La militancia o participación activa en alguna organización de masas de la clase obrera.
Lo siento, pero no me vale. En mi sociedad quiero sociatas lo mismo que liberales, mediopensionistas o adventistas del séptimo día. Hablamos del mínimo común denominador que demuestra un mínimo de disposición, o cualidades, para vivir en buena vecindad y que la cosa avance.
Yo creo que variaría el enfoque, Pérez.
Me parece muy bien poner reglas para votar, haber demostrado capacidad para ello, pero... yo soy más de responsabilidades por no cumplir con lo prometido.
Tras cumplir el mandato electoral, que la gente votase si se le fusila, se le jubila con honores, sin honores, o sigue.
Eso creo que sería más efectivo.
Hombre, eso ya se hacía. ¿Nadie se acuerda de los juicios de residencia que se le hacía a todos los virreyes que volvían de su periodo en ultramar?
Misteriosamente volvían todos forrados y misteriosamente todos sacaban nota. A menos que el rey de turno hubiera estado recibiendo toneladas de papel timbrado en memoriales de agravios de sus administrados (y que alguno de esos legajos viniera firmado por alguien de peso), lo normal era que lo absolvieran y le dieran otro destino.
Estámos de acuerdo en que la vigilancia, la implicación, es una condición ineludible para tener un sistema político que funcione sobre unas bases, digamos democráticas. Una vigilancia diaria de la gestión pública y de la jovenlandesalidad de los gestores si se quiere, aunque ahí yo me circunscribiría a lo estríctamente profesional (por ejemplo, me da igual si el alcalde se ama a todo bicho viviente que le da su permiso mientras la cuentas estén impolutas y las farolas en su sitio), pero también una vigilancia general de unas reglas jovenlandesales y éticas que tienen que impregnarlo todo, desde que el quiosquero te avise de que le has dado de más para arriba. Por desgracia los quiosqueros siguen avisando, pero de ahí para arriba...
Al final, si la tierra estuviera poblada de hombres virtuosos, no tendríamos que plantear estas cuestiones. Pero eso es pedir un imposible. Hay que trabajar con lo que hay.
A lo mejor si empezamos a hacer que poder juzgar el resultado requiera un esfuerzo, quien decida tomárselo, tenga más interés en que el juicio sea implacable.
Suiza e Israel son buenos ejemplos. Mejor Suiza, sin duda.
El que sirve al Estado, se puede servir del Estado.
Sí, pero.
En Israel hay grupos exentos del servicio militar (con no poco cabreo de otros que sí lo están) por motivos religiosos, por ejemplo, y que (de nuevo con no poco cabreo del personal) reciben un porcentaje sospechosamente alto de paguitas, ayudas, etc...
Y hasta Suiza reconoce el derecho a votar a aquellas personas que por su discapacidad no pueden servir con las armas en la mano.
Esta última parte se le escapó al bueno de Heinlein. ¿Qué hacemos con los disminuidos físicos? ¿No podría gobernarnos bajo ningún concepto un Stephen Hawkins, o un Tirion Lanister? Se gobierna con la cabeza y el sentido común y eso es algo que se puede aprender sirviendo, pero no sólo.
Queda claro que del estado puede "servirse" todo el mundo para garantizarle ciertos derechos, libertades y seguridades mínimas (vida, propiedad, libertad de pensamiento y obra, sanidad, educación, etc). Yo lo que pregunto es qué le pedimos a aquel que decide que quiere implicarse en la dirección del rumbo de su sociedad.
[*]Si quieres ser concejal de urbanismo, o eres un ITOP mínimo o mejor no hables. CV a disposición del ciudadano.
En eso de acuerdo. Pero vuelvo a lo mismo. Una de las personas más cabales que yo haya conocido -tanto que nunca se metió en política- apenas dominaba la ortografía castellana y sus estudios no habían pasado de las cuatro reglas y 6 años de colegio rural.
Creo que la profesionalidad y excelencia en la gestión es algo que debería quedar para los funcionarios, encargados de llevar a la práctica las decisiones tomadas por gobernantes y gobernados a través de sus representantes.
Por ejemplo. Este señor que digo, podría ser concejal de urbanismo y decidir que el pueblo necesita una carretera del punto A al B. Entonces pondría en manos de un funcionario especializado la ejecución del proyecto y un presupuesto realista y definitivo. Si ya el funcionario tomara a punto de honor presentarse de vuelta al año y decir, tenemos carretera del punto A al B, por el camino más práctico y razonable y aquí le dejo 2 millones que han sobrado del presupuesto...
En un jefe prefiero sentido común más que ninguna otra cosa. Lo demás, si tiene de lo otro, ya encontrará quien se lo explique.
También estaría bien un "carnet por puntos" para buenos ciudadanos.
Una buena idea. Pero... ¿cómo lo montamos? y ¿quien lo juzga? ¿Según qué criterios?
Vale, por delinquir, o mangar de lo público, o por dejar la cosa del perro en la calle está claro... pero cuidado con las inquisiciones.
Por ello serían necesarias una serie de condiciones para acceder al voto y demás derechos ciudadanos. Habría que reflexionar mucho sobre este asunto, eso sí, una condición ineludible: Fuera para siempre el Ius Soli.
¿Prefiere que le gobierne un señor heterosexual, padre de cuatro hijos, devoto creyente y nativo de Senegal o una niña pija boyera autóctona que cree que el dinero es algo que se genera misteriosamente en algún lugar entre el billetero de papi y esos edificios llamados bancos?
La novela plantea bastantes cuestiones interesantes sobre este punto.
Para mí se vuelve algo simplista al reducirlo todo a un servicio militar, pero la idea de base, lo de que para poder participar en las decisiones comunes hay que estár dispuesto a implicarse personalmente, con vida y hacienda si toca, en su ejecución, gestión y supervisión, es la base de cualquier sociedad sana.
Si uno no está dispuesto a luchar por algo, no se lo merece.
Y luchar no significa asaltar una trinchera. Basta pasarse por los plenos municipales de vez en cuando, y hacer preguntas, y señalar con el dedo, y pedir papeles. Y si no se los dan, patalear, y cambiar las leyes, y no aceptar un carguito para el hijo simple y dejar de dar por ojo ciego... Pero, ay!... eso es taaaan cansado.
El Problema del R78 es que se ha substituido el Patriotismo y el Servicio a la Pátria por el Patriotismo y el Servicio al Partido. Es lo que tienen partidos de listas cerradas en los que hay que militar (repito, militar) y ofrecer servicios por los que se puede ser recompensado.
La cosa es que el tema está igual en cualquier otro país del occidente civilizado. El Estado, desde siempre, ha sido un instrumento al servicio de unas élites que enarbolarán cualquier bandera (de clase, religión o patria) para tener al personal remando en la dirección "correcta". Nosotros sólo hemos tenido la suerte de vivir en un periodo en el que a los curritos les han dado más cancha y menos palos. De momento.