Está claro que ninguno hemos descubierto la pólvora.
Las reflexiones que traslado se basan en mi particular experiencia (compé mi primer piso en 1984), y he sido expectador de la "revalorización" de las viviendas, también he presenciado como muchos enterraban dineros "neցros" en la construcción y compra de viviendas. También me baso en la comparación con lo sucedido en diversas burbujas anteriores. Ésta del ladrillo en España, no tiene por que ser diferente. (Pueden variar algo los tiempos, pero finalmente lo que tiene que suceder, sucederá).
Está claro que la vivienda tiene un valor, y que el ajuste-desplome de precios no va a llegar al extremo de que nos regalen una casa. (Salvo situaciones desesperadas, que suceden más de lo que muchos pensamos). Yo creo que los valores que han alcanzado las viviendas se deben a la especulación "por que es una inversión que siempre sube de precio", y ahora que los especuladores se han ido escaldados, queda como valor de las viviendas el del uso residencial de las mismas, que es notoriamente inferior (Más de cuatro veces menos).
Es absurdo comprometer el sueldo de toda nuestra vida activa en la compra de un piso, en el que habrá que realizar obras de mantenimiento; Y que cuando - finalmente - sea nuestro (al cabo de 40 o 50 años), lo más probable es que sea una pura ruina.
Efectivamente en burbujas anteriores los precios se inflaron y cuando alcanzaron sus máximos, volvieron a descender hasta niveles parecidos a los que tuvieron al inicio de la burbuja. Existe también la posibilidad de que la bajada de precios ocasione que desciendan por debajo de los niveles iniciales. Después, no es probable que los precios de viviendas vuelvan a subir en varios años. (Antes se tendrá que reconstruir el tejido empresarial y aumentar el empleo. Y eso lleva su tiempo).
En estos momentos, la situación es particularmente complicada. Al estallido de la burbuja inmobiliaria hay que añadir el sobreendeudamiento de las familias y consiguiente disminución del consumo, la crisis financiera y la depresión económica.
Por desgracia, muchos perderemos nuestros empleos, y en esa situación quien tenga pagada su vivienda puede venderla para trasladarse a una localidad más barata, e incluso irse de alquiler y usar la diferencia de dinero para cubrir sus necesidades. ¿Que harán los mayores de 55 años que pierdan su empleo?. ¿Que posibilidades tienen de optar a otro empleo? ¿En esa situación, no pueden decidir muchos, vender y trasladarse al pueblo o a la segunda residencia?.
No tengo ninguna bola de cristal para adivinar el futuro. Lo veo con la tranquilidad de poder comprar - al contado - la vivienda que me interesa. Pero creo que ahora toca un fuerte reajuste de precios y no me considero tan simple como para perdermelo. Hay mucho dinero por enmedio, y prefiero tenerlo yo, a que lo tenga un especulador.
Desde 2007, un adosado en la zona que me interesa, ha disminuido su precio en un 14 %. Creo que es poco y debe ajustarse mucho más.
De todas formas, me he marcado un sistema que consiste en comprobar precios cada seis meses. Cuando vea que transcurren dos años sin que los precios bajen más, me plantearé la compra, pero eso sí, ofreciendo un 40 % menos de lo que pidan y negociando.
Estoy seguro de que obtendré una sustanciosa rebaja (en niveles del 30%) sobre el precio pedido. No olvidemos que mi oferta es tracatá y sin problemas de financiación.
Y no hay miedo de que se acaben las viviendas. Al millon y medio de viviendas construidas y en manos de los promotores, hay que añadir las compradas por pasapiseros (otro millón) y las viviendas de segunda mano que se venden por circunstancias varias, traslados, jubilaciones, fallecimientos, etc. O por pura necesidad de coger dinero ante la depresión económica que se nos avecina.
Hay muchas empresa constructoras casi familiares cuyo principal objetivo es garantizar el cobro de sus salarios. Creo que seguiran construyendo y vendiendo con una ganancia razonable.
Quien piense en comprar una vivienda, debería plantearse si tiene garantizado su empleo, y que si lo pierde puede obtener otro en una distancia razonable de su vivienda.
Si no tiene esa garantía, debería plantearse si no le conviene más vivir alquilado. Si se pierde el empleo, siempre puede trasladarse a la localidad donde le contraten, sin tener el lastre de seguir pagando hipoteca y además pagar un alquiler.