Habla pausadamente este hombre. Una victoria de India, pero también una victoria de la democracia. De la gente honrada. La democracia no está para que venza el más secular, el más indiferente, sino para que triunfe la voz profunda del pueblo.
Los que tanto hablaban de secularismo, de olvidar las diferencias, son los que no paran de recordarnos las castas, de enfrentarnos a unos contra otros. Sólo hay dos castas, los pobres y los que ayudan a salir de la pobreza.
Yo soy el pobre que va con su bolsa vacía y que la llena con vuestra confianza. Hago el voto solemne de jamás traicionarla. Juro no tomar decisiones por repruebo hacia otros, ni por mi propio beneficio. Juro dedicar cada minuto que me queda de vida a India.
En fin, otro discurso épico.
Los partidos de intocables y excluidos, desaparecidos, sólo 5 diputados. Los comunistas, en pelotas se han quedado. Esa gente ya no suena a India, no suenan a nada, y sus votantes han ido al partido del Congreso.