En el corazón del reich

catleya

Madmaxista
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EN EL CORAZÓN DEL REICH

El gran juego. Leopold Trepper

En 1933, poco después de la llegada de Hitler al poder, un joven aristócrata alemán llamado Harro Schulze-Boysen, de veinticuatro años de edad, sobrino del célebre almirante Tirpitz, y su amigo judío Henry Erlanger son detenidos por un Rollkommando SS. Desde marzo de 1932, Schulze-Boysen dirige una revista, de la que Erlanger es uno de los colaboradores, abierta a todas las corrientes políticas. Su título, no obstante, constituye una excepción: Der Gegner (El Adversario). El adversario es el nazismo.
Pero el nazismo triunfa en Alemania y los Rollkommandos SS, que se hallan en la vanguardia del combate librado por la «raza de los señores», deciden hacer pagar a los Schulze-Boysen y demás Erlanger los meses y meses de ardorosa campaña contra el futuro dictador y su movimiento. En esta especialidad, los SS cuentan con unos predecesores y maestros: los fascistas italianos y sus «expediciones punitivas».
El kommando que detiene a Schulze-Boysen y Erlanger pierde los estribos. Los desnudan hasta la cintura y los obligan a pasar entre dos hileras de fanáticos que los golpean con sus látigos; luego, repiten la operación; los detenidos tienen el torso ensangrentado y lleno de heridas. Entonces Schulze-Boysen se vuelve hacia sus verdugos y les grita:
—¡Podéis comenzar de nuevo!
Al llegar al final de la doble hilera, saluda al comandante SS y le dice:
—Pues sí, acabo de pasar revista a mi guardia de honor.
Los otros están estupefactos y se acercan a Schulze-Boysen…—Vente con nosotros —le dicen—; ¡los hombres de tu arrojo tienen que ser de los nuestros!
Al mismo tiempo se abalanzan sobre Erlanger y lo asesinan allí mismo. Erlanger era judío…
Schulze-Boysen confiará más adelante a sus amigos:
—La fin de Erlanger me ha ayudado a dar el paso decisivo.
De aquel día procede el irrevocable compromiso político de Schulze-Boysen.
La llegada al poder de los nazis ha determinado que algunos hombres valerosos se integren en el movimiento de la resistencia. El primer grupo, formado alrededor de Schulze-Boysen, comprende al escritor Günther Weissenborn, al doctor Elvira Paul, a Giselle von Pernnitz, a Walter Küchenmeister y a Kurt y Elisabeth Schumacher. Otros se añadirán más adelante a ese pequeño grupo.
En 1936, Schulze-Boysen se casa con Libertas Haas-Heye, nieta del príncipe Philippe von Eulenburg. Uno de los amigos de la familia se llama… Hermann Goering. El mariscal se interesa vivamente por Harro, a quien envía al instituto que lleva su nombre y en el que se llevan a cabo, bajo el régimen del III Reich, las investigaciones más avanzadas en el dominio militar. Schulze-Boysen asciende con gran rapidez. Cuando estalla la guerra, ocupa un puesto clave en el Ministerio del Aire. Más que nunca se consagra a sus actividades de resistencia. En 1939, su grupo se fusiona con el de Arvid Harnack.
Schulze-Boysen es tan apasionado y ardiente como sosegado y reflexivo es Arvid Harnack. Este último, de mayor edad que Harro, pertenece a una familia de universitarios. Doctor en filosofía, ha estudiado economía en los Estados Unidos. Allí conoce a Mildred Fish, profesora de literatura, y se casa con ella. Al regresar a Alemania, entra en el Ministerio de Economía, y ya ocupa un alto cargo en el mismo cuando, en 1936, los servicios soviéticos entran en contacto con él. Pero apenas tiene ocasión de poner a prueba su talento, porque Stalin prohíbe que los agentes de información operen en territorio alemán… alegando que así se exponen a maniobras de provocación.
Más adelante, se unen al grupo Schulze-Boysen-Harnack el escritor y doctor Adam Kuckhoff —autor de una célebre obra sobre Till el Travieso—, y su mujer Greta, el doctor Adolf Grimme, ex-ministro socialista de Prusia, Johann Sieg, antiguo militante y redactor de la Rote Fahne, periódico del partido comunista alemán, Hans Coppi, Heinrich Scheel, Hans Lautenschläger e Ina Ender, antiguos miembros de la juventud comunista. Cuando estalla la guerra, los mejores combatientes del grupo Schulze-Boysen-Harnack son destinados al trabajo de información. Pero, de hecho, no se instaura una separación rígida entre la red de la Orquesta Roja y las actividades de resistencia del grupo alemán. Schulze-Boysen dirige ambas actividades. Esta confusión de cometidos constituye un imperdonable error que luego se pagará muy caro. Las actividades del grupo de resistencia no pasan desapercibidas en la capital del Reich: distribución de octavillas en los buzones, aparición de pequeños pasquines pegados en las paredes y difusión entre los prisioneros de guerra de un periódico, El Frente Interior, escrito en cinco idiomas. Pero la actividad de aquellos resistentes no se limita a la propaganda: crean vías de evasión para los judíos y los prisioneros de guerra, establecen contactos con los trabajadores extranjeros y sabotean discretamente la producción de guerra en numerosas empresas. Una de sus iniciativas más espectaculares estuvo dirigida contra la exposición «El paraíso soviético», organizada por los servicios de Goebbels.
En una sola noche, los muros de Berlín aparecieron cubiertos de pasquines que proclamaban:
PARAÍSO nancy = GUERRA, HAMBRE, MENTIRA Y GESTAPO
¿HASTA CUÁNDO?
¿Se da cuenta el lector de lo que significaba en el año 1942 llevar a cabo esta acción en la capital del III Reich?[27]
Schulze-Boysen no entra efectivamente en contacto con los servicios soviéticos de información hasta 1941. Pero desde 1936 se ha entrenado en tales trabajos, puesto que comunica a la embajada soviética la lista de los agentes nazis que se han infiltrado en las brigadas internacionales que combaten en España[28]. Unos días antes de la agresión contra Polonia, transmite a un hombre de confianza de este país en Berlín los planes de la ofensiva de la Wehrmacht.
Después de iniciadas las hostilidades, Harro pone a contribución las funciones que desempeña en el ministerio de la Luftwaffe para recoger numerosas informaciones. Le ayudan en este cometido el coronel Erwin Gehrts, jefe del tercer grupo de preparación de los cuadros del ejército del aire, Johann Graudenz, alto empleado de las fabricas Messerschmitt, Horst Heilmann, antiguo miembro de las juventudes hitlerianas, que trabaja ahora… en el grupo de descifrado de mensajes del doctor Vauck (de quien volveré a hablar más adelante) y Herbert Gollnow, quien dirige nada menos que la sección de paracaidistas que operan en la retaguardia del frente soviético.
Arvid Harnack, por su parte, tiene acceso a los planes más confidenciales de la producción industrial e incluso de la producción militar.
Todo eso indica el lugar decisivo que ocupa el grupo de Berlín en la Orquesta Roja.
Es innegable que la contribución de los resistentes alemanes del interior a la lucha contra el nazismo ha sido de índole muy particular. Para un francés, un belga, un polaco o un checo, su participación en ese combate no le planteaba ningún problema de conciencia, sino que se le imponía como un deber. Pero, para un alemán, ¿no significaba traicionar a su propia patria?
Pues bien, los Schulze-Boysen y los Harnack no vacilaron en la respuesta que debían dar a tal pregunta. Mejor que nadie había experimentado la monstruosidad del nazismo y habían calculado las consecuencias que acarrearía una victoria de sus armas (victoria que equivaldría a la noche extendiéndose sobre la faz del mundo…). Sabían que sólo los ejércitos aliados podrían abatir a la bestia; pero sabían asimismo la ayuda que podían prestar a los estados mayores de los países coaligados contra el hitlerismo aquellos que, como ellos, se hallaban situados en el corazón del dispositivo alemán. De ahí, la opción por la que se decidieron.
Sé muy bien que, en la actualidad, a menudo les es reprochada esta opción y que en la Alemania federal se les considera como traidores, mientras allí honran como héroes a los agentes que trabajaron para los ingleses —¡como si, al colaborar con la URSS, no hubiesen sido artífices de la misma victoria!
 
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