la felicidad que sentimos cuando el 5 de mayo de 1945, a la una y media de la tarde, el campo fue ocupado por las tropas estadounidenses. Estaremos por siempre agradecidos a los americanos por habernos liberado y habernos salvado la vida.

/fdo/ Premsysl Dobias

Jurado y firmado ante mí el 15 de mayo de 1945

/fdo/ Eugene S. Cohen
Mayor, Servicio de Intendencia
Oficial Investigador

* * *

TRANSCRIPCIÓN

Ante mí, Eugene S. Cohen, Mayor, Cuerpo de Intendencia, Oficial Investigador, autorizado para tomar juramentos, ha comparecido personalmente Otto Schick, quien prestó juramento ante mí y dictó en inglés la siguiente declaración al T/5 Jack R. Nowitz.

9 de mayo de 1945
Mauthausen, Austria

Mi nombre es Otto Schick, de 26 años de edad, nacido en Pilsen, Checoslovaquia, soltero. En mayo de 1941 fui arrestado por la Gestapo junto a muchos otros camaradas. Fui trasladado a una guandoca de la Gestapo situada en Praga. Allí permanecí durante cuatro meses, hasta que el 3 de octubre de 1941 me trasladaron al campo de concentración de Mauthausen, donde he estado hasta ser liberado por las tropas estadounidenses.

Estos son los sucesos que he presenciado en persona:

Cuando llegamos fuimos conducidos a la Sección Política, de la que se encargaban el Oberst Schultz y el Oberscharfuhrer Fasse. Allí dimos nuestros nombres y fuimos inmediatamente castigados; sangramos mucho y teníamos múltiples heridas. Nos gritaron y nos insultaron.

Estuve en cuarentena durante dos semanas. Como mi abuelo era judío, me sacaron de la sección checa y me llevaron con los judíos, al Bloque 15, el peor de los bloques del campo.

Cuando yo llegué había allí 1.200 judíos, todos ellos holandeses y checos procedentes de Ámsterdam y de Praga. El primer día me pusieron a trabajar. Llevábamos zapatos de madera que perdimos inmediatamente, así que nos vimos obligados a ir descalzos. Aunque estaba nevando y hacía un frío espantoso sólo llevábamos unos pantalones ligeros y una camisa ligera. Un día nos llevaron a trece a trabajar; uno de nosotros era ciego. Mientras nos obligaban a avanzar sobre la nieve los SS empezaron a golpear al hombre ciego hasta que lo mataron. A continuación recogieron su cadáver y lo echaron a un pozo de piedra. El responsable de esto fue Scharf Korsitsky. Tenía unos 32 años, 1.80 m. de estatura, delgado, musculoso, de pelo rubio, ojos azules, rasgos recortados y sin bigote.

Nos hacían trabajar para transportar grandes piedras por unos 200 escalones. Muchos se desplomaban por el camino. Cuando alguien se caía le golpeaban de forma salvaje con porras o palos, obligándoles a proseguir. Muchos morían por el camino y luego eran incinerados. A muchos les daban patadas y les maltrataban. A mí me sucedía con frecuencia. Me quedaba quieto y temblaba.

Un día un Obersch. llamado Buckser, de unos 28 años de edad, de hombros anchos, grueso y de estatura baja, fue pasando de uno a otro apuntándonos. Finalmente, eligió a 20 o 30 diarios para saltar desde lo alto de la cantera hasta abajo. A quienes se resistían les obligaba a subir hasta lo más alto y les empujaba hacia una muerte inmediata. Los 1.200 judíos murieron todos de esta misma manera, excepto 30 de ellos que murieron por las inyecciones que se les administraban en las venas.

Durante todos los días que precedieron a esto no nos dieron nada o casi nada de comer. No me trataban exactamente como a un judío, y por eso me dejaron sobrevivir. A la cantera nos llevaba la comida el Obersch. Spatzenecker, de unos 50 años de edad, tiene 5 hijos y su casa está cerca de aquí, de Wienergraben. Se escapó y no lo encontraron. Ponía el cubo con la comida a 100 metros de distancia y hacía que todo el mundo se arrastrase a cuatro patas hasta las sobras. Como estábamos hambrientos, todos le obedecíamos. Por el camino nos golpeaban y los SS volcaban el cubo. Entonces nos arrastrábamos de nuevo y lamíamos el suelo en busca de los restos.

Spatzenecker hacía también lo siguiente: apuntó con una pistola en la cabeza a un hombre que no quería arrastrarse, y cuando el hombre le suplicó por su vida se rió y esparció sus sesos delante de todos nosotros.

Cuando abandonábamos la cantera teníamos que llevar a todos los que se habían desplomado, vivos y muertos, de regreso con nosotros. Vi orejas desgarradas, cráneos abiertas, incluso en hombres que seguían con vida. Estos últimos no recibían ningún tratamiento. Los cadáveres se quemaban en el crematorio, y los cuerpos de los que aún estaban vivos se dejaban tirados en la calle hasta que apestaban a causa de las heridas abiertas, hasta que morían ellos también. Entonces se les apartaba y se les incineraba.

Muchos capos (delincuentes alemanes) eran peores que los SS. Iban de un barracón a otro pegando y pataleando a la gente. Era espantoso oír los llantos durante toda la noche. Un hombre se volvió loco. Otro se asfixió a causa de las patadas que le dieron en el cuello. Uno de estos capos se llamaba Schwartz y era de Viena; tenía unos 50 años, las mejillas hundidas y nariz gruesa. Éste también huyó.

Puedo relatar otros muchos ejemplos de aniquilación como éstos. He dictado la presente declaración al Pcf Jack R. Nowitz, Sección J A [Judge Advocate], porque, aunque hablo inglés, no estoy seguro de mi ortografía.

Juro ante Dios que todo lo que he dicho es verdad.

/fdo/ Otto Schick
Prag II
Myslikova 30

Jurado y firmado ante mí el 15 de mayo de 1945

/fdo/ Eugene S. Cohen
Mayor, Servicio de Intendencia
Oficial Investigador |11|
 

GreenBack

Será en Octubre
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La famosa "solución final" que han grabado en las mentes de la gente, no partió de los nazis, ni hacía referencia al exterminio de judíos. Lo cierto es que partió de un judío, y hacía referencia al exterminio del pueblo alemán.
Theodore N. Kaufman en su libro "Germany must perish" llega a hacer el cálculo del tiempo necesario para, contando con 20.000 cirujanos a 25 operaciones por día, esterilizar a toda la población alemana y hacerlos desaparecer del globo porque, según él, los alemanes deben ser exterminados.

También dice cómo debe ser repartido el terrirtorio alemán, ya que Alemania debía desaparecer del mapa:



En este video se explica la FINAL SOLUTION, que fue judía, y no alemana, como la propaganda sionista nos ha vendido. También nos habla sobre Ehrenburg y cómo arengada a los soldados rusos a dar de baja de la suscripción de la vida alemanes cuantos más mejor, porque no eran "seres humanos". Creo que, a estas alturas del hilo, muchos ya nos hemos dado cuenta de quienes no son realmente seres humanos:(


Aquí uno de la casta de Satanás.

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¡qué durísimo tiene que ser ver estos videos y leer esta información siendo alemán!!

La gente, en general no conoce esta información, por eso sigue creyendo en el holotimo.
 

JAGGER

Mossad - NAFO
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La siguiente declaración jurada, Prueba No. 19 de las que sustentaron el informe Cohen, expone un "caso típico de brutalidad nancy con resultado de muerte":

Caso típico de brutalidad nancy con resultado de muerte.

Declararon ante mí, Eugene S. Cohen, Oficial investigador, autorizado para administrar juramentos, M. Vichot y Leon Parouty quienes, tras haber prestado juramento a través del intérprete, el T/5 Jack R. Norwitz, Sección JA, Cuartel General del Tercer Cuerpo del Ejército, realizaron y firmaron la siguiente declaración:

En diciembre de 1943, nuestro camarada Jean Gautry, de 45 años, originario de Argenteuil y carpintero de esta ciudad, encontró la muerte en el campo de Gusen en unas circunstancias particularmente atroces que reflejan la voluntad manifiesta de los nazis de exterminar a un ser indefenso. He aquí los hechos tal y como la memoria los ha fielmente registrado, según el relato que el propio Gautry hiciera antes de morir a varios de nuestros camaradas.

Después de una estancia prolongada en la enfermería de Gusen, Jean Gautry, expulsado de su destacamento de trabajo habitual, fue asignado al recientemente formado destacamento Messerschmidt. Mutilado de la mano derecha desde hacía tiempo (mucho antes de su arresto), Gautry fue encargado de las tareas de cuidado y limpieza de los vestíbulos de una fábrica, único trabajo que, naturalmente, podía realizar. Hombre muy recto de carácter, dócil y dulce, Gautry cumplió honestamente con sus obligaciones durante varios días. Una mañana, para su desgracia, el jefe de destacamento de las SS responsable del lugar colocó su abrigo sobre el respaldo de una silla que estaba en el local donde barría nuestro camarada. Éste, por naturaleza un hombre muy honrado, era incapaz de cualquier acto delictivo, ni siquiera de un hurto. La fatalidad quiso que el abrigo desplazase la silla y cayese al suelo, de donde Gautry lo recogió para volver a colocarlo inmediatamente sobre la silla. El SS se dio cuenta de que el hábito no se hallaba en la posición en que lo había dejado y el animal acusó inmediatamente al barrendero de haberse atrevido a fisgonear en los bolsillos del abrigo con el fin de robar algo. A pesar de sus negativas formales y del resultado negativo del registro en toda regla al que se le sometió, Gautry fue "castigado" a recibir en el campo 50 golpes en los riñones. Jean Gautry, ya débil a causa de los largos sufrimientos anteriores, se desmayó y fue trasladado a la enfermería en un estado lamentable. Se le admitió en el bloque 31, de siniestra reputación. Tendría que morir al día siguiente, probablemente a causa de la inyección que solía administrarse en este tipo de casos. Jean Gautry pudo dar a los camaradas franceses que le rodeaban los detalles que acabamos de describir y que hemos registrado con una indignación horrorizada. Incluso si no hubiera recibido la inyección letal, Jean Gautry difícilmente hubiera podido escapar de las garras de sus verdugos, pues en caso de una recuperación milagrosa su acusación hubiese resultado molesta y el SS que ordenó su castigo con certeza había dado ya orden habitual de exterminio que se dictaba en estos casos. Con los riñones triturados, el pobre con poca gracia no tenía pues ninguna posibilidad de salvarse, y todos nos preguntamos por qué no fue rematado in situ como lo han sido muchos otros mártires similares.

Declaramos que estos hechos son reales y que se produjeron en Gusen, y que los relatamos para servir a la justicia y para vengar a al menos uno de nuestros desgraciados compatriotas.

/fdo/
M. VICHOT
Maestro de Escuela Nac.
Besancon

/fdo/
Léon PAROUTY
[Dirección]

Yo, T/5 Jack R. Norwitz, habiendo prestado previamente juramento formal, declaro que he traducido fielmente el juramento administrado por Eugene S. Cohen, Mayor del Cuerpo de Intendencia, a M Vichot y a Léon Parouty, y que acto seguido han realizado y firmado la siguiente declaración (en el reverso).

/fdo/ Jack. R. Norwitz, T/5
Sección J.A., Cuartel General del Tercer Cuerpo del Ejército de Estados Unidos

Firmado y jurado ante mí en Gusen, Alemania, en este 12 de mayo de 1945.

/fdo/ Eugene S. Cohen
Mayor, Cuerpo de Intendencia
Oficial investigador |12|

En cuanto al trato dispensado a prisioneros de guerra, la siguiente declaración jurada del Teniente de la Reserva Naval de Estados Unidos, Jack H. Taylor, presentada como prueba No. 3 con el Informe Cohen, es ilustrativa del mismo. En el caso de los prisioneros de guerra no se respetaban las convenciones de La Haya en vigor en la época:

TRANSCRIPCIÓN

Compareció personalmente ante mí, Eugene S. Cohen, Mayor, Cuerpo de Intendencia, Sección JA, 3er. Cuerpo del Ejército de los Estados Unidos, autorizado para administrar juramentos, el teniente Jack H. Taylor, quien, tras haber prestado juramento ante mí, realizó y firmó la siguiente declaración:

Declaración jurada del Teniente (Senior Grade) Jack H. Taylor
14 de mayo de 1945

Me llamo Jack H. Taylor, de la Reserva Naval de los Estados Unidos, asignado a la OSS. Fui capturado en uniforme por diez agentes de la Gestapo en Schutzen, (cerca de Eisenstadt) Austria, junto a mi intérprete (un cabo austríaco a nuestro servicio) el 1 de diciembre de 1944. Fuimos fuertemente golpeados y me fracturaron la articulación del codo izquierdo cuando me torcían el brazo detrás de la espalda, durante los interrogatorios me abofeteaban y daban patadas fuerte y repetitivamente. Siempre encadenado y con un hombre de la Gestapo sentado en mis rodillas, me llevaron al cuartel de la Gestapo en Weiner Neustadt, donde me desnudaron y examinaron durante un minuto.

Me ofrecieron ropas de civil que me negué a ponerme, pues supuse que me iban a fotografiar con ellas como prueba de que me habían capturado de civil, pero como me iban a llevar a Viena, me puse sólo la ropa interior y unos zapatos rígidos para protegerme del frío.

Por la mañana temprano, me condujeron al cuartel de la Gestapo en Viena y me pusieron solo en una celda, hasta me sacaron los cordones de los zapatos para que no me colgara con ellos. No me estaba permitido ni recostarme ni dormir, tampoco me daban ni comida ni agua, existía un control de guardia muy estricto. Más avanzada la mañana, me condujeron ante el Kriminalrat Sanizer de la Gestapo, y otros, y de nuevo me interrogaron. Me negué a responder a preguntas hasta que no me devolvieran mi uniforme. Amenazaron con hacerme de todo, pero más allá de retorcerme mi ya dolorido brazo izquierdo y darme bofetadas, no fue sometido a tortura propiamente dicha. Al cabo de unas tres horas, asintieron en devolverme el uniforme y consentí en responder algunas preguntas. También dijeron que me mandarían un médico para que examinara mi brazo, pero por supuesto, esto nunca ocurrió.

Me tuvieron en el cuartel de la Gestapo en Viena durante 4 meses, de los que estuve dos y medio en confinamiento solitario. No se permitía lectura alguna, ni siquiera en alemán, ningún tipo de material escrito, la Cruz Roja Internacional no había sido notificada y, por supuesto, no se permitía ni un sólo paquete de la Cruz Roja ni correo alguno.

Lo prisioneros se levantaban a las 5 a.m. y después de asearnos (de uno en uno, de modo que ninguno vimos nunca a otro prisionero) esperábamos hasta las 6 a.m. para tomar el desayuno, que consistía en agua caliente (café ersatz muy diluido, sin leche ni azúcar) y una pequeña rodaja de pan oscuro. El almuerzo era una sopa muy pobre (sopa de nabo), que no contenía nada de caldo de carne, hueso u otras verduras, y otra rodaja de pan oscuro. La cena consistía en lo mismo que el almuerzo. Para la cena de los sábados, en lugar de sopa nos daban un pequeño cubo de queso, y para la de los domingos, un trozo muy pequeño de salchicha.

En enero sufrí una disentería grave con pérdida de sangre durante diez días y, una vez más, no fui atendido por médico alguno ni se me proporcionó ningún medicamento, a pesar de las promesas diarias.

Me gustaría dejar claro que éramos vigilados por agentes ordinarios de la policía vienesa y no por miembros de las SS o de la Wehrmacht, y que la mayoría de los policías se mostraban amables y simpáticos, especialmente cuando no había nadie de la Gestapo o de las SS alrededor. Nuestros guardianes, sin embargo, estaban sometidos a un estricto control.

El día 1 de marzo sucumbí a una neumonía y empecé a sufrir fiebres altas. Durante cuatro días y a razón de dos veces diarias pedí que me atendiera un médico y me aseguraron que iba a venir, pero no se presentó ninguno. Gracias a un guardia que era amable con nosotros pude hacerme con algo de sulfanilimide procedente del botiquín con que me habían capturado. No me cabe ninguna duda de que este medicamento me ayudó a salvar la vida.

Cuando los rusos estuvieron a 50 kilómetros de Viena, nos llevaron en tren a Enns, en Austria, cerca de Linz, desde donde iniciamos la marcha hacia el campo de concentración de Mauthausen el 29 de marzo. Estuvimos 48 horas sin comer ni beber.

En Mauthausen nos pusieron en fila y fuimos sistemáticamente interrogados, golpeados, abofeteados e intimidados por numerosos guardias de las SS en turnos que duraban unas cuatro horas. A muchos les pegaban con palos, además de golpearles y escupirles. Después nos condujeron a los baños, donde se nos despojó de todas nuestras pertenencias, incluida toda la ropa que llevábamos, nos afeitaron el pelo de todo el cuerpo y, tras una ducha caliente, nos dieron una muda vieja de ropa interior. A continuación nos sacaron fuera, descalzos, donde permanecimos en formación hasta que nos llevaron a los barracones. La capacidad normal de estos barracones era de 220 hombres, pero nuestro grupo estaba compuesto por unos 400. Esta cifra aumentó luego hasta 500, lo que obligó a que en la mayoría de las literas, que eran individuales, durmiesen tres hombres; en algunas pocas dormían dos hombres. Las instalaciones de baño e higiénicas también eran insuficientes.

El desayuno consistía en un sucedáneo de café muy diluido (agua caliente) que recibíamos a las cinco de la mañana. Para comer nos daban un litro de sopa mucho más espesa que la que recibíamos en Viena, pero mucho menos sabrosa. La cena consistía en una ración de 60 a 100 gramos de pan oscuro. Este pan, sin embargo, estaba hecho con harina de trigo, peladuras de patata, serrín y paja. Después de dos días, y tras complicados procedimientos, logramos hacernos con zapatos de madera y pantalones o camisas. Pasadas dos semanas conseguí reunir un uniforme completo de variados harapos. La diferencia principal entre la guandoca de Viena y el campo de Mauthausen es que en éste nos obligaban a trabajar. La dieta y la dureza del trabajo que realizábamos hicieron que mi salud se resintiese. Mi trabajo consistía en transportar arena, cemento y agua para los soladores-alicatadores que trabajaban en el nuevo crematorio. Un día, a eso del mediodía, entraron varios hombres de las SS y nos preguntaron por qué el trabajo iba tan lento; nos dijeron que debíamos acabar el cuarto y tenerlo listo para el día siguiente por la mañana, y que de lo contrario seríamos los primeros ocupantes de los nuevos hornos. No hace falta decir que acabamos el trabajo en el tiempo que se nos había asignado. Después de aquello, ayudé a transportar enormes calderos de sopa hasta un campo cercano de judíos húngaros que se hallaba a unos 800 metros de distancia. Los judíos estaban demasiado débiles como para transportar su propia comida. Mientras trasladábamos aquellos grandes calderos de sopa los SS, y en ocasiones los encargados de los fogones, nos golpeaban con dureza, a menudo con palos. Yo sufrí varios de esos golpes porque no podía cargar peso con mi brazo izquierdo, a causa de la fractura de diciembre. Tras casi dos semanas conseguí , a través de un amigo, que me trasladasen a un barracón mejor donde los prisioneros solían recibir alimentos y otros paquetes de sus casas. Casi todos los días lograba hacerme con pequeñas porciones de estos alimentos, y guardaba y cocinaba las peladuras de las patatas. Casi todo el tiempo que estuve en Mauthausen estuve enfermo de disentería, a veces con una fiebre muy alta y con muchas náuseas, de modo que después de dos semanas y media pesaba 52 kilos, cuando mi peso normal era 75 kilos. Me negué a recibir tratamiento médico en el campo-enfermería |13| porque eran muy pocos los que volvían de allí. [Dormían] cinco pacientes en una cama, y la porción era de medio litro de sopa y 60gramos de pan. Y hacia el final había tanta hambre que los enfermos se comían los músculos, el corazón y el hígado de los que habían muerto, que eran más de cuatrocientos al día.

Durante sus seis años de existencia el campo jamás distribuyó los paquetes de la Cruz Roja, aunque un día vieron a los guardias de las SS comiendo barritas de chocolate y fumando cigarrillos americanos; los prisioneros recogieron varios cartones vacíos y me los trajeron. Éste fue el primer indicio que tuvimos de que la Cruz Roja mandaba paquetes al campo. Los SS se habían adueñado de todos los paquetes de la Cruz Roja para ellos y sus familias. Habían abierto todos los paquetes franceses y habían cogido el chocolate y los cigarrillos. Yo recibí un paquete de procedencia húngara que contenía Ovaltine, queso y azúcar. Mi organismo estaba tan deteriorado que no podía digerir el Ovaltine ni el queso. Estaba tan débil que no podía permanecer mucho tiempo de pie sin desmayarme.

Estábamos esperando a los rusos, que llevaban casi un mes a unos 60 kilómetros. A finales de abril empezamos a oír rumores de que los americanos se hallaban también muy cerca. Unos días después ya podía digerir el Ovaltine y el queso y empezamos a escuchar las armas de los americanos. Los SS abandonaron precipitadamente el campo y fueron sustituidos por la Wehrmacht hacia el 1 de mayo. Un día antes de que llegaran los americanos, la Wehrmacht fue sustituida por la policía vienesa, que eran hombres mayores y poco agresivos.

Después de que llegaran los americanos se supo que yo tenía que haber sido ejecutado el 28 de abril de 1945, pero un conocido checo había retirado mi nombre del archivo y lo había quemado tres días antes, de modo que no figuraba en el listado. En la confusión de la huida los SS no tuvieron tiempo de controlar exhaustivamente a los 18.000 prisioneros. En abril se ejecutó en el campo a cuatro militares americanos. Dos de ellos fueron ejecutados y luego incinerados el 12 de abril, y los otros dos el 21 de abril. Sus nombres eran: Halsey S. Nisula, O-2065604, T43-44, OP, Nelson Bernard Paris, 654-80-47, T11-420, USNR, Leroy Tischendorf, O-762835, T43-44, OP, y otro americano del que los asistentes no han logrado hacerse con las placas de identificación del cadáver porque los hombres de las SS estaban observando.

/fdo/ Jack H. Taylor
Teniente (S.G.) US-Navy
178727

Jurado y refrendado el día 14 de mayo de 1945 por

/fdo/ Eugene S. Cohen
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GreenBack

Será en Octubre
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JAGGER

Mossad - NAFO
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Iniciado por Nadir<br />
Lo cierto es que este hilo da que pensar... yo, por mi parte, creo que si hubo un "Holocausto"/QUOTE]No uno, sino muchos.Muchos de ellos en el siglo XX
Pero ¿a quién cachopo le interesan estos huesos? A Jolibú , dominado por la élite judía, no le interesa estos montones de huesos, esta desolación, estos heridos, porque no son judíos, son goyim, ganado para ellos. <b>Y "ellos" están detrás de su destrucción</b>Como están detrás del genocidio palestino que se perpetra a diario.Nos han hecho creer que sólo ha habido un "holocausto", cuatro o más películas y series al año nos lo recuerdan desde hace más de 60.:vomito:
Nos han programado.Tomad conciencia.
Y green ass se encarga también de recordar la Shoah, ocultado todos los demás genocidios que avergüenzan al ser humano.

P.D.: Además del inexistente genocidio plastilino, ese invento que puebla su mente infantil.
 

Jesùs lo dijo

Madmaxista
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Siguen creyendo en el holotimo o timo del holocausto porque una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad asi que ahora inmaginate una mentira repetida un millon de veces y màs...


Pero sigue siendo mentira


mick jagger deberia admitirlo,


tambien deberia admitir que los alubios cobran los impuestos que paga la gente como deuda publica hacia ellos y que no tienen ningun derecho de emitir dinero y que cada pais debe emitir dinero y valorarlo segun el PIB y punto.


Yo no ando con racismo hacia alubios yo solo quiero que se sepa la verdad sobre el sistema bancario fraude maritimo judio kazaro fenicio que tenemos que es un insulto a los derechos humanos


La famosa "solución final" que han grabado en las mentes de la gente, no partió de los nazis, ni hacía referencia al exterminio de judíos. Lo cierto es que partió de un judío, y hacía referencia al exterminio del pueblo alemán.
Theodore N. Kaufman en su libro "Germany must perish" llega a hacer el cálculo del tiempo necesario para, contando con 20.000 cirujanos a 25 operaciones por día, esterilizar a toda la población alemana y hacerlos desaparecer del globo porque, según él, los alemanes deben ser exterminados.

También dice cómo debe ser repartido el terrirtorio alemán, ya que Alemania debía desaparecer del mapa:



En este video se explica la FINAL SOLUTION, que fue judía, y no alemana, como la propaganda sionista nos ha vendido. También nos habla sobre Ehrenburg y cómo arengada a los soldados rusos a dar de baja de la suscripción de la vida alemanes cuantos más mejor, porque no eran "seres humanos". Creo que, a estas alturas del hilo, muchos ya nos hemos dado cuenta de quienes no son realmente seres humanos:(


Aquí uno de la casta de Satanás.

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¡qué durísimo tiene que ser ver estos videos y leer esta información siendo alemán!!

La gente, en general no conoce esta información, por eso sigue creyendo en el holotimo.
 

GreenBack

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La obra de Filkenstein "La industria del
Holocausto" denuncia la contradicción entre un número de muertos
elevado para recalcar la barbarie nancy y un número igualmente
elevado de supervivientes.
No es posible estar vivo y muerto, a la
vez. Muerto para denunciar la maldad nancy, de la que nadie duda, y
vivo para cobrar las indemnizaciones.

No sería muy riguroso incluir
a 4.390.049 "supervivientes- peticionarios" de indemnizaciones entre
los muertos del Holocausto. Porque son 4.390.049 los individuos a
los que, con arreglo a convenios internacionales, ha tenido el
gobierno de la República Federal Alemana que pagar 50.18 billones de
marcos, entre octubre de 1953 y diciembre de 1983.

Si admitimos asimismo que son 600.000 los supervivientes
del "Holocausto" , ello supondría que ha habido 3.790.049
resurrecciones, lo cual sería una buena noticia que, tal vez,
contribuiría al acercamiento ecuménico judeo-cristiano porque si en
la segunda mitad del siglo XX pueden producirse tales fenómenos
¡¿cómo podemos dudar de la resurrección de Cristo en el siglo
primero?!



Prisioneros liberados en Dachau

partido obrero nacional socialista: EL HOLOCUENTO
 

GuidoVonList

Madmaxista
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El liberalismo tiene otras fuentes legitimadoras y desde luego el progresismo actual no es nada favorable al estado israelí.

No fue la única alternativa real al "liberalismo"

Otra exageración por tu parte.

A la "gente" realmente se la rezuma todo esto, viven sus vidas dejando la IIGM para las películas.

Pues como no comencemos a amar como conejos no lo veo claro.:p

Fíjate un menda que no sabe de lo que habla

Los revisionistas deberíais perfeccionar un poco vuestro método, si de verdad pensáis enfrentaros a la "doctrina oficial" vuestra metodología debería resultar del todo incuestionable cosa que no hacéis. En realidad vuestras teorías dejan sin respuesta más preguntas de las que suspuestamente respondéis.
Qué legitimación tiene el liberalismo?