En las pelis siempre son tíos delgados, bien engominados y con ojitos entornados Clint Eastwood-style, pero en la realidad son betazos empujacarritos de 50 tacos mangoneados por mujer e hijos a placer.
Lo que pasa es que allí los ciudadanos aún tienen derecho. Aquí somos meros siervos, ganado. Por eso los cerdos uniformados, funcivagos garrapatas y parásitos, nos tratan como tal. Es la diferencia entre un país socialista y un país de ciudadanos. El golpe de Estado de Biden va a cambiarlo todo.