Enigmas del 11M: ¿Participó ETA en el 11-M?

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ARIEL BOLUDOVSKY

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3. ¿Participó ETA en el 11-M?
por Luis del Pino

de entre todos los posibles sospechosos de haber contratado a los
mercenarios que colocaron las bombas en los trenes, ETA es el único
que no tenía nada que perder con la operación y sí mucho que ganar




El 31 de diciembre de 2003, el jefe de la trama mercenaria del 11-M,
Jamal Ahmidan (El Chino), entró en el bar Txikia de Bilbao, se
dirigió a donde se encontraba sentado Larbi Raichi y le descerrajó un
tiro en la rodilla, por una deuda de narcotráfico. Este episodio
ilustra a la perfección dos hechos distintos: en primer lugar, que el
principal responsable de la colocación de las bombas del 11-M era en
realidad un vulgar camello que nada tiene que ver con las redes
integristas islámicas. En segundo lugar, que El Chino se movía a sus
anchas por los bajos fondos de Bilbao y San Sebastián, ciudades ambas
a las que viajaba con frecuencia (según cinco testigos distintos) para
llevar a cabo sus negocios.

Cualquiera que conozca el País vasco sabe que nada se mueve en el
submundo de la droja sin que ETA tenga constancia y sin que ETA lo
controle y autorice, especialmente desde que hace ya años la banda
terrorista asesinara a diversos traficantes "díscolos". ¿Quién
protegía en el País Vasco las actividades de El Chino?

Un falso debate
En su comparecencia ante la Comisión del 11-M, el ex-director del CNI,
Jorge Dezcallar, hizo una afirmación que determinados medios de
comunicación amplificaron hasta la saciedad: "ETA y Al Qaeda no pueden
colaborar, porque son como el agua y el aceite". Es una afirmación muy
contundente, pero vacía de contenido. También la Alemania de Hitler y
la Rusia de Stalin eran como el agua y el aceite, lo que no fue
obstáculo para que ocuparan Polonia al alimón. Porque el ser tan
distintos no les impedía compartir un mismo planteamiento estratégico
(su desprecio por las democracias liberales occidentales) ni
determinados intereses tácticos (ampliar su territorio a costa del
débil vecino polaco).

De la misma manera, es completamente cierto que existen enormes
diferencias ideológicas y políticas entre ETA y Al Qaeda, pero eso no
les impide compartir unos mismos planteamientos estratégicos (un
antiamericanismo y antiliberalismo feroces) ni compartir
coyunturalmente unos mismos enemigos (por ejemplo, la España de
Aznar).

Las diferencias existentes entre ETA y Al Qaeda no nos dicen nada sobre
si han colaborado o no, y las pruebas demuestran que ETA ha tenido,
tiene y seguirá teniendo contactos numerosos, continuados e intensos
con el mundo islámico. Los grupos terroristas comparten unos mismos
circuitos de aprovisionamiento y eso hace que entren en contacto grupos
que, en principio, nada tienen que ver entre sí. Existe constancia de
operaciones cruzadas de venta de explosivos y misiles entre ETA y
grupos terroristas islámicos y existe también constancia de la
presencia de etarras en campos de entrenamiento de Afganistán durante
el régimen de los talibanes.

Sin necesidad de remontarnos a los tiempos en que los etarras vivían y
se entrenaban en lugares como Argelia, el antiamericanismo esencial que
profesan es el que movió al entorno de ETA a enviar cinco grupos de
brigadistas batasunos a Irak en vísperas de la invasión americana.
Contamos, asimismo, con numerosas cartas intercambiadas por presos
etarras e islamistas, llenas de consideraciones sobre el mejor modo de
atacar al gobierno español. Agua y aceite, sí, pero con unos mismos
intereses. Es posible que sus dioses sean distintos, pero comparten
idénticos demonios. Un ejemplo de esa "permeabilidad ideológica"
debida a la existencia de un enemigo común lo constituye Yusuf Galán,
que de interventor de Herri Batasuna pasó a militar en las redes
terroristas islámicas vinculadas a la trama española del 11-S.

Pero, de todos modos, todo este debate es un debate falso, porque nada
tiene que ver con el 11-M. El que ETA y Al Qaeda hayan colaborado
alguna vez es irrelevante para conocer quién organizó la masacre de
Madrid. No sabemos si ETA contrató a los mercenarios que colocaron las
mochilas-bomba, pero de lo que sí estamos seguros (como se ha puesto
de manifiesto en capítulos anteriores) es de que no los contrató Al
Qaeda.

Así pues, centrémonos en la pregunta fundamental: ¿tuvo ETA algún
conocimiento o participación en los atentados del 11-M?

La sombra de ETA
En su comparecencia ante la Comisión 11-M, Rodríguez Zapatero
aseguró vehementemente que todas las investigaciones realizadas
apuntaban a que la responsabilidad del 11-M correspondía en exclusiva
a terroristas islámicos. Esta afirmación es, a la vez, falsa e
incompleta. Es falsa porque ya hemos visto que la ejecución material
de los atentados correspondió a mercenarios, no a integristas, y
porque en el sumario sí hay indicios numerosos que apuntan a
conexiones con el mundo de ETA. Y es incompleta porque Rodríguez
Zapatero hubiera debido añadir que ni a las fuerzas de seguridad ni al
ministerio fiscal se les ha dejado tirar de esos hilos que apuntan a la
banda ETA, quizá porque el ovillo que hay al otro extremo resulta
demasiado incómodo.

Para empezar, ya el mismo día 12 de marzo de 2004 dos testigos
distintos afirmaron haber visto a la etarra Josune Oña en Madrid. El
día 13, otro testigo afirmaba haber presenciado una reunión en un bar
a mediados de febrero entre el etarra Asier Eceiza y una persona de
origen árabe bien conocida como traficante dentro del barrio.
Suponemos que la Policía descartó estos testimonios por considerarlos
poco sólidos, pero resulta sorprendente, por ejemplo, que no conste en
el sumario si se han enseñado a este último testigo las fotos de los
traficantes de origen árabe implicados en la trama.

El sumario pone también de manifiesto que varios de los principales
implicados habían residido o residían en el País Vasco: Basel
Gayoun, uno de los miembros del núcleo duro de la C/ Virgen del Coro,
residió en San Sebastián y Oyarzun; Jamal Ahmidan El Chino, en San
Sebastián; Adnan Waki, otro de los miembros del núcleo duro, residía
en Irún, donde compartía piso con tres argelinos que vivían de
algún tipo de subvención del gobierno vasco.

Los seguimientos telefónicos también arrojan datos interesantes. El
Chino realizó un viaje relámpago a Pamplona inmediatamente después
del 11-M. La pista de uno de los terroristas huidos tras los atentados
(Daoud Ouhnane) se pierde el 12 de marzo en Corella (Navarra). Los
hermanos Chergui viajan a Olaberría (Guipúzcoa) poco después del
estallido del piso de Leganés. Asimismo, la intervención del
teléfono de Lofti Sbai (uno de los miembros del grupo de El Chino)
permitió interceptar diversas conversaciones con un misterioso
personaje español que se hace llamar José y que en un momento
determinado le comenta a Lofti que tiene que ir a Navarra y el País
Vasco "por tema político".

Todos estos datos no significan por sí mismos nada de nada; pero
cuando los completamos con la información de que los hampones
mercenarios del 11-M se sentían tan cómodos en Bilbao y San
Sebastián como para entrar en un bar y pegarle un tiro en la pierna a
un presunto deudor, esa extraña "predilección" que muestran los
implicados en la trama por el País Vasco adquiere una nueva
dimensión. Y esa dimensión se agranda cuando constatamos otro
inquietante punto de unión: Moutaz Almallah (presunto líder del
núcleo duro del 11-M) fue compañero de piso del batasuno Yusuf
Galán.

Es posible que se trate de meras casualidades, pero sería cuando menos
interesante saber quién "protegía" las actividades delictivas de El
Chino en aquella zona y qué información sobre el 11-M pudieron
compartir Yusuf Galán y Moutaz Almallah, o sus círculos de allegados.

El extraño viaje
Diversos medios de comunicación se han hecho eco de otras
"casualidades" que nadie ha querido investigar:

- Las palabras captadas a Josu Ternera en el aeropuerto de Francfort
pocas semanas antes de los atentados: "Se van a enterar los españoles
de lo que somos capaces". ¿Se refería al 11 de marzo? Curiosamente,
al informador que captó aquella conversación parece habérselo
tragado la tierra, de acuerdo con nuestras noticias.

- Los papeles distribuidos en el casco viejo de San Sebastián el día
10 de marzo de 2004 en los que el entorno de ETA instaba a boicotear a
Renfe durante la campaña electoral. ¿Un aviso a los miembros de su
entorno para que no tomaran trenes hasta el 14 de marzo?

- La aparición en la celda de Abdelkrim Beresmail (el lugarteniente de
Allekema Lamari con el que departía Fernando Huarte) de los teléfonos
de Henri Parot y Harriet Iragui, dos sanguinarios etarras, y de la
fórmula de la cloratita, el explosivo utilizado por ETA habitualmente.

- El robo de un coche por parte de ETA en el callejón de Emilio
Suárez Trashorras, coche con el que atentaría en Santander utilizando
un explosivo de tipo dinamita cuya marca no ha podido ser determinada
¿Era quizá Goma-2 ECO?

Con respecto a este último punto, Rodríguez Zapatero atribuyó todo
el episodio a la mera casualidad. Esa explicación podría quizá valer
(¡aunque es mucha casualidad, caramba!) si los etarras hubieran robado
un coche cualquiera. Pero los etarras que robaron aquel coche ya
traían las matrículas preparadas para doblarlo, lo que implica
necesariamente que buscaban un coche de una marca y modelo
determinados. Que encontraran aquel preciso modelo de coche en aquel
preciso callejón ya excede la simple casualidad para convertirse en
una coincidencia asombrosa.

Pero la "casualidad" más inquietante de toda esta historia es la que
afecta a la simultaneidad temporal de las dos caravanas de la muerte.
Para el actual gobierno, el que la caravana etarra interceptada en
Cañaveras saliera con menos de 24 horas de diferencia con respecto a
la que bajaba de Asturias y el que ambas caravanas siguieran rutas
paralelas obedece, asimismo, a la casualidad.

Sin embargo, hay muchas cosas que no cuadran en aquel transporte desde
Asturias. Por poner sólo un ejemplo (aunque tendremos oportunidad de
hablar más de ese viaje en los próximos capítulos), aquel fin de
semana del 28 de febrero de 2004 cayeron en la mitad norte de la
península unas impresionantes nevadas, que atraparon a miles de
conductores en Burgos y obligaron al gobierno vasco a cerrar las
carreteras de la comunidad autónoma a la circulación de vehículos
pesados. ¿Por qué los marroquíes renunciaron a bajar desde Avilés a
Madrid por autopista y se dirigen en su lugar desde Avilés hacia
Torrelavega por la costa, bajando luego a Madrid por la N-I? Es decir,
¿por qué eligieron un camino mucho más largo, adentrándose en el
temporal y arriesgándose a que se les quedara atrapado en la nieve un
coche cargado de explosivos? Nadie hace eso sin una poderosa razón.
¿Era la caravana de ETA un mero señuelo, destinado a que pasara la
otra? ¿Pretendían dirigirse a Bilbao y se vieron forzados a torcer
hacia Madrid por el temporal? ¿Torcieron hacia Madrid porque alguien
les avisó de que la otra caravana había sido interceptada? Descartar
de un plumazo todos esos interrogantes atribuyéndolo todo a la mera
casualidad es inaceptable, a menos que uno quiera cerrar a toda costa
el paso a cualquier investigación que pueda conducir a ETA.

Conclusiones
Si en el capítulo anterior decíamos que es prácticamente imposible
que Al Qaeda contratara a los mercenarios que colocaron las mochilas,
en el caso de ETA la respuesta no está tan clara. En vísperas de las
elecciones, ETA estaba derrotada. Acosada policial y judicialmente,
asfixiada desde el punto de vista económico, sin capacidad ya de
convocatoria, su desaparición era cuestión de tiempo. Los únicos
caminos posibles eran el abandono de las armas o emprender una huida
hacia adelante con atentados masivos, que hubiera terminado por hacer
de ETA un nuevo IRA-Auténtico. Otra victoria del Partido Popular
hubiera sentenciado definitivamente a la banda y lo único que podía
salvarla del desastre era un cambio de gobierno.

De hecho, el comportamiento de ETA en las semanas previas al atentado
resulta inexplicable sin la masacre del 11-M. Si ETA hubiera querido
tender un cebo para que el gobierno del PP picara el anzuelo, no
habría podido encontrar nada mejor que el esperpéntico intento de
atentado en Chamartín y la esperpéntica caravana detenida en
Cañaveras, con un mapa en el que aparecía señalado el Corredor del
Henares. Ambas operaciones fueron encargadas a etarras sin experiencia
y ambas estaban tan chapuceramente organizadas que parece como si ETA
hubiera enviado a ambos comandos únicamente para dejarse coger. En
otras palabras: ambas operaciones parecen pensadas para que el gobierno
del PP responsabilizara inmediatamente a ETA de la masacre de Madrid
unos días después.

¿Fueron etarras los que colocaron las mochilas en los trenes? Según
los datos que tenemos, no. ¿Participaron etarras en la logística de
los atentados? No lo sabemos, pero hay extrañas casualidades que
alguien nos debería aclarar. ¿Fue ETA quien realizó la contratación
de los mercenarios? No tenemos datos que permitan demostrarlo, así que
a lo mejor no lo hizo. Pero atribuir de nuevo a la simple casualidad
los cebos tendidos por ETA en las semanas previas al atentado es cerrar
los ojos a una de las pocas realidades incuestionables de todo el
asunto 11-M: de entre todos los posibles sospechosos de haber
contratado a los mercenarios que colocaron las bombas en los trenes,
ETA es el único que no tenía nada que perder con la operación y sí
mucho que ganar. Como los hechos posteriores han demostrado.

No sabemos si ETA es la responsable última del 11-M, pero sí nos
consta que el gobierno ha hecho lo indecible porque no se investigue el
papel que ETA jugó. Y para evitar que la opinión pública o el juez
pusieran en duda la versión oficial, el gobierno no ha dudado ni
siquiera en ocultar y manipular información fundamental sobre los
atentados, como tendremos ocasión de comprobar en el artículo
siguiente.
 
T

txisku

Guest
Cualquiera que conozca el País vasco sabe que nada se mueve en el
submundo de la droja sin que ETA tenga constancia y sin que ETA lo
controle y autorice, especialmente desde que hace ya años la banda
terrorista asesinara a diversos traficantes "díscolos". ¿Quién
protegía en el País Vasco las actividades de El Chino?

Esto es una tonteria como un castillo.
Cualquiera que conozca minimamente el Pais Vasco, sabe quien ha controlado y
dirigido historicamente el narcotrafico y con que fines.
Y no ha sido precisamente ETA, mas bien la GC (Galindo & Sucesores) ... Esto
lo sabe cualquiera, seguro que hasta tu y el que escribe el articulo.
Lo que pasa es que la mª es fragil cuando interesa ...

Saludos
 
F

floppy

Guest
que si enfermo mental, que fue ETA y ya deja de decir tonterías muy de derechas
poco agradable y argentino, para mas narices
"el mejor negocio del mundo, es comprar a un argentino por lo que vale, y
venderlo, por lo qué él dice que vale"
"ARIEL BOLUDOVSKY" <boludovsky@hotmail.co.il> escribió en el mensaje
news:1123749700.216523.278250@f14g2000cwb.googlegroups.com...
3. ¿Participó ETA en el 11-M?
por Luis del Pino

de entre todos los posibles sospechosos de haber contratado a los
mercenarios que colocaron las bombas en los trenes, ETA es el único
que no tenía nada que perder con la operación y sí mucho que ganar




El 31 de diciembre de 2003, el jefe de la trama mercenaria del 11-M,
Jamal Ahmidan (El Chino), entró en el bar Txikia de Bilbao, se
dirigió a donde se encontraba sentado Larbi Raichi y le descerrajó un
tiro en la rodilla, por una deuda de narcotráfico. Este episodio
ilustra a la perfección dos hechos distintos: en primer lugar, que el
principal responsable de la colocación de las bombas del 11-M era en
realidad un vulgar camello que nada tiene que ver con las redes
integristas islámicas. En segundo lugar, que El Chino se movía a sus
anchas por los bajos fondos de Bilbao y San Sebastián, ciudades ambas
a las que viajaba con frecuencia (según cinco testigos distintos) para
llevar a cabo sus negocios.

Cualquiera que conozca el País vasco sabe que nada se mueve en el
submundo de la droja sin que ETA tenga constancia y sin que ETA lo
controle y autorice, especialmente desde que hace ya años la banda
terrorista asesinara a diversos traficantes "díscolos". ¿Quién
protegía en el País Vasco las actividades de El Chino?

Un falso debate
En su comparecencia ante la Comisión del 11-M, el ex-director del CNI,
Jorge Dezcallar, hizo una afirmación que determinados medios de
comunicación amplificaron hasta la saciedad: "ETA y Al Qaeda no pueden
colaborar, porque son como el agua y el aceite". Es una afirmación muy
contundente, pero vacía de contenido. También la Alemania de Hitler y
la Rusia de Stalin eran como el agua y el aceite, lo que no fue
obstáculo para que ocuparan Polonia al alimón. Porque el ser tan
distintos no les impedía compartir un mismo planteamiento estratégico
(su desprecio por las democracias liberales occidentales) ni
determinados intereses tácticos (ampliar su territorio a costa del
débil vecino polaco).

De la misma manera, es completamente cierto que existen enormes
diferencias ideológicas y políticas entre ETA y Al Qaeda, pero eso no
les impide compartir unos mismos planteamientos estratégicos (un
antiamericanismo y antiliberalismo feroces) ni compartir
coyunturalmente unos mismos enemigos (por ejemplo, la España de
Aznar).

Las diferencias existentes entre ETA y Al Qaeda no nos dicen nada sobre
si han colaborado o no, y las pruebas demuestran que ETA ha tenido,
tiene y seguirá teniendo contactos numerosos, continuados e intensos
con el mundo islámico. Los grupos terroristas comparten unos mismos
circuitos de aprovisionamiento y eso hace que entren en contacto grupos
que, en principio, nada tienen que ver entre sí. Existe constancia de
operaciones cruzadas de venta de explosivos y misiles entre ETA y
grupos terroristas islámicos y existe también constancia de la
presencia de etarras en campos de entrenamiento de Afganistán durante
el régimen de los talibanes.

Sin necesidad de remontarnos a los tiempos en que los etarras vivían y
se entrenaban en lugares como Argelia, el antiamericanismo esencial que
profesan es el que movió al entorno de ETA a enviar cinco grupos de
brigadistas batasunos a Irak en vísperas de la invasión americana.
Contamos, asimismo, con numerosas cartas intercambiadas por presos
etarras e islamistas, llenas de consideraciones sobre el mejor modo de
atacar al gobierno español. Agua y aceite, sí, pero con unos mismos
intereses. Es posible que sus dioses sean distintos, pero comparten
idénticos demonios. Un ejemplo de esa "permeabilidad ideológica"
debida a la existencia de un enemigo común lo constituye Yusuf Galán,
que de interventor de Herri Batasuna pasó a militar en las redes
terroristas islámicas vinculadas a la trama española del 11-S.

Pero, de todos modos, todo este debate es un debate falso, porque nada
tiene que ver con el 11-M. El que ETA y Al Qaeda hayan colaborado
alguna vez es irrelevante para conocer quién organizó la masacre de
Madrid. No sabemos si ETA contrató a los mercenarios que colocaron las
mochilas-bomba, pero de lo que sí estamos seguros (como se ha puesto
de manifiesto en capítulos anteriores) es de que no los contrató Al
Qaeda.

Así pues, centrémonos en la pregunta fundamental: ¿tuvo ETA algún
conocimiento o participación en los atentados del 11-M?

La sombra de ETA
En su comparecencia ante la Comisión 11-M, Rodríguez Zapatero
aseguró vehementemente que todas las investigaciones realizadas
apuntaban a que la responsabilidad del 11-M correspondía en exclusiva
a terroristas islámicos. Esta afirmación es, a la vez, falsa e
incompleta. Es falsa porque ya hemos visto que la ejecución material
de los atentados correspondió a mercenarios, no a integristas, y
porque en el sumario sí hay indicios numerosos que apuntan a
conexiones con el mundo de ETA. Y es incompleta porque Rodríguez
Zapatero hubiera debido añadir que ni a las fuerzas de seguridad ni al
ministerio fiscal se les ha dejado tirar de esos hilos que apuntan a la
banda ETA, quizá porque el ovillo que hay al otro extremo resulta
demasiado incómodo.

Para empezar, ya el mismo día 12 de marzo de 2004 dos testigos
distintos afirmaron haber visto a la etarra Josune Oña en Madrid. El
día 13, otro testigo afirmaba haber presenciado una reunión en un bar
a mediados de febrero entre el etarra Asier Eceiza y una persona de
origen árabe bien conocida como traficante dentro del barrio.
Suponemos que la Policía descartó estos testimonios por considerarlos
poco sólidos, pero resulta sorprendente, por ejemplo, que no conste en
el sumario si se han enseñado a este último testigo las fotos de los
traficantes de origen árabe implicados en la trama.

El sumario pone también de manifiesto que varios de los principales
implicados habían residido o residían en el País Vasco: Basel
Gayoun, uno de los miembros del núcleo duro de la C/ Virgen del Coro,
residió en San Sebastián y Oyarzun; Jamal Ahmidan El Chino, en San
Sebastián; Adnan Waki, otro de los miembros del núcleo duro, residía
en Irún, donde compartía piso con tres argelinos que vivían de
algún tipo de subvención del gobierno vasco.

Los seguimientos telefónicos también arrojan datos interesantes. El
Chino realizó un viaje relámpago a Pamplona inmediatamente después
del 11-M. La pista de uno de los terroristas huidos tras los atentados
(Daoud Ouhnane) se pierde el 12 de marzo en Corella (Navarra). Los
hermanos Chergui viajan a Olaberría (Guipúzcoa) poco después del
estallido del piso de Leganés. Asimismo, la intervención del
teléfono de Lofti Sbai (uno de los miembros del grupo de El Chino)
permitió interceptar diversas conversaciones con un misterioso
personaje español que se hace llamar José y que en un momento
determinado le comenta a Lofti que tiene que ir a Navarra y el País
Vasco "por tema político".

Todos estos datos no significan por sí mismos nada de nada; pero
cuando los completamos con la información de que los hampones
mercenarios del 11-M se sentían tan cómodos en Bilbao y San
Sebastián como para entrar en un bar y pegarle un tiro en la pierna a
un presunto deudor, esa extraña "predilección" que muestran los
implicados en la trama por el País Vasco adquiere una nueva
dimensión. Y esa dimensión se agranda cuando constatamos otro
inquietante punto de unión: Moutaz Almallah (presunto líder del
núcleo duro del 11-M) fue compañero de piso del batasuno Yusuf
Galán.

Es posible que se trate de meras casualidades, pero sería cuando menos
interesante saber quién "protegía" las actividades delictivas de El
Chino en aquella zona y qué información sobre el 11-M pudieron
compartir Yusuf Galán y Moutaz Almallah, o sus círculos de allegados.

El extraño viaje
Diversos medios de comunicación se han hecho eco de otras
"casualidades" que nadie ha querido investigar:

- Las palabras captadas a Josu Ternera en el aeropuerto de Francfort
pocas semanas antes de los atentados: "Se van a enterar los españoles
de lo que somos capaces". ¿Se refería al 11 de marzo? Curiosamente,
al informador que captó aquella conversación parece habérselo
tragado la tierra, de acuerdo con nuestras noticias.

- Los papeles distribuidos en el casco viejo de San Sebastián el día
10 de marzo de 2004 en los que el entorno de ETA instaba a boicotear a
Renfe durante la campaña electoral. ¿Un aviso a los miembros de su
entorno para que no tomaran trenes hasta el 14 de marzo?

- La aparición en la celda de Abdelkrim Beresmail (el lugarteniente de
Allekema Lamari con el que departía Fernando Huarte) de los teléfonos
de Henri Parot y Harriet Iragui, dos sanguinarios etarras, y de la
fórmula de la cloratita, el explosivo utilizado por ETA habitualmente.

- El robo de un coche por parte de ETA en el callejón de Emilio
Suárez Trashorras, coche con el que atentaría en Santander utilizando
un explosivo de tipo dinamita cuya marca no ha podido ser determinada
¿Era quizá Goma-2 ECO?

Con respecto a este último punto, Rodríguez Zapatero atribuyó todo
el episodio a la mera casualidad. Esa explicación podría quizá valer
(¡aunque es mucha casualidad, caramba!) si los etarras hubieran robado
un coche cualquiera. Pero los etarras que robaron aquel coche ya
traían las matrículas preparadas para doblarlo, lo que implica
necesariamente que buscaban un coche de una marca y modelo
determinados. Que encontraran aquel preciso modelo de coche en aquel
preciso callejón ya excede la simple casualidad para convertirse en
una coincidencia asombrosa.

Pero la "casualidad" más inquietante de toda esta historia es la que
afecta a la simultaneidad temporal de las dos caravanas de la muerte.
Para el actual gobierno, el que la caravana etarra interceptada en
Cañaveras saliera con menos de 24 horas de diferencia con respecto a
la que bajaba de Asturias y el que ambas caravanas siguieran rutas
paralelas obedece, asimismo, a la casualidad.

Sin embargo, hay muchas cosas que no cuadran en aquel transporte desde
Asturias. Por poner sólo un ejemplo (aunque tendremos oportunidad de
hablar más de ese viaje en los próximos capítulos), aquel fin de
semana del 28 de febrero de 2004 cayeron en la mitad norte de la
península unas impresionantes nevadas, que atraparon a miles de
conductores en Burgos y obligaron al gobierno vasco a cerrar las
carreteras de la comunidad autónoma a la circulación de vehículos
pesados. ¿Por qué los marroquíes renunciaron a bajar desde Avilés a
Madrid por autopista y se dirigen en su lugar desde Avilés hacia
Torrelavega por la costa, bajando luego a Madrid por la N-I? Es decir,
¿por qué eligieron un camino mucho más largo, adentrándose en el
temporal y arriesgándose a que se les quedara atrapado en la nieve un
coche cargado de explosivos? Nadie hace eso sin una poderosa razón.
¿Era la caravana de ETA un mero señuelo, destinado a que pasara la
otra? ¿Pretendían dirigirse a Bilbao y se vieron forzados a torcer
hacia Madrid por el temporal? ¿Torcieron hacia Madrid porque alguien
les avisó de que la otra caravana había sido interceptada? Descartar
de un plumazo todos esos interrogantes atribuyéndolo todo a la mera
casualidad es inaceptable, a menos que uno quiera cerrar a toda costa
el paso a cualquier investigación que pueda conducir a ETA.

Conclusiones
Si en el capítulo anterior decíamos que es prácticamente imposible
que Al Qaeda contratara a los mercenarios que colocaron las mochilas,
en el caso de ETA la respuesta no está tan clara. En vísperas de las
elecciones, ETA estaba derrotada. Acosada policial y judicialmente,
asfixiada desde el punto de vista económico, sin capacidad ya de
convocatoria, su desaparición era cuestión de tiempo. Los únicos
caminos posibles eran el abandono de las armas o emprender una huida
hacia adelante con atentados masivos, que hubiera terminado por hacer
de ETA un nuevo IRA-Auténtico. Otra victoria del Partido Popular
hubiera sentenciado definitivamente a la banda y lo único que podía
salvarla del desastre era un cambio de gobierno.

De hecho, el comportamiento de ETA en las semanas previas al atentado
resulta inexplicable sin la masacre del 11-M. Si ETA hubiera querido
tender un cebo para que el gobierno del PP picara el anzuelo, no
habría podido encontrar nada mejor que el esperpéntico intento de
atentado en Chamartín y la esperpéntica caravana detenida en
Cañaveras, con un mapa en el que aparecía señalado el Corredor del
Henares. Ambas operaciones fueron encargadas a etarras sin experiencia
y ambas estaban tan chapuceramente organizadas que parece como si ETA
hubiera enviado a ambos comandos únicamente para dejarse coger. En
otras palabras: ambas operaciones parecen pensadas para que el gobierno
del PP responsabilizara inmediatamente a ETA de la masacre de Madrid
unos días después.

¿Fueron etarras los que colocaron las mochilas en los trenes? Según
los datos que tenemos, no. ¿Participaron etarras en la logística de
los atentados? No lo sabemos, pero hay extrañas casualidades que
alguien nos debería aclarar. ¿Fue ETA quien realizó la contratación
de los mercenarios? No tenemos datos que permitan demostrarlo, así que
a lo mejor no lo hizo. Pero atribuir de nuevo a la simple casualidad
los cebos tendidos por ETA en las semanas previas al atentado es cerrar
los ojos a una de las pocas realidades incuestionables de todo el
asunto 11-M: de entre todos los posibles sospechosos de haber
contratado a los mercenarios que colocaron las bombas en los trenes,
ETA es el único que no tenía nada que perder con la operación y sí
mucho que ganar. Como los hechos posteriores han demostrado.

No sabemos si ETA es la responsable última del 11-M, pero sí nos
consta que el gobierno ha hecho lo indecible porque no se investigue el
papel que ETA jugó. Y para evitar que la opinión pública o el juez
pusieran en duda la versión oficial, el gobierno no ha dudado ni
siquiera en ocultar y manipular información fundamental sobre los
atentados, como tendremos ocasión de comprobar en el artículo
siguiente.