Ya lo he contado en otras ocasiones: soy arquitecto y viví elboom trabajando en una pequeña promotora. Creo que una enorme culpa de lo que ha pasado tiene que ver con las tasaciones, que es un sistema absolutamente mafioso que se presta a todo tipo de corruptelas y especulaciones.
De hecho, diferenciar "tasadoras" y "bancos" no tiene sentido: ambas van de la mano, siempre. El banco financia tanto al que promueve la obra (promotor) como a su cliente potencial (comprador) y siempre le interesa que la venta se haga al mayor precio posible, pues cuanto más dinero se mueva en cada operación más cobrarán ellos de intereses. El tema es que la tasación es una figura fundamental (pues de ellas depende lo que se adeuda al banco en caso de devolución, por ejemplo) y no existe "el mercado" en abstracto del que puedan deducirse las tasaciones. es decir, los que tasan no se limitan a "analizar" los precios de los inmuebles, sino que son ellosmismos los que lo producen.
El sistema no tiene ni pies ni cabeza: todo lo hacen, resumiendo, por comparación con el precio de venta del piso del vecino. Pero ese precio de venta del vecino ha sido también inflado por ellos mismos, con lo cual no son operadores imparciales, sino que una valoración no se limita a "contemplar" el mercado, sino que es ella misma la que genera y gestiona ese mercado.
El problema es que nadie ha propuesto la necesidad de establecer un valor objetivo de tasación, como pudiese ser el tomar por referencia el valor catastral, algún factor dependiente de las variaciones del IPC, estadísticas de presión demográfica, o algo parecido: se tasa en función de las decisiones financieras, ahí no tiene ni voz ni voto el ciudadano ni en la mayoría de los casos el promotor.
Que no hable de "histeria colectiva". Menudo morro, eso es echar balones fuera. La única histeria fue la de su avaricia, que contagiaron a la sociedad con miles de mantras. Y que no se escuden en "la culpa es de los mercados": todo el que haya trabajado en la construcción sabe que "Los mercados" es la palabra que utilizan los bancos cuando quieren hacer lo que les sale de los narices.